Obama: ¿estratega o fenómeno?
Artículo destacado > Especial elecciones en Estados Unidos, 2008Por Alejandro Echandía y Lukas Jaramillo
martes 4 de noviembre de 2008 1:17 COT
El fenómeno de la ambigüedad y la clase media
El candidato a la presidencia de los EUA Barack Obama se confiesa ambiguo en su discurso. Esa ambigüedad es innovadora, en cierto modo refrescante en “tiempo de guerras” (Iraq ahora, Afganistán antes y posiblemente Irán después) y para las mayorías desapasionadas por la política. El estilo con el que manda un mensaje se puede interpretar también como la ausencia de absolutos, algo muy contemporáneo, como de un adolescente urbano, radicalmente ambiguo, ni de aquí, ni de allá; esa pulsión tan valida hoy de no dejarse encasillar, de jugársela por un mundo complejo, que no nos retiene en ninguno de los bandos enfrentados. Es el candidato del Partido Demócrata pero se confiesa a favor de ciertas posturas Republicanas y lo más importante aún, no se dejó encasillar como el candidato de las minorías y “amarró”, rápidamente, a la opinión para que su candidatura no se resumiera en una contienda entre “blancos y negros”.
Obama se presenta frente a un público del cual se dice que le gusta que le digan las cosas claras, contando anécdotas, siendo sutil y descomplicado; los llama por ejemplo a una reflexión sobre el racismo con conversación como, “frente a mí estaba uno de los hombres negros de cierta edad que componen la mayor parte del servicio de la Casa Blanca…” (Obama; 2006, 50). Y entonces ahí, empieza a reflejar algo, siempre desenfadado, de lo que es él, para terminar con un mensaje, sin queja, sin crítica, vendiendo aquello que se dice que vende un político, un político mediatizado, un político que “sobrevive” gracias a la opinión: esperanza.
Enuncia algo alternativo, pone su atención en los valores pero desde otra lógica, argumenta que la obscenidad no está sólo en lo intimo (matrimonio gay está en la agenda), artístico (censura a las canciones de rap que fue importante en la coyuntura) o gubernamental (corrupción, tema recurrente de campaña), está en el mundo privado y en el patriotismo. Y así empieza a emprender una política que crea nuevas sensaciones, atrae al electorado cuando lo sorprende saliéndose del guion, y más importante aún, algo que es realmente arriesgado (porque sólo se puede hacer en un tono fresco): involucra al electorado en una autoevaluación, quizá lo hace sentir incomodo por sus prejuicios (sin que el electorado esté muy consciente de que esto le esté pasando) y lo invita a hacer parte activa del cambio, no sólo con su voto sino a ser parte de un colectivo que se responsabilice y tal como lo dice en una frase que le dio la vuelta a la prensa estadounidense: no les pido que crean sólo en mí, o en mi capacidad para dirigir un nuevo gobierno, sino en ustedes (parafraseando un poco); o más “encantador” aún cuando a un dueño de una fabrica le dice, yo quiero que le vaya mejor, quiero que usted trabaje más duro para que pague más impuestos.
La tercera vía es el nombre del juego de este candidato, que goza del embrujo de la novedad. En su libro La Audacia de la Esperanza, publicado en el 2006, hace un claro llamado a superar la polarización, reconociendo valor y puntos de cercanía con los republicanos, pero además como es posible en un demócrata, no es tan liberal en la economía, ni es conservador en lo social, lo que da con una formula fácil de consumir para los activos universitarios de clase media. En su libro se dibuja como un claro exponente de la clase media, una persona con gustos sencillos, un hombre de familia, que duda y sufre contradicciones, es bastante interesante sentir un tono muy equilibrado para hablar de sí mismo, de una forma íntima y reconociéndose vulnerable e imperfecto pero sin la nostalgia del mártir político, si no a través de las tribulaciones del hombre común, dando cuenta de la política como un oficio y no como algo despanpanante.
Para un demócrata que suele aparecer más cercano a la clase trabajadora que al empleador y aún más si se encuentra el tono de este senador, el progreso no es un absoluto distante y esotérico, es algo más medible en los afanes cotidianos, lo que coincide con la técnicas que revela en su libro como una de sus favoritas para dirigirse a un auditorio: preguntar en qué invierten su tiempo, su energía y su dinero. Tratar de bajar esos problemas de los epifenómenos que preocupan en la política entre caballeros, no es una novedad; un personaje algo desagradable desde mi (in)cultura política, Reagan, ya decía con bastante gracia, algo así: aquí ha venido el candidato fulano de tal a hablarles de recesión y depresión, les quiero explicar bien que son, porque quizá ese señor no lo tenía claro: recesión es que tu vecino se quede sin empleo; depresión, que tú te quedes sin empleo; pero avance es que Jimmy Carter pierda el suyo. Lo que hace novedosa esta táctica en Obama es todo el montaje completo que repotencia momentos similares al de Reagan.
Me cae bien Obama
Me interesé por Obama cuando descubrí que tenía oportunidad de surgir dentro de la maquinaria demócrata proclive a Clinton. Había algo interesante en su estrategia que penetraba en el terreno natural de la senadora Hillary, apropiándose de los Delegados del partido, de los caucus electorales, llevándola en un momento de desespero a argumentar que tenía más ciudadanos de a pie de su lado (negando su terreno, negando el sistema que la privilegiaba), llevándola a concentrarse en una tarea que puede resultar odiosa para sus aliados (delegados y superdelegados) demócratas.
Con curiosidad sobre la organización y el plan de su campaña y una especie de admiración por su juego limpio y métodos creativos, me volví simpatizante con tan sólo unas primeras páginas de su libro The Audacity of Hope. Esperaba aburrirme un poco con las obviedades del documento que leía como discurso de mi objeto de estudio, pero resulta un documento bastante subliminal, en tanto no te dice qué pensar, ni cómo organizar las ideas sobre él, pero va dando puntos de vista, mostrando a un candidato confundido sobre algunas cosas y lleva al lector fundamentalmente por más descripciones de lo que libros como éstos suelen ser, cuando son escritos por insulsos ególatras. Inevitablemente para una mente entrenada para ser contestataria, el libro te pone del lado del autor (que escribe por su puesto en primera persona) cuando habla de sus experiencia con el actual presidente de los EUA, cuando te dibuja, frente al senador estrenando curul con todo el entusiasmo del trabajo nuevo, un George Bush saludando a un grupo de gente y luego desinfectándose las manos. Obama luego te dice que el tipo es bastante simpático, y que hace lo que cree que es mejor, pero luego te alterna en la misma anécdota, con una fotografía de cowboy diciéndole a un político con menos experiencia que ha pasado ya mucho tiempo en la ciudad (town, porque después de todo para los amantes del cine de vaqueros como yo, el town donde se siente poderoso el chacho de la película no tiene traducción en el español) y que el pueblo puede ser muy duro ("the town can be so hard"), para “sugerir” que si sigue llamando mucho la atención los ataques no sólo vendrán de él…
Obama surgió como político relevante en medio de esa maraña que es el Senado, haciéndose oír entre tantas voces por tener una posición opuesta, clara y edificante en contra de la guerra en Iraq y aunque algunos (fundamentalmente intelectuales, no precisamente sindicalistas) esperando “más” de él, lo acusan de ser tibio frente a la guerra, criticando concretamente su postura respecto al conflicto árabe-israelí y la tensa calma con Irán (que realmente lo alejan de ser un pacifista), me parece realmente “revolucionario” y novedoso que sin usar eufemismos plantee que le preocupa al punto de parecerle inmoral la proporción de salarios entre el gerente y el trabajador raso (Obama; 2006, 67). El subtítulo de su libro se llama restaurando el sueño americano y esto pasa de ser una bonita frase cuando le pone sustancia diciendo que en una época las brechas laborales eran distintas, denominando esto como corrupción empresarial, que va dejando en el olvido una época en la que se tenía confianza en un sistema solidario con respecto a la salud y la educación.
Pero como al final de cuentas, no tengo ni idea de quién es ese tipo o si me miente, tendré que decir que la simpatía entonces se concentra en su estrategia. No nos digamos mentiras: lo que le puede gustar a uno es su campaña, la empresa que lo fabrica a él y el producto que es el candidato (una campaña). Trucos no ofensivos, que asumiéndome como electorado, no me hace pensar que me creen estúpido. En la página web, contacto que tengo con la campaña de Barack Obama for president, no se caricaturiza al electorado con típicos estereotipos que asumiendo a la gente como estúpida y profundamente predecible, organizan un mensaje diferente (una oferta) para ricos, pobres y religiosos, para afros, asiáticos, hispanos y blancos. La página me pone a pensar que en política uno no quisiera a alguien bastante empeliculado consigo mismo, obsesionado con una idea abstracta o esotérica del futuro, pero si ad portas de la presidencia no se cuenta con esa buena dosis de vanidad que le dicta al candidato que tiene una misión, tenemos también problemas.
Estrategia web
La política sería más fácil (entretenida y asimilable) si un candidato saliera travestido y drogándose con menores y el otro posara en camuflado, con un yugo de castigo, firmándole un compromiso de invasión a una petrolera. Pues los candidatos nunca van a mostrarse encajados en una caricatura extrema, viven de las medias tintas y cuando entramos a la página de McCain, muy a mi pesar nos encontramos con un anciano jovial, que pone jueguitos en contra de la corrupción acusando, no sin algo de elegancia, a Obama de corrupto y con muchos letreros que recuerdan al Super Tazón. La página del republicano aparece un poco más gringa que la del demócrata, pero quién le puede cuestionar eso.
Obviamente tenemos que hacer un esfuerzo de enfocar pequeños detalles para captar las diferencias entre cada página y es entendible porque en la política como en la guerra el juego de espejos es inacabable, las secciones son las mismas, ambos se esfuerzan en crecer su base de datos, en obtener donaciones y son cuidadosos, a la hora de incrementar el equipo de voluntarios. Sin embargo Obama genera anuncios inquietantes como el que coloca en su banner titulado "declara tu independencia": 77.925 ciudadanos han declarado su independencia apoyando la primera campaña financiada por la gente. Habría que investigar hasta qué punto es real, pero el caso es que a la campaña de Obama la distinguen como una campaña que logró gran viabilidad a partir de donaciones que se hacen por internet con tarjeta de crédito.
En respuesta a la buena imagen que ganó Obama con una forma de financiarse propia del efecto bola de nieva, McCain, sin aparente recepción mediática, se inventó el Equipo Nacional del Liderazgo, y perdonen la posible falta de objetividad, pero en últimas quiere decir, que usted tiene liderazgo (palabra que con algo de pompa es usada por los gringos para denominar a los verracos) si usted pone plata: 500 dólares para ser miembro del equipo azul y 2.300 para ser un líder del equipo dorado. ¿Quién me presta 5.000 dólares para ser líder del equipo azul (¿será que me aceptan en mi calidad de colombiano?)? Da ganas de reír entonces, que si uno es un bueno para nada como lo fue Bush en la parte sabia de su vida que estuvo prendido a una botella y saliendo con porristas, puede ser inclusive del equipo dorado por tan sólo 2.300 dólares (sin entrevistas, sin necesidad de redactar hoja de vida, sin necesidad de haber hecho algo valioso en su vida).
En últimas aquí va la gran diferencia entre la página de Barack y la de John, si se es un poco empecinado con la página del demócrata se encuentra una hendidura, llamada mybarackobama group, que le permite a uno hablar, participar, le da ideas de cómo ayudar desde la humilde posición de ciudadano con acceso a internet y reseña un discurso entrecomillado del Senador que dicta que el futuro está en nuestras manos y que hay mucho que podemos hacer. Cientos de detalles, como el de pedirle a uno que llame a 30 conocidos en el Estado al que se dirige la campaña Obama for President, perfilan la estrategia de comunicaciones como una constante invitación a pertenecer, a identificarse, mientras que la estrategia de McCain es más un llamado al respeto por este candidato, que no se desgasta en pretender cercanías, similitudes, sino que se expone como una opción “seria”, el tren ganador y un tipo sencillo pero muy importante.
Mientras que Obama se dirige al público de su web para decirle esperanza, cambio y podemos creer, la página de McCain habla de su candidato en tercera persona diciendo que es el hombre con más experiencia, herramienta que ha servido para atacar a Obama; la integridad de éste, que se señala en piezas y en propaganda, lo que se argumenta en contra de Obama, señalándolo como un político que despilfarra recursos ajenos y es electorero; honor, resaltando el patriotismo que representa el candidato, respaldando una biografía de vinculación al ejército en la guerra de Vietnam (que también los lleva a señalar el eslogan del tiempo para un verdadero héroe) y liderazgo, hilo conductor de toda su campaña. De esto lo más relevante es que en el membrete de la página de barackobama.com hay un mensaje sobre creer y creer en la capacidad como ciudadanía, que se reensambla de manera recurrente en varios momentos y espacios de la campaña, que sumándose a un contenido que muestra con cierto hilo conductor secciones llamadas haz la diferencia, conoce los hechos, reporta algún problema electoral (alguna inconsistencia) y declara tu independencia, sutilmente el lugar que le asignan a uno como ciudadano es otro.
La política o el arte de repetir
Lipovestky diría que la moda de lo nuevo es reconfortante porque no es más que una repetición sobre lo fundamental (Lipovestky; 1983). Una novedad, una innovación que cala hondo, profundiza en fuertes tradiciones que nos enseñaron a valorar las cosas de cierta manera, a esperar algo al mejor estilo del personalismo liberal, la salvación que llega y se nos escurre en cabeza de una persona, escurriéndosenos entre los dedos, esperándola de nuevo en una clave similar. Obama se puede parar a veces en una biografía que parece única (para ese grado de cercanía de la presidencia) por la pequeña razón de que parece negro (no estoy seguro de si es negro). A los medios les encanta lo raro y concentrarse en lo improbable, diverso, se pasa rápido y en otro tono por el hecho de que todos los candidatos son senadores, fuertemente arraigados en el bipartidismo que los hace bastante corrientes (así eso no esté ni la mitad de desprestigiado que acá), que han pasado por Harvard, tienen una formación similar y han contado con las suficientes oportunidades.
Reagan comió del cadáver político de Jimmy Carter vendiendo una esperanza con su eslogan “America’s back”, el joven Kennedy se mostraba como un visionario para el cambio, con su eslogan y parte de un discurso de apertura “Estamos al borde de una nueva frontera”, y Bill Clinton vuelve a encontrar la formula de solidaridad con la que los demócratas se intentan diferenciar de los republicanos, con el eslogan “No podemos dejar a nadie atrás”. Ahora llega Obama que no puede evitar ofrecer mejor educación y salud pública como en cualquier elección; con su yes we can, ahora tras superar las primarias y concentrarse en vencer al Partido Republicano del candidato John McCain, que a ratos no es el típico yanqui blanco, posando de irlandés.
Estoy decidiendo si acusar a Barack de plagio después de que una veterana amiga del Partido Conservador colombiano me hiciera caer en cuenta de la efímeramente famosa frase de Belisario Betancur Sí se puede, luego estilizada en un libro de su autoría: Sí, podemos. Si no le falla la memoria a la conservadora, Betancur, ya en su tercera campaña por la presidencia, estaba siendo sobrepasado por el astuto López Michelsen en las encuestas, cuando expusieron su programa de vivienda popular y ante la arremetida de su contrincante argumentando que no era viable, la salida reproducida hasta el cansancio y desplegada en los medios fue: “Sí se puede”.
Esa modesta frase, según dice mi amiga, entusiasmó a la gente y lo puso en la cima, pero cuando le pregunto si las viviendas se construyeron, no obtengo ya respuesta, sólo silencio y su cara de jugador de póquer. Recuerdo entonces otro dato extraviado que me dicta que quitándole una tilde a su “eslogan espontáneo” para poner en boca de su caricatura si se puede. Aquel político fue víctima del humor en los momentos de pérdida de su liderazgo como jefe de gobierno. Pueda ser entonces que no se amplíe mucho la brecha entre el candidato y el presidente Obama, obligándonos a reportar ese odioso if we can, de alguien que pasó de la virtud de soñar y la irresponsabilidad de prometer, a la mezquindad de la maraña burocrática y la responsabilidad de ejecutar.
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Por lo pronto, pido el cheque en blanco de la confianza para el simpático Obama, aunque sea por el morbo de comprobar qué pasa y terminar este texto sacudiéndome el pedante escepticismo del falso intelectual, para reseñar lo que él dice ad portas del “(…) proceso a veces enaltecedor y a veces terrible, pero siempre ridículo (…)” (Obama; 2006, 112) que es una campaña política: “(…) lo que más satisfacción me da hoy procede de saber que de algún modo palpable he podido ayudar a la gente a vivir su vida con cierta medida de dignidad” (Obama; 2006, 381).
Puedo estar siendo romanticón y sin duda creerle a alguien que ejerce el oficio más satanizado por los intelectuales de izquierda (o por lo menos los que no son palaciegos) es ingenuo, pero simplemente diré que pido que el que me vaya a gobernar, tan siquiera se tome la molestia de mentirme de forma estilizada y en todo caso, si por lo menos no me dice algo así de bonito como que cuando está abrumado piensa en “(…) los que supieron elevarse más allá de las ambiciones mezquinas y los cálculos egoístas para imaginar una nación (…)”, no le daría mi voto. Mínimas reglas del cortejo que no deben ser ajenas a la dinámica elector, candidato.
Fuentes:
- www.barackobama.com , Junio
- www.johnmccain.com , Junio
- Lipovetsky, Gilles (1983); La Era del Vacío. Barcelona, 2002: Editorial Barcelona.
- Obama, Barack (2006); La Audacia de la Esperanza, reflexiones sobre como restaurar el sueño americano. Barcelona, 2007: Ediciones Península.
viernes 7 de noviembre de 2008, 08:49 COT
Respondo al titulo del post. Es un fenomeno.
Un fenomeno aprovechado estrategicamente por los Amos de Wall Street.
domingo 9 de noviembre de 2008, 12:22 COT
Me gustó mucho, muy interesante y buen análisis!
lunes 10 de noviembre de 2008, 16:13 COT
Entiendo que un post tan largo fuera escrito por dos personas. Lo están escribiendo desde 1981…
Con respecto a la pregunta formulada en el título yo creo que no es ni estratega ni fenómeno: es un oportunista descarado y un demagogo tenebroso. Lo rescatable es que siendo tan malo es mejor que el otro.
El fenómeno es que el mundo entero se haya olvidado de los problemas de sus países por andar pensando en las reivindicaciones y promesas de otros sin detenerse a pensar al menos un poco.
Obama es el presidente de los Estados Unidos de América, la peor plaga que haya conocido la humanidad. Atila es un niño explorador al lado de estos invasores y saqueadores e invaden y saquean por una sencillísima razón: PARA MANTENER SU NIVEL DE CONSUMO.
El negrito Obama dice que va a dejar de invadir y saquear, que le va a dar paz al mundo y que de ahora en adelante todo será armonía, flores y patos nadando plácidamente en los ríos descontaminados del mundo.
Para que eso ocurriera sería necesario que el pueblo norteamericano renunciara a su consumo y renunciar a ello sería renunciar a su nivel de vida tal y como se conoce hoy en día. Sería necesario que dejaran de consumir hidrocarburos como harinas un obeso o heroína un gringo y eso no va a suceder. EE.UU., necesita los hidrocarburos como Colombia necesita las motosierras: las necesita para vivir. Para conseguir esos hidrocarburos tienen dos opciones: o los compran o se los robany la segunda opción es más alentadora para ellos teniendo en cuenta que la balanza de pagos gringa es deprimente.
Las guerras no las va a detener porque el principal ingreso de los Estados Unidos proviene de la venta de armas y servicios de guerra. No creo que Obama vaya a cerrar esas industrias y en su lugar se dedique a fabricar escobas y mondadientes en cuyo caso destruirían la totalidad de los bosques del mundo. La guerra los mantiene vivos y por ello es necesario, después de la guerra fría, crear enemigos inexistentes y amenazas fantasiosas que atemoricen a la población. Una población atemorizada, máxime si es tan ignorante y drogadicta como la población gringa, es capaz de apoyar cualquier invasión con tal de prevenir la posible destrucción de sus Cadillacs.
Y para terminar me gustaría dejar una pregunta: ¿Obama sí creerá que el arsenal nuclear de Israel tiene potencial de destrucción masiva?
jueves 15 de enero de 2009, 07:02 COT
Parece que todo es un fraude.
1. Obama se ha quedado callado ante el genocidio u holocausto que los israelíes llevan a cabo en la Franja de Gaza. Todos sabemos que el que calla otorga. Al mismo tiempo que Bush manda barcos llenos de armamento pesado para asistir a Israel para que se defienda de los refugiados Palestinos asinados en el Campo de Concentración más Grande del Mundo.
2. El plan económico de Obama no es diferente del de Bush, que era imprimir dólares sin importarle el efecto que esto tiene en la economía mundial.
3. Obama no se compromete a llevar a Bush a un tribunal penal por los crímenes de guerra cometidos en Iraq y por la tortura en Abu Ghraib y Guantánmo. La explicación de obama es que el mira hacia adelante. Como si los criminales pudieran decirle eso a los jueces, “mira hacia adelante no mires mi pasado”
4. Al nombrar a Hillary Clinton de canciller, Obama parece seguir el camino guerrerista e imperialista de Bush, sólo que el promete hacerlo con la ayuda de los aliadaos de EEUU. Vaya diferencia!.
5. Obama no va a parar las guerras de Iraq y Afghanistán como prometió. Va a mandar más tropas.
En fin, Obama es todo un fraude. Falta que resulte dándole a Uribe la Gran Medalla del Mérito Paramilitar o la Motosierra de Oro, por sus masacres en Colombia.
mircoles 16 de septiembre de 2009, 18:39 COT
[…] individuales y en el aprovechamiento de la internet y de los nuevos medios digitales, Obama supo venderse, cual celebridad, como el candidato de la esperanza, alguien que les devolvía a los […]