“Y como no sabían que era imposible, lo hicieron”
ColumnasPor Ramón
martes 22 de febrero de 2011 20:57 COT
Estalla la tormenta. La comunidad se refugia bajo el metálico eco del granizo que golpea el techo que ahora nos cobija. Muchos no se conocen entre sí y sus miradas saltan entre las diferentes expresiones de aquellos que decidirán tomar la palabra. A caballo entre la satisfacción y el cansancio de largas jornadas de trabajo que precedieron este momento, esperamos.
Entre risas y corriendo se unen los más pequeños al abrigo del hostil clima, mientras entre el bullicio se cuelan las mascotas y animales de la zona zigzagueando entre las piernas de la muchedumbre. Descansan sentadas las mujeres y los más mayores, otros tantos aguardamos en pie. La comida recién hecha reposa en las mesas despertando las cosquillas en algunos estómagos entre el titubeo y murmullos de los allí citados. Y esperamos.
Inquietamente observador, busco en el espejo de cada una de aquellas miradas el reflejo de su expectación. Al refugio de la recién construida sede, me resulta curioso pensar en la escena como si de una atmósfera post-apocalíptica se tratase, como el nuevo comienzo de la humanidad desde la diminuta base de unos pocos. Una irónica comparación para esta zona recostada en el olvido, acostumbrada a vivir entre los paréntesis de nuestro mundo.
Se eligen los nuevos cargos, responsabilidades y deberes; hará falta una mesa de trabajo, mesas comunes y un gran proyecto para la comunidad. Necesitaremos profesores, sanitarios, tesoreros. Una organización de base sobre la que construir un nuevo horizonte. Atrás quedan jornadas también llenas de historias, carcajadas, alegría y amistad. Noches de luna llena al ritmo de una guitarra y el calor de una hoguera entre la fraternal compañía del trabajo entre voluntarios y familias. Días del intenso sol de medio día y lluvia que nunca cesa, momentos para uno mismo entre el sosiego del olor a tierra mojada.
Y entre tantas memorias, el recuerdo de aquellos más admirables. Los que entregan cada chispa de energía en un presente para el prójimo, los que intensifican nexos entre las familias, los que nunca apagan su sonrisa. Quienes tienen siempre un chascarrillo para endulzar las gotas saladas que se escurren entre vivencias, quienes trabajan día y noche ante cualquier adversidad y escapan regalando el momento de inauguración y júbilo para el resto. Aquellos de los que uno nunca se cansa de aprender, y se siente privilegiado de compartir a su lado una experiencia como esta.
Han sido varias jornadas de laboriosa construcción codo con codo y ahora todos disfrutamos de sus frutos, mucho más allá de la parte material de esta nueva sede construida. Porque cada construcción es única y cada experiencia un mundo. Nuestro barrio, como tantos que han venido y otros que vendrán, ya tienen su sede vecinal dónde se desarrollarán proyectos de educación y trabajo. Porque no se trata de un acto de caridad, sino de justicia.
Vuelvo al presente de entre mis pensamientos para escuchar a los notables tomar la palabra. Dando paso a esta inauguración, se cerrará una etapa que precederá el comienzo de un largo camino para que el círculo se complete. Esperamos. Y fuera ya no se oye más el rebramar de la lluvia de verano, sino el rugir de la tormenta que aviva nuestros corazones.
* Ramón Couto es voluntario en la organización Un techo para mi país. El texto refleja su visión personal en la construcción de una sede con voluntarios y familias en un barrio marginal de Córdoba, Argentina, dónde actualmente colabora y forma parte activa de la Organización.
martes 22 de febrero de 2011, 21:59 COT
Actividades como éstas son las que nos hacen ver la vida con un valor inconmensurable. Nos dan sentido y valor a la existencia y, en lo personal me colma de gratificación, el poder contar con un ser como tú Ramón para escribir y dar a conocer que sí se puede hacer patria en todos los lugares del mundo.
Te robas mi espíritu con este texto. Te abrazo.
mircoles 23 de febrero de 2011, 10:04 COT
Una excelente labor para un país urgido de soluciones de hábitat.
jueves 24 de febrero de 2011, 12:30 COT
Gente como usted me hacen creer que todavía hay esperanza. Mi más sincera admiración.
jueves 24 de febrero de 2011, 14:43 COT
Ramón enhorabuena ¡!!
Excelente labor y lo que escribes como siempre IMPRESIONANTES ¡!!
Un abrazo enorme desde tu ciudad ¡!! Cuídate y besos ¡!! : )
viernes 25 de febrero de 2011, 07:22 COT
Ole ! Sigue así Ramón !
Aunque ahora esté lejos sigues contando con mi apoyo incondicional. Tu texto como siempre refleja la emoción con la que sueles afrontar retos como este
Un abrazo y saludos para todos por allá !
viernes 25 de febrero de 2011, 15:56 COT
gracias!!! gracias!!!! y es una pequeña palabra pero inmensa si va de todo corazon desde Arroyito somos la familia de Mirtha y Miguel quienes con mucho esfuerzo llegaron a uds y lograron lo que se plasma en las fotos y lo otro que no se ve pero se siente, la comunicacion, la solidarid, el cariño y el amor por el projimo, una vez mas gracias a un techo para mi país por sus valores por luchar por la igualdad para todos, tiene un gran corazon sigan adelante y muchas felicidades!!!!
sbado 5 de marzo de 2011, 01:27 COT
Gracias Lully por tan tiernas palabras, y por hacer eco de mis escritos en vuestro portal. Te mando un abrazo muy grande.
Queda mucho que hacer gresly, esto solo es un pequeño grano de arena en un mundo desigual…
Gracias Elysium, Rosa, Pancho por vuestros motivadores textos y cariño.
Y a ti Flavia, por habernos acogido tan bien y con los brazos abiertos…no tengo palabras para estos recuerdos tan lindos con ustedes. Ha sido un orgullo estar allí para mi y tantos compañeros y familias.
Me llena de inspiración y fuerza leer vuestros comentarios.
Un fuerte abrazo,
Ramón