Una “oda” a la Seguridad Democrática
Estancias > Seguridad democráticaPor Julián Rosero Navarrete
jueves 3 de julio de 2008 22:58 COT
Definitivamente, se debe aplaudir al ejército colombiano por el rescate efectuado el día de ayer; de hecho, es necesario volver ostensible esta felicitación para que le sirva de estímulo al brazo armado del Estado, y que éste se dedique a usar más la inteligencia y sagacidad de sus comandantes, dejando a un lado las trogloditas vías que ofrecen las armas. En esta ocasión, no sé si fue el Emperador Hirohito del Japón, quien en la Segunda Guerra Mundial, cuando su alto mando militar lo felicitaba por el asalto a Pearl Harbour, él respondió: “el militar verdaderamente impecable, es el que derrota a su enemigo sin necesidad de recurrir a la guerra”. El rescate aquí mencionado en realidad logró evocar tal máxima, acorde con la paz, la razón y el respeto a los derechos humanos.
Sin embargo, esta “oda” tan sólo va a esta intrépida acción que rescató a los 15 secuestrados quienes estaban en poder de las FARC. La alegría y el respeto que ha generado tal acción no puede hipnotizar a la opinión pública con las supuestas bondades de la Seguridad Democrática. Ayer, escuchaba a los militares rescatados con bastante emoción agradecer al Presidente de la República junto con el hecho de invitarlo a continuar con la Política de Defensa que, sin duda, llevó a que estas personas recobraran su libertad. El Ministro Santos y el Dr. Uribe aprovecharon tal acción y de manera directa, concentraron su discurso en la importancia de mantener la política en aras de seguir cosechando sus frutos. La cuestión es que, de todos modos, se debe seguir sosteniendo el hecho que la Política de Defensa y Seguridad Democrática es tan sólo un analgésico, una especie de “dolex” que alivia algunos síntomas del verdadero cáncer de la problemática social colombiana.
No debemos los colombianos, en medio de la dicha y la alegría por ver libres a 15 de nuestros compatriotas, dejarnos hipnotizar por una política con resultados evidentemente cortoplacistas, que no ofrece resultados estructurales, y que en el largo plazo es totalmente insostenible. El hecho de dar de baja a millares de combatientes rebeldes, no significa que el conflicto se vaya acabar, y mucho menos, que el problema que origina y mantiene la actual violencia desaparezca. La Política de Defensa y Seguridad Democrática sí ha hecho desmovilizar a muchos, sí ha dado de baja a campesinos incautos u obligados que hacen parte de las filas de las FARC, y sí ha “exterminado” a varios componentes fundamentales de dicha guerrilla. Pero la nombrada política ha hecho muy poco por acabar con los nexos entre violentos, narcotráfico y el Estado.
La Seguridad Democrática tan sólo le ofrece a Colombia la intransigencia de sus dirigentes, en acciones como cambiar la firma consultora que mide la evolución de los cultivos ilícitos cuando los datos no se ajustan a lo que quiere el “departamento de propaganda” del actual gobierno. La Seguridad Democrática tan sólo le ofrece a Colombia el despliegue de sus altos funcionarios para el hundimiento de iniciativas que buscan los mecanismos para acabar los nexos de la ilegalidad con el legislativo. La Seguridad Democrática ofrece a Colombia datos subestimados de la problemática de desplazamiento y reparación a las víctimas del conflicto, error histórico que los colombianos pagaremos en un futuro no muy lejano.
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De la misma manera, como se expuso en alguna ocasión, a medida que se consolidan los éxitos de carácter militar, el gasto en defensa comienza inevitablemente a tornarse exponencial. Por tanto, para poder sostenerlo en el mediano plazo, es necesario realizar recortes en otros rubros. Como nuestro presupuesto es de carácter incrementalista, y además, totalmente inflexible, resulta necesario hacer reformas como el Acto Legislativo 04 de 2007, o en su defecto, pequeños recortes en gastos operativos. Cuando estos mecanismos se agoten, se necesitaran mañas contables basadas en errores de carácter semántico, como incluir algunos gastos de defensa en el rubro destinado al gasto social (concepto abierta, vaga y ambiguamente definido en nuestra legislación). Así pues, llegará un punto en donde el incremento del gasto en defensa deberá frenar, y es en ese momento en donde las supuestas “bondades” de la Seguridad Democrática comenzarán a diluirse. Caso similar cuando el dolor reaparece una vez suspendido el “dolex”. ¿Por qué? Como se dijo, dicha política ofrece “alivios” pero no soluciones de carácter estructural.
En medio de la alegría y la inevitable sensación de orgullo por tan ávida acción de las fuerzas militares para efectuar el rescate, los colombianos no debemos obviar un análisis como estos. De lo contrario, como suele pasar, en el momento que acabe la fiesta, llegará la cuenta…
viernes 4 de julio de 2008, 00:00 COT
ORACION A LA SEGURIDAD DEMOCRATICA:
Esto era todo lo que el país necesitaba para convertirse en un PARAISO, pues las FARC eran las causantes de todos los males de Colombia y ahora han sido “derrotadas”. Desde mañana la gente podrá caminar segura y confiada por las calles, se acabó el paseo millonario, se acabaron los paseos de la muerte, a las muchachas ya no las violarán cuando caminen solas por las calles, nos podremos ir de vacaciones y dejar la casa sola porque se acabaron los apartamenteros. Finalmente habrá salud y pensiones para todos. Así como en Suecia o Alemania habrá sueldo de desempleado. El país gozará de pleno empleo. Los habitantes de este paraíso llamado Colombia ya no tendrán que mirar al cielo, porque por un milenio este dios llamado Alvaro Uribe habitará entre nosotros.
viernes 4 de julio de 2008, 01:54 COT
Hola Julián, muy de acuerdo con el análisis. Pero ya es hora de salir de la cortina de humo espesa, densa, tóxica, letal de las Farc para ahora sí concentrarnos en lo importante a través de la política: ¡Antanas presidente!
La escena de antes de ayer fue increíble: regresa Ingrid después de 6 años y su hijo ya es más alto que ella. Qué felicidad el golpe de su rescate a una guerrilla ensimismada, engolosinada con sus “canjeables”, mercadeando con la vida de las personas y, aún a pesar de sus actos criminales, se siente que tiene derecho al estatus de beligerancia. De verdad que es hora de salir de ese cáncer: ¿por qué no pensar entonces mejor que estamos en un período de transición, en el que nos estamos curando de uno de nuestros grandes males?