“Sería mejor si me hubiera muerto”
Estancias > Hibakusha ProjectPor Mainichi Shimbun
domingo 3 de diciembre de 2006 0:02 COT
(Publicado originalmente el 15 de octubre de 2006)
Seikō Komatsu es retratado en Hiroshima el 6 de octubre (Takeshi Nishimura / © Mainichi Shimbun)
Seikō Komatsu, oriundo de Hiroshima, prácticamente vive la medicina. Esteriodes. Anticoagulantes. Antiácidos. Todos los días, 13 clases distintas de pastillas acompañan su té de la mañana. “Píldoras para el desayuno”, murmura con una sonrisa hermética. Para el almuerzo y para la cena también. Más la dosis de insulina que se aplica en el abdomen cuatro veces al día.
Tres años después de que la bomba atómica fuera lanzada sobre Hiroshima, Komatsu, ahora de 70 años, estaba bien. Entonces, de repente, su salud se desintegró. Desarrolló asma, luego enfisema pulmonar. Más tarde el hígado le falló. Contrajo diabetes. Era una enfermedad después de la otra. En junio pasado estuvo en cirugía por una angina.
“Vivir es una carga”, dice. “Sería mejor si me hubiera muerto”.
Cuando su solicitud para la compensación gubernamental como hibakusha (sobreviviente de la bomba atómica) fue rechazada, llevó al gobierno a la corte, uniéndose a una acción popular. Tres años más tarde, el 4 de agosto, la Corte de Distrito de Hiroshima decidió a favor de los demandantes, sentenciando que sus enfermedades eran en realidad resultado de la radiación.
Seikō Komatsu se alegra después de que la Corte de Distrito de Hiroshima fallara a su favor el 4 de agosto. (Michiko Morizono / © Mainichi Shimbun)
Yo había entrevistado a Komatsu varias veces antes del veredicto, y cuando salió victorioso de la corte, le extendí la mano. Había lágrimas en sus ojos. Aun ahora me siento conmovido por esas lágrimas.
Una semana después, el gobierno apeló, una jugada que proyecta una sombra sobre las demandas que involucran a cerca de 200 demandantes en dos altos tribunales y 15 cortes de distrito. Por mi lado, la sola mirada de Komatsu esforzándose para respirar, como hace a menudo cuando la fatiga lo supera, es suficiente para despertar en mí ira contra el gobierno.
Los informes del anunciado ensayo nuclear norcoreano el 9 de octubre le trajeron el terror de su encuentro de infancia con la guerra nuclear vívidamente de vuelta a su vida. El 13 de octubre, el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas acordó pasar una resolución pidiendo sanciones no militares contra Corea del Norte (seguidamente adoptó la resolución condenando a ese país el 14 de octubre).
Probablemente es lo mejor, asiente Komatsu. “El papel de Japón”, afirma, “es asegurarse de que el mundo entienda cuán espantosas son las armas nucleares. Eso enfurece… sólo si pudiera, marcharía a Corea del Norte por mí mismo, únicamente para mostrarles lo que la radiación le hace a una persona”.
¿Qué parte del hecho de que los arsenales nucleares hayan conservado cierta paz mundial desde Hiroshima y Nagasaki, siendo la guerra nuclear tan horrible que impone restricciones? ¿Podría eso no representar un obstáculo en el camino para eliminar las armas nucleares?
“Quiero creer en la sabiduría y en la conciencia de la raza humana”, dice Komatsu enfáticamente.
Por Hideyuki Kakinuma, Mainichi Shimbun. Traducido del inglés por Julián Ortega Martínez
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