La agonía de toda la vida nacida del vientre
Estancias > Hibakusha ProjectPor Mainichi Shimbun
domingo 24 de diciembre de 2006 0:01 COT
(Publicado originalmente el 26 de octubre de 2006)
Kimie Kishi se sienta en la cama ortopédica que puede estar a punto de perder. (Takeshi Nishimura / © Mainichi Shimbun)
Los oídos le zumban, su visión es borrosa. Kimie Kishi, de 60 años, vive sola en una casa con terraza en Miyoshi, una ciudad situada en las montañas Chūgoku de la prefectura de Hiroshima.
Se despertó en medio de la noche del 20 de septiembre y se dio cuenta de que no podía moverse. Cerró los ojos y presionó las manos sobre los oídos. Al final pudo dormirse.
A primeras horas de la mañana fue llevada camino al hospital.
La causa de sus síntomas no está clara. Kishi ni siquiera había nacido cuando la bomba atómica cayó sobre Hiroshima. Su madre tenía tres meses de embarazo en ese entonces.
Nació con microcefalia, una enfermedad cuya característica principal es tener la cabeza anormalmente pequeña.
Aún ahora, de pie mide 1,38 m y las medidas de la cabeza no superan los 52 centímetros de circunferencia.
Cuando era niña enfermaba con frecuencia, de una cosa u otra. Los pies se le curvan hacia adentro. Sufrió de ingle dislocado.
Kimie Kishi (Takeshi Nishimura / © Mainichi Shimbun)
Para la época en que se acercaba a cumplir 50 años no había sido capaz de caminar sin bastón. El año pasado recibió un implante quirúrgico artificial de ingle.
“Durante todo el año”, dice, “nunca hay momento en que esté sin dolor”. Toma 20 diferentes clases de medicina todos los días.
El 25 de septiembre la visité en su casa. El nuevo sistema de seguridad médica le da a Kishi el grado 1, reconociendo que requiere cierta clase de cuidados.
Ocupando la mitad de su sala que mide ocho esteras se encuentra una cama ajustable que puede elevarse y bajarse por comodidad. Paga por ella 850 yenes (alrededor de US$7 ó 5,50 euros) al mes. Hace sus síntomas algo más fáciles de soportar.
Y podrían quitársela. Según una enmienda del sistema de seguridad que entró a regir el 1 de octubre, la cama, no obstante necesaria para ella, ya no se la pueden alquilar. Sus finanzas son escasas. Comprar la cama es imposible.
“Si pierdo la cama”, dice, “simplemente no sé que voy a hacer”.
La compañía de arrendamiento ha acordado esperar a que las autoridades municipales decidan si reconsideran. El resultado permanece incierto.
Kishi sufre suficiente sin necesidad de que el gobierno lo haga aún peor.
Hay 23 individuos en todo el país, todos ellos con más de 60 años, que sufren de microcefalia como resultado de los ataques nucleares.
“No quiero que nazcan más niños en estas condiciones”, dice Kishi.
No se puede evitar pensar cuán pecaminoso fue lanzar esas bombas.
Por Hiroko Tanaka, Mainichi Shimbun. Traducido del inglés por Julián Ortega Martínez
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domingo 30 de septiembre de 2007, 21:28 COT
[…] Kimie Kishi, de 60 años, vive en la ciudad de Miyoshi, prefectura de Hiroshima. Como resultado de la bomba atómica que cayó en Hiroshima mientras su madre estaba embarazada con ella en el vientre, nació con microcefalia, una enfermedad cuya característica principal es tener la cabeza anormalmente pequeña. […]