El señor del parque de tocancipá (1917-2007)
Estancias > Katherine EscobarPor Miguel Olaya
lunes 5 de noviembre de 2007 21:48 COT
Murió Jaime Duque, un hombre que dejó de ser persona para convertirse solamente en nombre. Hoy, desde luego, murió el personaje, un ser misterioso del que no se sabía mucho, porque tampoco importaba.
¿O sí? Jaime Duque era, de hecho, objeto de mitología infantil y urbana. Cuando pequeños, cuando íbamos de excursión con el colegio, nos preguntábamos si la mano gigante del parque era su mismísima —y gigantesca— mano. Después se habló de él como testaferro de los narcos o como uno de tantos pilotos que había ayudado a llevar una mercancía de alto valor agregado y que había armado el parque como distracción, para redimir sus pecados o, desde luego, para lavar plata. En consecuencia se decía que estaba encarcelado. Extraditado como mínimo. O como lógico. Jaime Duque también llegó a estar muerto. Incluso hace menos de un año, cuando tuve que investigar sobre su vida, me sorprendí al saber que seguía de parranda. Hasta hoy en la madrugada.
Duque nació en Villamaría, Caldas, en 1917 y fue uno de los pioneros de la aviación en Colombia. Estudió aeronáutica por correspondencia e ingresó a la Escuela Militar de Aviación como técnico. También trabajó en la antecesora de Avianca, la Sociedad Colombo Alemana de Transporte Aéreo, SCADTA. En 1944 se fue a Estados Unidos, donde estudió aviación civil. Desde entonces, Duque manifestaría una inmensa admiración por este país, sus valores y lo que él consideraba su autoestima. Cuando nació Avianca, fue el primer jefe de pilotos, el primer piloto que llevó a Europa un avión con bandera colombiana y el primer capitán de un avión Constellation. Desde 1952, habiéndose retirado de la aerolínea, de dedicó a negocios de finca raíz y a la fundación que creó, que terminó convertida en parque.
La construcción del parque ―¿mencioné que Jaime Duque se llama así por el famoso Parque de Tocancipá, Cundinamarca?― comenzó a finales de los setenta y culminó a comienzos de los ochenta. Pero la idea nació mucho antes, a partir de la emoción patriótica que le causó ver a Colombia desde el cielo. Era algo que tenía que compartir con sus paisanos y la mejor manera sería reproducir a Colombia en miniatura. Pero grande, pues así, grande, tenía que ser todo en el parque, porque grande era para él Colombia y grande para con ella debían ser el amor, el compromiso y el sacrificio de sus habitantes.
Las abrumadoras proporciones arquitectónicas y políticas de ese discurso pueden leerse perfectamente en «el parque de los colombianos». La entrada, el desde luego grande edificio El cóndor, está decorada con el chillón tricolor colombiano y paisajes idealizados de los rincones del país. Tras atravesar un túnel, un mapa de tendencia irredentista nos muestra lo grande que era Colombia antes de perder Mosquitos, Panamá, la franja comprendida entre los ríos Meta y Arauca, el oriente de la serranía del Perijá, la franja amazónica disputada en la guerra de 1930. Por allá, lejos, grande, muy grande, lo más grande del parque, acaso porque Dios sí es más grande que Colombia, la mano de Dios. «In god we trust», dice el libro abierto que presenta el monumento.
A su izquierda, precedido por el monumento al soldado y al policía desconocidos, está el conjunto más interesante del parque, llamado monumento a la nacionalidad. Una serie de estatuas representa cada una de las clases sociales, razas o personajes históricos que habrían hecho de este país lo que es hoy: el campesino, el indígena, el negro —que en realidad es llamado esclavo—, el conquistador, el misionero, el arriero, el minero, la española, etc. Todos rodean a Bolívar, que está dispuesto en el centro, en un templete como el del Parque de los Periodistas en el centro de Bogotá. No hay en Colombia un monumento semejante y Duque se tomó la responsabilidad personalmente. Lo mismo podría decirse del resto de los del parque, del parque mismo.
Aun si ya no había, al parecer, tanto dinero o calidad como antes: los monumentos más recientes muestran decadencia. Mientras que la mano de Dios es de bronce y el monumento a la nacionalidad es de piedra, la réplica recientemente culminada del Taj Mahal —que en su interior alberga lienzos, gigantescos claro, que muestran las batallas de la Independencia— está hecha con bloque y pañete. La grandeza tiene un límite.
Pero es también el discurso que, en tiempos de tropipop alegre —que no de bambuco lacrimoso como el que suena en el lentísimo monorriel— y de órdenes políticos pretendidamente diversos e incluyentes —que no homogenizantes—, parece anticuado, aburrido y hasta incomprensible. Hoy, aunque el discurso predominante es en el fondo el mismo, los símbolos han cambiado y la identificación deja de ser clara. El parque está archivado hoy en la carpeta de lo kitsch, de lo paila, de nuestras vergüenzas infantiles y ochenteras que ahora son explotadas por los publicistas y el monopolio de la comedia.
lunes 5 de noviembre de 2007, 22:39 COT
[…] pero otra versión complementaria —y de la que en un tiempo no me sentiré a gusto— está en equinoXio. Esta versión, además, esta está disminuida pues lamentablemente no están las fotos, que sí me […]
martes 6 de noviembre de 2007, 00:15 COT
Tal vez no es el momento para decirlo, pero como Usted ya empezó, agrego que es el sitio más lobo que he conocido. El Condor, la arquitectura de pastillaje mal hecha, el monorriel con motor diesel y vagones sin ventanas, con latas oxidadas que dan tétano al otro día, un zoológico infame, como cualquier zoo, y en fin, un sinnúmero de atracciones tocancipeñas que dan grima. Pero en el fondo, muy bueno para quienes no clasifican a viaje a Disney.
Curiosidad: Jaime Duque vivía en el último piso del Taj Mahal.
martes 6 de noviembre de 2007, 00:38 COT
sentido:
me sorprendió bastante leer el dato de que vivía en el taj majal. la vivienda y la tumba que se merece un grande.
de acuerdo con el zoológico. recuerdo que en el monorriel anunciaban que los humanos iban a ir enjaulados mientras que los animales estarían libres. algo muy diferente sucedió… el león con dreads es al tiempo pintoresco y patético.
martes 6 de noviembre de 2007, 04:37 COT
Deberían ponerle una manilla gigante de Colombia is Passion a la mano que sostiene la bola. Seguro que eso actualiza su orgullo patrio instantaneamente (y de paso nos podemos ganar otro Guiness Record por alguna hazaña idiota).
martes 6 de noviembre de 2007, 15:07 COT
[…] mi este parque además de ser un parque, es un museo a la historia colombiana. Para leer, en equinoXio, y el Tiempo, aunque me quedo con la […]
martes 6 de noviembre de 2007, 16:13 COT
Como la muerte todo se lo lleva, ahora, en vez de los “lobos” del Jaime Duque, toca las vacas del “panaca”. Gracias por este artículo sobre nuestro Disney criollo, un verdadero “Duque al parque”.
viernes 30 de noviembre de 2007, 09:31 COT
…otra curiosidad..
recuerdo que en una de mis visitas al “HITO” y paseando el recorrido historico dibujado y comentado en las paredes (en bloque y pañetadas), se devela la verdad sobre el 20 DE JULIO, fecha tan importante y trascendental en nuestra patria.
Segun lo plasmado alli hemos sido engañados, pues los hechos no acontecieron ese 20 de Julio,sino muchos dias antes……..seguramente esa fue la fecha que algun publicista ,politico,religioso o militar determino para que se perpetuara en la historia, por alguna razon que me gustaria que algun estudioso,amablemente , me informara.
De todas maneras gracias al señor Duque por su altruismo y dejar un legado para la distraccion,recreacion, regocijo, esparcimiento de las familias que escazamente pueden sacrificar parte de sus smmlv para el descanso y ven al parque del pato donald solo como una fantasia y utopia.
Tambien con este mostrario, heredo la critica a todas las falencias (engaños) que a traves de los tiempos han hecho los administradores de los recursos publicos para construir parques y sitios de recreacion sana al alcance de todos. (ver impuesto al deporte y la recreacion); o sin ir mas lejos como se ha despedazado el pais y feriado al mejor postor. Hoy por hoy nuestros parque naturales,por ejemplo, son manejados por las multinacionales o por particulares.
Ojala los familiares o directivos de la fundacion mantengan vivo el parque y den la oportunidad a mas niños a vivir las fantasias, alos jovenes distraidos e inquietos y a los adultos a no morir engañados.