Del poder y sus demonios
Estancias > Salón comunalPor Marsares
viernes 29 de agosto de 2008 21:53 COT
El poder, como cualquier alucinógeno que se respete, obnubila la mente de su beneficiario frecuente. No importa si es portero o presidente, igual se creen en un mundo propio, tuercen las reglas a su acomodo y arrojan a las tinieblas exteriores a quien ose cuestionarlos.
Hace algunos meses, el columnista de El Nuevo Herald, Andrés Oppenheimer, en entrevista televisiva, le preguntó al Presidente Uribe si el poder lo estaba afectando. Con sonrisa de seminarista, se declaró a salvo de sus secuelas.
Los hechos muestran otra perspectiva. Con la cercanía de su tercer mandato, el mandatario colombiano quiere someter a su voluntad a todo y a todos, empezando por la Corte Suprema de Justicia, una rueda suelta que no se quiere acoplar al engranaje de la Seguridad Democrática.
Para lograrlo, los métodos no importan. Desde simples llamadas telefónicas (la que le hizo al magistrado Valencia), afirmaciones ambiguas (son coletazos del terrorismo), acusaciones manifiestas (complot contra el Gobierno), descalificaciones de sus fallos (son políticos) y recorte de sus atribuciones (a través de la reforma a la justicia).
Con el poder nunca se sabe, pues como cualquier agente secreto del Primer Mundo, se cree con licencia de destruir lo que se le ponga por delante y amenace con interferir con sus planes.
Si se trata de un periodista como Daniel Coronell, se le trata de cómplice de un delito por haber guardado un video incriminatorio a pedido de su fuente. Lo curioso es que el Presidente afirma que no hubo delito de cohecho ya que Yidis actuó voluntariamente.
Pero éstas son minucias para el poderoso. Lo que le interesa es que la afirmación quede en el imaginario colectivo. Así no tenga razón de ser o se desmienta, el poderoso la repite una y otra vez.
¿Un ejemplo? El paramilitar alias Tasmania se retractó de su afirmación de que el Magistrado de la Corte Iván Velásquez lo había querido manipular para que declarar en contra de Uribe. Como si no existiera esta verdad, el Presidente repite incansablemente que hay tráfico de testigos.
Si esto no le basta, saca a relucir viejas investigaciones para atacar a sus contradictores, como es el caso del Senador Cristo a quien acusa de contubernio con los paras por hechos de los cuales fue exonerado hace varios años por la justicia colombiana.
O le exige a Gustavo Petro que repare a las víctimas del Palacio de Justicia cuando los propios jueces de la República, dentro de un proceso y no por indulto, lo exoneraron de cualquier participación en los hechos ya que se encontraba privado de su libertad en una cárcel estatal por aquellos días.
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O se inventa complots como la compra por Petro y Piedad Córdoba del testimonio del paramilitar Libardo Duarte para que involucre al Presidente en la masacre de El Aro y pese a que se aclaró que todo fue un montaje de Chucho Sarria, el esposo de la “monita retrechera”, el ministro Valencia Cossio, sin rubor alguno, lo saca a relucir como verdad verdadera contra Petro.
Para el poderoso, todo es permitido y por ello recibe subrepticiamente delincuentes en Palacio, obstruye la justicia extraditando paramilitares, intenta convertir en delincuentes políticos a los autores de delitos de lesa humanidad y reforma la Constitución para salvar a sus amigos y prolongarse en el poder.
La historia la escriben los vencedores y esta parte, especialmente, la escribe Uribe, convertido en prócer por obra y gracia de sí mismo, y de las FARC, por supuesto. Al fin y al cabo sobre sus hombros soporta su popularidad.
domingo 31 de agosto de 2008, 11:12 COT
Tanto cabo suelto de parte del presidente y queriendo tapar todo con cortinas de humo, me ha defraudado en grado sumo. Son tantas las evidencias de sus malas acciones pero, a la vez, tantos los ignorantes que siguen con la vista corta.
El poder es así, ya evidenciamos en el gobiern ode Samper, quien salió libre de toda culpa a pesar de estar implicado en el proceso 8000. Igual pasará con Uribe, implicado en el paramilitarismo pero saldrá libre de estos cargos. Quien tiene el poder en Colombia, manda.
Cierro mi comentario con una frase que aplica para una mayoría de Colombianos:
“La enfermedad del ignorante es ignorar su propia ignorancia”.
(Amos Bronson Alcott)
Besitos claros para tí apreciado Marsares!
domingo 31 de agosto de 2008, 19:40 COT
La mentalidad de estos gobirnos es apatrida, el mejor ejemplo, es su vínculos estrechos con los Estados Unidos, que son los responsables del hambre la miseria que padecen los pueblos del Tercer Mundo-subdesarrollados, explotados y expoliados por el imperio, criminal y destructivo. Que se lleva nuestros recursos renovables y no renovables, y se creen los dueños del mundo, que pueden disponer de la vida de cada uno de nosotros sin que hechos sean procesados, la guerra de Irak, donde todos los combatientes en su gran mayoría son de origen de los pueblos pauperizados…..