“Vírgenes nos casaremos”
Especial 2007Por Johanna Pérez Vásquez
lunes 31 de diciembre de 2007 2:58 COT
Si nuestros papás nos hicieron creer en el Niño Dios, ¿por qué no ilusionarlos con la idea de que seremos vírgenes hasta el matrimonio?
Yo sostengo la hipótesis de que las personas son como los computadores: tienen un límite físico para las actualizaciones. Así como no se puede instalar Windows Vista en un aparato de hace 10 años, tampoco se puede pretender que de forma natural un papá nacido en el ’49 comprenda el significado de las canciones de Calle 13.
Algunos de nuestros padres son un poco más jóvenes que otros y la brecha generacional no se siente tanto, por lo que descubrir que se visten con ropa de moda o que envían mensajes de texto no causa ningún sobresalto, pero cuando queremos poner a prueba qué tan de mente abierta son, basta con relatarles la historia de una mujer que decidió asistir, junto a su novio, al cumpleaños de uno de sus hijos en casa de su ex esposo, quien también tiene una nueva pareja. Esta simple situación puede causar reacciones de profunda confusión porque en su cabeza no cabe la idea de que 2 hombres o 2 mujeres, con un vínculo afectivo con una misma persona, aunque de momentos y cualidades distintas, hablen tranquilamente como si nada.
La generación que me concibió creció más apegada que la mía al ideal del matrimonio eterno con la persona indicada, porque ya se habían librado del yugo de los matrimonios arreglados, de allí que se les complique aceptar situaciones que se salen por amplio margen de ese esquema. Pero bueno, eso no sólo les ocurre a ellos.
Se supone que nosotros recibimos una muy completa educación sexual en el colegio y/o en la casa, por lo que vemos esta actividad de una forma tan corriente como comer o dormir. Se supone.
Cada vez que alguien insinúa que nuestros papás debieron tener sexo para hacernos, los gestos de asco aparecen en el rostro y rogamos para convencernos, de que como Jesús, hayamos sido producto de un milagro o de los experimentos piloto que dieron paso a lo que hoy es la avanzada inseminación artificial. Nos cuesta creer que ellos son seres humanos como nosotros y que por eso se enferman e incluso envejecen ante nuestros ojos.
Luego de reflexionar acerca de estas ideas creo entender un poco más porqué cuando nuestros padres nos miran siguen viendo a muchachitos de 12 años, lo difícil que les resulta hacerse a la idea de que en realidad tenemos 20, 30, 40 años. A fuerza recuerdan que nuestra infancia quedó atrás hace rato y con ella la necesidad de esforzarse por ocultar los regalos del mítico Niño Dios, pues un día, nuestra insaciable curiosidad, o un primo mayor y cruel, se encargó de espantar el poquito de fantasía que quedaba en nuestras vidas.
La realidad y la vida suelen mostrar su dureza muy a menudo y por eso mismo es bonito recordar que el significado de las fiestas decembrinas, aunque está muy embolatado entre tanta decoración y gastos, es la reunión familiar, el estrechar los lazos que nos unen a las personas queridas, así no estén tan cerca como nos gustaría.
Si por distintos caminos logramos hacer felices a los demás lo que cuenta es el resultado más que el modo, además a cada generación le llegará la hora de escandalizarse con alguna expresión que le parece antinatural, por eso es importante tener la posibilidad de creer en la magia y la inocencia de algún modo.
Así como nuestros papás se esmeraron por cultivar la magia para nosotros podríamos hacer lo mismo por ellos, haciéndoles creer que nos mantenemos puros y castos hasta realmente enseriarnos con alguien. Que sólo romperemos esa "promesa" para darles otra alegría, la de sus adorados nietos, incluso en caso de que no pensemos tenerlos nunca.
* La autora es psicóloga y directora de la Revista HERA.
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lunes 31 de diciembre de 2007, 03:01 COT
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lunes 31 de diciembre de 2007, 08:07 COT
No estoy de acuerdo con usted en algunas cosas… Ver los hijos de 12 cuando tienen 20-30-40 no creo… nada mas increible que verlos creciendo, ver como cambian como personas… como van asumiendo otras actitudes… si los vemos como niños no les damos las herramientas para enfrentar la vida con sus propias decisiones…
Su comparacion de las personas con los computadores tampoco me gusta, porque vamos a llegar a ser como maquinas ? Si eso nunca llegara a ser, el ser humano cambia y acepta cosas nuevas si se lo propone…
Que lo que vale es el resultado mas que el modo… tampoco… hacer cualquier cosas, decir cualquier mentira por hacer feliz a otro…no vale…hacer felices a los padres con mentiras… que relacion es esa ?
Disculpeme pero para ser psicologa.. me deja muchas dudas…
O SERA QUE VIVO EN OTRO MUNDO Y EL MUNDO REAL ES EL QUE USTED DESCRIBE ? NO CREO…
lunes 31 de diciembre de 2007, 09:06 COT
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mircoles 2 de enero de 2008, 22:06 COT
Macladu la felicito por ser ud. una mamá tan íntegra y consciente de cómo es la mejor forma de educar a los hijos, ojalá otras se le parecieran más.
Por lo que he visto veo que los seres humanos tenemos serios problemas para aceptar el cambio y muchísimas veces mentimos con tal de no herir a otros y otras para conseguir algún beneficio, yo misma tiendo a ser tremendamente idealista pero a fuerza de pruebas de realidad me he dado cuenta de que el mundo en el que vivo no es ni justo ni fácil, por eso hago lo que puedo para adaptarme a el, como ser humano, más allá de mi profesión.
Interesante que se haya tomado el tiempo de leer completo el artículo, eso me halaga como escritora aficionada.
mircoles 2 de enero de 2008, 22:39 COT
Completamente de acuerdo. Aunque los papás no sean bobos y sospechen que la ida a la finca con el novio “y toda su familia” implica tirada fija, ellos prefieren no darse cuenta.
A mí personalmente no me gusta decir mentiras y menos mentir por otro(a), pero reconozco que hay ocasiones en que es preferible seguirles la corriente a los papás para que al menos ellos sientan que hicieron lo que estaba a su alcance para formarnos a su imagen y semejanza. Hay papás ultramodernos que prefieren que sus hijos menores de 15 años tengan sexo en la casa “y no en otro lado”, pero creo que esa actitud también desdibuja un poco el rol de padre. Yo no creo que llegara a ese extremo, pero si veo que mis hijas de 15 o más años ya se “entienden ” con el novio, muy a mi pesar les dejaría la casa libre uno que otro fin de semana para que no tengan que hacer malabares. Se trata de establecer límites claros pero sin pretender tapar el sol con un dedo… bueno, al menos intentarlo.
martes 8 de enero de 2008, 15:38 COT
Confieso que este artículo primero me bajó los ánimos, después me puso en alerta y al final quede con la desconfianza escrita en la frente. Mi hija de 13 años me preguntó hace unos días si me pasaba algo. No. ¿por qué? Porque de unos días para acá me miras raro, me contestó. Ni modo, me pilló. Pero es que, al contrario de lo que dice el artículo, ahora la miro como si tuviera 18 años, con mechudo incluido esperándola en la puerta con no sé qué intenciones. ¿Nietos? ¿Virginidad en veremos? ¿mentiras piadosas? Dios santo. A ella la embolaté durante mucho tiempo con el Niño Dios, la pregunta ahora es cuándo tiempo me va a embolatar ella a mi con… bueno con eso. Y eso que se supone que debía estar preparado ya que ella es producto de mi reincidencia matrimonial. Espero que con la tercera vez supere el trauma de las “mentiras verdaderas”.
viernes 11 de enero de 2008, 19:23 COT
Marsares yo te aconsejaría que te calmes y que trabajes en construir confianza con tu hija, que le digas las cosas como son. No soy mamá y para mí es muy fácil decirlo, pero como soy hija también sé que uno no le dice a los papás nada que sepa no van a tomar con tranquilidad y por eso es que uno les oculta las cosas.
Es duro decirlo pero los niños lo son cada vez menos tiempo y supongo que lo que se puede hacer es darles la bienvenida al mundo adulto lo más informadamente posible para que no se den tantos totazos o al menos unos no tan duros.
lunes 14 de enero de 2008, 16:52 COT
Johana, por mi parte te puedo decir: no justifico a una cultura que cada vez más se guía por el hedonismo y la “irresponsabilidad responsable”. El ser humano es ser humano desde que puede ser libre, independiente en sus decisiones, lastimosamente, esa voluntad, esa libertad de elegir y renunciar, ese habito de superar las dificultades, se va minando poco a poco en las sucesivas generaciones que se vienen encima, este problema siempre ha existido, sólo que actualmente se enfoca hacia el crecimiento precoz, sin que ese crecimiento precoz implique una maduración precoz. No se si me doy a entender, el punto es que cada día se busca mas el placer del momento, se busca mas la aceptación externa, la autogratificación, la plenitud personal, se le huye mas al compromiso, al trabajo de pareja, al amor, a la caridad, al sacrificio personal en beneficio de los seres que amamos. En fin, pienso que tu optica es diferente de la mia, solamente porque yo trato de ponerme en el lugar de los otros (que ya algunos dicen que es malo) y tu … en el tuyo. Gracias desde ya por darme la oportunidad de darte mi sincera opinión.
lunes 14 de enero de 2008, 16:56 COT
Por cierto… Espero llegar virgen al matrimonio. .. y si, aunque con una concepción más madura, sigo creyendo en el niño Dios.
lunes 4 de febrero de 2008, 14:42 COT
Freddy cuando los comentarios se hacen en tonos tan respetuosos como el tuyo son siempre bienvenidos.
Aunque no parezca o quizás no sea claro yo intento ponerme en el lugar del otro pero sin ir a los extremos, pues soy consciente de que nunca podré entender vivencias de otros porque para ello hay que pasar por ellas, sólo intentaré ser tolerante con sus opiniones así con mucha frecuencia pierda la paciencia porque ellos no hacen el mismo esfuerzo.
Pienso que llegar vírgen al matrimonio es una opción válida siempre y cuando ella no vaya en contra de la felicidad de las personas, es decir, me parece más peligroso y dañino que la gente se aguante las ganas de expresarse naturalmente con otros cuando tiene la oportunidad y es de mutuo acuerdo, cuando las relaciones se plantean dentro del marco del respeto y de la madurez.
Me preocupa ver casos de personas que se embarazan por ignorancia ante los métodos anticonceptivos, porque al estar convencidos de que sólo comenzarán su vida sexual al casarse también se desentienden de estos y en accidentes son concebidos niños no deseados.