Desfilar, dice mi papá
Marcha por la libertad - 20 de julio de 2008 > OpiniónPor Miguel Olaya
domingo 20 de julio de 2008 20:27 COT
Marchar, dice la prensa; y digo yo a falta de una palabra mejor. Desfilar, dice mi papá. Me dirán paranoico o jarto, pero ambas me parecen palabras de tinte militar y, por tanto, ridículas. Marchar es ir en orden, desplazarse en orden y a un cierto ritmo, de un lugar a otro. Desfilar tiene un sentido más exhibicionista, pretendidamente estético. Desfilan los milicos para mostrar el monopolio estatal de la fuerza bruta, desfilan los deportistas en la inauguración de los Juegos Olímpicos, desfilan las modelos y a los prisioneros también los ponen a desfilar.
La verdad de todo esto es que pienso muy mal de mi papá cuando usa el verbo desfilar. Me siento como deben de sentirse las niñas que ponen pereque cuando alguien dice cabello y no pelo. Es decir —iba a escribir «o sea», pero no, ese no es el tono que debe tener esto, se podría ir la mano—, qué boleta. «Cállate, pa, que me haces quedar en vergüenza», dice mi adolescente acomplejado interior.
Marchar, pasar por ahí. Caminar y observar. Si no tuviera compromisos con equinoXio no habría salido. Es que fue una semana larga en que tuve que madrugar mucho y descansé muy poco. Incluso me levanté pensando que era sábado y que tenía que ponerme a cocinar; es horrible cuando se pierde el sentido del tiempo. Después me repuse, pero tristemente me di cuenta de que había que salir a la plaza de Lourdes a ver qué pasaba, a anotar, a señalar. A participar no. O no sé.
Es que me da pereza participar. Entiéndanlo por favor. Me da pereza. Hoy no había motivos políticos que me disuadieran. Me da pereza por cansado, me da pereza porque desfilar o marchar o unirse a una manifestación cualquiera en que la única puesta en escena es la gente puesta ahí, es una boleta. Eso pienso yo, que soy cansón.
Igual me bañé y me vestí y salí caminando hasta la plaza de Lourdes, habiendo pasado a recoger mi cámara, que estaba descargada; por eso aquí no hay fotos. A las diez, como habíamos arreglado, nos encontramos. Mi papá llevaba una sudadera blanca que se pone para caminar todas las mañanas, como hace desde hace casi quince años. Él, a quien estoy acostumbrado a ver siempre con saco y pantalones oscuros que añaden dignidad a su octogenaria ancianidad, se veía terrible con ese conjunto dominguero. Pero lo peor era su cachucha. Nunca había visto a mi papá con algo en la cabeza aparte de su cabellera blanca. Hoy llevaba esa nívea prenda —y más que nívea, con el lema de la marcha de hoy— que había comprado ahí mismo por tres mil pesos. «¡Qué boleta, pa!», gritaban los restos de mi pubertad.
Era la primera marcha de mi papá. Él sale a caminar todos los días pero, supongo que obrando con la sensatez que le han dado los años, no salió a ninguna de las pasadas convocatorias de nuestra sociedad civil comprometida. Como él es hombre de pocas palabras, nunca pueden conocerse sus expectativas sobre las cosas y en esta ocasión no fue diferente. Compramos agua y salimos por la calle 63 hacia el occidente, hacia al Parque Simón Bolívar.
Bueno, eso fue lo que pasó.
En serio.
¿Más detalles?
¿Qué detalles?
Las camisetas blancas, sí.
Las cachuchas blancas, sí.
Los perros con la camiseta de la Selección Colombia, sí.
La pancarta que decía «Fuerzas Armadas Rafael Correa», sí.
El grito de «¡secuestrado, amigo, el pueblo está contigo!», sí.
La correría de los niños scout, que decían más o menos lo mismo, sí.
O sea, nada raro.
¿Qué cuánta gente?
No sé. Como en la radio pueden dar cifras exactas con tanta propiedad, como Beremís Samir cuando contaba las hojas que había en un árbol, la gente se acostumbra a esas vainas… Pero yo soy malo con lo de los números, me dijeron por ahí. Solo puedo decir que había mucha gente, sustancialmente más gente que la que estoy acostumbrado a ver cuando camino por la calzada de la 63. Pero no tanta como parecía haber en la Séptima el 4 de febrero.
Cuando pasábamos por la glorieta del Parque de los Novios (¿El Lago se llama ahora?) a mi papá le dio por ponerse a cantar An die Freude o, lo que es lo mismo, la Oda a la alegría pero en su original alemán. Después tarareamos La vencedora, contradanza compuesta para la entrada triunfal de Bolívar a Bogotá. (Al parecer la pusieron en Leticia después de que Shakira maullara el Himno Nacional, según pude oír en Caracol. Hermoso detalle histórico. Es decir, de ignorancia histórica.) Cantamos y tarareamos en medio de la gritería y los pitidos de quienes marchaban. Alguna personas, por cierto, llevaban banderines verdes de la marcha de hace más de diez años que se organizó por las mismas razones.
Al llegar a la Biblioteca Virgilio Barco vi que estaban elevando cometas en el parque. Eran blancas con forma de pájaro o con el tricolor. Había una muy grande, de unos cinco metros de diámetro. No sé exactamente, era como la cantidad de gente, era grande. Eso sí me llamó la atención. Además mi papá no había estado la Biblioteca, así como no había estado en las marchas.
Pero no pudimos entrar porque estaba cerrada.
PS. Mi amigo Dauchoma, de Pereira, dice que la marcha de esa ciudad debieron haberla hecho por la salida que, después de dos horas de camino, lleva al Parque Nacional de los Nevados. «Allá sí los ve la guerrilla», dice.
lunes 21 de julio de 2008, 08:23 COT
Mil gracias, juglar. Yo vine a equinoXio resignado a todas esas vainas aburridas que dicen de las marchas (no en equinoXio, en todas partes) pero esto está mil veces mejor.
Y yo no sólo estoy completamente de acuerdo con tu papá en que es desfilar, sino también en que hasta desfilar es boleta.
Es en momentos como ese que me alegra tanto vivir en una ciudad de 5 colombianos como Glasgow y no en un sitio aberrantemente boleta como Londres, donde hasta maizena habrán echado.
Claro que acá estaban en el festival del río Clyde, y yo entré a ver un barco militar (el HMS Quorn) y a ver cómo todos esos milicos tatuados y malencarados les enseñan a esos niños neds mucho más malencarados a desbaratar, armar y cargar ametralladoras de alto calibre. Que se vayan a matar terroristas en vez de darse chumbimba entre ellos.
Los últimos 2 párrafos eran pongo para sentirme aún menos veintejuliero.
jueves 24 de julio de 2008, 12:31 COT
1. Menos mal yo sí no tuve ese compromisos con los equinoXios, porque a mí también me da mamera marchar, pero por razones diferentes; yo por principio no voy a ninguna marcha.
2. Tú no eres cansón, acuérdate, tú eres amargado que no es lo mismo.
3. Ya logro entender de dónde viene tu elocuencia y el hecho de saber que uno nunca sabe para dónde va contigo
4. No entendí lo de la semana larga: ¿no habías dicho que te gustaría tener una vida dura? Ahí está