El harakiri de la ambivalencia
Especial Marcha 4 de febrero > OpiniónPor Julián Rosero Navarrete
viernes 8 de febrero de 2008 5:02 COT
El 4 de febrero será recordado como el día en que Colombia hizo las cosas de manera correcta y contundente; sin importar si se estuvo de acuerdo o no, y si se salió o no a marchar, la manifestación masiva del descontento civil, como principal herramienta contra la violencia, fue el gran vencedor ante el pensamiento bélico de los actores del conflicto armado interno. Si se marchó para rechazar las acciones de uno de los actores el conflicto, o en su defecto, si no se marchó por considerar que el fin de las movilizaciones estaba incompleto (pues debe quedar claro que la violencia no sólo la generan las FARC), cualquier forma de expresión pacífica –independientemente del punto o posición ante el fin último de la marcha– es legítima y democrática, y mucho más cívica y civilizada, que la agresión o el enfrentamiento entre coterráneos.
No obstante, el punto a analizar frente a las movilizaciones civiles del 4 de febrero es el capital político acumulado de tan magnánimas expresiones. En primer lugar, dicha marcha animó definitivamente para que el partido de la U encaminara su intención de perpetuar el gobierno de Álvaro Uribe y la vigencia de su Política de Defensa y Seguridad Democrática. Pese a la prudencia del gobierno en no apropiarse el sentido de las marchas como sí lo hizo con las movilizaciones de mediados de 2007, la imprudencia de la “alternativa” a éste logró catapultar al Uribismo a mantenerse otro periodo más en el poder. Pues sí, la ambivalencia, la indecisión, la inconsecuencia y la poca contundencia de la posición de algunos dirigentes de la izquierda democrática no sólo frente a las movilizaciones, sino frente a la concepción de las FARC, llevó a que irónicamente convirtieran a toda la izquierda democrática en la “idiota útil” para que Álvaro Uribe y los uribistas planearan pasar de nuevo por encima de la normatividad y la institucionalidad de Colombia.
A pesar del gran esfuerzo por parte de un grupo importante de líderes de izquierda en mostrarle al pueblo colombiano una alternativa diferente a la Seguridad Democrática, existe otro grupo de dirigentes, que aunque pequeño, logra hacer un ruido impresionante en perjuicio de las aspiraciones de poder de la verdaderamente izquierda democrática y progresista en Colombia. El gran defecto de éstos últimos es que por culpa de obedecer y delinear su actuar bajo un discurso dogmático y trasnochado, no han podido definir los estatus de los actores el conflicto. Así como a los paramilitares, y en algunas ocasiones, al Estado, se los debe calificar de terroristas, a la guerrilla de las FARC no se la puede dejar atrás. Las FARC son y seguirán siendo un grupo armado terrorista hasta que no dejen sus atroces atentados contra la población civil.
Pues bien, debido a esta ambivalencia de esta facción tradicional y anticuada, la izquierda democrática se aleja cada vez más de ser una alternativa de gobierno, y de golpe, le abre la puerta y le estira el tapete rojo al Uribismo. El hecho de considerar a las FARC como un grupo terrorista no legitima la cortoplacista y costosa Política de Defensa y Seguridad Democrática, sino que le da sensatez y contundencia al discurso político de la izquierda democrática. El hecho de llamar terroristas a los que hacen terrorismo, le da consecuencia y dirección al discurso de izquierda para poder enfrentar al Paramilitarismo y al Parauribismo. El hecho de rechazar y enfrentar al terrorismo emanado de las bárbaras e inhumanas acciones de las FARC legitima y consolida el papel y la vocación democrática de la izquierda progresista.
Por lo tanto, es necesario que todos los militantes y simpatizantes de la izquierda en Colombia ayuden a consolidar a aquellos líderes quienes abanderan el camino de la Paz y no emanan la ambivalencia de ciertos otros que en vez de enfrentarse al actual gobierno, han ayudado indirectamente a consolidarlo. Así pues, si la izquierda no quiere salir la contienda de 2010, debe destronar al tradicionalismo y dogmatismo trasnochado de su dirigencia, y darle paso a la facción progresista quien será la única capaz de bajar a la manchada derecha del poder.
viernes 8 de febrero de 2008, 15:58 COT
Esta fue una marcha pro-Uribista desde su concepción; esta fue la marcha de la segunda reelección del narco-paramilitar. Ahora resulta que es culpa de los que no participaron que Uribe se robe todos los créditos por el “éxito” de ésta.
Mejor dicho, culpemos a las FARC por el establecimiento de la dictadura paramilitar que los colombianos con gusto han aceptado.
Curiosamente, en el momento del apogeo de la motosierra y del exterminio de familias enteras en el campo colombiano nadie pensó que la solución podría ser una dictadura de izquierda.
viernes 8 de febrero de 2008, 18:00 COT
lo que sorprende es que usted no deja clara cual es la ambivalemcia. Es decir, cual es el sentido de la ambivalencia de la que habla? es simplemente decir que las FARC son una organización terrorista? es elegir un bando? es pararse desde una posición crítica para cuestionar lo que algunos consideran la radicalización de la guerra?
De otra parte sería muy importante que nos contara cual es el discurso trasnochado al que se refiere y pues cual es el discurso que si se acostó temprano y se levantó sin guayabo.
sbado 9 de febrero de 2008, 15:36 COT
Tequendamia:
creo que tiene razón en algo, y es que las FARC nos han condenado al Parauribismo, sin la más mínima posibilidad de saber hasta cuando. El PDA por su lado, al no ser contuntes con un NO a la marcha sin un eslogan “contra todas las formas de terrorismo”, dejó embolatado a los miles de simpatizantes y militantes que esperaban línea. Los que fueron, hicieron bulto para que después, Senadores como Benedetti capitalizaran la marcha y le dieran el tono pro-uribe que tantos teníamos en un principio.
dontomate:
La ambivalencia es usar el termino terroristas para unos casos y para otros no. Decirle Terrorista al Estado y los Paramilitares resulta sensato si también se concibe así a las FARC. También, ese “sí vamos”, “después no vamos”, “sí vamos” frente a la marcha para que finalmente emitan un comunido dando explicaciones que la opinión pública no había solicitado (de entrada innecesario). Y pues dontomate, como soy militante activo del PDA, me sorprende que dentro del partido todavía se hable con discursos anticapitalistas de los años 70, con la gerga típica de mamerto que la verdad, me parece necesaria mandarla a recoger. Eso de “oligarquía”, “imperio”, “burgueísa”,”oposición armada”, entre otros términos muy trasnochaditos de la izquierda tradicional, son la señal de la “cavernicolez” de algunos y además, no permite que el discurso de izquierda democrática cale de manera fuerte con la seriedad que merece.
También, eso de mirar los toros desde la barrera y echar críticas y críticas, si la más mínima intención de proponer y cambiar tantas cosas que hay que cambiar, hace del PDA un ente inutil a los ojos de la opinión. El discurso sindicalero definitivamente se queda en un selecto grupo y no representa para nada los intereses de la nación,que particularmente son el 95% del total de los trabajadores, aquellos que no entran al 5% que sí están sindicalizados. Entre muchas más cosas que se podría decir al respecto.
El PDA debió ser contundente: NO VAMOS A LA MARCHAR HASTA QUE “AMPLIEN” EL ESLOGAN PORQUE ESTÁ INCOMPLETO. O en su defecto, organizar, con apoyo de todos los militantes y simpatizantes una monumental marcha con el eslogan que debería ser en realidad: “CONTRA TODAS LAS FORMAS DE TERRORISMO”. Pero no, se dividieron, y el militante razo, el que necesita línea para ver qué hacía, se quedó esperando con un tonto y anonadado bajo esa ambivalencia antes mencionada, lo que hizo fue hacer bulto para que después, la susodicha marcha, la capitalicen los uribistas cristalizado eso en el supuesto referendo para la segunda reelección.
sbado 9 de febrero de 2008, 15:57 COT
En mi gran ignorancia politica, y despues de leer este articulo, me surgen algunas preguntas, que no se si la respuesta ya esta en alguna parte de todo lo que se ha escrito sobre el tema
1. Decimos “No mas Farc” mil veces, marchamos, escribimos, pero cual es la situacion real de este grupo.. digo si no tuvieran secuestrados, para presionar lo que quieren presionar, en que quedan ? pues la respuesta mas logica es que serian menos…o no existirian ya ?
2. La Izquierda, lo mas seguro, pienso como dije en mi ignorancia, pierde espacios mas que por Uribe es porque lo relacionan mas con Farc, Chavez, Bolivarianos… y despues de ver lo que ha ido sucediendo en Venezuela y claro la poca fuerza de su discurso, pues a no muchos convencen…
3. Como es eso que “de golpe le estira el tapete al Uribismo ?” no entendi, luego el tapete ya no esta estirado para ellos ?…o es para las proximas elecciones ? bueno ahi si la tienen dificil porque lo que tienen que hacer es recogerlo…
No estoy a favor de nada politico, solo me gustaria ver un Colombia progresando, generando empleo, pero no empleo informal, con menos pobreza… solo eso…
Una marcha no hara que esto pase… estoy convencida…
sbado 9 de febrero de 2008, 18:54 COT
[…] de Harakiris Políticos, algo que debe exponerse en cuanto foro y en cuanto periódico exista es que el PDA, de una […]
sbado 9 de febrero de 2008, 22:14 COT
[…] 08.02.2008 El harakiri de la ambivalencia […]
lunes 11 de febrero de 2008, 10:04 COT
Macladu,
No soy la última autoridad en temas políticos, pero algo “chapuseo”. No obstante, me lanzaré a tratar de responderle las preguntas o los cuestionamientos por usted formulados:
1. Un grupo guerrillero tiene la facultad de no ser nominal. Es decir, que NO IMPORTA CUÀNTOS SON SINO QUE SIMPLEMENTE ESTÉN. A finales de la década del 1990 asumían que las FARC bordeaban los 30.000 efectivos; hoy por hoy, existe una diversidad de Cálculos. Es claro que los del gobierno son los más optimistas, pues en 2006, decían que estar entre 10.000 y 14.000 efectivos. Sin embargo siguen siendo una fuerza militar bastante significativa; el M-19 en sus inicios (en la década del 70) podrían haber estado entre los 50 y 100 miembros, y ya generaban choques de opinión importante con sus acciones militares y político-militares. Lo mismo que demás grupos guerrilleros. Por tanto, aquí el número de efectivos no importa … con sólo un grupo de 20 farianos, pueden hacer poner de rodillas a un país de 44 millones de habitantes. Por tanto, el despilfarro de recursos en guerra no ha tenido el mayor efecto, pues las FARC siguen presionando al punto de hacer que millones salgan a las calles a protestar depués de 6 años de Seguridad Democrática.
2. No hay relación alguna del PDA y la izquierda con las FARC. Han envistigado a cada miembro y no han encontrado absolutamente nada, desde el militante del común hasta alguno de sus parlamentarios. El año pasado, el gobierno se la “montó” al parlamentario del PDA Alexander Lòpez, quien decían que tenía nexos con las FARC. ¿Pero qué pasó al fin? Encontraron puras relaciones tipo “Chavo del Ocho”, es decir, como “el primo del suegro de la sobrina del vecino del abuelito de Alexander López” tenía nexos con las FARC, el también debía tenerlas … como verá, era algo totalmente absurdo, nada comparado con los procesos del Parauribismo. Entonces en primer lugar, es necesario quitarnos de la cabeza que las FARC y la izquierda democrática se relacionan en algo. Eso es pura propaganda uribista para echar una cortina de humo frente a los problemas que ellos viven.
3. Como existe un ataque “trapero” por parte del uribismo al PDA, en que se atreven afirmar que este partido tendría nexos con las FARC (irónicamente, sin existir ningún indicio), y además, con la ambivalencia estúpida de algunos de sus miembros (ilustrado en el presente artículo) ha hecho que la opinión pública prefiera el uribismo que la alternativa que ofrece la izquierda. Así pues, teniendo en cuenta los ataques del uribismo, en el momento en que se presenta ambivalencias por parte de algunos líderes del PDA, hace que ellos mismos, como una metáfora, le estiren el tapete rojo a los uribistas para que ellos entren triunfales a tomar el poder de Colombia. Si no existieran ambivalencias, hace rato el uribismo hubiese perdido su furor, pues la opinión pública se percataría del intento “trapero” por salvar su pellejo.
No sé si haya logrado responder algo, pero ahí intente!!
Cordial Saludo,
lunes 11 de febrero de 2008, 11:27 COT
Hola Julian,
Gracias por tomarte el tiempo en responderme.
En esto de politica es dificil estar de acuerdo, pero creo que el que gana es el que sea mas vivo, mas inteligente, mas sagaz, mas… mas… que descubrimiento no ? pero asi es… y los de la izquierda colombiana no lo son… ya es sabido que tienen que renovarse y exponer una discurso distinto, mas coherente, y sobre todo que sus miembros piensen mas o menos lo mismo.. porque ahora cada uno piensa algo distinto… lastima… pues seria bueno tener una alternativa de gobierno diferente, para descansar de Uribe, y su re. Uribismo, y ahora su re-re uribismo…
Saludo,
lunes 11 de febrero de 2008, 12:11 COT
En Colombia desde hace más de un lustro que a aquel que critique o se oponga a Uribe automáticamente se le considera comunista. Durante la campaña de segunda reelección de Uribe, éste calificaba de guerrillero a Carlos Gaviria y a los miembros del PDA.
Hay que tener en cuenta que en Colombia una forma de amenazar de muerte a alguien es llamándolo comunista o guerrillero. Esta es una poderosa forma de intimidar a alguien, que gracias a Uribe se está arraigando en nuestra cultura.
Todo comenzó hace ya varias décadas cuando la guerrilla decidió imponerle un impuesto o “vacuna”, como lo llama la gente, a los terratenientes, incluido Uribe, lo mismo que a los narcotraficantes por protegerles sus laboratorios de coca. Entre más ganaban los narcos y los terratenientes más los vacunaba las FARC, aquellos que se negaban a pagar la vacuna resultaban secuestrados por las FARC.
Fue en ese momento cuando los intereses de los narcotraficantes y los terratenientes coincidieron, de ahí viene ese odio tan profundo hacia las FARC. De ahí nacieron las Autodefensas y posteriormente las Convivir. Desde esa época se empezó a masacrar gente bajo la sola sospecha de ser comunistas o simpatizantes de la guerrilla. Se mataba a la gente por el simple hecho de vestir una camiseta con la efigie del Ché Guevara. El odio por las FARC los llevó a matar mucha gente inocente.
Allí fue cuando se empezó a llamar comunista a todo aquel que los criticaba y que le querían callar. Esa práctica de de intimidar a la gente fue la forma en que Uribe llegó a la gobernación de Antioquia, y posteriormente debido al uso “eficiente” de las Convivir fue escogido por los gringos para la presidencia y para que extendiera a nivel nacional esta forma de lucha nticomunista. Uribe no llegó al poder por su popularidad como afirma El Tiempo, sino mediante campañas fraudulentas de compra de votos. La tal popularidad no existe, los votos que pusieron a Uribe en el poder fueron comprados con dineros del narcotráfico, mediante la financiación estadounidense a su campaña y a través de la intimidación ejercida en muchas poblaciones por los grupos paramilitares. Eso ya se está destapando gradualmente en el escándalo de la parapolítica que ahora tiene a Uribe amenazando a los magistrados.
De allí que resulte claro que una marcha sólo contra las FARC no puede ser más que una marcha preparada por este grupo de gente, los para-políticos.