Vida en lo profundo
Ciencia y conciencia > ColumnasPor Thilo Hanisch Luque
lunes 10 de septiembre de 2007 22:55 COT
Hace un par de meses quedé asombrado por lo que podría haber sido uno de los descubrimientos más grandes para la ciencia y la biología marina. Se trata de las imágenes de un hipotético tiburón prehistórico vivo, capturado en las costas del Japón. Aparentemente la CNN transmitió las imágenes del pez descubierto en la población nipona de Numazu, y que fue trasladado a un parque marino del lugar llamado Awashima. Al final de este artículo pueden ver el impresionante video. No logré sin embargo, hallar fuentes paleontológicas o de biología marina que confirmaran que no se trataba de algún montaje estilo Hollywood, especialmente diseñado para exploradores ocasionales como yo. Si lo es, está muy bien hecho.
La primera que vi las imágenes en YouTube quedé tentado de publicar al respecto como si se tratare de una primicia. Ahí me di cuenta lo tentador que puede resultar el sensacionalismo para el periodismo, aún en temas aparentemente inocentes e inocuos como los de la ciencia. Pero más allá de las cuestiones mediáticas, los océanos y sus mares han sido objeto de increíbles descubrimientos que ayudan a sustentar mucho mejor las especulaciones sobre la vida por fuera de nuestra planeta. Y los descubrimientos que si están confirmados sobre estos nuevos hallazgos son inquietantes.
De lo mucho o poco que he leído puedo manifestar la certeza de que el agua es indispensable para la vida. De ahí en adelante, todo se torna relativo. El hecho de que se halle vida microscópica y macroscópica a profundidades de mucho más de 1.000 metros, por ejemplo, es más que increíble. Lo máximo que ha llegado el hombre con equipos de buceo convencionales es algo más de 200 metros de profundidad. Hasta 300 o 400 con trajes especiales, de esos que parecen sacados de un cuento por el estilo de Veinte mil leguas de viaje submarino de Julio Verne. Y la incidencia de enfermedades agudas y crónicas por los efectos de la descompresión (enfermedades disbáricas) están a la orden del día. Es uno de los trabajos más peligrosos del planeta. Cada 10 metros de profundidad, hay una atmósfera de presión adicional en el agua. Es decir que cuando uno bucea a 10 metros de profundidad, la presión circundante ya es el doble de la presión natural del aire en la atmósfera a nivel del mar.
A 1.000 metros, la presión es cien veces mayor. La arquitectura esquelética y celular de los seres vivos a esa profundidad por ende está diseñada especialmente para resistir altas presiones. Luego viene el paradigma de la luz. Indispensable como es la luz para la vida de las plantas, a profundidades mayores de 200 metros no entra un solo rayo de luz solar. De manera que la fotosíntesis no es una posibilidad. Luego viene la cuestión del oxígeno, que muchos de los organismos descubiertos no utilizan en absoluto. En las profundidades de las costas de Nueva Zelanda, científicos de la NOAA (National Oceanic and Atmospheric Administration) estuvieron explorando unos extraños lugares denominados “Cold seeps” (del inglés “filtros fríos”) a 1.000 o más metros de profundidad.
Éstas son áreas donde se filtran gases como el metano o el sulfuro desde grandes reserves del centro rocoso del planeta. Funcionan como una especie de fuente hidrotermal de nutrientes químicos que son reconvertidos en material viviente por los organismos que habitan allí. Organismos como los extraños gusanos de la fotografía, y que obviamente no son “simples bacterias” -y es que muchas veces creemos que la complejidad de la vida se relaciona con el tamaño-, sino organismos de estructura multicelular organizada y especializada. Si quieren saber más al respecto pueden leer un artículo del New Scientist al respecto, así como observar las imágenes de video tomadas desde el submarino científico de la NOAA.
De cualquier manera, esta es evidencia indirecta que justifica la búsqueda de vida en la luna Títán de Saturno, donde se especula sobre la existencia de un océano de agua por debajo de los inmensos ríos y valles de metano líquido que nos revelaron las primeras imágenes del Cassini-Huygens. Y ya sabemos que hay organismos en la tierra que pueden vivir de eso. Las altas presiones por las profundidades y la ausencia de luz solar tampoco parecerían ser un obstáculo para la vida, lo que hace aún más probable la vida en el satélite Europa de Júpiter. Y seguiremos descubriendo nuevas y fascinantes formas de vida, no sólo en nuestros mares y océanos, sino en las recónditas e inexploradas profundidades de los lagos de agua dulce de la Antártica. Y si había un argumento contundente en contra de que exista o hubiera existido vida en Marte, era el de la hipotética inexistencia de agua. El agua si parece ser una constante necesaria e ineludible para la vida. Pero agua ya se descubrió en Marte, y hoy en día nadie lo cuestiona, aunque en el pasado las discusiones al respecto suscitaran grandes diferencias y desavenencias entre reconocidos científicos planetarios.
Y volviendo al tiburón prehistórico, de ser real este animal, me pregunto si veremos más de su especie próximamente, y qué lo obligó a emerger desde las profundidades de su hábitat y revelar el secreto de su existencia. Porque no pongo en duda que se trataría de vida inteligente, por su eventual renuencia a entrar en contacto con la especie humana. ¿Tendría algo que ver con el cambio climático? Mejor me despido antes de seguir especulando. Hasta la próxima.
martes 11 de septiembre de 2007, 14:34 COT
NO, no me parece que sea un montaje. Excelente video, excelente artículo, y excelentes conclusiones.
Desde hace mucho me molesta profundamente que la mayoría de los científicos den por sentado lo ABSOLUTO del conocimiento. Algo así como “los coelacantos están extintos”. Sí claro. “Los Hobbits son un invento de un escritor medio loco”. Como no: allí está el Homo Floresiensis (mil disculpas si quedó mal escrito.)
Veo cercano el día en que descubramos fósiles de dragón. Sobre todo acabando de presenciar esa muy razonable explicación para el mito de la serpiente marina.
martes 11 de septiembre de 2007, 16:47 COT
Hola Mornatur: Cada película de la saga del Señor de los anillos, más allá de que se tratare de literatura fantástica, me hacía pensar más que en las criaturas fantásticas o seres mágicos en la cuestión de la volición, término filosófico que denota la fuerza de voluntad y/o el carácter para vencer obstáculos que parecen insuperables. También puede uno ver la lucha interior de los personajes principales contra el escepticismo y la derrota. Siempre hay en determinado momento algún personaje que asume el liderazgo cuando sus compañeros están más bien débiles, y está la fe en el otro, y en la amistad, y esa especie de “nobleza del guerrero”. Y son esas características, precisamente, las que a veces parecen más de fantasía, y no los seres sobrenaturales de la saga. Y si en la vida real, si han existido individuos extraodinarios, aunque no sean muchos, con mayor razón podría hallarse el fósil de un dragón, o el cáliz perdido, el Arca de Noé, o lo que sea.
Saludos mi amigo. THL