¿Nostalgia de Biblioteca?
Columnas > Libreta de NotasPor carobotero
sbado 15 de septiembre de 2007 11:00 COT
Acabo de llegar de participar en la última jornada del IX CONGRESO NACIONAL DE BIBLIOTECOLOGÍA Y CIENCIAS DE LA INFORMACIÓN y XII ENCUENTRO NACIONAL DE BIBLIOTECAS PÚBLICAS, tengo muchas cosas en mente como resultado de mi estancia allí (y eso que solo fue un día de los tres que duró el encuentro) y, sobre todo, algunas emociones que pensé valía la pena compartir en este a veces abandonado espacio de equinoXio (no mantener actualizada mi columna en Libreta de Notas no es falta de voluntad es solo falta de tiempo… pero vengan de vez en cuando y tendrán alguna sorpresa).
Mi charla era sobre Acceso Abierto en las bibliotecas y creo que tuvo una acogida muy positiva (a pesar de un estúpido error que cometí por las carreras contra el tiempo, ¡dije que ProQuest es una revista electrónica gratis!, lo sé, “el pez muere por la boca”), recibí felicitaciones por la pertinencia del tema en el sector, pero sobre todo por que consideraban que había abordado el tema desde sus preocupaciones en el oficio y por que a pesar de ser abogada había conseguido un discurso que era fácil de entender. ¡No se imaginan lo que estas expresiones de afecto significan para mi! Y por eso me quedé pensando en lo sucedido y quería hacer unas reflexiones en ese sentido.
El encuentro reunía representantes de las bibliotecas a través del país, desde personas de grandes bibliotecas universitarias como la de Antioquia o la Nacional, pasando por las públicas como la Luis Ángel Arango o la Nacional, hasta una joven de fabulosa piel morena a la que le gusta el sol y es responsable de la biblioteca pública en Quibdó desde donde promueve las investigaciones y encuentros que los niños tienen con la fauna local y las contacta con el Instituto Humboldt en Bogotá, o María Inés, quien forma parte de la comunidad guambiana y administra la biblioteca de Silvia (Cauca), desde donde promueve la lectura entre los niños; ella fue el centro de atracción del evento, sonreía y charlaba con todos compartiendo sus experiencias y su cosmovisión pero, sobre todo, no dejaba nunca de lado la aguja y el hilo mostrando como las mujeres de su cultura no pueden estar quieras “sin hacer nada”, si estás escuchando una charla tus manos pueden seguir trabajando. De hecho, comentando el evento en el aeropuerto coincidía con otra participante en que muchas de esas experiencias sería muy útil compartirlas en los encuentros como éste, puede ser muy útil abrir espacios para permitir a los propios miembros de la comunidad compartir sus experiencias de carne y hueso… ¿cómo viven los bibliotecarios colombianos su oficio? ¿cómo impactan su comunidad? En eso son verdaderos expertos.
En este ambiente tan creativamente diverso, no resulta difícil de entender que quienes vamos a hablar no hablemos en forma pertinente para todos, hay diferencias significativas entre los intereses de los diferentes tipos de bibliotecas y por supuesto considerar su ubicación geográfica y de presupuesto implica también diferencias abismales. Cuando tuve mi turno para hablar ya me había dado cuenta de que la mayoría de los conferencistas veníamos a mostrarles como la biblioteca en el s. XXI deja de ser ese sitio conocido, familiar tangible y pasará en adelante a través de un computador. Se veía en las caras del público un cierto sentimiento de desilusión y desconcierto ante una predicción tan fatalista: “el libro impreso desaparece, se convertirá en un objeto de museo“.
Aunque la conferencia ya estaba preparada hubo un unas partes en que sin darme cuenta abordaba el tema casi como una excusa, al principio de la presentación indiqué como personalmente esperaba que las bibliotecas de libros físicos no desaparecieran y poco después agregaba que me unía a la preocupación recurrente de los bibliotecólogos que advierten como el cambio de formato (impreso por digital) los priva de su función de guardianes de memoria por que el formato digital implica dificultades para concebir el acceso y el archivo como tradicionalmente lo han hecho (debido a barreras tecnológicas como las medidas tecnológicas de protección o la ausencia de interoperabilidad, y también a barreras legales como licenciamientos que sólo permiten accesos temporales y no autorizan el archivo para consulta histórica)… mis palabras fueron seguidas de una ovación que me sorprendió.
Los aplausos venían de ese público que se sentía identificado con un sentimiento de frustración y oían en mí expresiones de solidaridad, pero no por ello me sorprendieron menos, sobre todo por que mi intención al hacer tal comentario era la de explicar como el Acceso Abierto puede ser una opción para el mundo digital frente a tal situación, no estaba pensada como un salvavidas frente a la realidad digital de las bibliotecas, por que al final yo también me referiría en mi conferencia al mundo digital no a esa biblioteca física que sigue siendo para la mayoría el objeto de su cotidiana labor.
A pesar de todo lo anterior, repito, me fue muy bien en la conferencia pero no pude dejar de pensar en lo sucedido y en cómo me hubiera gustado detenerme a hablar un poco sobre la biblioteca de libros impresos, sus pasillos, sus huéspedes; sobre cómo puedo cerrar los ojos y pensar la diferencia entre el olor de un libro viejo, de un libro usado, de un libro nuevo: que me encanta la idea de buscar algo y salir con historias fabulosas que me sorprenden. Entonces, empecé a pensar que sí que hay argumentos para creer que las bibliotecas en papel no desaparecen, por que como me dijo alguien cuando era pequeña: “a quien le gusta la lectura nunca estará solo o aburrido, sólo es cuestión de invitar ese amigo y se te abre un mundo de fantasía”.
Por eso, la literatura es mejor en papel. A mí al menos lo que me gusta es poder leer una novela dentro de las cobijas en una noche fría o junto a una ventana en un día lluvioso; me encanta llevarla a los paseos familiares para inventar formas de leerla al lado de una piscina o para canjearla con una tía que ha traído otra y multiplicar así las posibilidades; o para que me acompañe esa media hora que me toma esperar a que un funcionario de la compañía de celulares atienda mi queja; o para esconderme en un rincón de la casa y esperar pasar desapercibida mientras el protagonista resuelve su gran problema; y, sobre todo, para poder llorar tranquilamente (sí, yo soy de esas que llora con los dramas de los personajes de los libros, de las películas, hasta de los cuentos infantiles) sin preocuparme por que el teclado se va a mojar.
Por eso los cuentos infantiles son mejor impresos. Es cierto que hay un mundo de posibilidades en Internet para que los niños se entretengan, hay sitios fabulosos en la red, pero esto no puede reemplazar un rato en medio de una biblioteca infantil, con papá, mamá, o los abuelos leyendo; participando en una sesión de lectura compartida; ilustrando con crayones compartidos un cuento que acabamos de escuchar; descubriendo la magia de prestar un libro y la responsabilidad de devolverlo…
Por eso las bibliotecas de hoy y mañana juegan un papel esencial y deben estar, deben existir. Por que hay espacios en los que lo digital debe mantenerse al margen, será un apoyo para mercadear los libros, servirá para darlos a conocer, pero en su mayoría la oferta será impresa y entonces el papel de la biblioteca pública, la biblioteca municipal, la biblioteca de barrio no puede ser sólo el de anfitriones de aulas de computadores; no, debe haber espacio en ellas para agradables salas de lectura. Es posible que la situación sea diferente para las bibliotecas universitarias, por que definitivamente Internet en ese mundo ocupa más espacios, pero es que ¡no podemos generalizar!
Entonces, el libro en su mayoría ¿será un objeto de museo? Es posible, pero es que recordemos que ¡tampoco hoy los museos son lo que eran! Les confieso que después de analizarlo me sentí en paz conmigo misma por los aplausos, sólo lamento que ya se haya acabado el encuentro, siento mucho no haberles hecho un reconocimiento más sincero a los guardianes de ese maravilloso mundo de fantasía.
sbado 15 de septiembre de 2007, 11:31 COT
La tecnología aporta ventajas, pero ofrece grandes peligros, el patrimonio cultural es uno de sus beneficios/peligros. Concuerdo ampliamente en el poder de la lectura física, no es lo mismo tener el pdf o la web con el libro X a tenerlo contigo así haga la maleta más pesada.
Obviamente, la apertura del conocimiento bajo mecanismos como licencia anti-restrictivas es una solucion muy viable, no para las editoriales, pero si para quienes les damos para que sigan en pie, los lectores.
Y me encanta la idea del libro en cualquier lugar, y mucho más la idea de hacer trueque de libros.
Gracias caro por intentar presentar soluciones reales en espacios no tradicionales desde nuestro punto de vista.
lunes 17 de septiembre de 2007, 03:03 COT
A ti Jeffto, me alegra que coincidas conmigo y gracias por pasar
mircoles 19 de septiembre de 2007, 06:53 COT
Muy sentido éste artículo donde se ve que has puesto todo el corazón y las emociones que te dejó el contacto con los bibliotecarios.
Me consta que ellos, en su gran mayoría, son mucho más que guardianes de libros, como bien lo dices los mejores se convierten en gestores culturales, evangelizadores de la lectura, activistas de la alfabetización, la buena literatura y la imaginación creadora.
Las bibliotecas y los libros nunca se van a acabar. Son demasiado importantes y maravillosos. Yo que estudio medios me río un poco de todo esto, aunque entiendo la ansiedad que genera en muchos.
Cuando llegó el cine se dijo que el teatro se iba a acabar y cuando llegó la TV condenaron al cine a desaparecer. Lo cierto que es que ahí siguen todos. No de manera tan masiva pero continuan influyendo y sirviendo.
Muy bella tu defensa del libro como objeto pero lo cierto es que las bibliotecas van a tener que dar un viraje y muy fuerte. Sin perder lo mejor de lo que han hecho hasta ahora.
mircoles 19 de septiembre de 2007, 07:12 COT
Gracias Jeffto y Alvaro…
Yo soy consciente de que la biblioteca cambia y tendra un viraje importante, de hecho mi conferencia, repito, era sobre posibilidades en lo digital para los bibliotecarios, pero también me preocupa la generalizacion como Alvaro dice la tecnología ajusta las dimensiones y todas las posibilidades permanencen pero con un impacto diferente y era sobre todo eso lo que queria resaltar. La biblioteca digital es ya hoy una realidad en las bibliotecas universitarias, pero en las de barrio es necesario qeu convivan las dos y pro eso el oficio tradicional no debe desaparecer… “global es local” hay que ajustar las tecnologías a las necesidades, esa sería mi conclusión.
viernes 28 de marzo de 2008, 08:28 COT
El olor de un libro cerrado es muy diferente al olor de un televisor apagado. Una pared llena de libros, se ve diferente a una pared llena de televisores…Leer Cien Años de Soledad en un monitor de pantalla líquida o de plasma , hace perder el placer de quedarse dormido con el libro apoyado en la naríz…
Internet .. para bajar e-books, pero para leer … impresión en papel, internet para saber donde diablos es que vendel los libros que merecen ser leídos…
63 años pesan, a lo mejor con mejor visión, una Palm, sería suficiente para tener 1000 libros a modo de pocket book integrado.
lunes 3 de agosto de 2009, 10:49 COT
[…] vs los libros de papel”, en esencia por que estoy convencida de que cada uno cumple funciones diferentes, creo que ese tipo de discusiones se ocupan de una porción muy pequeña del […]
mircoles 30 de junio de 2010, 14:42 COT
[…] libros electrónicos vs los libros de papel”, en esencia por que estoy convencida de que cada uno cumple funciones diferentes, creo que ese tipo de discusiones se ocupan de una porción muy pequeña del análisis, por eso […]