Diplomacia de quinta
Ciudadano del mundo > ColumnasPor Julián Ortega Martínez
mircoles 12 de julio de 2006 15:18 COT
Hace apenas un par de meses, durante la entrevista que el entonces candidato Antanas Mockus le concedió a equinoXio, el ex alcalde de Bogotá declaró que no le gustaba que en Colombia el servicio diplomático no se empleara para "construir una gran nación sino para ofrecer exilios atractivos". Luego de la pelea de comadres entre Ernesto Samper y Andrés Pastrana por el nombramiento del primero como embajador en Francia, que terminó con la renuncia de ambos, las palabras de Mockus cobran más actualidad que nunca.
Aunque Colombia no es el único país donde sucede, en nuestra patria el uso del servicio diplomático para pagar favores políticos o comprar conciencias de opositores llega a tal extremo que un borrador de informe de la Contraloría General afirma que el detrimento patrimonial de la Cancillería supera los $8.000 millones, pues a los funcionarios de la carrera diplomática se les sigue pagando, al igual que a los políticos, escritores, familiares de políticos y demás personajes ajenos a la misma que llegan en "provisionalidad". La noticia, divulgada en abril pasado por la revista de los López, tuvo inmediata respuesta del viceministro de Relaciones Exteriores, quien negó lo de la "nómina paralela" y sostuvo que "conformar una carrera diplomática útil para un país toma 40 años" (lo que quiere decir que faltan dos añitos, pues existe desde 1968).
Real o no, la sensación de seguridad que ha creado la administración Uribe ha servido para que la imagen del país en el exterior haya mejorado, si bien Colombia sigue siendo considerado un "estado fallido". El cuerpo diplomático debería estar a la altura de esos éxitos, pero tras el incidente Pastrana – Samper, el segundo país más feliz del mundo vuelve a ser motivo de vergüenza mundial. Sólo en este país una pelea entre dos ex presidentes que, gracias a la politiquería del rey electo, resultaron embajadores, termina en un sorpresivo remezón, que acaba enviando a la ministra más destacada de este gobierno a reemplazar a Pastrana y bajando a la encantadora ex ministra de Cultura del avión que iba a llevarla a México.
Por lo visto, la justicia no es la única cenicienta en este país. La diplomacia, fundamental para nuestras relaciones internacionales, más cuando la globalización sigue su incontenible marcha, sigue recibiendo un trato de quinta categoría, como botín burocrático del presidente de turno para premiar aliados políticos o quitarse de encima enemigos "incómodos". Mientras las personas idóneas para ocupar las altas dignidades diplomáticas siguen estando en cargos inferiores a sus capacidades, los "importantes" se pelean entre sí apelando a una "moralidad" de la que carecen. Ni siquiera las relaciones con Estados Unidos, las únicas que valen la pena para un gobierno que desdeña el tan vital multilateralismo, se salvan del clientelismo criollo.
Ya va siendo hora de entregarles la política exterior a los que realmente saben del tema. La Academia de San Carlos debe recuperar su valor y el sitio que le corresponde para formar verdaderos diplomáticos que en el futuro cercano pongan nuestro país en los primeros lugares del panorama internacional. No podemos seguir "quedando como un zapato" por los problemas personales de los políticos. El servicio diplomático colombiano debe liberarse de una vez por todas de las garras del caciquismo, la burocracia y la politiquería.
jueves 13 de julio de 2006, 06:24 COT
Muy bueno el artículo y los enlaces, gracias
jueves 13 de julio de 2006, 07:08 COT
Muy de acuerdo con usted “en lo fundamental”, considerando la manera como se está empleando cada vez más el servicio exterior para calmar ansiedades burocráticas, luego de los triunfos electorales o los realineamientos políticos.
No obstante considero que el descrito aquí es un panorama ideal lejano a la realidad de los gobiernos, (más que de las naciones) pues recordemos que la diplomacia está definida más en lo político que en lo cultural, territorial o nacional.
Es de entender que un jefe de misión no sea un tecnócrata brillante, amplio conocedor del folklor nacional o de la flora y fauna o de los tratados internacionales, sino una persona culta de alto perfil político, cercana al presidente que representa y entendedor de la posición del gobierno de que hace parte, porque no es en calidad de patriota que ejerce su oficio, sino como enviado de un gobierno. En este orden de ideas, resulta utópico pensar que los funcinoarios de la carrera diplomática tengan “per se” estas condiciones.
Lo que sí queda claro con el episodio reciente promovido por Pastrana, es que las rencillas personales y la vanidad priman sobre los altos designios, en contra de todo un país. ¿Acaso quién le iba a pedir a Andrés que defendiera el nombramiento de su archienemigo? ¿Qué importaba el sentimiento contrario de Washington (si era que lo había) para atemorizar a Uribe? Si hasta la familia Betancourt ya estaba contenta por la decisión de este, además que al gobierno francés poco le importan las pequeñeces de nuestra política doméstica como para objetar a un embajador. El caso es que Pastranita logró aguarle la embajada a Ernesto, así fuera ofreciendo su propia cabecita…
De Uribe opino que aunque no se puede olvidar que fue él mismo el inventor del monstruo, salió de esta como un verdadero Copperfield y aprovechó para quitarse la marca de tan destacadas figuras nacionales, las que cayeron por su propio peso. Mis respetos aquí, Don Álvaro.
jueves 13 de julio de 2006, 08:57 COT
Álvaro: Muchas gracias a ti.
Sentido Común: Primero, lamento estar en desacuerdo contigo respecto del supuesto "alto perfil político" que deben tener los jefes de misión diplomática. Hasta en países tan cercanos como Brasil les parece insólito que en Colombia la mayoría de los diplomáticos sean políticos. ¿Acaso queremos que se repita la vergüenza que nos hizo pasar Claudia de Castellanos, cuyo paso por la embajada en Brasil no fue ni siquiera opaco porque se la pasaba "evangelizando" en lugar de trabajar? Por favor, para eso es la carrera diplomática, para que la gente realmente preparada para esas tareas (que sin duda sí tienen un fuerte ingrediente político) las ejerza. Eso no tiene nada de "utópico" como sostienes. De acuerdo contigo, eso sí, en el manejo que le dio Uribe al incidente, que a final de cuentas fue producto de sus propios errores.
(Nota: Deberías haber escrito "nuestra política interna". No más neologismos inútiles, por favor)
jueves 13 de julio de 2006, 10:49 COT
“El servicio diplomático colombiano debe liberarse de una vez por todas de las garras del caciquismo, la burocracia y la politiquería”, dices, Julián, y estoy por completo de acuerdo. No sé pide que el cuerpo diplomático sea de tecnócratas, pese a que sería mejor que lo fueran, pero sí personas que no vayan a vegetar, turistear y devengar un sueldo. Colombia, por encima de equis o ye Presidente, necesita otra cosa distinta de la que tenemos. Abrazo.
jueves 13 de julio de 2006, 13:44 COT
Yo lo veo como carambola a tres bandas. Uribe le ofrece la embajada a Samper con el fin de enojar a Pastrana, para que se retire del cargo y de paso quitar a Samper del medio por el escándalo formado. Y en efecto, Andrés se retira, Ernesto no acepta y Uribe queda con las manos desatadas para reacomodar el servicio exterior. Si no lo pensó así, de buenas, porque le salió a pedir de boca.
viernes 14 de julio de 2006, 09:14 COT
Bueno el articulo. UN comentario màs: no caigamos en la trampa de decir – aunque sea ironicamente – que colombia es el 2º pais mas feliz del mundo: esto no es cierto, pues este indicie que sacaron los ingleses no mide la felicidad…
Saludos, Doppiafila
sbado 15 de julio de 2006, 12:20 COT
Muy buen artículo. Miren como Antanas nos reorienta y termina siendo el político más contemporáneo y más moderno.
sbado 15 de julio de 2006, 13:34 COT
Julián y Julio: En el campo del deber ser yo me adelantaría a su diplomacia ideal puesta en manos de eficientes y preclaros funcionarios de carrera (que los hay bien mediocres también), para imaginar mejor un mundo sin fronteras. Ésa es para mí la utopía más bella.
De vuelta a la realidad, la diplomacia, como la política, la hacen los hombres, no los ángeles. Políticos (personas con capacidad y conocimientos para entender la ciencia política) sí, politiqueros no, es de lo que hablo en el caso colombiano, mientras se impone la ley cabalmente. Citar como ilustración a Claudia Castellanos, que no tiene ningún perfil político, no es apropiado, pues si miran objetivamente, Colombia ha estado bien y mal representada en el exteror a lo largo de su historia, dependiendo del personaje escogido. Cuando nombro “alto perfil político” no es que me esté refiriendo a los caciques electoreros, sino a gente brillante y culta (que existe) como directos representantes de un gobierno, no de la nación, porque en la práctica hoy no hay políticas de Estado a desarrollar y cada presidente fija la de turno. Si me ponen el ejemplo de Brasil, que junto con Perú son bien exigentes en materia de carrera diplomática en latinoamerica (muy bueno), yo les cito a los Estados Unidos, donde el presidente puede (y usualmente lo hace) nombrar a personas de su confianza, sin que sean diplomáticos de carrera.
Marsares: Comparto lo de las tres bandas…así fue. Solo que no creo que la iniciativa de desistir haya sido de Samper. Más bien fue una solicitud de Uribe en tono de sugerencia, soplada por López Michelsen.
sbado 15 de julio de 2006, 14:06 COT
Pero nadie está hablando de ángeles, Guillo, sino de eso mismo que tú reclamas: “Gente brillante y culta (que existe)”. Y yo sí creo que deberíamos apropiarnos un poco del “deber ser”, para que un día “sea”. Porque censurarlo de entrada, es justificar y dar por un asunto normal, la mediocridad, que tú censuras. Abrazo.
sbado 15 de julio de 2006, 19:44 COT
Juan Francisco: Muchas gracias. Pues sí, razón tiene Antanas sobre el tema.
Sentido Común y Julio: Si me pongo a mencionar ejemplos de politiqueros en la diplomacia, bien conocidos y de "alto perfil político", no termino hoy. El que más del 60% del servicio diplomático criollo esté conformado por políticos sólo demuestra la improvisación y el parroquialismo político típico de este país. Hago eco de la respuesta de Julio a Sentido Común y aprovecho para recomendarles el artículo de Arlene B. Tickner que ha salido hoy en El Espectador.
lunes 17 de julio de 2006, 12:13 COT
Ah, y para aquellos desmemoriados que se preguntan por qué ReUribe nombró a Samper para la embajada en París, les dejo este bonito recordatorio.
martes 25 de julio de 2006, 13:47 COT
Buen y documentado analisis, Julian… Pero no veo donde esta la carambola a 3 bandas. Creo que Uribe también se desprestigio entre su electorado. Y rencillas ha de haber ahora en el Partido Conservador y en el Liberal, que tarde o temprano se lo cobraran.
Otra cosa: es deseable que los embajadores sean de carrera, pero es totalmente iluso. Lo que seria posible es bajar ese 60%, es decir empezar a sacar a los Santofimios jr. de los cargos en los que estan (primeros y segundos secretarios, ministros plenipotenciarios, etc).
Por cierto, recomendable la ultima columna de Felipe Zuleta en El Espectador sobre por qué nombraron a quien nombraron de embajador en Paris.
martes 25 de julio de 2006, 14:07 COT
O-Lu: Gracias por los elogios. Disminuir ese escandaloso porcentaje es tan sólo el primer paso, pero ni siquiera de eso se “atreven”. Respecto del artículo de Zuleta, hay que tomarlo con pincitas, pues es bien sabido el odio del nieto de Lleras hacia los Cepeda. Un saludo.