Bobik
Ciencia y conciencia > ColumnasPor Thilo Hanisch Luque
lunes 23 de abril de 2007 0:01 COT
(Esta columna aparecerá de aquí en adelante todos los lunes)
Era el 15 de septiembre del año de 1951. Bobik no salía de su asombro. De ser un indigente y renegado, al que nadie quería, de la noche a la mañana pasó a ser el consentido de un grupo de individuos como él. Aunque tener las comidas del día aseguradas, y un lugar caliente para dormir no le venía nada mal -especialmente en esta época del año-, su olfato le indicaba que algo andaba mal. Su forma de entender las cosas no era nada prosaica, teniendo en cuenta que Bobik era un perro vagabundo. Un perro canchoso y pulgoso, que más tardar para el día de mañana, se sumaría a la naciente lista de héroes de la Unión Soviética.
Hace unos días no tenía ni idea de quién es el héroe canino Bobik, pero sí había escuchado el nombre de Laika, el primer ser vivo que orbitó la tierra en una nave espacial. Pero eso sucedió el 3 de noviembre de 1957, y Laika no fue el primer animal enviado al espacio, sino el primero que llegó vivo hasta la órbita espacial. Por algún tipo de convención humana, al parecer el espacio “exterior” inicia en las regiones planetarias donde es posible orbitar, o cuando ya no hay un ningún tipo de atmósfera. Antes de esta mítica perra, sin embargo, otros perros rusos murieron en sendos cohetes espaciales suborbitales.
Animales astronautas
La razón científica aducida en ese entonces para lanzar animales al espacio era el desconocimiento total de los efectos que pudiera tener la falta de gravedad en un ser vivo. Algunos científicos querían descartar que la ausencia de gravedad fuera un fenómeno mortal para la fisiología humana. Por supuesto que la perra Laika (nombre en ruso quiere decir “que ladra”) tenía la misión de mantener a la Unión Soviética en ventaja con respecto a los Estados Unidos en la loca carrera espacial que se venía gestando desde la posguerra. Pero también se trataba de poder enviar un hombre al espacio antes que los estadounidenses.
Era tal el afán por saber los efectos de la ausencia de la gravedad, que la prioridad inmediata era llevar una misión al espacio con un ser vivo a bordo como fuera, antes que la competencia. No interesaba mucho si el viaje de vuelta a salvo también era posible, pues ese era otro objetivo, demasiado ambicioso para ese momento. Por eso cuando Laika partió a bordo de la nave soviética Sputnik 2, ya se sabía que Laika moriría. El plan era poder monitorear los signos vitales de Laika y suministrarle comida envenenada, pues no había tiempo para diseñar la tecnología para traer a Laika a salvo de vuelta del espacio. La perra ladraría por 10 días tras hacer varias órbitas alrededor de la Tierra y moriría en el espacio. Al parecer murió entre cinco a siete horas después del lanzamiento del Sputnik 2, por el estrés y el calor infernal dentro de la cápsula. Finalmente la nave se quemó junto a los restos de Laika en su reentrada a la atmósfera terrestre en abril de 1958.
Desde entonces también han viajado al espacio otros animales, como conejillos de indias, ratones, conejos, gatos, peces y, por supuesto, micos. Los franceses por ejemplo enviaron varias camadas de gatos al espacio, cariñosamente llamados “Astrogatos”. En octubre de 1963 una gata callejera llamada Félix, despegó a bordo del cohete Véronique 47. La cápsula logró 130 millas de altitud, se separó del cohete y reentró a la atmósfera, aterrizando mediante un complejo sistema de paracaídas. Félix llegó a salvo, pero no así sus colegas felinos de las misiones posteriores.
El mejor astronauta
Los Estados Unidos les apostaron a los simios como principales tripulantes vivos de sus cohetes espaciales, y desde el principio incluyeron la maniobra de reentrada de sus cápsulas y animales a bordo como parte de la misión. Aún así murieron muchos ratones en los intentos previos. Cuando iniciaron la fase de experimentación con monos Rhesus, como el famoso Sam, sus éxitos en retornar seguros del espacio se hicieron más evidentes. El 31 de enero de 1961 decidieron lanzar a un “primate superior” al espacio. Se trataba de un chimpancé llamado Ham, quien fue entrenado para accionar una serie de controles espaciales, pues los norteamericanos querían saber que tan fácil o difícil era maniobrar controles en el ambiente ingrávido del espacio.
Aunque la suerte de estos animales de la NASA fue mucho más benigna que la de los animales rusos, el entrenamiento de Ham, por ejemplo, fue bastante traumático, pues se inició cuando tenía apenas cuatro años de edad, e incluía el accionar de una palanca cuando se encendiera una luz azul parpadeante. Pero tenía solo cinco segundos para hacerlo, so pena de que se le aplicaran una descarga eléctrica en las plantas de los pies.
Aún así, le siguió Enos, otro de su especie que tuvo que maniobrar la cápsula para volver a la Tierra, pues su nave presentó serias averías. Y para hacerlo, tuvo que ignorar las órdenes que le emitían para accionar determinados controles, y que no eran las correctas. Enos demostró ser superior al Homo sapiens ese día, aunque aún persistan algunos evolucionistas en señalar a la especie humana como la más avanzada.
De vuelta con Bobik
El olfato de Bobik seguía indicándole a su instinto que “de eso tan bueno no dan tanto” y se escapó ese día. No tardaron mucho en encontrarle su reemplazo. El perro que lo sustituyó fue llamado ZIB, acrónimo ruso de una complicada frase que quiere decir “el perro que reemplazó a Bobik”. Y la misión de ese día tal vez fue la única misión perruna realmente exitosa, pues los dos perros enviados al espacio suborbital, volvieron vivos a la Tierra, y se convirtieron en los consentidos de la base, hasta el día en que llegó Laika. Pero no se equivoquen, Bobik fue un héroe dentro de su mundo canino, porque se resistió a la vida fácil a cambio del adoctrinamiento, perdón, del entrenamiento del Politburó soviético. De seguro que los otros animales astronautas, y Laika entre ellos, también intentaron escapar, o lo hubieran intentado, de saber el destino que les aguardaba de seguir con el “más superior de los primates”. De cualquier manera, Bobik optó por ser libre y digno, y tuvo la suerte de poder escapar, para vivir la vida que el había elegido. Una vida de perros.
Canción “Laika” de Mecano (España)
Imágenes de la NASA y WIKIPEDIA
Más artículos sobre animales espaciales:
lunes 23 de abril de 2007, 10:54 COT
Es increíble que con todo lo que han hecho los animales por la ciencia, todavía exista gente que los considera inferiores y celebre barbaridades como las corridas de toros, las peleas de gallos y las masacres de focas. Buen recuento.
Laika y los demás son héroes de verdad, no como los ex finqueros que quieren pasar por próceres y refundadores de la patria.
Un saludo.
lunes 23 de abril de 2007, 11:59 COT
Aunque es necesario reconocer que gracias a la muerte de esos pobres amigos algunos de los nuestros han logrado cosas sobrehumanas, cabe preguntarse – teniendo en la cabeza el tema de la anterior entrada de Thilo – ¿vale la pena? ¿vale la pena una sola muerte a cambio de conocimiento abstracto? ¿vale la pena el sufrimiento de criaturas inocentes (y muy superiores a nosotros en muchos aspectos) para alimentar el ego de nuestros congéneres?
En cuanto a la superioridad del ser humano, me remito a Calvin & Hobbes: ¿Los tigres no PUEDEN, o no NECESITAN construir armas nucleares?
lunes 23 de abril de 2007, 19:55 COT
Hola Julián: De acuerdo. Aún suponiendo que haya necesidades científicas, es inhumano que se haga sufrir a los animales. SALUDOS
Hola Mornatur: La parte del conocimiento abstracto si que es cierta. Muchas veces se sacrifican animales en la medicina humana y veterinaria, para hacer demostraciones científicas sobre conocimientos ya comprobados, sobre todo en el área de la fisiología. Por ejemplo matar ranas para poner electrodos en los músculos, y atestiguar fenómenos de contracción, o matar conejos o ratones, para sacarles el hígado y medir las enzimas hepáticas con el espectofotómetro (que estará descalibrado, además). Es como comprobar que el agua moja, o el fuego quema. Igual, toca ver y pasar esas materias y sus estúpidos talleres anexos. Y por supuesto, de este tipo de eventos académicos, macabramente aburridos por demás, difícilmente nace interés alguno por la ciencia. SALUDOS
lunes 23 de abril de 2007, 22:34 COT
Hola Thilo
Felicitaciones por este post tan chévere.No sabía de Bobik. Interesante forma de mostrarnos esa dizque “superioridad” humana de la que nos ufanamos a costas del dolor ajeno.
Saludos
mircoles 25 de abril de 2007, 08:28 COT
¡Hola, THILO!
Desde la nave espacial terrícola quiero expresarle mi admiración a Bobik. Definitivamente, fue lo suficientemente astuto como para no dejarse impresionar por la antropocéntrica grandilocuencia de los humanos que con seguridad le tendieron una trampa en forma de jamón para luego pretender asestarle la trapera puñalada de su envío al espacio, donde le esperaba una muerte segura.
Ese cuento de que nos pusieron aquí a los animales y al resto de todas las formas de vida como un “bioinventario” al servicio de nosotros, es un equívoco histórico ideológico y ético que ha permitido abusos como los que señalan Julián y tú.
Afortunadamente alguien se tomó la molestia de dejar constancia histórica de la suspicacia de Bobik, que no fue nada bobi(k)-to.
Un abrazo con pulgas.
mircoles 25 de abril de 2007, 14:01 COT
Hola Germán y Markota: Les cuento que cuando empecé a leer sobre animales espaciales me pregunté que tan sumisos habían sido realmente. Me parecía imposible que no hubiera aunque uno que hubiera tratado de escapar y lo hubiera logrado. Hubo otra perra que escapó, pero luego volvió libremente al día siguiente (¿hambre?). Y claro, ni siquiera hemos tocado el tema de la experimentación con humanos, como bien lo señala Markota.
ABRAZOS, THL.
viernes 4 de mayo de 2007, 12:30 COT
El articulo es muy bueno,
sin embargo yo creo que en 1950 era preferible mandar los animales que a un cadete.
Y no solo la ciencia espacial a demandado la ayuda (involuntaria) de los animales, por ejemplo, primero tuvieron el honor de ser clonadas algunas especies inferiores, luego vino la oveja y los gatos.
Los ultimos años se ha caracterizado por el uso de simios (dificilisimos para clonar).
Supongo que si los delfines pudieran enviar seres al espacio, hubiesen hecho las pruebas con salmones antes. ¿no?
Realmente creo que hay cierta etica a aplicar, con los aniamles, pero tambien creo que es valido servirnos de ellos, para progresar.
¿Hasta que punto?
Bueno hoy comi filete de vaca….transgenica
viernes 4 de mayo de 2007, 15:24 COT
Hola Scaramanga: Tienes mucha razón en lo que dices, y como tu mismo lo señalas, hay una gran pregunta bioética detrás de todo esto. Pero creo que no es sólo una cuestión de dónde está el límite, es también de humanidad, pues nuestro trato ambivalente hacía los animales, sin duda es reflejo de lo que somos como especie. Los delfines matan para comer, y en defensa propia, creo yo. La suposición de que las especies al evolucionar actuarían como el hombre, por ahora es una especulación válida pero que no podemos comprobar. SALUDOS. THL
lunes 24 de septiembre de 2007, 13:39 COT
Buenos días todos vosotros. Soy Francés. Y muy interesado por l”hist de Laika. Pero replaçons en el impugnan de l”époque. Porqué el pobre Laïka tiene tal verano enviado en órbita alrededor de la tierra?? en verdad, para mostrado a la cara del mundo entero, que el focille y el martillo, reinó sobre el mundo, y hacer vergüenza a los americanos. Halagado tan l”égal de Nikita Kroutchev. Hacer un parecido dominado del mundo. Resultado de todo çà: Una pobre perra que no pedían que vivir entre los hombres. D”où la confianza estúpida y humana baffoué. ¡Laïka se murió en d”att sufrimiento (muerto por el calor (+ 40° y convulsión seguida d”un comat) estos soufftrances duró más de 5h. Qué vergüenza! Para o sea diciendo recogido de la información científico (pura ilusión) ya que recogieron que muy poco d”info. Qu”en está – til en 2007 dónde l”on va celebrado el 3 de noviembre un triste aniversario: El comunismo cayó, su programa espacial no terrible. C”est más bien l” de las historias avergonzadas sobre el conqu spaciale, ya que nada n”as previstos para la recuperación de Laïka. A parte celà, c”était para la cosecha dado de científico. Allí la ciencia n”as no hace gloria, pero l”arrog humana mucho.
martes 25 de septiembre de 2007, 17:35 COT
Hola “Pobre Laika”: Bueno, yo no hablo francés tampoco, pero de lo que le entendí creo que en esencia usted trata de manifestarnos su indignación por el caso de Laika, y sobre el cómo esa injusticia con un animal fue el producto de un caótico y perverso sistema de gobierno, y quizás un símbolo de ese fracaso ideológico y político que fue el comunismo. Estoy de acuerdo en ese caso, haciendo la salvedad de que la crueldad humana para con su especie y otras especies no es exclusiva de un régimen de gobierno, y de hecho en este artículo se citan varios casos, incluyendo el caso del exiguo programa espacial francés y los “aristogatos”. Por eso si bien me identifico con usted plenamente en su rechazo al comunismo como forma de gobierno, creo que lo uno no tiene nada que ver con lo otro. Muchas gracias por su comentario, o mejor dicho, en mi mal francés, Merci pour votre commentaire.
sbado 3 de noviembre de 2007, 12:23 COT
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viernes 11 de abril de 2008, 15:41 COT
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