Este sea quizás el único capítulo de la dramática historia en el que se toquen puntos esperanzadores…

Cuando busco un símil que me permita resumir la tendencia del cine colombiano en estos últimos doce años, la mejor que se me ocurre es la del electrocardiograma de un tipo con taquicardia.

La siguiente etapa del cine colombiano fue tal vez la única que haya dejado ver el talento narrativo chibcha… claro que como todo lo que pasa en este país, fue una etapa fugaz que se deterioró y fagocitó a sí misma.

Tenía pendiente hace años la revisión al cine colombiano, que ha dejado en nosotros esa mácula de atraso y mediocridad de la que dudo mucho logremos salir algún día.

El siguiente escrito nació como homenaje a Quentin Tarantino al poco tiempo de que se estrenara la primera parte de Kill Bill.

En una ciudad oscura, poblada de seres anónimos, con su vida al filo del desastre, cada quien vive su propio infierno sin derecho a redención.

Si hemos de creerle a Nicanor Parra que la poesía es la “vida en palabras”, el cine es “la vida en imágenes”, axioma que Ciro Guerra cumple, como alumno aplicado.

Bagatela demuestra no ser una cosa de poca sustancia o poco valor. Hay que rebuscarse la oportunidad de cruzarse con esta hermosa película.

Afueras de Majagual (Foto: María Mercedes Mora)

Quiero saber qué pasará con Los viajes del viento. No solamente en Cannes, ni en los demás festivales. No hablo únicamente de la taquilla. Quiero saber si mis estudiantes, mi vecino, mi hermano y mi mamá, y obviamente los lectores de equinoXio sienten lo mismo que yo: dicen que el cine es el reflejo de lo que somos, por eso el cine de cada país es diferente y por primera vez en la pantalla me sentí identificada como colombiana.