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Estancias

Siga y siéntese cómodo.

Siete cajas, una ilusión

cine > Cineclub > Estancias
Por: Marsares

12 dAmerica/Bogota Octubre dAmerica/Bogota 2015 10:17 COT

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“Siete cajas” es un thriller de los paraguayos Juan Carlos Maneglia y Tana Schémbori que nos enseña su particular visión sobre el laberinto de la pobreza.

¿Hay vida más allá de un celular? Tal vez no, porque la que se quiere anda encerrada en su pantalla, recreada en sus videos poblados de sueños, en una posibilidad de escapar de la pobreza cuya maraña todo lo enreda; quizás en su cámara mágica está el secreto, un instante en el que dejas de ser tú, el peón de los días iguales, para convertirte en un rey que el mundo reconozca, no importa si al minuto siguiente hay otro, porque lo conseguiste, asomaste la cabeza por encima de los demás y eso, compañero, bien vale una vida.

Víctor es un carretillero del mercado 4 de Asunción, un adolescente que sueña con ser un galán de la tele… o también un matón, el que siempre gana, el guapo que todo lo puede porque es el mejor, fardo de ilusiones que lleva a cuestas en este nuevo día que comienza buscando clientes para cargarles sus compras; pero algo está por suceder, ese golpe de suerte que le permitirá ganar un dinero extra, el billete ganador de la lotería cotidiana que necesita para comprar un celular. Es muy simple, llevar siete cajas a algún lugar y recibir su paga.

¿Qué contienen esas siete cajas que te dan cien dólares para que las saques de un lado y las lleves a otro? A Víctor no le importa o al menos no le quiere importar. A los diecisiete años sólo quiere ese celular en el que puede aparecer como si estuviera en la tele, sonriendo, con pinta de galán, y Liz, su amiga, como esa rubia exuberante de sonrisa de cristal y no ésta desaliñada que se le atraviesa por todos lados con su molesto parloteo. Pero muchas cosas están por suceder y como Teseo, sólo el hilo de Liz le permitirá salir del laberinto del Mercado 4 a salvo.

Un thriller notable del cine paraguayo que se convirtió en un éxito en su país, tanto que superó en taquilla a Titanic, que ha viajado por festivales en el mundo causando admiración porque retrata una historia cercana, tan nuestra como ajena del David que llevamos dentro, luchando contra todos, perseguido por Nelson y su pandilla que quieren arrebatarle las siete cajas donde están encerrados sus sueños o la pesadilla que lo acompañará durante una interminable noche.

“Mercado 4, aquí una vida no más tiene el gato” grita la canción que acompaña a Víctor en un mundo desigual, con una cámara que lo sigue con fiereza, apostando carreras con Liz o escapando de Nelson porque sabe que al final de ese día tendrá su recompensa, un billete de cien dólares cuya mitad guarda con celo; la otra, Gus la retiene y únicamente se la dará cuando reciba su precioso cargamento. Siete carretilleros lo buscan, la policía le pisa los talones, su hermana pugna por encontrarlo, un coreano tiene la varita mágica y aunque el tango repita con terquedad, que “es lo mismo el que trabaja noche y día como un buey que el que vive de los otros, que el que mata, que el que cura o está fuera de la ley”, un celular puede cambiarlo todo.

La apuesta está servida. Que comience la carrera.

Puede verse aquí

Eterno resplandor de una mente sin recuerdos

cine > Cineclub > Estancias
Por: Marsares

29 dAmerica/Bogota Enero dAmerica/Bogota 2015 11:16 COT

Imagínese que la ciencia le diera la facultad de borrar los malos recuerdos.No es una quimera. Ya se trabaja en ello y al igual que sucede con la cirugía estética, es real a futuro la alternativa de reconstruir el pasado que vivimos a imagen y semejanza de nuestros deseos. Por decirlo de otra manera, tendremos a nuestra disposición silicona mental para moldear nuestra vida emocional.

El director de cine francés, Michel Gondry, nos plantea esta turbadora alternativa en su premiada y aclamada película “Eterno resplandor de una mente sin recuerdos” (2004) que se puede ver esta jueves en la biblioteca pública Virgilio Barco de Bogotá, en el ciclo “Música, fantasía y drama”. La cinta trata sobre una relación amorosa fallida, un método científico para borrarla del cerebro de sus protagonistas y la oportunidad de seguir la vida sin esta pesada carga emocional.

Clementine (Kate Winslet) hastiada de su novio Joel (Jim Carrey), acude a Lacuna Inc, un centro médico que dirige el Dr. Howard Mierzwiak (Tom Wilkinson) para que lo borren de su memoria. El tratamiento es tan efectivo que no lo reconoce cuando la visita en su sitio de trabajo. Desesperado, Joel acude a Howard para que igual le suprima a Clementine. Pero en medio del procedimiento se da cuenta que muchos de estos recuerdos son hermosos y quiere anularlo. Su arrepentimiento es tardío y su novia desaparece de su mente. Pero…

¿Es posible hacerle trampa a la ciencia? ¿Vale una segunda oportunidad? ¿El amor se valora a través del dolor? ¿Somos apenas la suma de nuestros recuerdos? ¿Siempre habrá lugar para la esperanza? ¿El arrepentimiento es nuestra redención? ¿El destino es lo que queremos que sea? ¿Estamos condenados a amar sin remedio?Muchas maneras de ver y reflexionar suscita esta historia de amor, cuyo romanticismo bizarro nos trastea de un lado a otro, sin compasión alguna.

La famosa frase de Nietzsche, “Bienaventurados los olvidadizos, pues superan aún sus errores” que recuerda Mary Svevo (Kirsten Dunst), amante de su jefe Howard,nos brinda una nueva perspectiva. Pese a que nuestros recuerdos se diluyan por voluntad propia o por el paso del tiempo, sobreponernos a las equivocaciones cometidas siempre es una opción. En otras palabras, hay esperanza después de los yerros.

Joel y Clementine son un ejemplo de que, olvidado el pasado, pueden intentarlo de nuevo, aunque el resultado tienda a repetirse… o quizás no. El guionista de esta película inquietante, Charlie Kaufman, junto con el maquiavélico Gondry, fungen como alquimistas y nos muestran que el amor puede reinventarse con regresos a la infancia, roles nuevos, ilusiones renovadas y pesadillas manejables, con dos seres vulnerables en el trasfondo,vencidos por sus propios miedos, que sólo quieren una oportunidad y su propio lugar en un mundo donde no encuentran acomodo.

De ahí que Clementine nos arroje al rostro lo que hay detrás de su exuberante alegría, de su agresivo desenfado, cuando le advierte a Joel: “Muchos hombres creen que soy un concepto, o que quizás les complemento, o que voy a darles vida. Solo soy una mujer jodida que busca su propia paz de espíritu; no me asignes la tuya…”.

Una película para recordar.

También la lluvia

cine > Cineclub > Estancias
Por: Marsares

30 dAmerica/Bogota Octubre dAmerica/Bogota 2014 15:52 COT

Quizás ya no existan los arcabuces, ni los feroces encomenderos sin dios ni ley imponiendo su voluntad, ni siquiera los taínos de Quisqueya, ni sus paisajes, ni el sabor a tierra propia… quizás se han ido todos, como un día lo hicieron los virreyes de naftalina, expulsados de estos dominios que jamás los aceptaron… quizás nunca vuelvan…

O tal vez sí… pues como lo dijo T. S. Elliot, “El tiempo presente y el tiempo pasado están quizás en el futuro y el futuro en el pasado”, y la puerta de entrada sea este presente de ficción: una productora quiere hacer una película sobre la verdad tenebrosa de Cristóbal Colón y escoge la ciudad boliviana de Cochabamba por su mano de obra barata que permite ahorrar costos.

Sobre esta idea se escenifica “También la lluvia” (2010) de la directora española Icíar Bollaín, y comienza con la llegada a Cochabamba de Sebastián (Gael García Bernal) el joven director de la película, y Costa (Luis Tossar), el productor que la quiere hacer realidad, pero una revuelta popular amenaza con echar al traste la filmación. Es “la guerra del agua” del año 2000, que los cochabambeños libran contra los extranjeros que quieren privatizarla.

Pero más allá de los enfrentamientos que incendian la ciudad, el equipo de filmación tiene un problema mayor. David (Juan Carlos Aduviri), el protagonista de la película, es uno de los líderes del levantamiento. Golpeado, encarcelado y liberado a instancias de Costa, promete aislarse del movimiento por tres semanas que es lo que se requiere para terminar de grabar las escenas.

Bollaín quiere apostarle al eterno presente en esta quinta película suya, para demostrar que cinco siglos no bastan para cambiar las cosas. El pretexto es la Bolivia pobre y atrasada de fines del siglo XX, en la que pervive la población indígena y continúa la lucha contra el opresor disfrazado de multinacional.

¿Dónde está la ficción y dónde la realidad? Bollaín juega con el concepto y en este punto es interesante el papel de las mujeres, no sólo en el levantamiento contra los gringos sino en la propia película, negándose a representar el legendario ahogamiento de los bebés taínos para evitarles la esclavitud española. La lucha por la vida no se abandona ni siquiera en la imaginación.

“También la lluvia” continúa su culebreo entre la devastadora conquista y la nueva rebelión que crece en las calles y se enfrenta a la represión del gobierno de Hugo Bánzer. En la película de Sebastián, Daniel es quemado en la hoguera por levantarse contra el dios ajeno y el rey fantasma que veneran sus enemigos. Cuando termina de grabarse la escena llega la policía por él; debe pagar con cárcel sus actos subversivos.

El presente avasalla. No sólo el equipo de filmación huye de Bolivia; igual lo hace la transnacional ante la presión popular. “También la lluvia” nos queda como una reflexión para entender lo que hoy vive Bolivia, con un indígena como presidente de la república que acaba de ser reelegido por abrumadora mayoría.

Un homenaje a las derrotas del ayer que fermentaron las victorias del hoy. La ficción dentro de la ficción retrata la realidad, singular paradoja que puede verse este jueves dentro del ciclo “Viajes por la memoria” que en octubre se proyecta en la Biblioteca Virgilio Barco.

¿Dónde está la bolita?

Estancias > Primera plana
Por: Marsares

23 dAmerica/Bogota Septiembre dAmerica/Bogota 2014 19:13 COT

Por fin se da como debe ser. El senador Cepeda se instala frente al micrófono y sus colegas se arrellenan en sus asientos. Todo está listo. Muchos, frente a los televisores, sintonizan un canal que nadie sabía que existía, pero que ahora miran con asombro porque se va a presentar un Desafío Marruecos, pero al estilo Congreso, con mil y una noches también, donde hay un helicóptero fantasma, doce apóstoles, una hacienda llamada Guacharacas y un señor que monta a caballo sin derramar un tinto.

Todos miran a la puerta. En esas, el senador Cepeda prueba el micrófono y no le suena. Intenta otra vez con el consabido “hola, hola”, pero nada. Sus compañeros se miran entre sí. Todos murmuran y como es el día de las suspicacias, los dedos señalan. “Esto está raro”, dice alguno, y de inmediato el vecino escribe un twitter diciendo lo mismo pero con un sentido más grave: “Esto está muy raro”. Las redes sociales se alborotan, y como sucede en estos casos, dicen que cuál raro, si eso se sabía que iba a pasar.

Aparece un empleado afanado, coge el micrófono y sonríe. El senador Cepeda enarca las cejas. El empleado le dice que para que suene hay que prenderlo. Acciona el mágico botón y antes de que el senador diga esta boca es mía, el empleado repite las palabras rituales: “hola, hola” y su voz resuena en el recinto. Todos voltean a ver, incluso el senador que está jugando en su tablet y que haca una mueca por la distracción ya que el Candy Crusch se le llena y le toca volver a empezar. De todas maneras hay un suspiro general.

“Es que sin micrófono es como sobado”, comenta uno de los asistentes. “Sí”, le contesta uno de más allá. “Con micrófono es mejor porque al menos se escucha más duro, porque si no, capaz que se la pasa toda la tarde sin dejar hablar”. Los que alcanzan a escuchar, asienten con la cabeza. Entra la señora de los tintos y comienza a repartir. Uno de los jóvenes le pregunta: “¿Ya viene?”. La señora de los tintos le contesta: “¿ya viene quién, doctor?”. “Pues quien va a ser. ¿Es que no sabe lo que va a pasar hoy?”. La señora de los tintos dice que no, que nadie le ha dicho nada.

El de bigote dice que la señora de los tintos no es ni chicha ni limoná. Uno de los periodistas que para oreja, sonríe. “Es que ese es el problema, el pueblo no se da cuenta de nada, por eso estamos como estamos”, lo apoya el del copete. Pero el de cabello blanco le revira. “No es cierto. Lo que pasa es que todos se tapan con la misma cobija y eso ya lo sabe el pueblo. Por eso no le paran bolas a estas vainas”. Para apoyar sus palabras mira a la señora de los tintos. Todos callan en espera de su veredicto, pero ella lo único que dice es que ya trae más tinto para los que faltan, que permiso, y se va como vino, pasito.

Ahí es cuando se asoma uno bien conocido por su aporte a la filosofía del turismo. “El desplazado”, dice uno de la radio a la colega de televisión. Hay risas furtivas. Pero no pasa nada, sólo echa una ojeada y desaparece. “Ya viene”, dice el del extremo. Vuelve el murmullo y todos se acomodan en sus asientos. Sólo el que va a presidir la sesión se mantiene como tieso, coge el micrófono y carraspea. A su lado descansa una Biblia. Dos asientos más allá, uno de los senadores mira la pantalla de su celular y alza la voz, aunque no mucho. “Confirmado, viene por el pasillo”. “Que qué?”, dice el del extremo opuesto. Nadie alcanza a aclararle porque el que estaban esperando, entra.

Detrás de él, en fila y con unos carteles, van entrando los demás. Unos se ponen a un lado, otros se ponen al otro lado, y los que sobran le cubren las espaldas. Como si todos se hubieran puesto de acuerdo en guardar un minuto de silencio, la sala se apaga. El que juega en su tablet pone “pausa” y mira como los demás. Los periodistas alistan las cámaras, los celulares se ponen alerta y los presentes aguardan. Él coge el micrófono y le da unos toques para comprobar el sonido. “Toc, toc”. Sonríe satisfecho y sus acompañantes le hacen la segunda con iguales gestos, mientras saca de su bolsillo tres cajitas que pone encima de la curul que le han asignado.

Entonces habla con su acento característico, el mismo que usaba cuando era la única voz que podía escucharse: “¿Dónde está la bolita?” Con manos ágiles, tapa y destapa las cajitas y la bola a veces aparece en una y al instante está en otra, mientras los honorables siguen con mirada ávida las maniobras, procurando adivinar el destino final. “¿Dónde está la bolita?”, repite el citado, al tiempo que las cajitas las deja quietas. Uno de los senadores se aventura a señalar una, la del centro. Pero no, ahí no está. Vuelven las manos ágiles a darle vida a la bolita que va de un lado a otro, de cajita en cajita, tan rápido, que ya nadie quiere perderse el juego.

“¿Dónde está la bolita?” El país de nuevo, como lo hizo años atrás, le sigue el juego, pero nadie sabe dónde está la bolita. ¿Lo sabe usted?

Sobre el Brave Heart colombiano

Estancias
Por: Julián Rosero Navarrete

19 dAmerica/Bogota Septiembre dAmerica/Bogota 2014 16:42 COT

Hace unos días, circuló una vieja columna en la revista Semana que habla sobre una historia tipo Brave Heart, que redunda en un mártir de la Campaña del Sur, acontecida en las primeras décadas del siglo XIX. Se trataba de la “epopeya” de Agustín Agualongo Cisneros (sí, con “c”, no con “s” como dice en el artículo), coronel de facto del ejército realista y que peleó en contra de Simón Bolívar y el mariscal Sucre, entre otros, por el control de lo que se llamó por centurias la Provincia de los Pastos. Según las versiones históricas populares, la Provincia, cuya capital fue por muchos años llamada Villaviciosa de la Concepción y hoy San Juan de Pasto, tenía una fuerte resistencia a unirse a la ola independentista de América por ser adeptos a la Corona y tener fuertes tradiciones católicas. Y así se vendió el cuento de la necedad de pastusos godos y fachos, que no entendieron el mensaje que venía desde la Toma de la Bastilla sobre la libertad de los pueblos y los derechos del hombre. Esto, repetido hasta la saciedad por décadas, originó en el imaginario nacional el mito que los pastusos son brutos y estúpidos. Y obvio, pues se enseñó en las escuelas que eran una partida de neandertales, arrodillados ante el rey Fernando VII y que osaron alzarse en armas en contra del héroe nacional, Simón Bolívar.

De hecho, es tal el imaginario del coronel Agustín Agualongo, que el autor de la mencionada columna en Semana cuestiona el culto que Antonio Navarro Wolf tiene del histórico personaje, hecho explícito cuando rescató sus restos siendo guerrillero del M-19 e, incluso, cuando propuso erigirle una estatua cuando ejerció la administración pública. Y lo cuestiona porque según el autor del artículo, Navarro, ícono de la izquierda nacional, no debería estar propendiendo por la memoria de ese godo monarquista. Sin embargo, a pesar de lo difícil que ha sido, muchos historiadores, o intentos de ello —como quien les escribe—, han tratado de limpiar la imagen del legendario guerrero pastuso.

En muchos trabajos académicos se ha expuesto que la razón por la cual los pastusos se levantaron en armas y se unieron en lucha al Batallón Aragón (el batallón español encargado de custodiar la Provincia) tenía un tinte más económico y étnico que religioso y de “sometimiento” como han querido dejar quienes han escrito esa historia. Ya estamos lo suficientemente adultos para entender que una guerra no la mueven solo ideales, sino intereses económicos. Y uno de los incentivos que Bolívar daba para que sus generales pelearan leales y valerosos junto a él era la repartición de tierras una vez se expulsara a los peninsulares de América. A José Hilario López y a José María Obando (altos generales encargados de tomarse la Provincia) se les prometieron tierras, muchas en zonas en donde las instituciones coloniales habían dejado el dominio y explotación de los indígenas. En esa época, la configuración étnica de la Provincia era predominantemente indígena, cuyas instituciones no formales de naturaleza colectiva habían originado todo un sistema alrededor de la tenencia de la tierra por parte de las comunidades nativas.

Con esto, claramente, al venirse toda la fuerza emancipadora del norte y, sabiendo que si ésta ganara el sistema económico y social de la provincia se tendría que sintonizar al son del nuevo orden terrateniente, motivó a los indígenas a conformar milicias que cooperarían con la Corona para evitar dicha catástrofe. Pero los peninsulares perdieron y dejaron solos a los pastusos. Los españoles se devolvieron a casa con el sabor amargo de haber perdido la colonia, mientras que los pastusos se quedaron peleando para evitar perder lo que habían ganado desde la Conquista. Siguieron en campaña sin la compañía de los peninsulares hasta el último puñado de sobrevivientes de la derrota en Barbacoas y les tocó huir hasta El Tambo (Cauca), en donde fueron apresados. Finalmente, en julio de 1824 fue fusilado en Popayán el histórico coronel, quien antes de caer gritó (según la historia oficial) “¡Viva el Rey!”. Podría pensarse, para agregarle romanticismo a ese final y en aras de cuestionar los registros oficiales, que, en vez de esto, pudo alcanzar a gritar algo como “¡Viva Pasto, carajo!”

Ahora, los que conocemos “la verdad” acerca de esta historia no sólo admiramos sino que también propendemos por colaborar a reconstruir la memoria del coronel José Agustín Agualongo Cisneros, mártir indígena y a quien la historia relatada por los vencedores lo ha querido dibujar como quien lideró la insurrección de monarquistas godos, ignorantes e incoherentes en contra de quienes querían una nación “libre”. De hecho, al ver la situación de los indígenas actuales, en medio de una violencia que no les pertenece, desplazados de sus tierras por grupos armados e intereses económicos de la “nación libre”, se podría argumentar que la lucha de Agualongo no estuvo infundada. Que el coronel lo único que quiso fue enfrentar ese futuro funesto que le esperaba a su pueblo y que venía como un lobo disfrazado con la piel de oveja del discurso independentista de los criollos.

Una guerrilla en busca de identidad

Crónicas Utópicas > Estancias
Por: Daniel Ramos

21 dAmerica/Bogota Mayo dAmerica/Bogota 2014 4:20 COT

Tanja Nijmeijer en La Habana

A los cronistas utópicos no nos descorazonan los topicazos con los cuales se descalifica a la utopía. Sabemos –o al menos estamos convencidos— de que toda empresa humana para triunfar necesita una dosis mínima de utopía. Las grandes empresas la llaman ahora visión, una forma elíptica de evitar que se le relacione con la utopía.

Hoy en día los grandes estrategas políticos tienen la difícil misión de vender utopías en menos de 140 caracteres, el espacio de un trino o de un buen eslogan. Porque hoy en día los grandes estrategas políticos son los especialistas en mercadeo. “Vote por Fulanito, el candidato de la familia”, “Vote por Sutanita, ella acabará la corrupción”, “Con Menganito alcanzaremos la verdadera paz”. Todo esto acompañado por un lifting de la imagen del candidato o candidata. Por estos estrategas es que nos hemos quedado sin utopías relevantes, sin visiones que compartir. Las elecciones colombianas se resumen a día de hoy en votar por el menos malo o por el que menos mal caiga. El país se enfrenta a grandes desafíos y no hay un discurso, una visión, una utopía que movilice a los electores, algo que los comprometa a trabajar en común con un líder o movimiento. Es el final de la política (su fin es otro).

Varios miles de kilómetros al norte las Farc se debate por el escenario contrario: padece sobredosis de utopía. Todas las mañanas los negociadores se levantan con la ardua tarea de pensar en una nueva Colombia, en ver qué problema van a arreglar hoy y cómo logran venderlo en la mesa de negociación. Es tal la abundancia de ideas que ya se oyen los vientos de “Constituyente ya”; tal es el volumen de propuestas. Independientemente del contenido, la buena noticia parecería ser que la guerrilla piensa en serio sobre la vida en la sociedad civil. La mala noticia es que hay un chantaje subyacente a la sociedad: o aceptan nuestras ideas o se perpetúa la violencia.

En sus dos libros de memorias el expresidente Pastrana ha ayudado a comprender las dificultades de negociar con las Farc, en especial la exigencia de discutirlo todo según sus reglas. Con el tiempo se hizo claro que esta posición pertenecía al ala dura y tradicional de las Farc: sin Marulanda, Reyes ni Cano los actuales negociadores tienen más margen de maniobra. De todos los bandazos que le hemos visto a las Farc en su búsqueda de identidad como grupo armado, del marxismo-leninismo, de la combinación de todas las formas de lucha, del izquierdismo extremo, del ejército del pueblo al leve pensamiento socialdemócrata que alcanzaron a mostrar en el Caguán, la mesa de negociación de La Habana es la que ha tenido mayor libertad para distanciarse de discursos extranjeros y concentrarse en los problemas de Colombia. Haciendo énfasis en el campo, pues parecen recordar que ante todo son un movimiento campesino. No sorprende entonces que sus más radicales enemigos sean los hacendados latifundistas; los fundadores de las AUC, los paramilitares y los partidarios de acabar la guerrilla a bala limpia.

La estrategia del Caguán del expresidente Pastrana pasaba por facilitar las condiciones de aburguesamiento de la guerrilla: darles un espacio donde vivir en paz, duchas con agua caliente, para desmotivarlas de volver a la vida selvática. La misma Tanja Nijmeijer advirtió en su diario de los peligros del consumismo burgués entre las Farc, el gusto por las 4×4 y las mujeres deseando ponerse silicona. Las Farc corre el mismo riesgo en Cuba, y de nuevo Tanja demuestra que el expresidente Pastrana no estaba del todo equivocado: se ve mucho más saludable en La Habana que en la selva colombiana. El fracaso en los diálogos significará volver a la vida selvática, a tratar de cambiar el país a punta de bala. Porque a pesar de que sueñe con un mejor país, las Farc no debe olvidar que está en La Habana por el ruido de sus fusiles, por sus nexos con el narcotráfico y por el gasto que significa para el país seguir en una guerra sin objetivo ni final claro.

El viernes pasado se anunció con mucho bombo el acuerdo sobre el tercer punto de la agenda negociadora. En el fondo no es gran cosa lo que se logró: que las Farc corte sus nexos con el narcotráfico es una condición mínima, al igual que dejar las armas, para integrarse en la vida política colombiana. El cumplido desmedido que le hizo el gobierno fue decir que con este punto el país está más cerca que nunca de terminar con el problema del narcotráfico. En otras palabras, que las Farc es el cartel responsable del fenómeno. Una exageración absurda. Tanta demora en llegar a estos lugares comunes solo demuestra la intención de las Farc de lograr que el país se acostumbre a la célebre pesadilla de Monterroso: “Y cuando despertó, las Farc todavía seguía ahí”. Dejar que el país se vaya acostumbrando lentamente a que las Farc puede ser un actor político y no solamente armado. La alternativa es volver al monte y envejecer diez años más hasta un reencuentro en Caracas, Quito o La Habana de nuevo. No sabemos si la paz en Colombia sea posible, pero la desmovilización de las Farc sí se ve cada vez más cercana.

Reflexiones sobre las Memorias olvidadas del expresidente Andrés Pastrana

Crónicas Utópicas > Estancias
Por: Daniel Ramos

31 dAmerica/Bogota Marzo dAmerica/Bogota 2014 8:05 COT

Andrés Pastrana y Tirofijo
Imagen tomada del archivo del expresidente Andrés Pastrana

Para quienes nos preguntamos sobre el timing de las Memorias olvidadas del expresidente Pastrana las noticias son regulares: la respuesta queda en suspenso. La mejor pista está en la nota preliminar:

Lo que aquí entrego es un collage de época de un país en el que, para muchos que han tenido el valor de dar la batalla, el simple hecho de estar vivos es un verdadero milagro. Lo hago bajo la convicción de que en estos contados hechos históricos –a buen entendedor, pocas palabras– hay elementos apasionantes y entretenidos que, conocidos sus detalles íntimos, aún pueden tener una moraleja.

Moraleja es la palabra clave, ajuste de cuentas o vuelta de tuerca puede ser la cifra. Destaquemos algunas reflexiones a partir de las Memorias olvidadas del expresidente Pastrana. Siéntanse cómodos porque es una entrada larga.

  1. La verdadera lavandería

La mayor decepción de la segunda versión de Wall Street filmada por Oliver Stone es que no se asome ni de riesgo por el lavado de activos en la economía estadounidense. Breaking Bad se acerca un poco, así sea para utilizar una lavandería de forma metafórica para ubicar el primer gran laboratorio de Walter White; la forma en que las grandes multinacionales se lucran del narcotráfico aparece anunciada ligeramente y poco después se termina la serie: otra oportunidad perdida para comprender el narcotráfico en los Estados Unidos.

La macroeconomía del narcotráfico ha demostrado que si a la economía colombiana le entrase el 10% del dinero generado por el narcotráfico, estallaría. Algo similar a la inflación que vivió Cali en los noventa con el auge del Cartel del Valle. En otras palabras, más del 90% de las ganancias del narcotráfico se queda en los Estados Unidos y en Europa: ¿cómo lo están lavando y cómo se benefician sus países y sociedades de todo ese dinero? El expresidente Pastrana se lo preguntó a Escobar:

—¿Cuáles son los carteles de la droga de Estados Unidos?

—No se conocen públicamente, doctor Pastrana, pero existen. A ellos no los desenmascaramos porque se acabaría el negocio para ambos.

[…]

—¿Hay políticos de Estados Unidos asociados con ustedes? —averigüé.

—En los Estados Unidos sí que hay políticos involucrados y son amigos míos. Gobernadores amigos míos de los Estados Unidos llevan allá las avioneticas cargadas de droga —pero no me dio nombres.

Esto cuando el kilo de cocaína estaba a 8.000 dólares en los EUA, ahora se estima que cuesta diez veces más. Dado que el narcotráfico no ha disminuido y a los países productores de cocaína siguen llegando porcentajes bajos de las ganancias de la droga, solo se puede concluir que los carteles estadounidenses siguen activos y lavando en forma. La verdadera guerra contra las drogas que debería liderar EUA está en su propia casa, Pablo Escobar dixit.

  1. Sobre lo no dicho

La memoria La prueba reina es de las más confrontantes que trae el libro. Nos retrotrae a ese episodio traumático del Proceso 8.000, a la relectura del libro Poder, justicia e indignidad, la memoria de la Comisión Ciudadana de Seguimiento del proceso al entonces presidente Samper, donde se detallan todas las triquiñuelas de Samper para absolver sus responsabilidades por la financiación recibida de parte del Cartel de Cali. Advertencia a los lectores: aquí es necesario endurecer el estómago para resistir las náuseas de ese episodio.

La prueba reina a la que se refiere el expresidente Pastrana es a la carta que desde la cárcel en Colombia le enviaron los hermanos Miguel y Gilberto Rodríguez Orejuela en la que aceptan que financiaron a Ernesto Samper Pizano y que él siempre fue consciente de dicha financiación. Nada sucedió a sus espaldas, mejor dicho. Y Samper sigue tan campante y en libertad disfrutando de su pensión de expresidente de Colombia. Ponga aquí su dedo el lector antes de salir corriendo al baño.

Lo que sí es de material psicoanalítico son los silencios que recorren este capítulo. Está el silencio de César Gaviria, que según declaró Joe Toft, exdirector de la DEA en Colombia en ese momento, sabía del contenido de los narcocassettes. ¿Por qué Gaviria no actuó ante esta información? Joe Toft asegura que Gaviria sabía del financiamiento meses antes de que Pastrana le llegara con las cintas. La única explicación que ha dado el presidente Gaviria es llamar al expresidente Pastrana “un loco de atar”. ¿Por qué la inteligencia colombiana no filtró los narcocassettes después de la primera vuelta? Parece que soltarle la bomba a Pastrana dos días antes de la segunda vuelta fue el Pastrana, salve usted la patria de la Inteligencia colombiana.

Aquí vienen las preguntas por los silencios del expresidente Pastrana: ¿por qué no hizo públicos los narcocassettes? Como dice en sus Memorias, tenía a mano los medios de comunicación de su familia TV Hoy y La Prensa. El expresidente se excusa diciendo que no estaba seguro de la autenticidad de las voces en las cintas, pero ¿qué margen de duda le podía caber dada la fuente que se los estaba entregando? Para que la Dijin diera el paso de entregarle los narcocassettes tenía que estar muy segura de su autenticidad. En este momento recordé mi charla con una persona que trabajaba en la campaña del expresidente Pastrana: pesó el favoritismo que tenía Pastrana en las encuestas. Tenía razones para creer que podría ser elegido y su campaña optó por esperar a las elecciones y luego, independientemente del resultado, dar a conocer los narcocassettes, tal como sucedió.

Pero sin duda el silencio más sorprendente fue el que guardó hasta la publicación de este libro el expresidente sobre la prueba reina, la carta de los Rodríguez Orejuela. Más aún, en la forma en la que la presenta en el libro, deja un gran interrogante. Pastrana dice que fue el médico Santiago Rojas quien le entregó la carta de los hermanos. Pero la carta misma, en su segundo párrafo, dice:

En cuanto a su pregunta, le queremos contestar con la sinceridad a la cual nos es posible llegar por el momento.

¿Cuál fue la pregunta de Pastrana? Según el libro, sería la que él le hizo a Santiago Rojas sobre si los Rodríguez Orejuela iban a reaccionar ante las revelaciones del libro de Santiago Medina, pero esta no es la pregunta que responden los hermanos… ¿por qué Pastrana siendo presidente no actuó en consecuencia con la información contenida por esta carta? De nuevo me temo que entraron toda clase de consideraciones políticas antes de cumplir con la obligación jurídica y moral de denunciar de nuevo a Samper, ahora sí con la prueba reina. Los Rodríguez Orejuela no iban a perder un careo con Samper después de firmar esta carta, ¿por qué no lo hizo Pastrana?

  1. Las lecciones del Caguán y la silla vacía

A Andrés Pastrana el país le debe el justo reconocimiento por su audacia y disposición para firmar la paz con las Farc. Cuando se celebraron los diez años del fin del proceso del Caguán, un grupo de académicos elaboró un documento con algunas lecciones para acercarse a la paz. La experiencia del Caguán fue tomada como un fracaso del cual se debería de aprender. Una lectura equivocada a mi parecer, pues no destacan por ninguna parte que el proceso estaba viciado por la agenda doble que tenía las Farc. Es una lástima que en sus Memorias el expresidente Pastrana no le haya respondido el guiño que le hizo Fidel Castro con su libro La paz en Colombia, a todas luces un esfuerzo de Castro por poner en perspectiva el esfuerzo de Pastrana ante el engaño de las Farc. Obviamente Castro, diplomático consumado, no lo pone así, pero es uno de los vectores principales del libro.

En otra memoria, el expresidente nos dice que finalmente conoció la respuesta a la pregunta del millón, por qué Tirofijo no quiso asistir a la inauguración de los diálogos de paz en la zona de distensión y dejó solo a Pastrana acompañado únicamente por una silla vacía. Pero, ¿encontró realmente la respuesta?

El primer cuento de Marulanda fue que había 3 o 4 paramilitares infiltrados en el Caguán que querían asesinarlo. Esto en medio de mil guerrilleros. No se lo creyó nadie y con justa razón Pastrana se lo recriminó: “Usted no me previno para nada y yo incluso asistí con mi hijo Santiago”. El segundo cuento, la respuesta que Pastrana toma por válida, fue la que le contó Tirofijo a Tony López, delegado del Partido Comunista en la embajada de Cuba en esa época. Este es el diálogo entre López y Pastrana:

—Yo siempre he creído que hubo algo extraño, muy distinto a las excusas inverosímiles de inseguridad alegadas por Marulanda —le anoté a Tony.

—Sí, Presidente: él no fue por otras razones.

—Écheme ese cuento, Tony.

—Yo fui con mis compañeros cubanos a hablar con él, a tratar de convencerlo de que asistiera a la instalación de la mesa: “No, yo no voy”, respondía, y repetía el cuento del atentado que tenían listo los paramilitares para matarlo.

“Es imposible que alguien pueda atentar contra usted con la gigantesca fuerza guerrillera que tiene desplegada. Aquí no puede alegar lo de los paramilitares”.

“Bueno, le voy a contar por qué no voy”, accedió por fin Tirofijo.

“Cuénteme”.

“Mire, yo no voy a ir porque el presidente Pastrana es muy carismático y es un gran tipo. Si yo me subo a la tarima él me va a saludar afectuosamente frente a las cámaras de televisión de todo el mundo y eso lo van a ver todas las FARC ”.

“De eso se trata”.

“El presidente Pastrana, por su forma de ser, me va a saludar afectuosamente, muy decente, como es él y, entonces, ¿cuál cree usted que será el mensaje de Andrés Pastrana saludando así a Manuel Marulanda?”.

“Dígame cuál”.

“El mensaje es que se hizo la paz y apenas estamos comenzando los diálogos. Las FARC van a creer que Pastrana y Tirofijo ya tienen un arreglo desde el comienzo y eso a mí me perjudica”.

El embajador López le aseguró en vano que estaba profundamente equivocado.

“Compañero, los guerrilleros me van a ver saludándome afectuosamente con el presidente y van a comentar entre ellos que los traicioné desde el comienzo de los diálogos. Ese es el mensaje que van a entender los guerrilleros: ‘Tirofijo se entregó a Pastrana’, van a decir”.

A renglón seguido, el expresidente dice que vista desde la lógica de Tirofijo, esta argumentación tenía razón. Difiero del expresidente. En su libro Doctor: algunas tendencias de la cultura colombiana, del letrado al gamín y el colono, el psicoanalista José Gutiérrez desnuda el poder de la palabra en la historia social de Colombia. En un país con alta tasa de analfabetismo el que publicaba un libro era rey. De ahí que la gramática se volviera una cuestión de estatus en nuestro país. El otro lado de la moneda era la indefensión de las personas poco educadas a la hora de pedir justicia, por ejemplo. Al ser incapaces de verbalizar su caso se quedaban impotentes ante la injusticia. Recordemos que hoy, en pleno siglo XXI, aún hay mecanógrafos ganándose la vida en el centro de Bogotá redactando cartas para personas que no saben escribir o no tienen máquina de escribir siquiera, o niños de la calle que saben leer a quienes los que no saben les pagan la boleta del cine para que les lean los subtítulos de las películas.

El libro y posterior película El lector, de Bernhard Schlink, nos dio un retrato muy elaborado de esta indefensión. Luego, la película El discurso del rey nos mostró lo que podía hacer el pánico escénico ante la incapacidad para hablar bien. Otro argumento a favor de que a Tirofijo le pudo más el pánico escénico y el exceso de cancha de Pastrana para no presentarse a la mesa del Caguán lo da el mismo expresidente:

En el transcurso de mi encuentro como presidente electo con Tirofijo, él, lo mismo que yo, dio su palabra de asistir a la instalación de los diálogos de paz, aunque siempre tuvimos dudas de que cumpliera.

“Si en la instalación de la mesa va a hacer presencia, ese día yo también hago presencia, y dejamos las mesas instaladas”, me prometió Marulanda la primera vez que lo vi.

Tras múltiples deliberaciones, Víctor G. Ricardo impuso su propuesta de celebrar un acto enorme para la firma del inicio de los diálogos, pero yo pensaba lo contrario: “Lo importante es que Tirofijo y yo firmemos un papel en el que quede constancia de que acaban de comenzar los diálogos entre el gobierno colombiano y las FARC. Eso debe ser todo, nada más”.

No obstante, Víctor G. consideró que la realización de un acto solemne y concurrido para la firma sería obligante para la guerrilla, así como una postura de transparencia en nuestro proceder frente a la opinión pública. Aún así, en las vísperas del evento continuaba dándole mis razones.

—Usted debe entender que Marulanda es rudimentario, medio analfabeto y consciente de que habla muy mal para hacerlo en público. Si yo me preocupo y me pongo nervioso con la idea de presidir ese evento frente a doscientos periodistas de todos los continentes, el cuerpo diplomático y delegados de decenas de gobiernos y organizaciones del mundo entero ¿cómo será Tirofijo, un tipo que ha pasado la vida escondido en el monte?

Recuerdo cuando alguna vez alguien preguntó en una reunión si había cigarrillos. El propio Tirofijo fue a buscar una cajetilla, al regresar la puso sobre la mesa con una caja de fósforos y exclamó complacido:

—Desde que haiga Marlboro aquí no hay problema.

El diagnóstico de Pastrana es muy acertado: Marulanda era rudimentario, medio analfabeto y consciente de que hablaba muy mal para hacerlo en público. Esto bien pudo ser lo que pesó más para no presentarse a la mesa, más allá de conspiraciones o mensajes a las miembros de las Farc, una organización en la que bastaba algo como “estamos negociando, no nos hemos entregado” de su parte para que nadie pensara lo contrario.

Lo que sí es de admirar en Marulanda es que a pesar de esos vacíos de formación fue capaz de liderar a las Farc durante tanto tiempo y llegar a convertirla en un movimiento de 20.000 guerrilleros que lograron hacer sentir débil al establecimiento antes de empezar los diálogos del Caguán. Y lo que el país debe agradecerle es que respetó en todo momento la integridad del expresidente Pastrana, quien dos veces tuvo el coraje indescriptible de encontrarse a solas con Marulanda rodeado de mil guerrilleros y sin ningún tipo de escolta. Si bien las Farc empezó los diálogos del Caguán con la idea de rearmarse y pararse de la mesa con buena imagen, no llegó al límite de secuestrar al presidente de la República. Queda como ejercicio imaginarse qué hubiera sucedido en la historia de Colombia de haber sido así.

Otro dato que traen las Memorias es que la idea original de la zona de distensión fue del presidente Santos. Pero antes vale compartir una anécdota reveladora del libro de Pastrana:

Ese mismo día, después del almuerzo, el doctor Santiago Rojas, buen amigo que me acompañaba en calidad de médico personal en esa ocasión, se puso de pie y se dirigió a la cúpula de las FARC.

—Señores, les voy a hacer magia —y sacó una baraja.

—¿Magia? —preguntó el guajiro Milton de Jesús Toncel Redondo, alias “Joaquín Gómez”.

—A ver, agarre una carta, yo me volteo para no verla pero usted se la muestra a los demás para que ellos sí sepan cuál es —le contestó al guerrillero incorporándolo al juego.

—Ya —respondió Joaquín Gómez tan pronto como sacó el as de corazones.

—Muy bien, vuelva a meter la carta en la baraja sin que yo vea.

—Ya —mintió el guerrillero, pues lo que hizo fue esconderla en un bolsillo.

—Muy bien —exclamó Santiago sin haber visto la carta ni saber qué había hecho Joaquín con ella—. Ahora, voy a adivinar cuál fue la que escogió.

Escarbó la baraja y no la encontró.

—Usted no la ha puesto. Métala sin que yo vea y le adivino cuál es.

—Ya la metí —volvió a mentir Joaquín Gómez.

—¿Está seguro de que la metió aquí? —preguntó Santiago luego de revisar de nuevo la baraja, carta por carta.

—Sí, seguro que la metí.

—¡Usted la tiene guardada y no me la devolvió! —protestó el médico.

Los guerrilleros que estaban a la mesa rieron a carcajadas y se acabó el juego.

Más tarde, Santiago me buscó:

—Presidente, la mentalidad de estos tipos es la mentalidad de la trampa.

La mentalidad de la trampa y del vivo colombiano. De la misma manera que el presidente Santos nos quiso cambiar la Operación Conejo por la Operación Jaque. Siguiendo la anécdota de Rojas, el mago de Santos debe tener varias cartas guardadas ante las Farc, como las tuvo con el expresidente Uribe. Pero aparte de estas formas de negociar y vivir la vida, lo que el libro de Pastrana también nos muestra es que la decisión de las Farc de hacer el tránsito de grupo guerrillero a partido político parece tener todo el apoyo interno del Secretariado. ¿Cómo se deduce esto? Porque Marulanda, Reyes y Cano eran la línea dura de las Farc, la que se oponía a negociar fuera de Colombia o insistía en luchar hasta tomarse el poder. El círculo se cierra luego de la publicación de La paz en Colombia de Fidel Castro: no es improbable que los Castro hayan autorizado los diálogos en La Habana siempre y cuando la intención de las Farc sea real y no estén jugando a guardar cartas en el bolsillo.

Siempre me intrigó que las Farc mencionaran los pollos y gallinas que fallecieron con los ataques a las repúblicas independientes, esos bombardeos que sembraron la semilla de las Farc. En el fondo, quizás Marulanda no quería más que seguir siendo un campesino y toda la reivindicación de la necesidad de la reforma agraria por parte de las Farc no es más que hacer el valer el derecho de los campesinos colombianos a cultivar su tierra en paz, sin que los maten a ellos ni a sus animalitos. Ya sin Marulanda, las Farc puede asumir un discurso más urbano y moderno si se quiere, propugnando por la socialdemocracia como hace ahora. La gran pregunta es si el país está preparado para ello.

Quedan más temas por tratar a partir de las Memorias olvidadas y probablemente habrá que esperar a una segunda edición para que el expresidente Pastrana nos cuente por qué es tan crítico con el actual proceso de paz, que es en gran parte heredero de la experiencia del Caguán.

Gustavo Petro o la fábula de las alianzas

Estancias
Por: Daniel Ramos

20 dAmerica/Bogota Marzo dAmerica/Bogota 2014 8:23 COT

Tres monjes al morir son recibidos por Dios para mostrarle lo que han hecho para dar a conocer su palabra. El primer monje, un franciscano, se acerca primero y le dice: “Señor, he llevado mi vida con total austeridad y todo los bienes materiales que encontré los compartí con una comunidad pobre de 500 personas”. Dios lo felicita por su buen trabajo. El segundo monje, un benedictino, le dice: “Señor, he fundado varias escuelas y a través de ellas he llevado tu palabra a miles de niños y hogares”. Dios arquea las cejas en señal de admiración, “muy bien, hijo mío, muy bien”. Finalmente el tercero, un jesuita, le dice con gran satisfacción: “Señor, fui a China y convertí al Emperador en creyente. Ahora todos los chinos obedecen tu palabra”.

 

Sobra decir que el franciscano en esta fábula es Gustavo Petro y el jesuita, el procurador Ordóñez. Veamos.

I.

Las personas a las que nos gusta ser independientes tendemos a cometer el error de desconocer el valor de las alianzas. Si a nivel personal esto es un defecto, en la arena política es un error letal. De adolescente fui testigo de alianzas que se creaban a través del chisme (y de adulto también, parece ser una práctica de larga vida); asocio siempre estas uniones como la que se da entre las hienas: organizarse con el objetivo final de dar muerte a la víctima. La percepción del independiente es que si se mantiene alejado de esos grupos, no lo afectarán, y que si hay que medirse con ellos, pues será inevitable. Medir las fuerzas es vital antes de empezar tal faena. ¿Cuántos meses antes no presentía ya el alcalde Petro su destitución y sanción por parte del Procurador? Los observadores políticos vimos cómo en meses las hienas lo rodeaban y Petro no supo cómo defenderse. Seamos más precisos: cómo defenderse bien.

II.

Fueron varios los errores de cálculo que llevaron a la indefensión a Petro. Los principales se dieron en el seno de los Progresistas. Que voces respetadas como la de Daniel García-Peña abandonen el barco con declaraciones fuertes sobre el autoritarismo e intransigencia de Petro son una señal de alarma que no debió desestimar el ahora exalcalde. Ser intransigente o, en el contexto político, negado para la negociación, es un error de primíparo político que si no se corrige puede tener consecuencias catastróficas. El caso de las basuras es bastante diciente: en su empeño por romper con el oligopolio de las basuras, Petro desoyó voces neutrales, calificadas y relevantes como la de la Veedora o del mismo director del Acueducto que le advirtieron que no era la forma de hacerlo ni estaba en capacidad de asumirlo de esa manera. O voces cuestionables como la de Emilio Tapia que le advirtió de la emboscada que el oligopolio le iba a tender. La obstinación de Petro fue más fuerte y la papaya quedó servida al Procurador, que la desmenuzó fibra por fibra hasta sacarle 15 años de inhabilidad política. Por si fuera poco, Petro tendrá que verse de nuevo con exaliados suyos en el seno de Progresistas a quienes les dio la espalda mientras estaba en el poder para elegir la terna que sustituirá al alcalde encargado Pardo Rueda. ¿Será Petro capaz de negociar con ellos esta vez?

III.

Una persona como Juan Manuel Santos ¿por qué se dedica a la política? ¿por qué persistió en su empeño por ser Presidente de la República? A Santos hay que reconocerle su vocación de servicio público, si bien hay factores inconscientes que influyen bastante en esta motivación, como lo son el prestigio y reconocimiento que conlleva el cargo (“es el nieto del Presidente”, “mira, aquí está tu abuelito con el Papa, aquí con Obama y en esta con Angela Merkel, guiñándole el ojo porque fue coquetísimo toda su vida”). Uno de los aspectos que hace afrodisiaco el poder para ciertas mujeres es la exposición que el poderoso les da en esa agenda social impresionante que llevan. El poderoso les ofrece un mundo que solo está al alcance de una minoría y él sabe que esto lo vuelve atractivo. Pocos sobreviven a la pérdida del foco, que se lo pregunten al expresidente Uribe.

A Petro también hay que reconocerle su vocación de servicio, si bien después del discurso de ayer, quizás podría señalarse como una poderosa fuente de motivación el morir como un mártir, esa imagen mesiánica que tanto atrae a los caudillos. Compararse con Gaitán, Pizarro, Leal o Galán está fuera de lugar y de contexto. Para empezar, ninguno de ellos tuvo la oportunidad en el poder de Petro, y para terminar, las muertes de ellos no fueron solamente políticas. Petro se habría ahorrado todo el via crucis de haber hecho las cosas bien y no a la fuerza.

IV.

¿Peligra el proceso de paz con las Farc? En absoluto. De fracasar los diálogos, las Farc puede o no utilizar la mención de Petro como otro ejemplo de que en Colombia no hay aún garantías políticas para fuerzas alternativas. Las Farc sabe además que se está metiendo en un berenjenal al querer participar en el sistema político colombiano, que el mismo Ordóñez estará acechándola de cerca pero, al igual que Petro, cree que va a ser capaz de abrirse su propio camino solita.

La vida es muy complicada cuando se sigue pensando en bloques homogéneos de poder, en la oligarquía vs el proletariado. Probablemente la única variable que medio ordene o sirva para explicar el panorama político actual colombiano es el número de votos que cada candidato puede poner sobre la mesa. Así es como se explican parejas tan improbables como Samper y De la Calle, Uribe y Pacho Santos, Santos y Angelino y ahora, Santos y Vargas Lleras. Los programas políticos son el papel más desaprovechado de la historia colombiana: nadie sabe a ciencia cierta qué va a hacer un candidato una vez elegido, ni siquiera él mismo.

V.

La excepción a ese comportamiento típico de las palabras son de aire y van al aire que cantara el gran Willie Colón, fue la época que vivió Bogotá con las Alcaldías de Mockus y Peñalosa: ambos llegaron con visiones de ciudad que fundaron vectores de desarrollo para la sociedad. Por primera vez muchos colombianos vieron para qué sirve la política cuando cumple con su valor fundamental: buscar el bienestar de la sociedad. Todo esto se fue al garete con las tres últimas administraciones. ¿Qué probabilidades hay de que Bogotá vuelva a retomar el rumbo? El panorama no es optimista, faltan visionarios de ciudad, candidatos y –lo más utópico aún– partidos o movimientos que logren promover un proyecto de ciudad que comprometa a los electores. Veremos en las próximas semanas si aparece la esperanza para Bogotá.

Si Petro se equivocó en la gestión de las basuras durante tres infames días, su defensa contra el Procurador le ha costado meses de gestión a la ciudad y esto sí es inaceptable. Sea cual sea el leguleyismo que utilizó el presidente Santos (obedeceré las medidas cautelares –siempre y cuando se refieran a casos de personas amenazadas o en peligro de muerte), por lo menos terminó la incertidumbre generada por la destitución de Petro. Para su propio bien, el exalcalde ahora sí podrá concentrarse ciento por ciento en recuperar sus derechos políticos y reavivar su carrera política. ¿Tendrán los habitantes de Bogotá la oportunidad de elegir bien otra vez?

 

De oligopolios y otros excesos

Crónicas Utópicas > Estancias
Por: Daniel Ramos

15 dAmerica/Bogota Diciembre dAmerica/Bogota 2013 15:02 COT

Gustavo Petro en la Plaza de Bolívar

La trampa en la que cayó el alcalde mayor Gustavo Petro es un capítulo más en la historia infame del poder de los oligopolios en Colombia. De ingrata recordación es la imagen del entonces director del Grupo Santo Domingo, Augusto López, presidiendo desde la tribuna, cual emperador Augusto, la sesión del Congreso en la que se acordó establecer el impuesto de la cerveza sobre el valor de la producción y no del consumo. El ataque del que fue víctima el ministro de Hacienda en ese momento, Rudolf Hommes, fue despiadado. Su pecado fue señalar que la evasión de impuestos del sector cervecero (un eufemismo para referirse al monopolio del Grupo Santo Domingo) podría rondar el 30%. Hommes recibió una paliza mediática y en el Congreso que ningún otro funcionario público ha recibido hasta hoy en día. De pronto, como van las cosas, el alcalde Petro podría superarlo.

De manera un tanto cándida se preguntaba Luis Carlos Sarmiento si los cacaos tienen tanto poder como se les atribuye. Es tan caótica la situación colombiana que si hubiera un deus ex machina se notaría dicho poder. Pero es que la gracia del poder de los cacaos está precisamente en sustentar, sostener y fomentar ese caos.

¿Cómo lo hacen? Manteniendo el sistema político colombiano atomizado, el clásico divide y reinarás de Maquiavelo. Mientras no haya partidos políticos fuertes en Colombia, no existe la más remota posibilidad de que algún valiente funcionario público actúe (o siquiera se pronuncie) contra los oligopolios o monopolios en el país. ¿Qué puede hacer el ministro Hommes contra el Grupo Santo Domingo? ¿Obligarlo a pagar el impuesto sobre el consumo y no la producción? ¿Facilitar las condiciones para prohibir el monopolio (como se hace en la principal potencia capitalista, EUA) o promover la competencia? Lo intentó y sabemos cómo le fue.

¿O qué puede hacer el alcalde Petro contra el oligopolio de las basuras? ¿cómo le fue con el del transporte? Ya Emilio Tapia se encargó de explicar cómo se orquestó la sanción del procurador general Ordóñez contra el alcalde. Petro cometió el acto suicida para cualquier funcionario público colombiano: desafiar a los oligopolios. Sin una estructura partidista sólida que lo respalde, es un acto kamikaze. Lo peor es que a pesar de haber sido advertido por Tapia, fue a la guerra sin prepararse bien ante la trampa que lo esperaba. El oligopolio logró crear el caos de las basuras de hace un año y Petro dio papaya cometiendo varios errores administrativos.

Lo que podría marcar un giro estructural en este caso es la lucha de titanes que se avecina. Como ya lo han señalado varios constitucionalistas, dado el fuero especial del que goza el Alcalde Mayor de Bogotá, el Procurador no debió destituir directamente al alcalde Petro sino presentarle una solicitud en este sentido al Presidente de la República. Independientemente de la desproporción del fallo del Procurador, lo que es claro es que se arrogó poderes presidenciales. ¿Será sancionado por la Fiscalía General por prevaricato? El plato está servido.

De hecho, la sanción de la Fiscalía sería lo mejor que le podría suceder a Santos: así no tiene que mojarse en esta pelea Ordóñez-Petro, pues el fallo del Procurador sería improcedente. Si el fallo se sostiene jurídicamente, por ley tiene que actuar y conociendo el solipsismo del Presidente, tendrá que buscar una solución salomónica entre las partes: reconocer que hubo fallos de gestión de parte del alcalde pero que la sanción del Procurador es desproporcionada y, más aún, vulnera sus derechos como ciudadano al decretarle la muerte política. Pesa también que su ministro de Justicia ya se pronunció ante la necesidad de limitar los poderes del Procurador. Hay que añadir la presión de la Comunidad Internacional que está atenta a la sanción final, pues debe quedar la sensación de que se obró en justicia y no políticamente, es decir, que a Petro se le sanciona por una falla administrativa y no por su afiliación o pasado político. De cara al proceso de paz en La Habana es fundamental que el fallo sea sin mácula: lo contrario sería avalar la crítica de la falta de condiciones para ejercer la oposición política en Colombia.

Mientras tanto, los cacaos disfrutan del choque de gladiadores, siempre y cuando no desestabilice mucho el ambiente saludable para los negocios. Si hay algo positivo del horror y malestar que sienten los bogotanos por el Carrusel de la Contratación y uno de sus coletazos, el negociado del oligopolio de las basuras, es que esta situación debe cambiar por el bien de todos: no se puede seguir saqueando el patrimonio de la ciudad porque afecta directamente la calidad de vida de cada ciudadano.

Destituir por errores administrativos al hombre que se enfrentó al oligopolio es darle la señal a la sociedad de que lo que paga y vale en Colombia es usufructuar impunemente el patrimonio nacional. Esto solo se sabrá con el desenlace del juicio a Petro. En todo caso, como se siguen planteando las elecciones de cara al 2014, no habrá ni un solo grupo político que sea capaz de enfrentarse a los monopolios o los saqueadores del país. Así nos va.

Y casi acierta san Malaquías

Estancias > Primera plana
Por: Julián Rosero Navarrete

14 dAmerica/Bogota Marzo dAmerica/Bogota 2013 8:21 COT

Como se mencionó hace ya varios años en un artículo aquí en equinoXio, San Malaquías de Armagh fue un místico de la iglesia católica quien desarrolló la siguiente profecía: el fin del mundo acontecería en el pontificado número 112 después del suyo, ya que ocurrirían sucesos apocalípticos que lo llevarían a cabo. El alto prelado predijo que sería el denominado “Papa Negro” y que tomaría como nombre “Pedro II”. Según los seguidores de esta profecía, especialistas en teorías de la conspiración e historiadores, el Papa No. 110 de la lista de San Malaquías era nada más ni nada menos que Juan Pablo II; lo propio, Benedicto XVI el No. 111; y claramente, tras la renuncia de éste último, el mundo esperaría al supuesto “Pedro II, el romano”.

Sin embargo, a menos que la cuenta esté mal hecha, podría decirse que san Malaquías casi acierta con su profecía; no se trata de un romano y mucho menos que tomase de nombre Pedro. Pero acertó en que este fuera “negro”, ya que se trata de un sacerdote de la orden jesuita. Sin embargo, a pesar que no tomó el mencionado nombre, sí es verdad que encaminaría un nuevo legado al comenzar la sucesión de los “Francisco”. En concordancia con lo escrito esa vez en equinoXio, el nombre que tomaría este papa No. 112 tendría que estar relacionado con cambio, con un nuevo legado y es por ello que “Pedro II” sería un nombre que enunciara tal. Empero, el que haya tomado “Francisco” le dice al mundo, de una u otra manera, que llevará a cabo un nuevo comienzo. Quién sabe si el último o uno de los tantos, pero lo que sí es verdad es que se enfrenta a una institución con muchos problemas y con necesidad de reformas estructurales urgentes.

Desafortunadamente, Francisco I, a pesar de pertenecer a la Compañía de Jesús, sigue una línea conservadora respecto a temas como el aborto, el matrimonio igualitario, el pontificado femenino, entre otros asuntos que requieren de un concierto ecuménico urgente para este nuevo siglo. Ahora bien, la sencillez con la que habló para los feligreses desde aquel balcón en la Plaza de San Pedro y el no tomar autos oficiales para movilizarse tras su salida pueden ser una señal de que sus reformas, quizá no filosóficas ni teológicas, sí se podrían enfocar en asuntos administrativos y, por así decirlo, “judiciales”. Ese “Francisco”, como el misionero jesuita de antaño, denota austeridad, sencillez y contundencia, muy propia para afrontar muchas problemáticas que no dan espera.

En la actualidad, a la Iglesia Católica la atañen corrupción y malos manejos. De otra parte, las miles y miles de denuncias por parte de muchas víctimas de pederastia perpetradas por varios miembros de la Iglesia requieren no sólo de una atención particular, sino de medidas efectivas que alivien y compensen a las víctimas, junto a juzgar y castigar a quienes realizaron estos actos de barbarie contra la población civil. Estos serían los retos de Francisco I. Si él no toma cartas y posiciones serias y contundentes contra esto, posiblemente, y siguiendo el “casi acierto” de San Malaquías, podría verse venir ese fin del mundo, que para este antiguo místico sería nada más ni nada menos que la profética noche de la Iglesia Católica en el mundo…

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