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Siga y siéntese cómodo.

Muñoz Molina, el tibio

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Por: Amira Armenta

1 dAmerica/Bogota Octubre dAmerica/Bogota 2012 9:19 COT

Antonio Muñoz Molina

Antonio Muñoz Molina (Foto: © Alfaguara)

He tenido la oportunidad de conocer personalmente a algunos escritores que admiro. Debo señalar que no siempre estos encuentros han sido felices. En algunos casos han resultado incluso decepcionantes. No porque yo espere que el autor sea un tipo simpático ni mucho menos. Lo único que espero es que se parezca a sus libros. La decepción viene cuando la persona real no coincide con la imagen que me he hecho de ella a través de su obra. Lo cual, por supuesto, no es culpa del escritor en cuestión. Pero en ningún caso eso ha influido en la opinión que me haya creado previamente sobre sus libros que me seguirán gustando si ese era el caso.

 
Lo que más me impresionó de Antonio Muñoz Molina —por estos días en la ciudad de Ámsterdam invitado a pasar seis semanas como escritor residente por el Letterenfonds— es que es exactamente igual a como me lo había imaginado. Es decir, exactamente igual a como, a mi juicio, él se revela en sus libros. Casi al final de la entrevista que me concedió una mañana de septiembre, y a propósito de una frase suya en la novela La noche de los tiempos, me comentó con una sonrisa: “Ayer me dijo mi esposa una cosa que me gustó mucho. Me dijo: un escritor debe avergonzarse a veces un poco de lo que haya escrito. Avergonzarse en el sentido de que debería darle pudor haber sido demasiado franco en lo que ha escrito. Avergonzarse, no por haberlo escrito, sino por haber mostrado demasiado”.
 
Bueno, Muñoz Molina bien podría morir de vergüenza. Toda su obra es una revelación de sí mismo. Por fortuna, pues en eso radica buena parte de su fuerza y su atractivo. La fuerte carga autobiográfica de sus personajes y circunstancias es lo que hace fascinante la elaboración de uno de los temas más recurrentes de sus libros, España, la prodigiosa transformación de ese país en unas cuantas décadas. La franqueza desprejuiciada con la que el escritor describe la España rural de su niñez y su primera juventud, Úbeda, es la misma de Muñoz Molina cuando habla. Alguien a quien le gusta llamar al pan pan y al vino vino.
 
El jinete polaco (1991), otra de sus obras mayores, “trata de ese cambio de mi generación, un cambio con partes buenas y malas, que se hace rápidamente y desigualmente. Pero es un cambio. Antes de 1975 España era un país patriarcal y ahora es un país igualitario. Cuando una dictadura dura mucho las cosas tardan mucho en cambiar. Pero cambian. En España hay bastantes mujeres con posiciones de responsabilidad en cargos, hay aceptación de la homosexualidad… ”. Muñoz Molina recuerda a un chico de su pueblo, un joven hijo de inmigrantes que regresaba de vacaciones al pueblo con una novia holandesa. “Dormían los dos en el mismo cuarto sin estar casados. Esto era motivo de escándalo, pero te permitía ver que hay otro mundo posible”.
 

Desmitificación de la guerra. “Los hunos y los hotros”

“Nunca había entrado directamente en materia en asuntos políticos… como en La noche de los tiempos”. Dice Muñoz Molina a propósito de su última gran obra en la que se mete de lleno en un escenario de guerra, en el desorden sangriento que se apodera de Madrid el verano de 1936, en los comienzos de la guerra civil. “Las tragedias del pasado pueden determinar la vida de un país durante mucho tiempo”.
 
En la última década ha habido en España una gran producción de obras con el tema de la guerra civil. Muchos escritores e intelectuales se han puesto a reflexionar y a proponer interpretaciones sobre lo que pasó en la guerra. ¿A qué obedece este súbito interés por un tema que había quedado relegado en años anteriores? ¿Sigue siendo la guerra parte muy viva del imaginario público español? ¿Hay todavía mucho que decir, muchas cosas oscuras?
 
“En la década del 2000, los años de Zapatero, se puso de moda la guerra civil y se decía que nunca se habían tratado antes esos temas que ahora se estaban descubriendo. Muchos dijeron eso, que había habido en España un silencio, un silencio asustado”. Esto es algo que irrita a Muñoz Molina porque, “… no es verdad. Se habían escrito cientos de libros, lo que pasaba era que no les habían prestado atención”. No está de acuerdo con que se diga que solamente ahora comienzan los intelectuales españoles a cuestionarse la guerra. “Yo, en mi propio trabajo, desde mi primera novela he tratado ese tema, de cómo la memoria del pasado se integra en el presente y cómo el pasado actúa sobre nosotros… Cuando yo hice mi primera novela en 1986, recuerdo que recibí un reproche, ¡hombre, una novela con la guerra civil! No estaba de moda. En los años ochenta en España había que ser moderno, había que ser almodovariano”.
 
Hoy día la guerra es tema de actualidad e incluso bandera política. Algunos sectores de izquierda se han propuesto remover los escombros de la guerra, encontrar las fosas con los cuerpos para darles sepultura. ¿Dónde están los restos de García Lorca? A principio de año el Poder Judicial español suspendió al juez Baltasar Garzón de la Audiencia Nacional por investigar los crímenes del franquismo. La derecha postfranquista preferiría pasar la página pero protesta sin embargo por el retiro de las estatuas de Franco de las plazas públicas. ¿Serían estos dos sectores todavía los representantes de las llamadas dos Españas
 
“Nunca ha habido dos Españas, eso es un invento”. Este punto de vista de Muñoz Molina queda claro en La noche de los tiempos, obra en la que el autor se propuso, con éxito, desmitificar una guerra que ha sido romantizada al máximo, que ha quedado en la memoria —no sólo de los españoles sino de todo el mundo— como un evento heroico en el que la barbarie se enfrentó a la democracia. Muñoz Molina piensa que una de las funciones de la literatura, al igual que la historia, es “mostrar que las cosas no son simples, que son complejas. Que la realidad es más compleja de lo que parece. Para simplificaciones están las ideologías y los catecismos”. Los que en la década pasada comenzaron a escribir sobre la guerra “tenían además un recuerdo terriblemente sectario y simplificador, poco sofisticado políticamente, un recuerdo de reivindicación del bando republicano en la guerra civil, como si la República y la guerra civil hubieran sido una cosa de buenos y malos, una cosa simplista”. Resalta también que en España se comenzó a ver la guerra no como una desgracia —lo que había sido— convirtiéndola en una especie de épica entre un bando de heroicos y un bando de malvados. “No había dos Españas, había muchas cosas diferentes. Tampoco la guerra era inevitable”. 
 
En esta obra, Muñoz Molina nos deja ver las diferentes fuerzas que se expresaron durante la guerra civil. Lo interesante es que lo hace desde la perspectiva de un escéptico —un tibio, como llamaban entonces a gente como Ignacio Abel, el protagonista de la novela— un hombre que aunque tiene unas claras simpatías políticas, predomina en él su espíritu humanista, crítico, racional, despojado de prejuicios políticos, que condena los abusos que se cometen de lado y lado. Un hombre que no quiere tomar partido porque ha visto que la barbarie se expresa en todas las huestes. “Los hunos y los hotros”, expresión que José Bergamín le atribuye en el libro a un Miguel de Unamuno decepcionado por lo que estaba sucediendo en el país, y que Abel/Muñoz Molina no desaprobaría. Este es quizás el mayor mérito de la obra, la distancia con la que el personaje observa los acontecimientos a pesar de que él mismo, su familia, sus amigos, su amante, todos se hallan envueltos fatalmente en la historia.
 
 “Una cosa que tenían en común todas las personas que conocí de niño que habían estado en la guerra, también mi propio abuelo, era que casi todos habían ido forzados. Eso es muy importante, es algo que no se dice en los libros de historia, ni siquiera en las novelas, que la gente va a la fuerza… Mi abuelo paterno se pasó los tres años en el centro. Decía que él nunca había apuntado para matar a nadie, que ellos no le habían hecho nada”. Esto es también parte de la visión desmitificadora del autor y de su personaje el arquitecto Abel, porque el caos, la destrucción y la sangre que generan las guerras no son en ningún caso una alternativa deseable.
 

El proceso de creación: la semilla

La noche de los tiempos no resulta fascinante solamente por su temática, sino también por la manera como está construida. A medida que se va avanzando en la lectura de sus casi mil páginas tenemos la impresión de que progresamos por las formas cilíndricas de una espiral, como andar por la arquitectura interior de un caracol. Es la manera como se mueve el narrador por la cabeza de Ignacio Abel. ¿Cómo se crea una novela como ésta?
 
 “Este es un trabajo que no planeas, es algo en lo que te encuentras de pronto. La obra fue saliendo según avanzaba la escritura. Esta novela fue el resultado de una explosión inesperada. Estaba pensando hacer una cosa y de pronto surgió otra. Lo que pensaba hacer adquirió una dimensión involuntaria. Siempre lo que he escrito ha sido en parte resultado de una sorpresa, me lo he encontrado”.
 
Dice que por lo general sus obras parten de una semilla. Lo que caracteriza una semilla es que es algo muy pequeño pero con un gran potencial. “En este caso tenía una idea muy simple. Siempre me ha llamado la atención escribir sobre el desplazamiento de la gente, sobre los exilios, ya sean voluntarios o no. Esa idea me vino del tiempo que trabajé en una pequeña universidad en los Estados Unidos, un día viajando por la orilla del río Hudson. El tren salía de Nueva York. Iba solo. Me llevaron a una casa de invitados. Entonces empecé a pensar en un cuento que fuera la historia de alguien que viene de un mundo conflictivo y que llega a ese lugar. El profesor que me había invitado a esa universidad era un exiliado rumano. En esa universidad está enterrada Hannah Arendt. Me enseñaron unos pabellones muy interesantes construidos entre bosques con una arquitectura de los años treinta hechos por un arquitecto alemán que había venido de Europa. Entonces empecé a escribir una historia sobre un exiliado yugoeslavo que llega allí en los años después de la guerra. Ese escritor habla una lengua que sólo habla el profesor que lo ha invitado. Pero todo esto es visto desde el tren en que viaja… Después pensé que podía ser un profesor español en la época de la guerra civil, y pensé en la historia del poeta Pedro Salinas, que se había enamorado en Madrid de una estudiante americana que había ido a Madrid a hacer su tesis y a quien había dedicado sus poemas más importantes. Esto me llevó a la historia real de Salinas, a la historia de su familia, la de su esposa que cuando se entera intenta suicidarse tirándose a un río”.
 
Así empezó a crecer la obra. A partir de los dos personajes centrales, luego el tren, luego la esposa que empieza siendo una sombra y que va tomando presencia. “Adela, la esposa, inicialmente era un personaje secundario, pero el arte de la novela es ver la historia desde el punto de vista de cada persona, no hay personajes secundarios, todos son protagonistas”.
 
El otro personaje clave es el profesor Rossman, un judío alemán, que nos transporta constantemente al tema de la arbitrariedad e irracionalidad de la guerra. “Rossman está basado físicamente en un señor que yo conocí en Nueva York que había huido de Rumania a los doce años. Era un gran hispanista. A sus 79 años seguía soñando con la Gestapo. Eso me pareció terrible”. En el libro, Rossman, exiliado en Madrid huyendo del horror de los nazi, se ve ahora confrontado al horror de una guerra que lo percibe, en tanto que alemán, como alguien sospechoso. La víctima del nazismo termina por pura confusión siendo víctima de los republicanos españoles. “Mi editora americana es una señora de origen yugoeslavo, serbia que vivía en un pueblo de mayoría croata. Un día llegaron los vecinos y se llevaron a su padre y hermano y los mataron”. Para Muñoz Molina nada justifica la violencia. Y se pregunta, “¿hasta qué grado de parentesco estarías dispuesto a justificar la violencia, un sobrino, un hijo? ¿Dónde paramos?”.
 
Seis semanas ha estado Muñoz Molina en Ámsterdam en un mini exilio de su casa de Madrid. En una entrada de agosto en su bitácora personal habla sobre este viaje y la pena que en el fondo le causa dejar Madrid este verano, irse de casa, “dejar mi cuarto, mis papeles, mis libros y mi música”, a pesar del entusiasmo que le suscita también la novedad de un sitio por descubrir. Si nos guiamos por sus Cuadernos de Ámsterdam  —las páginas breves de un diario que fue surgiendo a partir de imágenes concretas, una persona en la calle, un parque, una plaza— su entusiasmo sólo se acrecentó con el descubrimiento paulatino, día a día, de la ciudad. “Gracias a la bicicleta llego tan lejos algunas mañanas que se me acaba la ciudad”, dice en otra entrada.

Quién sabe qué cosas se le habrán pasado ahora por la mente a este hombre del sur recorriendo una ciudad del norte en el comienzo de otoño lluvioso. Qué paisajes urbanos, qué gentes vistas desde su deambular en bicicleta, qué fantasía recreada a partir de un Vermeer del Rijksmuseum serán ya la semilla de una historia que comienza a germinar en su cabeza.

 

Amira Armenta es historiadora y trabaja con una ONG internacional en temas de políticas de drogas. Cuando tiene tiempo, escribe sobre libros y cine. Es autora del libro Een nieuwe tong (Una lengua nueva).

En tierra de ciegos, España es rey

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Por: Marsares

9 dAmerica/Bogota Julio dAmerica/Bogota 2010 14:40 COT

En estos momentos de euforia, donde los superlativos están a la orden del día, con el pulpo Paul incluido, decir que España apenas le pudo ganar con lo justo a un joven equipo alemán en trance de formación, con escaso roce internacional, de suyo constituye un sacrilegio.

Pero la realidad es esa. España fue un estupendo equipo que llegó al cenit en la Eurocopa de 2008 y compitió dos años después en un mundial que se recordará por lo discreto de su fútbol, el fracaso de las estrellas, la eliminación de los grandes, y una final inédita entre dos países que no han ganado copas mundiales.
 
La España de 2008 habría ganado con holgura este certamen. La de 2010, ya en declive, ha pasado raspando, con muchas dificultades. Chispazos de sus estrellas, errores de los adversarios, regalos arbitrales, entusiasmo desbordante, pero poco fútbol, como la mayoría de las selecciones.
 
Por fortuna, un certamen que se niveló por lo bajo, es una oportunidad de oro para que España gane la competición. Los ibéricos no van a tener otro oportunidad porque se acerca el necesario proceso de renovación que verá sus nuevos frutos dentro de una generación o un poco más. Pero hoy vive su momento de gloria y la acompañamos en su difícil trance ante un Holanda, también lejano de su pasado brillante, que ha mostrado ser peligroso e incisivo.
 
El partido no fue el gran encuentro que se recordará por los siglos de los siglos. España hizo lo suyo. Le puso entusiasmo, volvió a los toques sin fin, de nuevo mostró su incapacidad para definir, aunque parte de la culpa se le debe a la eficaz zaga alemana. Por fortuna, un laboratorio con pelota quieta, convierte en héroe a Puyol y a España en finalista.
 
Alemania, por su lado, cambió su táctica y entregó el medio campo, permitiendo la avalancha española, sin razón de ser. Es cierto, los españoles tomaron la iniciativa desde el principio, pero no era sino una avalancha desordenada cuyos ataques morían en el último cuarto de cancha, sin doliente alguno.
 
¿España es el mejor equipo del Mundial como lo pregonó Löw? Más parece una disculpa por haber perdido, que una realidad. Un estudiante que se gradúa raspando las materias, no es sinónimo de grandeza. Es el mejor porque llegó a estas instancias, pero no por su fútbol, desordenado e ineficaz.
 
Equipos con menores pergaminos lo tuvieron al borde de la eliminación. México lo sobrepasó hasta el regalo arbitral. Paraguay le arrebató el medio campo y sólo los propios errores y no los aciertos de España ocasionaron su derrota. Tuvo, sí, una gran dosis de buena suerte, la del campeón, para llegar a donde está, empezando por la mediocridad del certamen.
 
Y encima, Alemania se aparece al partido con la cautela del perdedor. ¿Excesivo temor al individualista Villa? ¿A las ideas de Xavi? ¿A la férrea defensa de Puyol y Piqué? ¿A la imbatibilidad de Casillas? Tal vez todo eso y la excesiva confianza. Löw se merece la responsabilidad y a nadie engaña su disfraz encumbrando al oponente.
 
Aparte, Del Bosque leyó bien el partido y por fin sentó en el banco al “Niño” Torres y puso en el campo a Pedro, grata revelación de la liga española. Mayor movilidad en el ataque que con el desperdicio de siempre, por lo menos tuvo sujetos a los alemanes, empeñados en defenderse.
 
Para completar el reemplazo de Müller no tuvo el brillo esperado. Trochowski pasó inadvertido, al tiempo que el hombre de las ideas. Özil, también hizo mutis en el foro por falta de acompañamiento, igual que el propio Klose, solitario en la punta, desconectado del equipo y Podolski, abajo, limitado a defender el rancho, lo mismo que Schwinsteiger.
 
Holanda y España aprovecharon el río revuelto. Una Francia rota por dentro, una Argentina con un entrenador inepto, un Brasil espartano al que le caparon su magia, una Italia desmantelada, una Inglaterra pasada de años y una Alemania en trance de renovación. En tierra de ciegos…
 
– – –
 
Encuentro de semifinales del Mundial de Sudáfrica 2010, disputado en el estadio Moses Mabhida de Durban, ante 60.960 espectadores.
 
Alemania
 
Neuer; Lahm, Mertesacker, Friedrich, Jerome Boateng (Jansen, m.52); Khedira (Mario Gómez, m.81), Schweinsteiger, Trochowski (Kroos, m.62), Özil; Podolski y Klose.

España

 
Iker Casillas; Sergio Ramos, Puyol, Piqué, Capdevila; Busquets, Xabi Alonso (Marchena, m.93+), Xavi, Iniesta, Pedro (Silva, m.85); y Villa (Fernando Torres, m.81).

Gol: Puyol (m.73) .


Árbitro: Viktor Kassai (HUN). No mostró cartulina alguna.

Paraguay, los verracos del Mundial

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Por: Marsares

4 dAmerica/Bogota Julio dAmerica/Bogota 2010 16:12 COT

Cuando el árbitro pitó el fin del partido contra España, mi hijo menor se volteó y me miró como si regresara de un sueño. Suspiró y me dijo: “Qué verracos”. En la pantalla se veían los rostros agotados de los paraguayos, entre los que se destacaba el de Haedo Valdez, levantando los brazos ante sus hinchas, respondiendo a los aplausos de propios y extraños que premiaban su entrega en la cancha.

No es usual que a un derrotado se le despida con palmas, quizás porque los albirrojos murieron para la Copa de Sudáfrica con las botas puestas. En sus gestos había dolor, es cierto, pero también fulguraba el orgullo de haber luchado hasta el último segundo contra una selección de muchos pergaminos que llegó con aureola de campeón a la cita mundialista.
 
Si, son unos verracos”, atiné a responder con esa expresión tan nuestra para reconocer a los valientes y comencé a recordar un partido que preveíamos desigual, pero que, con el correr de los minutos no sólo se reveló parejo, sino atrevido por los paraguayos que sin perder el respeto por el rival, creyeron en sus propias cualidades y salieron a ganarse el tiquete para la semifinal, contradiciendo apuestas y predicciones, en lo que son expertos desde hace mucho.
 
Llama la atención que en un continente donde se privilegia el manejo del balón a ras de piso, los pases cortos, la fantasía, la gambeta, el taquito, todo lo que encanta a la retina y desconcierta al adversario por lo impredecible de la jugada, haya un estilo que pone énfasis en la fortaleza física, la velocidad y el juego aéreo, con apuesta de ganador.
 
Los paraguayos no tienen el quiebre de cintura, los pasos de baile en apenas un metro cuadrado para quitarse a un rival, la creatividad de fabricar una jugada impensada en tan solo un segundo, ni la rara habilidad de llevarse en los pies, pegada en el empeine, la pelota que luego inflará la red contraria. No parecen latinoamericanos quizás porque después del exterminio les tocó inventarse un nuevo país.
 
Pero son tan nuestros como el que más, no tan alegres como los caribeños que con un bongó se sacudieron la tristeza de milenios, ni tan pródigos como los que heredaron la fertilidad inagotable de la tierra, ni tan astutos como los que recrearon el mundo colonizando montañas y planicies, verdaderos fabricantes de sueños. Son esforzados y discretos en sus sentimientos porque no les ha quedado tiempo para descansar y dar rienda suelta a sus emociones, igual que nuestros ancestros indígenas.
 
Como en el pasado, España lo vivió en este partido. Ya se había pronosticado, Paraguay no iba a ser presa fácil porque no regala nada y por eso estrecharon el campo, lo pelearon con fiereza, plantando murallas, amarrando al contrario, buscando con paciencia el corredor que les diera la oportunidad de dar el golpe de gracia a una España desconcertada, incapaz de hilvanar tres pases seguidos.
 
Los paraguayos salieron a jugarse la vida y por eso en los primeros minutos le avisaron a Casillas que se cuidara y a falta de manejo del balón, lo guerrearon con fuerza, con ardor, con encime, multiplicando el esfuerzo, a la par, sin soltar al adversario, hasta recuperarlo o enviarlo fuera de la cancha.
 
Desbordes mortales por derecha, penetración con fuerza por el centro, y un gol anulado por fuera de juego, que hubiera sido un premio justo para Haedo que al igual que batallaba arriba y por las bandas con sus marcadores, lo hacía abajo desarmando contrarios, obstaculizando avances, rompiendo ideas, arruinando tácticas.
 
Un partido que Paraguay estuvo a punto de ganar a puro corazón, pero que no lo hizo porque le faltó definición, mal de muchos años y que en este partido se evidenció. Incluso, el penalti que falló Cardozo, o el remate de Roque Santa Cruz en el último minuto. Ganó España porque aprovechó un espacio huérfano, con postes de por medio, trayectorias erráticas, balonazos desesperados, que en un segundo eterno, de lado a lado de la portería, sentenció el encuentro.
 
Ya se ha dicho todo, se han analizado con lupa las jugadas, los dos penaltis cobrados y errados, los que no se pitaron, la descomposición de España, la disciplina táctica ideada por el Tata Martino, las llegadas y sus frustraciones, y el equilibrio de dos fuerzas que merecían el empate si lo permitiera el reglamento y, por supuesto, la garra paraguaya frente a la tozudez española.
 
Basta con recordar un antiguo proverbio de la India: “Sólo lo que no se da, se pierde” para resaltar que la selección de Paraguay nada perdió en el Estadio Ellis Park de Johannesburgo porque lo dio todo en la cancha, representando con entereza nuestra región, nuestra esencia de latinoamericanos. Sobradas razones para merecer nuestro aplauso, nuestra reconocimiento y nuestro cariño.
 
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Partido de cuartos de final del Mundial de Sudáfrica 2010 disputado en el estadio Ellis Park de Johannesburgo ante unos 55.000 espectadores
 
Paraguay
 
Justo Villar; Verón, Alcaraz, Da Silva, Morel; Barreto (Vera, m.64), Riveros, Víctor Cáceres (Barrios, m.84), Santana; Valdez (Santa Cruz, m.72) y Cardozo.
 
España
 
Iker Casillas; Sergio Ramos, Piqué, Puyol (Marchena, m.84), Capdevila, Busquets, Xabi Alonso (Pedro, m.75), Iniesta, Xavi, Villa y Fernando Torres (Cesc, m.56).
 
GolVilla  (m 83): .
    
Árbitro: Carlos Batres (GUA). Amonestó a Piqué (m.58), Cáceres (m.59), Alcaraz (m.59), Busquets (m.63), Morel (m.71) y Santana (m.87)
 
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Persiste el conflicto en las Malvinas

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Por: Rommel Cabrera Sosa

24 dAmerica/Bogota Marzo dAmerica/Bogota 2010 23:27 COT

De paso por Caucasia (Antioquia), me encontré con la vereda Las Malvinas. Esta vereda se encuentra ubicada en la Troncal de la Paz, pasando el Puente Carlos Lleras Restrepo. a 4 km de la cabecera municipal de Caucasia y que comunica esta población con los municipios de Zaragoza y el Bagre.

Caucasia

La primera impresión cuando me bajé del bus en el que me transportaba fue la casa semidestruida por acción de una granada que recientemente se había lanzado a los habitantes de esta vivienda.

[sigue…]

El Reichstag colombiano (2006-2010)

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Por: Julián Rosero Navarrete

11 dAmerica/Bogota Mayo dAmerica/Bogota 2009 12:17 COT

A veces da la impresión que la excesiva exposición masiva de propaganda oficialista eclipsa la definición castiza de democracia. Como se había señalado en un artículo anterior, el hecho que en ciertas zonas del país haya la libertad de votar no quiere decir que se esté viviendo en una democracia. La democracia per se es el gobierno del pueblo para el pueblo, en donde el juicio y participación de los ciudadanos son el trampolín que llevan al desarrollo de cualquier nación. Es decir que no siempre la representación aboga por los intereses nacionales.

Los principales proyectos de la actual administración, como el andamiaje de la Política de Defensa y Seguridad Democrática, la reelección presidencial, la perpetuación del Sistema General de Participaciones, entre otros, fueron impulsados y tramitados con ayuda de votos que hoy se encuentran en las principales cárceles del país o, en su defecto, investigados por los delitos que ya el público conoce. Es decir, el tránsito de esas iniciativas de naturaleza legislativa, por ser en parte impulsadas por legisladores que fueron elegidos con ayuda de grupos al margen de la ley, es totalmente ilegítimo… una cosa es la representación popular, en cabeza de sus parlamentarios independientemente de la cámara a la que pertenezcan, y otra cosa son parlamentarios elegidos por votos coercitivos, es decir, por ciudadanos que votaban con un rifle apuntándoles a la cabeza. En el mejor de los casos, elegidos con votos obtenidos con “platica” de los dueños de tales rifles…

Teniendo en cuenta lo anterior, el hecho que el actual Congreso de la República haya sido elegido por sufragio, como lo establece la Constitución y las leyes, no quiere decir que se esté haciendo democracia. Menos cuando los legisladores que conforman la coalición ni siquiera discuten los proyectos que vienen del ejecutivo y sólo se limitan a votarlos; como se dice en la jerga legislativa, “pasarlos a pupitrazo limpio”. Este escenario hace recordar cierto parlamento del año 1933, cuyas mayorías fueron elegidas por una intensa campaña de intimidación y permitieron que, el jefe de Estado, el Reichskanzler, le despojara a la corporación sus facultades legislativas llevando a que él pudiera concentrar el poder. El actual Congreso de la República, desafortunadamente, tiene esa característica: se parece a ese Reichstag, el cual no se encargaba del control político y de la defensa de la concepción misma de democracia afincada en la división de poderes y la institucionalidad, sino de parecer una especie de tribuna llena de “porristas” vitoreando todas las iniciativas del régimen.

La oposición en Colombia, al igual que en ese Reichstag, fue aplastada desconsideradamente. La propaganda se encargó de reducirlos a ser antítesis de la paz, a ocultar la buena administración y sólo resaltó abruptamente sus desaciertos. Los pocos focos de oposición que aún quedan para limitar el poder y desligar los procesos políticos del peor de los autoritarismos, tambalean por no recibir apoyos del gobierno central. El esquema administrativo de carácter centralista, en cabeza de un dictador, acaba con cualquier movimiento que se le oponga.

Ahora, el Congreso tramita un referendo, acción autoritaria disfrazada de democracia por las cerca de 4 millones de firmas que lo apoyan, en donde pretenden perpetuar en el poder a un dictador, que en su tercer periodo concentrará los tres poderes públicos en aras de mantener sus políticas agroindustriales y de seguridad, las cuales, como se ha demostrado hasta la saciedad, ha defendido los intereses de las mismas “20 familias”. La oposición no tiene la más mínima posibilidad de atajar este aplastador movimiento parlamentario, que tiene la totalidad de los votos necesarios para pasar la iniciativa.

Lo que la excesiva propaganda oficialista ha eclipsado a esos 4 millones de ciudadanos es que “la popularidad no significa democracia”. Pinochet era popular, Stalin también lo fue y ni hablar del Führer en la década de 1930. ¿El hecho de ser populares hace de sus administraciones ejemplos de democracia? ¿El hecho de tener a sus pies un Parlamento elegido por voto que vitorean intereses particulares hace de sus sistemas monumentos del gobierno popular? La verdad, es punto que todo colombiano se debe cuestionar, antes de sostener lo que muchos “demócratas de bolsillo” salen a decir en los escenarios internacionales: “Colombia es la democracia más estable de América Latina”.

Primero de mayo pasado por agua, piedra… y gases

Estancias > Salón comunal
Por: Marsares

3 dAmerica/Bogota Mayo dAmerica/Bogota 2009 1:32 COT

Tanquetas
Fotos: Marsares

El desfile en Bogotá no presagiaba nada distinto a lo mismo de otros años. Más pancartas que gente, los mismos dinosaurios, las mismas quejas, la misma desaprobación a Uribe. Los mismos discursos cansados, repetidos, obsoletos, el mismo recorrido, el mismo escenario y las mismas consignas.

[sigue…]

Colombia está en mora de poner orden a los cultos religiosos

Estancias > Salón comunal
Por: Julián Rosero Navarrete

23 dAmerica/Bogota Abril dAmerica/Bogota 2009 13:59 COT

El segundo inciso del artículo 3 de la ley 133 de 1994 señala: “todas las confesiones e iglesias son igualmente libres ante la ley”, asunto que da comienzo a un Estado abierto sin someterse a los designios de ninguna religión en particular. No obstante, tras la promulgación de la ley en mención, no quedó claro un reglamento o estatuto que establezca derechos y deberes en asuntos de educación, espacios públicos, naturaleza económica de la actividad y requisitos específicos de operación. Pese a que se relegó en parte a las autoridades municipales y distritales, resulta necesario establecer parámetros a lo largo de la nación para que la “operación” de las confesiones o iglesias no vayan en contravía de los intereses del colectivo.

[sigue…]

El Procurador en su laberinto

Estancias > Salón comunal
Por: Marsares

4 dAmerica/Bogota Abril dAmerica/Bogota 2009 13:32 COT

Luego de absolver disciplinariamente al ministro Diego Palacio, al embajador Sabas Pretelt y a otros tres implicados, el Procurador Alejandro Ordóñez no objetó que su delegado ante la Corte Suprema pidiera la condena de Teodolindo Avendaño en el proceso que se le sigue por cohecho. El país se asombra. ¿Cómo es posible que se pueda sancionar al que recibió las prebendas y se absuelva a los que se las otorgaron?

Varias precisiones:

Los procesos disciplinarios investigan y sancionan faltas disciplinarias y no delitos. Se examina en ellos si el funcionario faltó a los deberes que el cargo le impone. Puede suceder que cometa una falta y ésta no constituya un delito, como por ejemplo, en el caso de los guardianes de las cárceles, contraer deudas o efectuar negocios con familiares de los reclusos. Otra caso puede ser el de quien ejerce el cargo pese a estar suspendido, o quien efectúa nombramientos desobedeciendo el congelamiento de la nómina por directiva presidencial.

También puede darse el caso de que un funcionario cometa un delito que no constituya falta disciplinaria como matar al amante de la esposa, causar daños al medio ambiente en un terreno de su propiedad, o injuriar al vecino por problemas particulares. La razón es que no cometió las conductas en razón de su cargo.

Sin embargo, hay conductas que caben tanto en el campo disciplinario como en el penal y éste es el caso del cohecho. Ofrecer prebendas a cambio de actuaciones que favorezcan sus intereses, o los de un tercero, hace que el funcionario incurra en una falta gravísima, cuya sanción es la destitución e inhabilidad general para ejercer cargos públicos, aparte del proceso penal que deberá seguírsele.

El cohecho, como bien se sabe, es un delito de doble vía, es decir, para que se estructure se necesita que haya un funcionario que ofrezca y otro que acepte. Si yo ofrezco pero el otro no acepta, no hay cohecho, como tampoco si yo tuerzo mi decisión sin que haya habido ofrecimiento de por medio. Se cometen otros delitos, pero no el de cohecho.

En el caso de Teodolindo Avendaño, representante a la Cámara, cuyo voto era crucial en la Comisión Primera para decidir la suerte de la reelección presidencial, el procurador delegado ante la Corte Suprema, Jorge Alberto González Vásquez, tiene un concepto muy claro sobre su responsabilidad penal. Según sus palabras, Teodolindo “fue el eslabón de una acción criminal” que no es otra que una conspiración para torcer la voluntad del legislador a favor del presidente de la república, hecho notorio dada su apabullante popularidad en las encuestas sobre intención de voto.

Esto quiere decir que tanto Teodolindo como Yidis Medina no actuaron solos. En palabras de González, “Yidis se retracta de su propuesta de archivo y Teodolindo no vota, omitiendo los deberes de su cargo, por haber recibido promesa remuneratoria”, que se concreta para el procurador González en más de 200 millones de pesos, producto de la venta de la Notaría 67, calificando este monto como “el precio del delito”.

En otros términos, González le da pleno valor a la versión de Yidis Medina, contradiciendo a su jefe, el Procurador General, quien, al absolver a los cinco funcionarios del gobierno, desechó las declaraciones de Medina por contradictorias.

¿Y los cohechadores?

Infortunadamente González no podía pronunciarse sobre ellos, como tampoco la Corte Suprema de Justicia, por falta de competencia. Le corresponde a la fiscalía realizar esta tarea y si se tiene en cuenta no sólo las declaraciones de la propia Medina, sino también el aumento de sus patrimonios y las crónicas periodísticas de la época que relataron el encuentro de Palacio, Pretelt y los demás con los parlamentarios Teodolindo y Yidis, cambiando su voto la una y dejando de asistir a la votación el otro, la posibilidad de una acusación en su contra se fortalece en grado sumo.

¿Y el proceso disciplinario?

Ordóñez ya no se muestra tan radical como al comienzo cuando desechó el proyecto de fallo sancionatorio que le dejó su antecesor, Edgardo Maya. Dice que el caso no está cerrado puesto que hay pedidos de reposición de la providencia. De igual forma señala que sólo puede fallar sobre lo que hay en la investigación y que allí no aparecen pruebas sobre la supuesta "venta" de la Notaría 67.Es cierto que sólo se puede fallar sobre lo que se encuentra en la investigación, pero hay muchos y variados elementos de prueba que tuvo en cuenta su antecesor para el proyecto de fallo condenatorio y que Ordóñez desechó.

Aunque en principio se descarta que la revoque, la contundencia de las pruebas incriminatorias es de tal magnitud que bastaría para que la Sala Plena de la Corte Suprema le abriera un proceso disciplinario, y dado que es una falta gravísima por haber cometido un delito (prevaricato) en razón de su cargo, podría ser destituido.

Conociendo a la actual Corte Suprema, la situación se le torna complicada al Procurador Ordóñez, metido a estas alturas en camisa de once varas. Si revoca, su credibilidad queda seriamente cuestionada y de paso se resiente gravemente la legitimidad del gobierno. Si confirma el fallo absolutorio, su destitución lo arrojaría al ostracismo jurídico y político, aparte del proceso penal consiguiente.

El Procurador necesita su Ariadna para salir del laberinto en que se encuentra. ¿Alguien se le mide?

Colombia es pasión

Estancias > Salón comunal
Por: Marsares

31 dAmerica/Bogota Marzo dAmerica/Bogota 2009 23:00 COT

Mientras una encuesta reciente muestra que los colombianos nos creemos el ombligo del mundo, éste sigue su marcha sin darse por aludido. ¿A quién le importa que, por ejemplo, Noemí Sanín se haya devuelto a su cómoda embajada, declarándose “decepcionada”, luego de comprobar que sin el guiño de Uribe su linda figura apenas clasifica para entrevistas nostálgicas? Noemí es como la Amparo Grisales de la política. Es la diva, pero, aparte de la constancia histórica, la juventud manda. Hoy la moda es parecerse a Uribe, con estatura homeopática y gafas incluidas. Noemí, por fortuna, tiene el consuelo de exclamar, al estilo de la Grisales: “no seré feliz pero tengo embajada”.

[sigue…]

El cambio radical de Germán Vargas Lleras

Estancias > Salón comunal
Por: Marsares

19 dAmerica/Bogota Marzo dAmerica/Bogota 2009 16:26 COT

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La declaración de Germán Vargas Lleras de que “Cambio Radical no será un obstáculo en la aprobación” del referendo sigue causando revuelo en el mundo político, sobre todo porque el apoyo es incondicional, es decir, se accedió a aprobar el proyecto en su tránsito por el Senado “sin condiciones”. En otras palabras, apoyarán el cambio de pregunta (“haya ejercido” por “haya sido elegido”) que le abrirá las puertas al presidente Uribe para su segunda reelección en el 2010.

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