Glorias del cine nacional
Columnas > Cómic en serioPor Doctor Comic
mircoles 4 de abril de 2012 23:28 COT
Antes de comenzar este pequeño tour por la filmografía cruel y nefanda de este (más) cruel y nefando país, quiero dejar el enlace del segundo capítulo de esta demencia televisiva llamada “Cómic en serio” (que se resiste a aparecer como “en serie”), pero bueno, eso también ratifica el por qué este país es lo que es:
Ahora sí, entrando en materia tenía pendiente hace años la revisión al cine nacional, que ha dejado en nosotros esa mácula de atraso y mediocridad de la que dudo mucho logremos salir algún día. Claro que no todo es malo, pero lo que es bueno se cuenta con los dedos de la mano y eso es lo grave. Lo bueno ha resultado ser hecho con las uñas y sin apoyo de ninguna empresa, y para remate eso poco que sale de buen cine nacional es mirado con desprecio por quienes manejan la batuta de la farándula nacional.
Por todo eso haré esta revisión como una especie de protesta abierta ante la ceguera y mentecatería de quienes podrían apoyar el buen cine pero prefieren seguir inflando el ego de directores mamarrachos y farsantes (un saludo a Simón Brand, Dago García y al futuro germen Mateo Stivel, les deseo con todo cariño que los engulla un marrano).
Primera parte: cine nacional (años sesenta, setenta y ochenta)
Esta primera revisión es facilísima, tan solo se debe decir que toda película de esta época que llevara adelante el nombre de FOCINE (Compañía de Fomento Cinematográfico), o “producida por Francisco Norden”, o “dirigida por Jairo Pinilla” o “dirigida por Camila Loboguerrero” era ya un bodrio certificado.
Esa franja de nada menos que treinta años no dejará nada, repito, NADA que rescatar: producciones cutres, de sonido terrible, de ridículas y catastróficas actuaciones, plagadas de perversa composición y guiones absurdos, que viene a ubicarnos como almas gemelas de nuestros amigos mexicanos, quienes (exceptuando la filmografía de Cantinflas) llevaron un proceso idénticamente puerco… la diferencia es que ellos llegaron a los noventa y comenzaron a salir del atolladero… nosotros nos asomamos a tomar bocanadas de aire y volvemos a hundirnos.
Si pudiera establecer un parangón entre el cine patrocinado por esa cueva burocrática llamada FOCINE, lo encontraría en cierta productora gringa llamada TROMA, especializada en lo que se conoce como la “serie B”; es decir, películas de muy bajo presupuesto, con actores improvisados e historias traídas de los cabellos…
Leyendo esto me doy cuenta de que incluso en la actualidad estas características se sienten terriblemente cercanas a la definición de nuestro cine.
En fin, FOCINE marcó con un hierro candente la nalga del cine nacional y lo convirtió en ganado vacuno listico para el matadero. No hay tan siquiera una película que uno pueda rescatar como medianamente profunda o bien construida… a pesar de ello, si usted, caro lector, se asoma a la literatura acerca del cine nacional se encontrará con que estos huesos infames han pasado a convertirse por arte de magia en “joyas del cine nacional”, un intento continuado para meternos el cuento de que estos atentados visuales eran profundos y reflexivos.
Cada vez que me asomo a estos libros de “expertos cinéfilos colombianos” me asaltan feroces accesos de risa y termino pegado a ellos como si estuvieran escritos por Alfredo Iriarte, Klim, Daniel Samper Pizano o Fernando Vallejo; es decir, escritos de la más profunda mamagallística. No creo que alguien pueda sostener que películas tales como A la salida nos vemos, Carne de tu carne, Visa USA, Esposos en vacaciones o El taxista millonario sean joyas cinematográficas sin esbozar al menos una leve sonrisa cínica.
En resumen, las bases de nuestra cinematografía están construidas a punta de madera podrida, agorgojada y de baja calidad. Entonces ¿qué puede esperarse de lo que se edifique sobre esta birria de cimientos? Eso lo iremos viendo en las próximas entregas de esta disección radical que me he propuesto hacer, a sabiendas de los gritos destemplados de más de un defensor a ultranza de causas perdidas (que sobran demasiado y, por ende, nunca faltan).
Lea la segunda parte y la tercera parte.
viernes 6 de abril de 2012, 15:01 COT
En The DArk Knigh quriero verme a la gatubela y espero no decepcionarme.
Celebro su análisis sobre el cine nacional donde no he encontrado ninguna buena pelicula.
B
viernes 6 de abril de 2012, 15:01 COT
En The DArk Knigh quriero verme a la gatubela y espero no decepcionarme.
Celebro su análisis sobre el cine nacional donde no he encontrado ninguna buena pelicula.
Buen espacio.
viernes 13 de abril de 2012, 13:14 COT
[…] de su servidor, bienvenidos queridos (¿o masoquistas?) lectores a una nueva entrega de esta brutal y descarnada disección que me he propuesto hacer acerca del cine colombiano. No es algo muy profundo, no pretendo tampoco […]