Glorias del cine nacional (4ta. parte)
Columnas > Cómic en serioPor Doctor Comic
mircoles 2 de mayo de 2012 20:34 COT
Gracias a los comentarios de algunos fieles lectores surgió la idea de hacer una especie de añadido a manera de colofón en esta revisión al tristemente célebre cine colombiano. De entrada habrá que decir que este sea quizás el único capítulo de la dramática historia en el que se toquen puntos esperanzadores… pero no olviden que dije QUIZÁS, que eso quede claro.
¡Pero antes, un capítulo más de la locura televisiva del suscrito!:
Y ahora sí, entremos en materia con esta pequeña adición a la que he dado en llamar:
Neorrealismo italiano (a la colombiana)
Como sabrán aquellos fanáticos del buen cine, existió hace muchos años un estilo de hacer cine desprendido del mercado y que debía su estética y capacidad actoral al cotidiano, al ambiente real. Nacido en Italia con la película Ladrón de bicicletas, el neorrealismo italiano trajo algo de empuje al creador promedio que no contaba ni con la astucia ni los recursos para sacar adelante sus ideas.
De esta escuela vimos gestarse en nuestro país desde finales de los ochenta a un verdadero baluarte en cuanto a independencia y recursividad fílmica. Me refiero a Víctor Gaviria, artista por demás que logró la casi imposible tarea de convertir en verdadero talento actoral al joven común de las barriadas. Es notable el legado de Gaviria al cine (mejor lo recalco, VÍCTOR GAVIRIA, no vaya y se aparezca la sabandija de Simón Gaviria a querer robarse también dichos créditos).
El estilo y la estética de Víctor Gaviria han sido muy constantes, al margen de la ¿industria? y fiel a una forma de ver la realidad nacional. Desde Rodrigo D, no futuro hasta La vendedora de rosas y Sumas y restas, Gaviria (Víctor) siempre nos ha dado la dosis de cachetada de realidad, misma que los medios se empeñan inútilmente en maquillar a cualquier precio.
Es inevitable para mi denunciar que su estilo ha tenido viles copias que, como he dicho están disfrazadas y adornadas para desvirtuar la cruda realidad, basuras tales como Es mejor ser rico que pobre o Como el gato y el ratón, propuestas inmundas, plays y bizcas que tratan de socavar la mente del espectador y mostrarnos mundos imposibles, ridículos, insensatos y positivistas.
Gaviria (insisto, VÍCTOR) apela al recurso real, descarnado, verídico y que trasciende el drama del celuloide para traerlo al mundo real. De ahí que el grueso de sus castings en estos años estén 'chupando gladiolo' o cana desde hace rato. Ahí está la honestidad de esta vaina que es Colombia, de este desastre de país, de esta ruina burocrática que el gobierno y toda la farándula y la mediática fanfarrona se empecinan en querer tapar.
Un adagio popular y populachero reza: “eso es como querer perfumar un bollo”. Nada más cierto respecto al cine producido por los canales privados, un perfumadero de verdaderos torrentes de caca, una continuidad de mostrar a la gente del común en situaciones absurdas, traídas de los cabellos, con moralejas vacuas y reflexiones de gente play que en su vida ha logrado acercarse a la realidad del noventa por ciento de la población colombiana.
En resumen, Víctor Gaviria no es un perfumista: él recoge el cieno y nos lo muestra tal cual es y el espectador debe quitarse las gafas que le encajaron los medios para disfrutarlo como lo haría un bacteriólogo ante una muestra fresca (bueno, si es que dichos profesionales de lo inmundo llegan a disfrutar de eso, no me consta la verdad)
En la actualidad se empiezan a sentir continuistas de esta escuela de Gaviria (Víctor), con propuestas reales, crudas y cercanas como la reciente La sociedad del semáforo, pequeños pero esperanzadores pulsos que quizás no maten al paciente en crisis que teníamos en el capítulo anterior… tal vez y solo tal vez a punta de estos breves pero constantes brincos de talento podamos mantener al cine colombiano en un coma profundo… vivo eso sí, pero aún en coma.
domingo 6 de mayo de 2012, 20:23 COT
Hi dear Doctor Comic!!
Me gustó el reconocimiento a Víctor Gaviria, me gustó el vídeo y me gustó el sarcasmo que manejas en este texto.
A propósito de talentos, que tal el personaje de la vendedora de Rosas (que además merece ser protagonista de uná película de su propia vida porque después de sus logros ha trasegado por penumbras que la llevaron a la cárcel.
Otro concepto sería de las personas que están por fuera de Colombia ejerciendo el mundo actoral las colombianas Sabino y Vérgara.
Blessings!