Una semana de campeones
Columnas > Con los taches arribaPor Rafa XIII
lunes 28 de marzo de 2011 5:34 COT
Como reza el adagio popular, al que quiera más, que le piquen caña. En menos de 48 horas, Colombia obtuvo dos títulos mundiales, por cuenta de dos de los deportes más populares de nuestro país: el ciclismo y el fútbol de salón (“microfútbol”).
Emulando a Cochise
Justamente en el año en el que se completan cuatro décadas de la épica hazaña del ciclista antioqueño Martín Emilio Cochise Rodríguez, al convertirse en el primer corredor colombiano campeón mundial de ciclismo, en la modalidad de 4 mil metros persecución individual, en Varese, Italia, otro compatriota, Edwin Ávila Alcibíades, reverdeció los laureles, al conseguir el primer lugar en la prueba por puntos sobre 40 kilómetros, en Apeldoorn, Holanda.
Es la tercera corona orbital ganada por el ciclismo colombiano de pista, pues a las de Rodríguez y Ávila en varones, hay que sumarle el campeonato alcanzado por María Luisa Calle en damas, en la prueba de scratch sobre 10 kilómetros, en Burdeos, Francia, en 2006.
Ávila se impuso acumulando 33 puntos de 40 posibles, y tomándoles una vuelta de ventaja a sus competidores. Los otros dos pedalistas que lo acompañaron en el podio de vencedores quedaron con 25 puntos (Cameron Meyer, de Australia) y 23 unidades (Morgan Kneisky, de Francia), respectivamente.
El nuevo campeón nació en Cali en 1990, pero su carrera deportiva la ha desarrollado en Bogotá, ciudad a la que se trasladó hace más de seis años, para adelantar sus estudios.
Bicampeón de futsal
Colombia correspondió a su favoritismo e hizo respetar su condición de local, al quedarse con el trofeo del X Copa Mundial de Futsal, que tuvo como escenario a Bello, Bucaramanga, Villavicencio y Bogotá.
La campaña del seleccionado nacional fue perfecta. En la primera ronda venció a Ecuador 14-0, 11-0 a Bielorrusia y 8-0 a Nueva Zelanda. En las fases siguientes, las cosas no fueron tan fáciles, pues los rivales opusieron mayor resistencia. En cuartos de final, ante Venezuela, el cuadro colombiano pasó trabajos para superar al equipo vinotinto 4-2, luego de un primer tiempo ardorosamente disputado en el que apenas se marcó un gol.
La semifinal, ante Argentina, fue aún más reñida, y los asistentes al Coliseo El Salitre vieron uno de los dos mejores partidos del torneo. Colombia, con autoridad, se imponía 2-0, pero los argentinos, reeditando esa condición de nunca darse por vencidos, lograron igualar las acciones en menos de dos minutos. Cuando ya se pensaba en la prórroga, vino el tanto salvador de Andrés Murillo, que puso al tricolor nacional en la finalísima ante Paraguay que, a su vez, obtuvo el cupo ante Rusia en una dramática definición por lanzamientos desde el punto penal que se resolvió 3-2 en favor de los guaraníes. El juego había terminado empatado 5-5, con una espectacular actuación de los rusos, que contaron con el apoyo del público.
Como se esperaba, en la final no iba a haber lugar para las ventajas, y antes que el espectáculo, lo que primaba era el resultado. Paraguay trató de compensar la falta de ideas que tuvo en este encuentro —contrario a lo que había sucedido en todo el campeonato, en donde lo hizo muy bien—, con una dosis por momentos exagerada de juego brusco. Varios integrantes del seleccionado cafetero cayeron en la trampa. Hubo patadas, empujones, intercambio de palabras no publicables aquí, y el desarrollo del partido fue bastante interrumpido por la sanción permanente de faltas en toda la cancha.
En lo estrictamente futbolístico. Colombia dominaba ampliamente las acciones en el primer tiempo, y parecía que el 4-1 con el que terminaron los 20 minutos iniciales era más que suficiente. Pero al frente estaba el aún campeón mundial reinante y no era apropiado subestimarlo. Paraguay tuvo algunas aproximaciones al arco de Santofimio, pero al no tener éxito en concretarlas, intensificó la pierna fuerte y malintencionada. El penalti que significó el 5-1, marcado por Jorge Cuervo en el rebote, selló el destino del campeonato. A medida que se acercaba el final del juego, Colombia fue demoliendo lo poco que quedaba en pie del conjunto paraguayo. Vino una lluvia de tarjetas para ambos equipos. El gol de descuento de Hugo Delgado (a la postre expulsado) que puso el marcador 6-2 fue el último zarpazo de un gigante herido de muerte que se rindió al fin. John Pinilla y William Estupiñán le dieron las dos estocadas definitivas. El 8-2 dejó claro que Colombia era el dueño absoluto del trofeo de campeón mundial de fútbol de salón. Seis partidos jugados, todos ganados, 48 goles a favor, seis en contra y el goleador (Pinilla) con 17 anotaciones.
La celebración del título fue alegre pero mesurada y cerró con broche de oro un certamen que sacó un diez aclamado en cuanto a organización, asistencia de público y emociones. Bien por Colombia y por las delegaciones que asistieron.
martes 29 de marzo de 2011, 13:23 COT
Si en Colombia se apoyara el deporte en forma con controles contra-corrupción sí tendriamos mejores logros pues recursos humanos hay muchos y no estaríamos contando la historia con estos dos logros pero si con muchísimos para sentirnos orgullosos.
martes 29 de marzo de 2011, 14:49 COT
No sé qué tenga que ver el control a la corrupción con los logros deportivos.
Hay países en los que se supone que “no hay corrupción”, como Canadá, Suiza, Noruega, Finlandia o Luxemburgo, e igual, nunca o casi nunca ganan campeonatos mundiales. Luego, una cosa no tiene nada que ver con la otra.
Es mejor no poner juntas peras con manzanas.