Noemí, tercería incómoda
Elecciones 2010 > EstanciasPor Marsares
mircoles 12 de agosto de 2009 18:26 COT
Como en sus mejores tiempos, cuando la sutileza de la diplomacia y la audacia de la política la convirtieron en una estrella internacional capaz de torcer voluntades y conciencias en pro de César Gaviria, la carismática Noemí Sanín vuelve a jugar en los vericuetos electorales desordenando las cuentas de posibles ganadores y perdedores, pues su presencia a diestra y siniestra -literalmente- estrecha las distancias de los candidatos, arruga los corazones de quienes juraron fidelidad al sol uribista y desconcierta a los especuladores de prebendas que en estos momentos no saben qué camino coger.
Antes de la llegada de Noemí, Juan Manuel Santos, el cacique sin votos propios que fungía como heredero de Uribe, se mostraba como posible ganador, aunque seguido de cerca por el centrista Sergio Fajardo, que igual le prende una vela a Uribe y otra a la democracia, con tal de pescar en río revuelto. Y junto a ellos, los demás con cara de chiste como Andrés Felipe Árias, con su sonrisa de bufón de seminario rezando con avemarías ajenas, sin hablar de Germán Vargas Lleras, con su partido de remiendos, una izquierda que perdió su magia en el camino del oportunismo y la ambigüedad, y un partido liberal que, aparte del propio César Gaviria, no tiene para mostrar sino a un Rafael Pardo Rueda que no concita mayores emociones que una partida de sudoku.
Este es el escenario para que Noemí, convertida en el Pitufo de Ávila de la política, regrese a concitar pasión pese al carnaval de desencantos en que se transformaron sus apuestas de antaño. Pero cuando no hay pan buenas son tortas, en este caso, arepas. Por eso, como cualquier político de barrio, Noemí arranca suspiros, así sean interesados, ante la escasez manifiesta de mejores propuestas. Y como más sabe la diabla por vieja que por diabla, la Noemí 2009 nos muestra sus mejores dotes que, a estas alturas, se manifiestan en la maniobra como reemplazo de la franqueza, la intriga en vez de las nuevas ideas y la componenda que aplasta todo lo que no se rinda a las viejas mañas.
Como cada quien es dueño de su propia encrucijada, Noemí resolvió la suya luego de pesar en la balanza de las ofertas las mayores conveniencias. Como ya no está en edad de merecer y cualquier equivocación la dejaría rezándole a San Antonio, sola y desgreñada, optó por lo seguro. En vez de partidos aventureros, prefirió la antigualla conservadora, único partido organizado aunque se haya quedado refundido en la era cuaternaria. Sabedora de que con la jubilación de Uribe los azules volverán a ser la minoría de siempre, y que se encuentran encartados con un Árias destinado a languidecer como cualquier fotocopia cuando el original se archiva, les ofrece la posibilidad de seguir en el poder aunque por cuenta propia.
Pero como los votos conservadores no bastan —a decir verdad nunca han dejado de ser la inmensa minoría—, Noemí acude al refrito de siempre, "candidatura nacional", mejor dicho, promiscuidad al debe, donde todos contribuyen con sus devaneos amorosos en torno a la candidata con la consiguiente elevación de los cuernos del viejo troglodita hasta alturas insospechadas. El problema de siempre. Todos son bienvenidos a la fiesta, sin pudor, al estilo de la mansión Playboy, versión Casa de Nari, todos empujando para salir en la foto y complacer al Jefe.
No obstante, la bacanal necesita el permiso del dueño de casa; por eso Noemí, la aún bella Noemí, anda como Pedro por palacio en arrumacos con Uribe, diciendo esta boca es suya, este corazón y todo lo demás son suyos, ni más faltaba, este cuerpito es suyo, con artritis incluida, que le voy a cuidar bien la heredad, aunque no monte bien a caballo me le monto a la Seguridad suya y mía, sin derramar un solo tinto, pero falta ver si los años no pasan en vano y la memoria es flaca. Hoy otros actores se roban el espectáculo y tal vez los que ponen los votos, prefieran a Fajardo, o quizás a Juan Manuel, pues son preferibles los que se ponen colorados una vez, diciendo las mentiras sin anestesia, que las descoloridas pintando pajaritos de oro.
mircoles 12 de agosto de 2009, 18:28 COT
Información Bitacoras.com…
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martes 18 de agosto de 2009, 16:24 COT
Una analogiá muy precisa la que haces de Arias como fotocopia en desuso.
En cuanto a Noemí, a pesar de su “promiscuidad política”, considero que ya perdió su cuarto de hora.
Un abrazo gigante con buena vibra para tí!