La soledad de Messi
Estancias > Primera planaPor Marsares
lunes 18 de julio de 2011 13:20 COT
El duelo de la muerte entre Argentina y Uruguay, Messi lo sufre como pocos. Mientras atrás tratan de reponerse del gol tempranero de Pérez que pone a la Celeste en las semifinales, la pulga hace su propio partido. Pensando por todos, mira el campo, adivina los resquicios, amarra la pelota a sus pies y danza entre rivales en busca de la diagonal perfecta.
¿Los demás? Los uruguayos con Forlán como patrón y Suárez como el tábano que desespera, juegan a lo suyo, a humillar porque a este lado, al oriente, vivimos los mejores. Y Agüero a negarlo, con Higuaín, con Di María, estrellándose arriba, sin juego, animados por un estadio que quiere ver ganar a los mejores del mundo.
Ausente de egos y rivalidades, el muchacho de Rosario hace lo suyo, como en el Barça, pero sin Iniesta, sin Xavi, corre hacia el gol, con la vista puesta en los huérfanos de arriba, sin ayuda de Mascherano y su tribu, a esa hora tapando las goteras que Batista no ha podido remediar.
El fantasma de 1987 pesa sobre él, sobre sus compañeros, sobre los gauchos que han seducido al mundo con el tango y la milonga, pero que hoy no encantan a nadie. Aquel 9 de julio, en Buenos Aires, Uruguay los eliminó de otra Copa América como ésta, organizada para que Maradona la alzara en su tierra. Alzamendi fue el verdugo.
Aquí, en Santa Fe, Messi sabe que no se puede repetir la historia, porque el que la repite se torna en bufón. Por eso avanza entre el bosque de taches, entre el sudor de los australes que tratan de frenarlo y gracias a la asistencia de Gago dibuja una nueva diagonal que Higuaín recoge para vencer a Muslera.
Messi se la cree por un momento entre los abrazos efusivos y la histeria de los hinchas, pero vuelto al campo, a la realidad, regresa también la soledad. Media hora de ensueño. A pesar de sus compañeros fabrica oportunidades para que Higuaín sepulte a Uruguay, para que el Kun confirme la localía, para que Di María escriba la historia.
Pero Muslera se agranda, sacándose el baldón del partido contra Alemania en Sudáfrica, mostrando que si ese fue un mal día, este será el mejor, por eso cierra su puerta, ayudado por los postes -porteros ad hoc- y por la mala puntería de los argentinos que las ganas y el desespero mandan el balón a las estrellas.
Luego la soledad lo va apagando, porque ser el mejor también cansa. Nunca quiso ser el Mesías de Argentina, el salvador de la patria, el único capaz de sacar del atolladero a una suma desordenada de egos. Lo que desea es jugar al fútbol, acompañado, porque es la única manera de ganar, cuando todo se da porque todos ponen.
Pero ni siquiera cuando quedan once contra diez, gracias a la expulsión de Pérez porque se cree con derecho a levantar todo lo que se le atraviese, mejoran las cosas. Durante cincuenta minutos, hasta la expulsión de Mascherano, nadie sabe, ni los argentinos mismos, que tienen uno de más en el campo.
Por eso los noventa minutos se gastan. Igual los treinta restantes, a pesar de Higuaín que no obtiene el justo premio a su empeño en conseguir el segundo que los salve de la lotería, y a pesar de Messi, a quien el brazalete de capitán lo termina de atornillar. Sin remedio se van a los tiros desde el punto penalti.
La cara de disgusto de Batista cuando el árbitro da por finalizado el partido lo resume todo, quizás porque presiente el desastre. Uruguay no falla, no puede hacerlo, porque quiere llevarse la copa a casa como en aquel 1987. Yerra el “apache” y Messi sabe en ese momento que la historia le niega ser profeta en su tierra.
Sin goles, apenas metiendo el tiro que le corresponde en la tanda de cinco, Messi se marcha, aborrecido por los suyos, a seguir triunfando en estancias ajenas, que siente como propias, porque allá, en la tierra de Gaudí, él también construye catedrales tan grandes que hasta en Buenos Aires se ven.
Alineaciones
Argentina: Sergio Romero; Zabaleta, Burdisso, Milito, Zanetti; Gago (Biglia, m. 96), Mascherano, Di María (Pastore, m. 73); Higuaín, Messi y Agüero (Tévez, m. 84).
Uruguay: Muslera; Maxi Pereira, Lugano, Martín Cáceres, Álvaro Pereira (Gargano, m. 111); Álvaro González, Diego Pérez, Victorino (Scotti, m. 20), Arévalo (Eguren, m. 111); Forlán y Luis Suárez.
Goles: Diego Pérez (m. 5). Higuaín (m. 18).
Penaltis: Messi, gol (1-0). Forlán, gol (1-1). Burdisso, gol (2-1). Luis Suárez, gol (2-2). Tévez, para Muslera. Scotti, gol (2-3). Pastore, gol (3-3). Gargano, gol (3-4). Higuaín, gol (4-4). Martín Cáceres, gol (4-5).
Árbitro: Carlos Amarilla (Paraguay). Expulsó por doble amarilla a Diego Pérez (m. 39) y a Mascherano (m. 87). Amonestó a Zabaleta, Cáceres, Álvaro González, Milito, Burdisso, Gago y Tévez.
Incidencias: Partido correspondiente a los cuartos de final de la Copa América 2011, jugado en el Estadio Brigadier López de la ciudad de Santa Fe ante 37.000 espectadores.
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