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Colombia - Cargada el 06.09.2017 23:57:28 COT 

Sentido evolutivo de la muerte

Artículo destacado Por: Fabio Villegas Botero

9 de Octubre de 2011

“Yo no quiero comprobar mi supervivencia; quiero ser consciente de ella. No quiero razonamientos, sino conciencia”

Fernando González, Mi Simón Bolívar, p. 79 y 173.

Burrs

Foto: Katie Brady vía Flickr, licencia Creative Commons BY

La muerte es un paso a más y mejor vida, y en los seres humanos el paso a su total espiritualización.

Uno de los problemas que más angustian y atormentan al ser humano es la absoluta necesidad de morir. Si la vida que recibimos es un don totalmente gratuito, el hecho de tenerla que perder es algo a lo que nos resistimos, así tengamos la certidumbre absoluta de su imparable llegada. Sin embargo, la muerte es un fenómeno universal. Se podría decir que es un fenómeno cósmico que afecta a todos los seres, y no precisamente para mal, sino para un mayor avance de sí mismos y de todo el cosmos.

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El final de la ilusión

Artículo destacado > Con los taches arriba Por: Rafa XIII

15 de Agosto de 2011

México celebra

Terminó el sueño de la selección juvenil de Colombia en el Mundial sub 20, de seguro mucho antes de lo que los más optimistas esperábamos y mucho después de lo que los pesimistas pensaban y querían. Tras una magnífica primera ronda y de una sufrida clasificación en octavos de final, la esperanza de luchar por ser campeón se hizo añicos ante México, que hizo lo suficiente para frustrar el anhelo de más de 46 millones de colombianos.

De todas maneras, es conveniente hacer un balance con las cosas buenas que dejó esta aventura mundialista y también tener en cuenta aquello que estuvo mal, para corregirlo y evitar que se repita a futuro.

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Alejandro Rochat: tus ojos miran al cielo

Artículo destacado Por: Eisen Hawer

8 de Agosto de 2011

Foto

La primera vez que vi a Alejandro no me sorprendió, hasta después de un rato, cuando pude apreciarlo tocando percusión y entonando cantos africanos con tal emoción que era imposible no sentir un escalofrío en todo el cuerpo. Pero la sorpresa fue mayor cuando supe que no sólo era un talentoso joven percusionista, sino que también tocaba acordeón, piano y otros instrumentos, y que tenía una característica que lo diferenciaba de cualquier otro músico: su invidencia.

Desde ese momento, Alejo entró en la lista de las personas que admiro. Sin embargo, su verdadera lucha está más allá del no poder ver la luz del sol.

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¡Llegó el Mundial!

Artículo destacado > Con los taches arriba Por: Rafa XIII

29 de Julio de 2011

Logo Mundial Sub 20 Colombia 2011

Arrancan los 23 días de la Copa Mundial Sub 20 de la FIFA Colombia 2011, el certamen deportivo más importante que se haya organizado en nuestro país hasta el momento. Todo está dado para que sea una fiesta futbolística. Los estadios, los equipos y el público. Además de mostrarnos como buenos anfitriones, nuestro país está en el deber de hacer un buen papel.

Los escenarios

Hay que ser justos. En este espacio se planteó la incertidumbre de si los estadios, sometidos a un verdadero cambio extremo en la mayoría de los casos, estarían listos y a tiempo para acoger los partidos de los diferentes grupos. Pero en una verdadera lucha contra el reloj se cumplió con el cronograma de las obras en todas las ciudades, y vale la pena destacar el impresionante golpe de vista que presenta ahora el Hernán Ramírez Villegas, de Pereira, que a nuestro juicio fue el que quedó mejor, y la manera como se llevaron a cabo los trabajos en el Jaime Morón, de Cartagena, que era uno de los que estaba más atrasado en su remodelación.

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La copa rota

Artículo destacado > Con los taches arriba Por: Rafa XIII

18 de Julio de 2011

Después de la guerra, todos somos generales. Sin embargo, es necesario hacer un balance de la participación colombiana en la Copa América Argentina 2011, de su eliminación, y también de la caída de los grandes del fútbol suramericano.

A Colombia le quedan grandes los chicos

Falcao García

No es de ahora. Es una constante en nuestra historia futbolística. La tricolor nacional se inspira y hace sus mejores presentaciones cuando tiene al frente a un rival de kilates. Así, nuestros padres y abuelos recuerdan el 4-4 con la Unión Soviética en Chile 62, y nuestra generación vibra con sólo recordar el 1-1 con Alemania en Italia 90 y el 5-0 ante Argentina en las eliminatorias de 1993. Las grandes gestas de la selección colombiana tienen un lugar en la memoria colectiva, porque, amén del resultado, fueron auténticas demostraciones de buen juego de equipo y de calidad de muchos de los jugadores que estuvieron en la cancha en dichos partidos.

Pero la cosa cambia cuando Colombia juega ante rivales de pocos o nulos pergaminos. Estaba tibio aún en nuestra mente el gol de Rincón a Alemania, cuando días después, un par de genialidades del veteranísimo Roger Milla, de Camerún, nos mandaron de regreso a casa y truncaron una figuración más destacada en lo que hasta la fecha ha sido la mejor posición de Colombia en los mundiales. Para 1994, la archifavorita selección de Córdoba, Valderrama, Asprilla, Rincón y Valencia fue la primera eliminada del mundial gringo, al caer sorpresivamente con un par de equipos sin ninguna tradición en las copas del mundo: Rumania y Estados Unidos. Y aunque se le ganó a Suiza —otro extra sin parlamento en estos torneos—, este triunfo fue inútil, porque ya no teníamos opción de pasar a la segunda ronda.

Sin ir tan lejos, las últimas frustraciones del combinado cafetero en las eliminatorias han sido por los puntos que se dejaron escapar en los cotejos ante rivales que siempre hemos mirado por encima del hombro: Ecuador, Venezuela, Bolivia y Perú. Si somos aún más estrictos, podemos meter también a Chile en esa colada, porque el combinado austral de mayores nunca ha ganado la Copa América ni ningún otro torneo de selecciones absolutas organizado por la Conmebol. En su palmarés mundialista tiene para mostrar el quinto lugar en el mundial de 1930 (donde todos asistieron por invitación) y el tercer lugar en 1962 (cuando jugó de local). El partido que eliminó a Colombia con miras a Alemania 2006 fue ante Chile en Barranquilla, en el que nuestro país ganaba 1-0 y por no saber manejar el resultado, terminó empatando. Y como además de lo grueso está hinchado, el representativo colombiano quedó por fuera de Sudáfrica 2010 al perder con Chile en Medellín 4-2, en uno de los peores partidos de los últimos tiempos.

Una Copa América para olvidar

Fiel a esa costumbre de enredarse contra los equipos de poco renombre, Colombia tuvo un desempeño apenas aceptable en su debut ante una sub 23 de Costa Rica, que jugó gran parte del encuentro con un hombre menos. El gol de Ramos, cuando agonizaba el primer tiempo, fue, y perdónenme por usar este argentinismo, “un gol de otro partido”, que no refleja el mal funcionamiento colectivo de Colombia de principio a fin.

Lionel Messi

Luego, ante Argentina, fue el momento del Bolillo Gómez y su brillante planteamiento táctico ante el combinado local, repleto de estrellas venidas de los mejores clubes europeos, con sueldos astronómicos, y máximo favorito a ganar el campeonato. Así como lo hizo en el amistoso ante España, Colombia jugó muy bien y neutralizó a las piezas claves de sus oponentes. Con los españoles, rompió el circuito Hernández-Iniesta-Villa y supo agruparse atrás. Perdió, pero dejó una buena impresión en la retina de los aficionados. No estaba jugando contra ningún monigote sino contra el campeón del mundo, en donde además estaba media formación del todopoderoso Barcelona FC. Con los argentinos pasó lo mismo. Borró a Messi, que es la otra mitad del Barcelona, lo hizo ver intrascendente y hasta fue silbado por sus propios compatriotas. Tampoco ganó, pero tuvo la victoria en los pies de Dayro Moreno, que falló un tiro increíble con el arco vacío.

Con Bolivia no hubo mayores sobresaltos, aunque después de logrado el segundo tanto, Colombia se desdibujó y pareció conforme con tener el marcador asegurado. Perdió el orden y cedió espacios, pero tenía al frente a adversario tan malo que no le habría empatado el partido así hubieran seguido jugando hasta hoy.

Clasificados como primeros del grupo, nos tocaba sobre el papel un rival accesible, un tercero, pues así se había armado el fixture bajo el supuesto de que ese primer lugar era para Argentina. Perú, el del pasado glorioso de Cubillas, Ramírez, Chumpitaz, Sotil, Cueto, Larrosa y Uribe. El que le plantó cara a los grandes en México 70. El que le ganó a Colombia la Copa América de 1975 en un tercer partido en Venezuela. Pero también, el que luego de esas generaciones doradas, cayó de manera estrepitosa y fue antepenúltimo, penúltimo y último, respectivamente, en las tres eliminatorias más recientes.

Era un partido a todas luces ganable. Pero no fue así. Colombia volvió a las andadas. Un par de oportunidades en el primer tiempo y pare de contar. No se jugaba bien porque el esquema colombiano está hecho para aguantar y contraatacar, no para proponer e ir al frente. Perú estaba haciendo algo parecido. Abroquelado, tapando la proyección de laterales y volantes de avanzada, de modo que ninguno de los dos se lanzaba expresamente sobre el arco rival. Un penal que se encontró Colombia parecía ser la solución, y sucedió lo impensable. Falcao García, el implacable goleador del Porto y terror de las vallas enemigas en las competencias portuguesas y copas europeas, el que nunca fallaba, erró el cobro. La clasificación se abortó ahí y luego en un par de postazos de Moreno y Guarín.

Murphy hizo presencia con sus leyes. Cuando algo puede salir mal, sale mal. Y cuando algo sale mal, es susceptible de ponerse peor. Luis Enrique Neco Martínez, cuyas atajadas brillantes en los juegos anteriores hicieron dejar de lado el sinsabor de la lesión del titular David Ospina, y que hasta el momento era prenda de garantía del cero en el arco propio, se equivocó y los peruanos aprovecharon. Dos a cero en el alargue y la tricolor colombiana con tiquete de regreso a El Dorado. Dolor, rabia y decepción. El karma de no poder con los chicos está intacto. En el fútbol sudamericano seguimos siendo los primeros en la mesa de los pobres, pero los últimos en la mesa de los ricos.

Lo más fácil en este momento es echarle el agua sucia al técnico Gómez. Por supuesto que él tiene un grado de culpabilidad en este nuevo fracaso colombiano, por usar prácticamente el mismo esquema táctico para jugar contra equipos poderosos como frente a los más débiles. Está bien tomar precauciones ante un grande para no pasar vergüenzas, pero no está bien utilizar un libreto igual contra un rival de menor cuantía. Sin embargo, Bolillo no fue el que botó el penalti, ni el que estrelló dos balones en los postes, ni mucho menos el que la c… la embarró poniendo en bandeja el par de goles con los que los peruanos derrotaron a Colombia. Tales fallas fueron absoluta responsabilidad de los jugadores. Aquellos que no sienten la camiseta nacional, y no saben que lo que contienen sus pantalonetas no es solamente para engendrar hijos, sino para sacar fuerzas de flaquezas, dando la pelea contra grandes y chicos, con valentía y fuerza testicular.

Los grandes también caen

Esa fuerza testicular que endémicamente le falta a Colombia fue la que mostró, como ha sido desde que existe el fútbol en este pedazo del mundo, el seleccionado de Uruguay. El 16 de julio, misma fecha en la que los charrúas dieron el “Maracanazo” en 1950, y también en la que hace 24 años labraron el camino para la final de la Copa América de 1987, los de la celeste eliminaron a Argentina en los penales, después de haber dado una muestra de entereza y de valor durante los 120 minutos de un vibrante empate a un gol, teniendo un hombre menos, por la expulsión de Diego Pérez. Uruguay tuvo mejores opciones para ganar, pero al no concretarlas, fue capaz de aguantar el embate de Messi y compañía, que volvieron figura a Muslera. Penales. Falló otro que es habitualmente infalible (Carlos Tévez) y los del lado norte del Río de la Plata celebraron otra hazaña más en su extenso historial de milagros en canchas ajenas, como hace un año, cuando los dirigidos por Óscar Washington Tabárez alcanzaron el cuarto lugar en Sudáfrica 2010.

Neymar

Brasil, el que ha estado en todos los mundiales y que ganó cuatro de las últimas cinco ediciones de la Copa América, también se fue. Que este servidor recuerde, la selección mayor auriverde solamente había perdido una definición por lanzamientos desde el punto penal en México 86 ante Francia. De resto, siempre se impuso. Hasta ganó un título mundial en 1994 a expensas de los italianos. Pero para todo hay una primera vez, y fue ahora. El guardameta paraguayo Justo Villar, que les negó a Pato, a Ganso y a Neymar el grito de gol en muchas ocasiones durante el tiempo regular y la prórroga, también fue determinante desde los doce pasos parándole el tiro a Thiago Silva, luego de que sus tres antecesores, Elano, Santos y Fred, botaron sus cobros. Era la tercera sorpresa en línea de los cuartos de final, y faltaba una más…

Gabriel Cíchero

Queda claro que se acabaron los tiempos en los que los contrincantes de Venezuela podían pensar en que tenían el triunfo garantizado desde antes de jugar el partido. La selección vinotinto dejó de comerles cuento a sus rivales y, con una base de jugadores que militan en clubes europeos, se ha convertido en la revelación de este torneo. Por primera vez en catorce participaciones los venezolanos accedieron a una semifinal, dejando en el camino a Chile. Fue un partido de dominios alternados y con pasajes de juego fuerte. Los protagonistas de la proeza, Gabriel Cíchero y Oswaldo Vizcarrondo, curiosamente, forman parte de la defensa del equipo de César Farías, pero en ambas anotaciones mostraron que tienen cualidades para definir. Es una variante de la cual debe echar mano cualquier técnico en caso de que se le cierre el arco a los atacantes y volantes ofensivos. Cuatro partidos, cuatro “palos”, para desgracia y ruina de los apostadores.


Dados estos últimos resultados, en las llaves de semifinal Uruguay-Perú y Paraguay-Venezuela es necesario replantear los favoritismos. En lo personal, Uruguay debe pasar a la final y ser el campeón, pero no tiene nada, absolutamente nada seguro, al igual que Paraguay. De llegarse a dar una definición del título entre Perú y Venezuela, temblará hasta sus bases el establecimiento de la Conmebol.

El arte de la palabra

Artículo destacado Por: Fabio Villegas Botero

30 de Mayo de 2011

Escrito
Escrito, por Javier Pais (licencia Creative Commons BY)

Cuando los organizadores de este Encuentro me propusieron que participara, dudé mucho en hacerlo, pues no soy experto en el arte, ni tampoco en la literatura. Con todo, soy un amante de la lectura, como también hace muchos años ejerzo el hermoso oficio de escribir y enseñar la lengua materna. Imposible que no pudiera encontrar un tema relacionado con tales funciones.

Pensé entonces en la palabra, el habla, el logos, en ese poder maravilloso que nos permite a los humanos y solo a nosotros comunicarnos mutuamente de una manera tan profunda y a la vez tan delicada que nos hace pensar y sentir al otro como si fuera parte de uno mismo. No es exagerado hacer del intercambio de palabras, algo casi como la esencia misma de la comunicación, mucho más que el compartir los bienes materiales y hasta el propio cuerpo.

No es, pues, hipérbole desorbitada, considerar la palabra como algo divino, sino hasta la divinidad misma. En un discurso de nuestro Nobel de Literatura, Gabriel García Márquez, precisamente titulado El poder de la palabra, dice que los mayas tenían un dios de la palabra. Seguro que la mayoría de las culturas primitivas consideraron la palabra como algo recibido de los dioses, algo divino. El cristianismo va mucho más allá. La palabra no es una entre una pluralidad de divinidades, no; la Palabra es el mismo Dios, más aún, el único Dios. Así lo expresa San Juan en el Prólogo de su Evangelio: “En el principio existía la Palabra, y la Palabra estaba con Dios, y la Palabra era Dios”. Y como para probarlo, de inmediato le atribuye las cualidades y potencialidades que solo puede albergar el Dios supremo, el único Dios: “Todo se hizo por ella y sin ella no se hizo nada de cuanto existe. En ella estaba la vida y la vida era la luz de los hombres”. Con todo, mi tema se limita a un aspecto más concreto. El arte de la palabra, y más específicamente, de la maravillosa obra de arte que debió ser la creación de la palabra, tanto hablada como escrita.

Pero antes de entrar en materia debo tocar muy someramente el significado del término arte. Esta palabra, según el Diccionario de la Academia, proviene de otra latina: ars, artis, y tiene varias acepciones. La primera es: “virtud, disposición o industria para hacer alguna cosa”. La segunda es mucho más amplia y expresiva: “Acto o facultad mediante los cuales, valiéndose de la materia, de la imagen o del sonido, imita o expresa el hombre lo material o lo inmaterial, y crea copiando o fantaseando”. Me atendré a esta última.

El arte es una obra humana, mas no cualquiera. Para la mayoría representa una obra de altísima calidad, si no solo de belleza. Con todo, creo que lo que más deberíamos destacar ese esa capacidad de imitar, más aún, de crear algo material o inmaterial, sea copiando o fantaseando, valiéndonos de la materia, de la imagen, del sonido.

En un pequeño texto de divulgación científica, titulado El oído y el lenguaje, Alfred Tomatis dice lo siguiente, refiriéndose a la palabra: “El hombre se nos aparece como ese ser excepcional dotado de una inteligencia tal que ha sabido poner por obra todos los medios susceptibles de expresar sus sentimientos”. De donde concluye que: “El lenguaje es su obra maestra”, aunque de inmediato se plantea un interrogante crucial: “¿Cuán de los dos hace al otro? ¿El lenguaje ha nacido del hombre, o bien, ha sido el lenguaje el que ha humanizado al animal que somos nosotros?”

Para él, como para todos nosotros esta es la “eterna pregunta, que probablemente tendrá el mérito de permanecer eterna, porque, a nuestra escala, carece de verdadera respuesta”. Sí. Es una incógnita. Algo que la humanidad se ha venido preguntando desde hace milenios, pero que quizás nunca podremos descifrar completamente. ¿El lenguaje es algo innato en el ser humano desde su origen, o es creación suya?

En el occidente cristiano, hasta el descubrimiento de la evolución, varios pasajes de la Biblia se entendían de forma literal, con lo que según ella, se daba por un hecho lo primero. Es que en las primeras páginas del Génesis el hombre se ve como un ser creado inmediata y totalmente por Dios con todas las cualidades que hoy lo adornan, entre ellas, por supuesto, la capacidad de hablar. Sin ella el ser humano no sería imagen y semejanza de su creador, como dice Dios un primer relato de la creación el sexto día: “Hagamos al ser humano a nuestra imagen, como semejanza nuestra”. Sin la palabra le sería imposible ejercer el don que le otorga diciendo: “mandad en los peces del mar y en las aves del cielo y en todo animal que serpea sobre la tierra”. El segundo relato de gran plasticidad, es aún más explícito. Una vez que lo ha formado del barro y le ha insuflado el aliento vital, lo coloca delante de los demás seres y entonces: “El hombre puso nombre a todos los ganados, a las aves del cielo y a todos los animales del campo”.

El bello mito de la Torre de Babel, que se relata unos capítulos más adelante, parece reforzar el hecho de que el lenguaje no es obra, no es creación del ser humano, sino algo infundido por Dios, ya que como castigo a la soberbia de querer elevarse hasta lo más encumbrado de los cielos (querer ser como Dios), lo castiga convirtiendo la única lengua que existía en muchas otras con las que ya no podían ni siquiera entenderse entre sí.

Michel Foucault, en su estudio Las palabras y las cosas, dice que todavía en el siglo XVI se pensaba que: “En su forma primera, tal como fuera dado por Dios a los hombres, el lenguaje era un signo absolutamente cierto y trasparente de las cosas, porque se les parecía… (Con todo) esta trasparencia quedó destruída en Babel para castigo de los hombres… Solo existe una lengua que guarda memoria de ello, porque se deriva directamente del primer vocabulario, ahora olvidado”, el hebreo. Claro que ante el hecho de que ya el latín es la lengua oficial de la Iglesia de Roma, tienen que acudir a malabarismos increíbles, para afirmar que este último es el único vestigio de esa primera lengua impresa por Dios en la creación.

De todos modos, esa interpretación de la Biblia fue la que orientó toda la investigación sobre el origen de la lengua casi hasta nuestros días. Aunque es, precisamente, el hecho de la multitud de lenguas existentes, y las innumerables que ya han desaparecido, (que son muchísimas más que las que entonces se conocían) lo que nos hace pensar que el habla, esa obra maestra, no es un don infuso, sino una obra maravillosa de arte del ser humano.

La razón es muy sencilla. Tanto la evolución, como todos los avances de la ciencia en estos últimos siglos, nos llevan a una concepción del origen del hombre y de su largo desarrollo a través, no solo de milenios, sino aun de millones de años. Han sido muchas ciencias las que han colaborado en su descubrimiento, que nos dan una imagen renovada de su origen. La paleontología, la arqueología, la estratigrafía, la antropología, la biología y más recientemente la genética.

Precisamente hace muy pocos días apareció en la prensa la noticia de una investigación publicada recientemente en la revista Nature, según la cual se ha descubierto el gen del habla, que aunque existe también en otros primates con los cuales está íntimamente emparentado el ser humano y hasta en los ratones, en nosotros presenta con una pequeña mutación que es la que permite articular los diferentes fonemas, la palabra.

Seguir sosteniendo hoy, como lo hacen los creacionistas, que el hombre apareció plenamente desarrollado, me parece que no tiene asidero ante las comprobaciones de la ciencia. Su evolución a partir de los primates, se debe principalmente al bipedismo, lo que influyó en la posibilidad de crecimiento del cerebro, del que, a su vez, brotó la inteligencia, el poder maravilloso de pensar.

Y el pensamiento es el que ilumina el camino para crear el habla, como instrumento indispensable para la comunicación de ideas, sentimientos, emociones. El gen del habla, dicen sus descubridores, es una mutación de un gen preexistente en los primates, que debió darse como acompañamiento normal de ese otro cambio fundamental del cerebro, como una adaptación a las nuevas exigencias de su estructura y funcionamiento.

¿Cómo nació el habla?

En primer lugar diría que no fue una lengua formada, estructurada, o sea, una serie amplia de palabras concatenadas armónicamente, para expresar una afirmación, una negación, un interrogante, una duda o una simple emoción, eso que los filólogos denominan una secuencia de palabras semánticamente coherente. Todas las elucubraciones sobre una lengua única de la cual procederían las demás no tienen, a mi parecer, ningún sentido. El origen debió ser un acto mucho más sencillo, pero no por ello menos trascendental.

La formación de los primeros fonemas: vocales y consonantes, a la vez que se iba determinando un significado, es decir, una representación para cada uno, para cada combinación de unos con otros entre sí. Obra de arte maravillosa; obra creada por el ser humano en cientos y miles de años, a medida que se iba multiplicando y esparciendo por todo el orbe a partir de su primer habitáculo.

Con todo, antes que el habla, como lo dice Tomatis, su origen fue la escucha: “En la noche de los tiempos… los primeros hombres lanzados súbitamente hacia diversos rincones del globo, tuvieron que vivir… con el 'oído atento'… Este debía… tenderse hacia todo indicio sonoro anormal, susceptible de evocar la proximidad de la presa o del peligro”.

Debió ser la necesidad de relacionarse con el medio lo que aguzó el oído, la escucha, para ir distinguiendo la multiplicidad de sonidos circundantes: el susurro de la brisa o la agitación del vendaval; el fluir del agua por las peñas o en el remanso de un pequeño valle; el trueno aterrador del rayo o la cadencia rítmica de las olas en el lago o la playa del mar, no menos que el canto melodioso de las aves, el rugido de las fieras, el repiqueteo del trote de los corceles, el serpentear de los reptiles, y mil y mil sonidos que pronto trataría de imitar con los sonidos que el mismo iba inventando con una creatividad y una imaginación, que nos deberían llenar de admiración y gratitud. A la vez, era la necesidad de alertar al otro de un peligro, invitarlo a hacerle compañía, manifestarle sus sentimientos, sus necesidades, su apoyo.

Así irían apareciendo primero que todo las vocales. De unas voces informes, indefinidas y aun, quizás, disonantes verían esos primeros humanos que se podían modular fonemas diferentes a medida que, al expulsar el aire, se abría o se iba cerrando más o menos la cavidad bucal. Pronto se definieron cinco, desde la más abierta, a, hasta la más cerrada, u, aunque el movimiento de los labios podía imprimirle a cada una modulaciones más y más variadas. El hecho asombroso es que todas, o casi todas las lenguas del mundo, tienen como componente básico esas cinco vocales, muchas veces mezcladas entre sí en diptongos, triptongos e hiatos, pero también en combinación con las consonantes en múltiples mixturas y conjuntos.

Con todo, una obra maravillosa de arte mucho más exquisita, una especie de trabajo de orfebrería, de filigrana de crochet, de pintura de preciosas miniaturas, de conjugar múltiples piedrecillas de variados colores en caleidoscópicos mosaicos, debió ser la creación de las consonantes. La gran variedad de su estructura, como lo muestran sus nombres: labiales, silbantes, dentales, paladiales, linguales, linguopaladiaes, nasales, resonantes, todas ellas oclusivas, obstructivas, fricativas, sordas o sonaras, nos demuestra una creatividad asombrosa, una obra asombrosa de arte del ser humano. Al comienzo sería solo el arte de la imitación onomatopéyica o mímica, tanto de seres animados como de los inanimados: el viento, el agua, el trueno, el oleaje, muchos otros fenómenos que iba detectando a medida que aguzaba más y más su oído, y modulaba con mayor maestría todo el conjunto asombroso de los órganos del habla: pulmones, faringe, cuerdas bucales, paladar, lengua, labios, nariz.

Julio Cejador y Frauca habla, no se con qué sentido, de sonidos primitivos y derivados. Los primitivos serían los que se encuentran en casi todas las lenguas, razón no despreciable, pero demasiado simple: “Desde el punto de vista fisiológico las vocales y consonantes que pertenecen a todas las lenguas y se pueden emitir con naturalidad y facilidad son primitivas”. Están, antes que nada, las cinco vocales: a, e, i, o, u, las más fáciles de pronunciar, pues solo se requiere emitir el aire con una mayor o menor abertura de la boca. Luego vienen las consonantes que se encuentran en todas o casi todas las lenguas, las cuales requieren una modulación especial. Según él, serían las labiales: p, b, m, las silbantes o dentales: s, z, la lingual r, la linguopaladial: l, las linguodentales: t, d, las paladiales: k, g, y las nasales o resonantes: m, n.

Tampoco veo la razón para afirmar que hay fonemas detestables y hórridos, que afean las lenguas, y serían los que se encuentran en un número menor de ellas, los cuales debemos considerar derivados de las primeras por un proceso de corrupción. En nuestra lengua coloca los siguientes: ch, j, ñ, rr, y. ¿Admitiremos que júbilo, resonancia, niño, chisporroteo, yugular son palabras que afean nuestra lengua por poseer dichas consonantes? O es que, acaso, ¿podríamos pasarnos la vida sin un chicharrón de cien patas, un jamón serrano, una recompensa generosa, una yegua briosa y una ñapa de encima?

El gran músico compositor de óperas majestuosas Richard Wagner opinaba, en cambio, que el lenguaje primitivo sería vocálico, mientras que la consonante fue un elemento racionalizador. Según él, la introducción de la música en la palabra fue como el retorno a la inocencia primitiva del lenguaje, de donde concluía que la palabra es una “obra de arte total”.

Los fonetistas hablan también de alófonos, de modalidades un poco diferentes de los diferentes fonemas, ya sea por la posición dentro de cada sílaba o palabra: principio, medio o final, ya por la característica de las diferentes lenguas, ya por mil razones más.

Imposible seguir ahondado más en tema tan bello pero inagotable. No obstante, no puedo omitir cuatro elementos físicos que enriquecen aún más cada uno de los fonemas, sílabas, palabras, oraciones y discursos que pronunciamos: la intensidad, que depende de la cantidad de aire emitido; el tono: alto, medio o bajo, producto del tipo de cuerdas bucales que hacemos vibrar en mayor o menor cantidad y que medimos por ciclos o hertzios; el timbre, mezcla de esas mismas vibraciones “al producirse la sacudida de la fuente en el medio ambiente”; y, finalmente, la duración cuando alargamos o acortamos el sonido de cada fonema, de cada sílaba, de cada palabra.

Y ni qué decir de las diversas modalidades que imprimen las voces de niños y niñas, adolescentes, jóvenes, adultos, ancianos y ancianas, o de acuerdo a la diversidad de regiones y climas que afectan la modulación del habla. No es lo mismo el trópico que los polos, ni las orillas del mar que los riscos más escarpados de las montañas.

De los fonemas a las palabras

La inventiva, la creatividad, la vena artística de nuestros remotos antepasados no tenía límites y no paró ahí. Luego vino algo que nos parecería juego de niños, pero cuya trascendencia nos debería sobrecoger. La combinación de unos fonemas con otros, en variedad impresionante. Si el japonés, por ejemplo, se puede hablar con un máximo tan reducido de cien sílabas fonéticas, un cálculo muy aproximado de las de nuestra lengua puede acercarse a mil, empezando por las simples vocales: a, e, i, o, u, siguiendo con los diptongos e hiatos, hasta catorce cada uno, luego los triptongos, la combinación de los 17 ó 18 fonemas consonánticos con cada una de las cinco vocales antes o después, hasta conjuntos de dos, tres y cuatro consonantes con una sola o varias vocales, para integrar luego miles, decenas y aun centenares de miles de palabras desde los monosílabos hasta los polisílabos agudos, graves, esdrújulos y sobreesdrújulos, con una variedad, una sonoridad, unas cadencias maravillosas.

Toda esta multitud asombrosa de sílabas y palabras que se prestan maravillosamente para la métrica y la rima, no pasaría de ser un simple juego de ingenio y no una obra de arte, si simultáneamente no viniera con ella la labor inmensamente más prodigiosa de irle colocando a cada una de ellas significados más y más ricos cada vez. Se comenzaría por los objetos físicos, empezando, por su puesto con su propio cuerpo: boca, ojo, oído, labio, rostro, frente, mano, pie. Luego el entorno; árbol, río, lago, cueva, piedra, tierra, cielo, al igual que los alimentos: raíz, tronco, fruta, ave, pez, y tantísimos más. Finalmente sensaciones como frío, calor, lluvia, nieve, rayo, trueno, tempestad, o movimientos y gestos, como reír, llorar, hablar, oír, correr, comer, dormir, hasta espiritualizar más y más su pensamiento en palabras abstractas como cariño, bondad, ternura, colaboración, generosidad, infinitud.

Proceso, como lo describe Tomatis, que debió comenzar como el del niño cuando empieza a reproducir o tratar de crear sus primeras palabras balbucientes: “Lo único que cuenta, dice, es la primera palabra. El resto no es más que un juego, un juego de construcción acústica”, (no menos que de creación artística, por infantil que parezca, agrego yo). “Que los labios se extiendan y pongan fin al gesto de succión, y “pa-pa-pa-pa” sucederá a “ma-ma-ma-ma”. Han nacido las dos palabras esenciales… Durante mucho tiempo, nuestro glosario no corresponderá más que a desdoblamientos, tales como mamá, papá, pipí, popó, dodó, dadá, tata, caca… Cuando lleguemos a corregir este defecto de repetición, no conservaremos sino las palabras a las que hemos atribuído un valor significativo importante, tales como mamá y papá. Las otras seguirán siendo palabras de niños”.

Para este momento trascendental en la evolución del ser humano, hace miles, si no, cientos de miles de años, ya ellos se habían empezado a disgregar por regiones extensísimas. De su África nativa habían empezado a esparcieres por Eurasia, de sur a norte, de oriente hasta occidente. A cada sílaba que iba creando cada nuevo grupo, iría simultáneamente asignando un concepto propio. La “mano” nuestra, procedente del latín, es “hand” en inglés, “te” [手] en japonés e innumerables nombres más por todo el orbe.

En el estudio de diversas lenguas nos encontramos, ¡oh paradoja!, palabras de idénticos fonemas en uno y otro, pero con significados absolutamente diferentes. Con mis compañeros españoles cuando vivía en el Japón, no podíamos menos de solazarnos con algo tan elemental y cotidiano como el saludo cotidiano, inaudito para nosotros: “Ikaga deska [いかがですか]” (¿Como estás?) al cual, para responder de la manera más elogiosa, hay que decir: “Okague sama de, genki desu [お陰様で、元気です]” (Estoy bien gracias a su sombra -eso significa kague, que va precedida del honorífico “o” y seguida del respetuoso “sama”-). Los demás compañeros de treinta países: norteamericanos, alemanes, húngaros… encontraban también palabras de sus propias lenguas, pero con significados desconcertantes.

Hay lenguas monosilábicas como el chino y el primitivo inglés (que lo digan, tan solo, los nombres de casi todas las partes del cuerpo humano: Head, hair, ear, eye, nose, mouth, lip, hand, foot, heart, long, etc.). Sus fonéticas son muy complicadas precisamente por lo mismo. La gran mayoría, en cambio, son polisilábicas, algunas tan melodiosas como el griego, el italiano, el portugués y, por supuesto, nuestra bella lengua, el español. Otras son menos armónicas, al menos para nuestro oído, como el alemán, o tan monótonas como el francés. Dicen que el gran emperador Carlos V, gran políglota, afirmaba: "Hablo latín con Dios, Italiano con los músicos, español con las damas, francés en la corte, alemán con los lacayos e inglés con mis caballos". Sin tanto abolengo, desde pequeño oía recitar casi lo mismo, pero en verso: “Habla a Dios en español, a tu mujer en italiano, a los hombres en francés, a tu lebrel en germano y a tu caballo en inglés”.

El arte, cada vez más polifacético e impactante, continúa sin pausa y sin límite en todas las lenguas, y seguirá creciendo sin cesar. El sustantivo se desdobla en adjetivo, en verbo, hasta en adverbio, se le agregan prefijos y sufijos, se agranda con el superlativo, o se empequeñece con el diminutivo, y de él se van extrayendo multitud de derivados en una riqueza y profusión generosas. Amor, amar, amado, amante, amando, amoroso, amorío, amorcito, enamorado, enamorador, desamor, desamoramiento, y muchas formas más además de los masculinos y femeninos, singulares y  plurales y las numerosas desinencias verbales de modos, tiempos y personas.

Guardo desde hace tiempos un artículo periodístico en El Mundo, del Dr. Gabriel Márquez Cárdenas, sobre los diminutivos. Dice que: “La abundancia de sufijos y la facilidad de combinarlos hace posible que de una misma palabra puedan formarse numerosos derivados con diferencias de significados o matices”. Y coloca a continuación un sinnúmero de diminutivos de la palabra chico: Chiquito, chiquillo, chiquitín, chicuelo, chiquilín, chiquitín, chirringo, chiquitico, chirriquitico, chiquilindrín, chirringuito, chirringuitico. A veces pueden ser reforzados también con prefijos que le dan carácter de superlativo al propio diminutivo: rechiquillo, rechiquitín, retechiquillo, requetechiquito, requetechirriquitico, y hasta superchiquito.

Cómo hubiera querido seguir ahondando en el arte de la palabra, con la historia de la creación de la escritura, desde las maravillosas pinturas rupestres de hasta 30.000 años de antigüedad en Altamira, Atapuerca y muchas otras cuevas más del norte de España y sur de Francia, principalmente, hasta llegar a lenguas aún solo ideográficas como el chino y coreano, y las alfabéticas, todas originarias del medio oriente, aunque por dos ramas o vertientes de inmensa riqueza: la semita, del hebreo y el árabe, y la occidental del griego, el latín y el ruso (cirílico), todas las cuales invaden hoy los cinco continentes. También estas, y en qué manera, son parte de esa obra de arte maravilloso que es la palabra hablada y escrita.

Bibliografía

BIBLIA DE JERUSALÉN

DICCIONARIO DE LA REAL ACADEMIA ESPAÑOLA

WEBSTER’S NEW WORLD DICTIONARY, Third College edition, 1991

CEJADOR Y FRAUCA, Julio, El lenguaje, Bilbao, Sociedad Bilbaína de artes gráficas, 1902.

FOUCAULT, Michel, Las palabras y las cosas, Siglo XXI Editores, México, 1971

GARCIA MARQUEZ, Gabriel, Discurso en el Primer Congreso Internacional del Español.

GELB, Ignace J., Historia de la escritura, Madrid, Alanza editorial, 1976

GILI GAYA, Samuel, Elementos de Fonética general.

PEREGRIN OTERO, Carlos, Evolución y revolución en romance, Barcelona, Seix Barral, 1971

TOMATIS, Alfred, El oído y el lenguaje, Barcelona, Orbis, 1987

Rionegro también es un municipio ribereño

Artículo destacado Por: Silvana Escobar

28 de Abril de 2011

Detrás del estadio Alberto Grisales

Detrás del estadio Alberto Grisales (Foto: Silvana Escobar, especial para equinoXio)

Hoy se volvió a inundar Rionegro. Según cuentan los abuelos del pueblo y los datos de las entidades locales, como la Alcaldía, una emergencia como la vivida en el último mes no se veía en el pueblo hace más de cien años. Sin embargo, esta es la tercera vez en doce días que el río recuerda que Rionegro también es un pueblo ribereño.

Antes, cuando los inviernos eran en las épocas que predecían las cabañuelas y en los meses que todos sabían, si llovía muy fuerte algunas casas del barrio Las Playas se inundaban, el río se crecía y hacía unos cuantos estragos en predios de su llanura de inundación, afectaba de vez en cuando el Centro Comercial Córdoba y el barrio El Porvenir.

Esta vez ha sido tanta la cantidad de agua que ha recibido la zona del Oriente antioqueño que ni los trabajos de dragado, mejoras, muros de piedra y miles de millones de pesos que invirtieron la Alcaldía local y la corporación autónoma Cornare sirvieron para impedir que hasta este momento vayan más de 800 familias afectadas. Lastimosamente para muchos se ha vuelto rutinario evacuar a cualquier hora del día, con un par de botas regaladas, hacia casas de amigos o familia, o los coliseos del pueblo.

[sigue…]

Historia del alfabeto

Artículo destacado Por: Fabio Villegas Botero

23 de Abril de 2011

Alphabets

Alphabets, por Kyle Van Horn (licencia CC-BY)

El prodigio del habla

Ante este don, el hombre no ha cesado de manifestar su admiración. Lo considera inherente a su persona, no piensa ni siquiera en la posibilidad o el riesgo de ser desprovisto de él. ¿La humanidad recibió el lenguaje como un todo, desde el principio, y luego vendría la gran confusión de la torre de Babel o, por el contrario, fue un largo proceso de miles de grupos pequeños, aislados inicialmente, que se fueron fusionando e interrelacionando a partir del neolítico, si no siglos y aun milenios antes, para conformar verdaderos idiomas? Indudablemente debió ser lo segundo.

Julio Cejador habla de sonidos primitivos y derivados, algunos detestables y hórridos, según él, que afean las lenguas. Los primitivos son los que se encuentran en casi todas las lenguas. Las demás voces debemos considerarlas derivadas por un proceso de corrupción. “Desde el punto de vista fisiológico, las vocales y consonantes que pertenecen a todas las lenguas y se pueden emitir con naturalidad y facilidad son primitivas”. Son las cinco vocales: a, e, i, o, u y las siguientes consonantes: labiales: p, b, m; silbantes o dentales: s, z; linguodentales: t, d; linguopaladial: l; paladiales: k, g; lingual: r; nasales o resonantes: m, n. Los derivados son muy abundantes; en español, principalmente, las siguientes: ch, j, ñ, rr, y.

Del habla al escrito

Este proceso lo describe con realismo mágico García Márquez en un minicuento de Cien años de soledad. Al llegar la época del insomnio se empezó a perder la memoria en todo Macondo, entonces “fue Aureliano quien concibió la fórmula que había de defenderlos durante varios meses de las evasiones de la memoria. La descubrió por casualidad… Había aprendido a la perfección el arte de la platería. Un día estaba buscando el pequeño yunque que utilizaba para laminar los metales, y no recordó su nombre. Su padre se lo dijo: 'tas'. Aureliano escribió el nombre en un papel que pegó con goma en la base del yunquecito: tas. Así estuvo seguro de no olvidarlo en el futuro”. No fue necesario ningún insomnio para inventar la escritura. Sí, en cambio, una necesidad de perpetuar el recuerdo de sus gestas y la exigencia de un vehículo de comunicación a distancia para las transacciones, en especial económicas. La escritura que hoy nos parece tan normal e imprescindible, casi congénita, es un invento reciente de no más de 5.000 años.

Los paleontólogos creen “leer” la historia de la humanidad en signos externos que acompañan los restos humanos más antiguos: fuego, piedras pulidas, objetos variados que implican la capacidad de reflexión. Solo muchísimo después empezaron los humanos a dibujar o pintar sus impresiones en las cuevas o rocas del entorno. Las pintadas sobre piedras se llaman petrogramas; las talladas o gravadas, petroglifos. Algunas pueden datar de 30 o 40.000 años atrás. Son especie de historias sin palabras, con imágenes-situaciones, signos-cosas, pictogramas-señales. A más de comunicación del pensamiento, son preciosas obras de arte. Díganlo, si no, las cuevas de Altamira, Atapuerca y muchas más, sobre todo en el norte de España y el sur de Francia.

Desde el año 3000 A. C., se empieza a conformar la escritura con sistemas representativo-descriptivos, llamados globalmente “ideogramas”. ¿Constituyen pinturas o escrituras? Según Ignace J. Gelb y otros autores, tratan de comunicar ciertos mensajes a determinadas personas, de modo que puedan ser entendidos por ellas. No son simples pinturas ya que fueron dibujados con el propósito de comunicación y no solo con la mira de la expresión artística, pues tienen una ejecución estereotipada (omisión de detalles como vegetación, montañas, ríos, etc., no necesarios para la comunicación) que muestran su función comunicacional.

¿Cuándo y cómo nació realmente la escritura? Donald Jackson afirma que no es coincidencia que las marcas iniciales que podemos llamar “escritura” se dieran en las regiones de tierras arables en las que la agricultura había alcanzado gran desarrollo. Ahí se multiplicó la población, comenzó a desplazarse a poblados cercanos, después a otros más distantes y a entablar un comercio y unas relaciones políticas y religiosas que no alcanzaban a guardarse en la memoria interna y exigieron una memoria escrita. La mayoría de los sistemas “logosilábicos”, anteriores a los alfabéticos, surgieron en Asia, primero en la Fértil Medialuna, más tarde en la India y la China. De ahí se esparcirían por todo el mundo. Las escrituras más antiguas son la sumeria (3100 A. C.), la egipcia (3000 A. C.), la protoíndica (2200 A. C.), la cretense (2000 A. C.) y la china (1300 A. C.).

En Sumeria se creó una escritura “cuneiforme”, en forma de cuñas estilizadas, primero en muros y pisos, luego en pequeñas tabletas fáciles de almacenar. Inicialmente eran pictogramas, representaciones de objetos concretos: sol, luna, árbol, etc.; luego se fueron estilizando y agilizando más, a la vez que representaban ideas derivadas como luz, día, calor, etc., formando ideogramas; más adelante se llegaría a fonogramas, o sea, figuras para representar sonidos únicamente. El principio de fonetización se extendió con rapidez. El silabario sumerio se compone de signos que representan monosílabos terminados en una vocal o una consonante. La escritura sumeria constaba de unos 600 signos pictoideográficos y de 100 a 150 silábicos.

En Egipto la evolución fue similar: primero pictogramas, luego ideogramas, finalmente fonogramas. En estos últimos los egipcios llegaron prácticamente a conformar un alfabeto de 24 consonantes que al añadirle la vocal formaban 100 signos silábicos. Desafortunadamente no se desprendieron de los pictogramas e ideogramas que mezclaban con los fonogramas, dando una lectura más fácil para los no iniciados (comprendían el ideograma), pero más difícil de escribir. Tal escritura se ha denominado jeroglífica pues se creyó que era usada con fines religiosos y grabada sobre piedra para perpetuarla. Sin embargo evolucionó sobremanera, gracias a los nuevos instrumentos que diseñaron: el papiro y la tinta. Los jeroglíficos se utilizaban para fines públicos, como decretos oficiales, pero para otros fines se utilizaban otras dos clases de escritura, la hierática y la demótica, mucho más ágiles e “impresionistas”. El número total de signos es de alrededor de 700 pictoideográficos y 100 foneticosilábicos.

Unos desarrollos similares y casi coetáneos se dieron en el noreste asiático, en una amplia región entre las actuales Turquía y Siria, el país de los hititas. Quizás fueron influídos por sumerios y egipcios por igual, pero, al parecer, también por una cultura que avanzó sobremanera en la simplificación de la escritura, la de Creta, con la cual tenían un comercio importante. Los hititas redujeron aún más los signos pictoideográficos, hasta 450, y los silábicos a 60. Como vemos, en las escrituras prealfabéticas al principio solo se representaban ideas concretas, luego conceptos derivados (objetos o acciones), aunque desligados de la pronunciación. Las podían "leer" personas de diferentes lenguas, así cada uno las pronunciase de manera distinta (como hoy la del chino por los japoneses, o la de nuestro alfabeto por españoles, franceses, ingleses o alemanes). En una fase siguiente ya empieza a aparecer la notación de sonidos, y los signos se vuelven más versátiles, aunque de ámbito más restringido cada vez.

Creación del alfabeto

Tuvo que avanzar el intercambio entre diversos países y culturas para que se impusiera la necesidad de una simplificación mayor de la escritura hasta llegar a un alfabeto. En ese puente de unión de dos grandes culturas, sumeria y egipcia, como fue Fenicia, los pictoideogramas se transformaron en fonogramas individuales para representar la pronunciación de todo tipo de palabras e ideas. Sus habitantes, los semitas, pueblos pequeños pero dinámicos, fueron los magistrales creadores de las grandes religiones monoteístas: judaísmo, cristianismo e islamismo; los grandes navegantes por todo el Mediterráneo; y, a la vez, los geniales creadores del alfabeto. Lograron una simplificación máxima, “representar cada fonema con un solo grafema (letra)”. Inicialmente sólo escribieron las consonantes, unos 22 caracteres o grafemas, con los que podían representar toda clase de palabras, objetos, acciones, etc. Fue hacia 1500 A. C. De este alfabeto se formaron por un lado el hebreo y el árabe y otros similares que se esparcieron hasta la India, el Tibet, Turquestán, Indonesia. Hacia occidente se esparciría a través del griego, el latín y, más tarde, las lenguas romances y eslavas.

De Fenicia a Grecia y Roma

La mayor suerte para el mundo fue el paso del alfabeto por el Mediterráneo a Grecia, Roma y todo Occidente. A más tardar en el siglo X A. C. la escritura fenicia fue trasmitida a los griegos, quienes conservaron el nombre original de la mayoría de las letras, “alfa de alef, buey”; “beta de bet, casa”; “gama de guimel, camello”; “delta de dalet, puerta”… Como un aporte propio y muy enriquecedor, añadieron las vocales. Con su espíritu naturalista y profundamente artístico, en sus manos las diferentes letras adquirieron formas más redondeadas, más armónicas, pues, además, amaestrados como estaban por los egipcios, escribían en papiros y pergaminos, o sea, pieles de cordero perfectamente pulimentadas.

En pocos siglos añadirían otra innovación, las letras minúsculas, que duplicarían el alfabeto, pero conservando un solo e idéntico sonido para cada par, mayúscula y minúscula. Comenzaron a escribir de izquierda a derecha y de arriba abajo, para no ir a manchar el escrito con la letra aún sin secar. Su alfabeto consta de 24 o 25 letras, de las cuales 7 son vocales con 2 “es”: épsilon y eta, y 2 “oes”: ómicron y omega. La “u” sola tenía el sonido de la u francesa, y, para el fonema de la u española usaban el conjunto, que no diptongo, ou. Su primera letra es alfa y la última omega. Con todo, la necesidad, tal vez, de ahorrar tiempo y espacio los hizo simplificar sus escritos, dándoles sonidos ajenos a algunas letras, y desvirtuando con ello el verdadero concepto de alfabeto. El fonema n antes de g, lo representaron con la letra g (aggelos, por angelos, ángel), no obstante que otras consonantes duplicadas sí suenan dobles, como la m en gramma.

El hecho de haber añadido las vocales a todas esas consonantes adquiridas del fenicio fue lo que creó un primer alfabeto completo y auténtico, así tuviera la inconsistencia dicha y algunas pocas más. A cada fonema correspondía un grafema exclusivo, una letra propia. No había que adivinar los sonidos vocálicos como se hace en las lenguas semitas.

El griego se extendió por todo el mundo conocido por ellos y se convirtió en koiné, la lengua común de la antigüedad. En efecto, a más de trasmitir la maravillosa riqueza de su cultura, es una de las lenguas más importantes de la Biblia, ya por la traducción del Antiguo Testamento en Egipto por los llamados 70, ya por los escritos del Nuevo Testamento: Evangelios, Epístolas y Apocalipsis, redactados casi todos en griego. La sonoridad de la lengua y la riqueza de sus pensadores y escritores harían de él una de las lenguas más estudiadas, más apreciadas durante el esplendor de su cultura y más tarde, al ser redescubierta desde el Renacimiento. Aún hoy, la mayoría de las nuevas palabras científicas en biología, medicina, química, astronomía y otras ciencias y artes se forman con raíces griegas.

Los griegos trasmitieron su alfabeto a toda Europa mediante dos ramas: la occidental por Roma desde hace más de 2.000 años, que se convirtió en el alfabeto latino y hoy el de la mayoría de las lenguas europeas y aun de otras regiones tan diversas como Turquía o Vietnam, y la oriental por el mundo eslavo, llevada por los misioneros Cirilo y Metodio hacia el año 1000 D. C., convertida principalmente en la de Rusia y la mayoría de los países de la antigua Unión Soviética.

El alfabeto latino trajo varias innovaciones. Un buen número de letras conservó casi intacta la forma que tenían en el griego, aunque las letras mayúsculas se volvieron angulosas, geométricas, menos gráciles, menos rotundas. Los romanos, engreídos con su orgullo imperial, buscaron que las letras tuvieran formas fáciles de cincelar en inscripciones sobre la piedra y el mármol para inmortalizar sus hazañas.

Del griego pasaron casi sin cambio, pero en la forma expuesta, las mayúsculas: A, B, E, Z, H, I, K, M, N, O, T, X, Y. Unos pocos grafemas fueron remodelados para conformar letras nuevas, C, D, G, L, S, P, R. Finalmente tomaron tres letras del griego para representar fonemas propios: V, F, Q. Sin ninguna lógica, comenzaron a utilizar más de una letra, como en el caso de la C, para representar un solo fonema, K, algo que más tarde se convertiría en el rompecabezas de la llamada “ortografía” de todas las lenguas romances derivadas del latín. También a algunas les cambiaron la pronunciación para adaptarla a su fonética.

La mayor ambigüedad la crearon al utilizar varias letras para representar el fonema K. Primero la Q. Más tarde, quizás por la prisa en las comunicaciones y los negocios, crearon la C, eliminando el palo vertical de la K. De las tres letras: K, Q, C, ésta última fue la que pasó con más frecuencia a las lenguas romances, aunque con multitud de sonidos, ya estuviera sola, ya en combinación con otras letras: ch, sch, ck, o adquiriendo múltiples fonemas como en el español: K, Z, S. Además de la F, utilizaron PH con idéntico sonido para transcribir palabras griegas. Una combinación que luego se prestaría a grandes ambigüedades fue CH. La V se confundía en muchos escritos con la U. Quizás en un principio la H era sonora, pero pronto quedó muda, agregando así una letra al escrito que no se encontraba en el habla y haciendo más difícil el aprendizaje de la lectura y la escritura.

El latín se convirtió en lengua mercantil, de guerreros y conquistadores, y finalmente de retóricos, que solo la podían escribir los más cultos y los legisladores, pero no el vulgo para defender sus derechos. Quizás una de las razones que se ocultan tras la veneración por “la ortografía” sea el temor de que, si el pueblo puede escribir fácil y correctamente, pueda redactar leyes. Con su espíritu pragmático, empezaron a simplificar las letras y a utilizar varias compuestas, para plegarse más fácilmente a la traducción de los griegos. Esto originaría gran confusión para el latín y las lenguas que se desprenderían de él: italiano, español, francés, portugués, inglés, alemán, etc.

Fue un alfabeto ágil que permitió afirmar el poder mediante el derecho, la oratoria, la poesía, el comercio, la religión. El cristianismo tuvo en él un vehículo asombroso para llevar su evangelio, su Biblia, su liturgia y el pensamiento de sus papas y obispos, como el judaísmo tuvo el intocable y hierático hebreo para trasmitir la Torá y el talmud, y el islamismo el árabe para difundir el Corán. Tres religiones del libro que, sin un alfabeto, difícilmente hubieran podido esparcirse por todo el mundo. A medida que las legiones romanas conquistaban a Europa, desde Grecia hasta la Península Ibérica y las Islas Británicas, el latín se convirtió en lingua franca y empezó a utilizar su alfabeto para escribir multitud de palabras de los pueblos a los que llegaba: iberos, galos, francos, británicos, germanos. Así empezó a representar sonidos desconocidos para sus dueños, que luego serían parte de las nuevas lenguas que brotarían como por ensalmo tras la hecatombe del imperio.

Del Latín al español

Pasarían varios siglos de asimilación de otras lenguas además del latín: árabe, judío, gótico e ibérico, hasta formar el español y, mucho después, hasta definir la "ortografía" que perpetúa una escritura alejada de la fonética. Los alfabetos derivados del latín cargan con el lastre de una lengua muerta que han ido adaptando a la propia, bien modificando los fonemas, como las vocales del inglés, o con signos adicionales como los acentos del francés y el italiano, o con nuevos dígrafos y aun trígrafos, como el th y el sh inglés, y el sch del alemán. El español, en cambio, creó una letra única, la ñ, que otros idiomas escriben con dígrafos: nn, gn, nh, aunque, desafortunadamente no continuó el proceso con la “rr”, la “ll”, la “ch”, la "gue", la "que", etc., aunque sí viene suprimiendo la “ps” de psicología, sicología, la “pt” de septiembre, setiembre, siete, la “mn” de mnemotecnia, nemotecnia, la “gn” gnomo, nomo y hasta la “ct” de octubre, otubre, al menos en el habla. Los cambios de pronunciación imponen los de la escritura, pero es un proceso más lento. ¿Cuántos no convierten la x y la xc en simple s, esepción, en vez de excepción? El español normalizó mucho la escritura del sonido j (aunque los mejicanos aun escriben México), pero duplicando aún su escritura con la g: ge, gi, je, ji. La "y" suena i cuando es vocal y “ye” si es consonante.

Un oficio para la nostalgia de los abuelos

Artículo destacado Por: Juan José Ossa

15 de Abril de 2011

Hierro

Hoy sólo han pasado unos cuantos meses desde que fui al sector de Las playas en Rionegro, a visitar uno de los tantos talleres que se encontraban junto al río. Actualmente, en este lugar fuertemente afectado por las inundaciones producto de las lluvias y de estar ubicado en un sitio de alto riesgo, sólo queda en la memoria de algunos lo que en otro momento fue.

Me gustaría en un futuro, por cuestiones del alma si se le puede definir así, o por simple capricho, hacer un pequeño documental que aunque esta vez no cuente con el sitio original permita recordar a las personas, el pasado que se pierde a medida que la infraestructura y las dinámicas de los municipios cambian, eso si mis limitadísimos recursos me lo permitiesen. Por el momento quiero compartir con ustedes una de esas historias.

Junto a un puente, casi debajo de él, se puede ver una fila de pequeños talleres hechos de rejas, latas, palos, partes de autos y demás elementos que fácilmente podrían confundirse con chatarra. Estos lugares artesanales desde su propia arquitectura contrastan con la moderna infraestructura vial que está junto a ellos y con el Río Negro que amenaza constantemente con inundarlos recintos.

Maestro
Agaflor

Frente al primer taller hay un carro de apariencia antigua, al cual le ha sido adecuada una parrilla hecha de hierro forjado que tiene unas letras hechas del mismo material y que dicen “Maestro Agaflor”.

[sigue…]

Tres peros a la Ley Lleras

Artículo destacado > Libreta de Notas Por: carobotero

11 de Abril de 2011

endefensadeinternet

En defensa de internet por Eneko vía David Fraiz (Flickr, licencia CC-BY-SA)

La Internet es un sitio donde suceden muchas cosas que no solo tienen que ver con violaciones de derecho de autor, donde actuamos movidos por diversos intereses que no se relacionan exclusivamente con el ánimo de perjudicar a los autores y titulares de derecho de autor y, definitivamente, es un medio (no un fin) que está en pleno desarrollo. Cualquier regulación que busque restringir el acceso (es el caso de la Ley Lleras) a Internet y a lo que allí circula compromete otros derechos fundamentales de los ciudadanos; por tanto debe ser mirada con lupa y restringirse lo más posible para evitar daños mayores. Digo todo esto, aunque afirme también que no cabe duda que a los autores y titulares que soportan su actividad económica en el derecho de autor les asiste un interés legítimo en conseguir medidas más efectivas para evitar la violación de sus derechos en el entorno digital, pero debemos hacerlo como mínimo conciliando y logrando equilibrios entre los diferentes intereses.

En El Espectador esbocé las preocupaciones que hemos ido detectando en relación con el proyecto de ley conocido como la Ley Lleras. Acá va una explicación de los principales 3 peros:

  1. En un estado de derecho sólo el juez tiene la competencia para restringir los derechos y libertades fundamentales; eso se llama reserva judicial. Por considerar este el más importante de los peros de la ley es el que mejor he expuesto, repito entonces: el proyecto de ley "invierte la presunción sobre la infracción. Hasta hoy es el interesado quien debe acudir al juez para solicitar protección cuando siente sus derechos vulnerados. Esto no es poca cosa, garantiza que sea un experto quien estudie las diferentes aristas. Esto cambiará para Internet, en Colombia bastará una reclamación de infracción a un proveedor de Internet (también llamado ISP por la sigla en inglés [Internet Service Provider]) para que éste proceda a retirar el contenido o desconectar el servicio al todavía presunto infractor (en la práctica tiene poco margen), el juez entra sólo después de la solicitud de restablecimiento. Sí, el texto contempla un reclamo justificado, pero desconoce que ese procedimiento puede colisionar con derechos de los usuarios, algunos de ellos fundamentales, como la libertad de expresión o la participación en política (Egipto o la Ola verde son ejemplo de que Internet convoca y facilita la participación ciudadana). ¿Por qué dejamos esa labor en un proveedor de servicio de Internet, cuando hasta ahora ha sido un asunto judicial?"
  2. Cualquier intromisión en los datos e información privada de las personas en Internet debe ser hecha por orden judicial y restringido su alcance. El propuesto art. 15 de manera correcta localiza la facultad de pedir información privada y confidencial de un usuario de Internet en el juez. Sin embargo no logra establecer a quién ni para qué, y falla por ahora con el cómo. Es trascendental establecer que solicitar información privada, y más aún confidencial, es una medida extrema, sólo para cuando no hay otra opción y es necesaria la información para establecer las bases de una posible infracción y su remedio. Esta información solo debe ser entregada por el proveedor de servicio de Internet al juez y exclusivamente para los efectos del procedimiento que adelanta. Algo tenemos que haber aprendido del escándalo del DAS. Y, dado que aun no tenemos ley de procesamiento de datos, que es la mencionada en el proyecto para garantizar el resto del cómo, habrá que establecer qué pasará mientras tanto.
  3. La obligación que se impone a los proveedores de servicio de Internet de establecer un esquema contractual para desconectar a los infractores reincidentes choca también con la idea de que el único facultado para esto es el juez. Esta disposición amplia aún más el poder de los ISP en la decisión sobre acceso a Internet y, a pesar de lo que se ha dicho en contra, abre la puerta para que una página sea cerrada completamente (la desconexión del servicio de alojamiento de contenido a un reincidente tiene, por ejemplo, ese efecto).

Y mi ñapa: una parte importante del régimen de derecho de autor, si bien comúnmente ignorada, son las excepciones y limitaciones al mismo y el dominio público. Me pregunto ¿cómo se garantiza el respeto a estos equilibrios del sistema en el esquema propuesta en el proyecto de ley? (académicos, bibliotecas o discapacitados sensoriales, incluso noticieros, tienen especial interés en estos temas)

Entonces, es claro que si uno analiza el tema del que se ocupa el proyecto de ley en contexto se puede ver cómo su alcance es mucho más amplio. El potencial que tiene de ser herramienta de control, el riesgo que representa para casos de censura, el temor de que sirva de herramienta para competencia desleal, están fundados. Esto en un ecosistema en que Internet va más allá de infraestructura para circular contenidos y es un medio de expresión ciudadana debe ser una decisión muy consciente. El detonante de las recientes movilizaciones sociales en Egipto fue la denegación de acceso a Internet que hicieran sus ISP. En los hechos del reciente escándalo de Wikileaks desempeña un papel importante, para el análisis del caso desde una óptica de libertad de expresión la forma en que los ISP le cancelaron el alojamiento y retiraron el nombre de dominio a ese medio. En un escenario más local pensemos en la posibilidad de que la Ola Verde hubiera podido ser aplastada con un reclamo por derecho de autor, habría sido fácilmente acallada y, si bien tampoco ganó, no habría sucedido lo que en todo caso hizo que esas elecciones no hubieran sido más de lo mismo.

Las opciones legales que abran la posibilidad de denegar acceso a Internet deben ser estudiadas siempre en forma consciente y restringida. Así se hace evidente que la línea entre proteger el derecho de autor y afectar derechos fundamentales de la gente es delgada y por tanto en esto el Estado está obligado a ser excesivamente garantista.

Tenemos otros puntos de análisis y peros a la ley, en su lenguaje, en el alcance, etc., pero por ahora estos son los que consideramos más importantes, porque la Red es para todos.


http://www.karisma.org.co/carobotero / @carobotero / Discusión sobre el proyecto de ley / Páginas en Facebook contra el proyecto de ley: 1, 2, 3



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