La nueva Selección Colombia se muestra en la Copa América
Estancias > Primera planaPor Marsares
domingo 10 de julio de 2011 21:26 COT
Vamos por partes. Lo primero es que Colombia empieza a mostrar una identidad que no se veía desde hace tiempo, diluida en multitud de improvisaciones, alineaciones cambiantes y técnicos indecisos. Ahora es diferente, la Colombia de esta Copa sabe qué quiere, cómo llevarlo a cabo y cuándo hacerlo. Hay disciplina táctica, por decirlo de otra forma.
Comienza por cuidar los balones, quizás siguiendo el ejemplo del Barça. Mientras menos tenga el balón el contrario, menos oportunidades tendrá de construir su juego. Pero también los recupera con capacidad y, armada de paciencia, a veces desesperante, espera hasta encontrar la rendija.
Colombia también maneja los tiempos. De la lentitud que exaspera, de improviso cambia la marcha y aprieta el acelerador en forma notable, llegando en segundos a la portería contraria, con tres o cuatro jugadores que, con variedad de recursos buscan la red contraria.
No es fácil para el rival descifrar al conjunto del Bolillo Gómez y si continúa afinando su estilo, conseguirá construir un modelo que causará bastantes problemas a sus adversarios. La buena noticia es que tiene con qué, empezando por una zaga solvente con laterales explosivos.
El esquema sigue con un enlace que funge como apaga incendios y un medio campo que igual destruye la creatividad del adversario como pasa al ataque, creando un volumen de juego con riqueza de opciones, apoyado en un goleador nato con variedad de recursos para anotar.
Difícil el esquema, pero hay jugadores para llevarlo a la realidad. Por primera vez en mucho tiempo, se tienen once titulares que se amoldan a sus puestos, los enriquecen y dan los resultados que se esperan de ellos. En la zaga, Zúñiga, pero sobre todo Armero, son laterales que se proyectan a la ofensiva, mientras Yepes y Perea, dos centrales estupendos, protegen la portería.
Un sorprendente Sánchez completa el esquema de atrás, flotando entre la defensa y la zona de volantes, robusteciendo una y otra línea, mientras al frente suyo Abel Aguilar organiza el juego y respalda a Ramos y Moreno, al tiempo que Guarín se dedica a buscar los resquicios que le permitan los pases de profundidad con sabor a gol.
Y, por supuesto, adelante Falcao, el voraz atacante del Porto, que no se cansa de hacer goles en Europa y que ahora, por lo visto, comienza a repetir la dosis en casa. Se le nota alegre, confiado, seguro de sí mismo. Con Guarín como apoyo, sabe que puede reeditar sus éxitos europeos.
A diferencia de Batista que se rompe la cabeza buscando la fórmula de poner todo el equipo a jugar para Messi, el Bolillo la encontró para Falcao: jugar en equipo, con todos poniéndose el overol, incluyendo al propia Radamel que baja a defender y está listo para asistir a sus compañeros o anotar cuando esté en mejor posición.
Colombia no juega vistoso, y a veces se le nota desordenada, incluso falta de ideas o repartiendo invitaciones a la modorra, pero de improviso, sin nada que lo anuncie, lanza un ataque que crispa los nervios del adversario. Todavía persisten vicios, como excesos en el manejo del balón, falta de tino, desorden e individualismo.
Tareas para pulir y esta Copa América es una ocasión inmejorable para hacerlo. El ensayo de la velocidad europea, con desborde por las bandas o el pelotazo certero, con el manejo del balón al piso propio de estos lados, es una amalgama que aprovecha el Bolillo con la cantera que se forma aquí y allá, adaptándola al rival de turno
Hay esperanza.