Urán, histórico…
Columnas > Con los taches arribaPor Rafa XIII
jueves 30 de mayo de 2013 18:22 COT
No es costumbre en esta columna exaltar a los segundos puestos porque, por regla general, la historia siempre recuerda al que es primero en algo, no al que llega detrás a hacerle compañía. Por eso todos saben que Rodrigo de Triana fue el primer marinero que vio un pedazo de tierra americana, desde La Pinta, pero nadie sabe quién fue el segundo que hizo lo mismo. Todos saben que Neil Armstrong fue el primer ser humano que piso la Luna, y pocos, muy pocos, recuerdan que Edwin Aldrin se bajó enseguida del Eagle, para ayudarle a poner la bandera estadounidense en el suelo lunar. Hoy haremos una honrosa excepción, pues la ocasión así lo amerita.
El segundo lugar en la clasificación general individual obtenido por el pedalista colombiano Rigoberto Urán en la edición 96 del Giro de Italia es desde ya un hito para el ciclismo nacional, pues nunca antes un corredor nacido en nuestro país había alcanzado tan alta posición en tierras italianas y, lo que es más, por primera vez un ciclista latinoamericano estuvo en el podio de la competencia. Por otra parte, el subcampeonato de Urán viene a completar el uno-dos-tres en las carreras más importantes de ruta a nivel mundial, porque Luis Herrera fue campeón de la Vuelta a España en 1987 y Fabio Parra fue tercero en el Tour de Francia en 1988 y segundo en la Vuelta a España en 1989.
La actuación de Urán tiene el gran mérito de haber sido lograda por un gregario, es decir, un ciclista cuya misión principal es la de colaborar para que el líder del equipo obtenga un mejor desempeño durante cada tramo de la competición. Rigoberto estuvo a cargo de ese trabajo sucio en favor del capo di squadra del Sky Procycling, Bradley Wiggins, nada menos y nada más que el campeón del Tour de Francia del año pasado, medallista de oro en Londres 2012 y múltiple campeón mundial de pista. Con semejante coequipero, era obvio que Urán y Sergio Luis Henao estuvieran rodando en carretera en función de su líder, tal como sucedió durante la séptima etapa, entre San Salvo y Pescara, en la que a pesar de estar mejor ubicado en la general y con posibilidades incluso de alcanzar el liderato, Urán recibió la orden de esperar a Wiggins para darle rueda y evitar que perdiera más tiempo.
Esta decisión del director técnico del Sky, Dave Brailsford, pudo haber significado a la postre que nuestro compatriota se alejara de la posibilidad de haber sido campeón de la carrera, porque su sacrificio en tiempo no sirvió de nada, dado que Wiggins se retiró del Giro unos días más tarde. En cambio Urán se dio el lujo de ganar la décima etapa (un día antes del abandono del británico), entre Cordenons y Altopiano del Montasio, triunfo que, de no haber sido por los minutos que dejó escapar —obligado— en la séptima etapa, le habría significado apoderarse de la maglia rosa, quizá hasta la meta final. La ventaja que sacó Vincenzo Nibali fue imposible de franquear en las etapas subsiguientes y no hubo manera de arrebatarle el título al italiano.
De todos modos, el desempeño de los pedalistas colombianos fue impecable, pues no solo Rigoberto Urán se adjudicó la segunda casilla en la general de forma definitiva cuando cruzó la línea de sentencia en Brescia, sino que además Carlos Betancur, del equipo AG2R La Mondiale, quedó quinto en la clasificación individual y también fue distinguido como el ganador en la categoría de los novatos.
Es reconfortante ver que el ciclismo colombiano va recuperando paulatinamente el lugar de privilegio que tuvo en las competiciones internacionales desde comienzos de los años 80 hasta mediados de los 90 del siglo pasado, cuando luego de tantos momentos de gloria, las dos generaciones exitosas de corredores se quedaron sin relevo. Esta nueva camada de pedalistas ha llenado el vacío, y no es descabellado pensar que las imágenes con colombianos en los podios de Giros, Toures y Vueltas, serán muy frecuentes.