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Colombia - Cargada el 07.09.2017 00:03:20 COT 

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Siga y siéntese cómodo.

Holanda ganó pero Uruguay no perdió

Estancias > Primera plana
Por: Marsares

7 dAmerica/Bogota Julio dAmerica/Bogota 2010 21:46 COT

Debe reconocerse que ganó el mejor, que quiere decir, el más eficaz. Pero también se merece su cuota de incienso la celeste, que perdió, es cierto, pero batallando, en unos minutos memorables donde hubiera podido torcerse el destino, pero los dioses fueron esquivos, no sólo para infortunio de Uruguay, sino también de América Latina que aplaudió, apretó los dientes, gozó y sufrió en espera de la terca victoria.

Muchas cosas para recordar de este partido. A grandes rasgos, la simpleza del fútbol holandés, que sin alcanzar el brillo de antaño, se mostró como un ariete demoledor. Al principio, prudente, por los pergaminos del adversario, pero luego, advertido de su desorden, empezando por las malas entregas que les servían en bandeja de plata las oportunidades, decidió incursionar en predio ajeno, aunque sin mayor fortuna.
 
Viene un instante que abisma por la belleza de su composición. El equilibrio perfecto en el que la trayectoria, la velocidad y la distancia se unen a una estirada magnífica que rinde pleitesía al balón imposible de detener. Un disparo desde 35 metros realizado por un veterano, Van Bronckhorst, fulmina la valla uruguaya para comenzar a escribir la historia de un partido en el que un grande quiere reivindicar las dos finales perdidas. Una cita con el futuro.
 
Pero Uruguay tiene el alma que les hizo falta a los brasileños. Sin la técnica de antaño, pero con el corazón de siempre, espantan la desesperanza. Sylvia Plath dijo alguna vez que “morir es un arte como cualquier otra cosa” y los charrúas lo demostraron en este partido, con un prólogo que emocionó a propios y extraños. Un Forlán, cuya padre, Pablo, padeció la eliminación de 1974 a manos de la Holanda de Cruyft, equilibra el recuerdo con un disparo similar al de Van Bronckhorst, más corto, más ligero, pero igualmente demoledor por su significado. Uruguay dijo presente, y empató el partido.
 
Segundas partes nunca fueron buenas, dicen los perdedores, aunque a veces la fortuna se endereza a punta de corazón. A eso le apuesta Uruguay pero Holanda tiene las mejores cartas, Robben y Sneijder, para la baza ganadora que desequilibra las cuentas. La Celeste quiere pero no puede. Desde los primeros minutos del segundo tiempo es arrollada por la mancha naranja que se extiende como una epidemia y los contagia de desconcierto.
 
Salidas fulminantes por las bandas, tiros cruzados que apenas ven pasar los hombres de azul, que amontonados presienten el desastre, y a trompicones logran sobreaguar la tempestad, pero no hay nada que hacer. Valeroso el gesto, pero un huracán no se le detiene con coraje. El balón es holandés y se lo llevan por la derecha, lo pasan con precisión, abren la cancha, la izquierda mortífera y Sneijder que la manda rasante para desequilibrar de nuevo el partido. Falta el de Robben, y Kuyt se lo sirve con un pase perfecto que cabecea con la precisión de un ingeniero. Curioso. Dos desheredados del Real Madrid por no tener cabida con la llegada de Kaka y Cristiano Ronaldo, son figuras de este mundial y nunca se sabe, pueden llegar a ser los sepultureros de España.
 
Uruguay mira el reloj. Apenas 13 minutos para enderezar el barco que la tormenta lleva a su antojo al acantilado. Tarea que se antoja imposible pero quién los convence. Al filo de la navaja, sin Robben ni Forlán en el campo, jubilados por sus técnicos, Maximiliano Pereira sorprende a todos con un gol que se coloca en la yugular holandesa. El “Loco” Abreu instala sus bártulos en el área y en una carrera desenfrenada contra el destino, pone a danzar el balón ante el desespero holandés que suplica por el pitazo final.
 
Nuestro último representante se devuelve a casa, dejando en la retina de los latinoamericanos esos destellos de gloria que diluyen las carencias que sólo pueden ser remediadas con milagros y Sudáfrica no es tierra de promisión. Un aplauso para la Celeste que hoy abre las ventanas, sacude los tapices, quita el polvo de los cuadros, barre los corredores, para que el viento fresco entre a la casona señorial. La vida regresa con los nuevos moradores. Es tiempo de siembra.
 
– – –
 
Incidencias: partido de las semifinales disputado en el estadio Green Point, de Ciudad del Cabo ante 62.468 espectadores. 
 
Uruguay
 
Fernando Muslera; Maximiliano Pereira, Mauricio Victorino, Diego Godín, Martín Cáceres; Diego Pérez, Walter Gargano, Egidio Arévalo Ríos, Álvaro Pereira (m.78: Sebastián Abreu); Edinson Cavani y Diego Forlán (m.84: Sebastián Fernández).Seleccionador: Oscar Washington Tabárez.

Holanda

 
Maarten Stekelenburg; Khalid Boulahrouz, John Heitinga, Joris Mathijsen, Giovanni Van Bronckhorst; Mark Van Bommel, Demy de Zeeuw (m.46: Rafel Van Der Vaart); Arjen Robben (m.90: Eljero Elia), Wesley Sneijder, Dirk Kuyt; y Robin Van Persie. Seleccionador: Bert Van Marwijk.

Goles: Giovanni Van Bronckhorst (m.18); Diego Forlán (m.41) Wesley Sneijder (m.70); Robben (m.73); Maximiliano Pereira (m.92).

Árbitro: Ravshan Irmatov, de Uzbekistán, amonestó a M. Pereira, M. Cáceres, Sneijder, Boulahrouz y Van Bommel.

Se maradonió Argentina

Estancias > Primera plana
Por: Marsares

5 dAmerica/Bogota Julio dAmerica/Bogota 2010 17:26 COT

Argentina, desde que el fútbol se enquistó en nuestro continente, siempre ha sido una cantera de jugadores virtuosos con el balón, hasta el punto de haber ganado dos veces el campeonato mundial, pero igual también se ha caracterizado por ser una suma de egos, de desbordantes individualidades que resuelven partidos, ganan títulos, encantan la tribuna y derriban adversarios.

Pero Argentina pocas veces en su historia ha podido conformar un equipo, apenas ha sumado talentos, confiando su suerte al fútbol exquisito que en cualquier momento rompe el esquema y dibuja la victoria. Con Maradona como técnico no fue diferente, aunque hubo un matiz; en vez de la suma tradicional se pasó a la montonera dependiente de uno solo, Messi, el mejor de todos, al que se le encomendó la historia.
 
Por el mundial, Argentina caminó con paso cansino, sembrando muchas dudas. Contra Nigeria sufrió, con Grecia fue un monólogo gris y contra Corea del Sur, goleó pero no convenció. En los tres partidos, su zaga experimentó problemas. El partido contra México lo ganó con holgura por una pifia arbitral y un regalo de la defensa rival. Sin ese gol fraudulento de Tévez, México habría podido ganar un partido que dominaba a su antojo.
 
Por eso no sorprende lo de Alemania. Argentina fue un tigre de papel, un carnaval de ilusiones que nada tenía que ver con la realidad. Sin medio campo, encomendado a un solitario Maxi Rodríguez, con la creencia de que tres delanteros acaban con cualquier rival, Maradona le apostó su alma a los goleadores, como dijo después del partido, ese es el fútbol argentino, jugado para la tribuna, simple populismo que sólo busca el momento del encanto y no la construcción paciente de un resultado.
 
Alemania es todo lo contrario. Como ellos mismos lo han dicho. Nunca han tenido un Messi que deslumbre al mundo y quizás por eso conforman equipos para que el talento fluya entre ellos y lleve a un resultado en el que todos participan, desde la zaga que sabe llevar el balón hasta el medio campo donde la jugada se pule y se entrega a los delanteros, o al que esté en mejor posición para concluir con el resultado buscado.
 
Alemania es espléndida porque tiene talento y disciplina, tácticas y variedad de estrategias, jugadores que saben definir y responden en la marca, como Podolski, verdadero guerrero capaz de sacrificarse en la defensa para cortar un avance, tapar un espacio, desarmar un rival. Todos ponen, todos juegan, todos concluyen. Como es la esencia alemana, motor de Europa, que se levantó de sus cenizas y creó una sociedad incluyente que privilegia el esfuerzo común, uniendo talentos y destrezas.
 
Argentina resultó ser un fiasco y lo que es peor, no lo reconocen. Dicen que el gana goza, y el que pierde, explica. Y desde la debacle con Alemania no han hecho otra cosa que explicar, explicar y explicar el por qué si no hubiera sido por el primer gol… Lo mejor del cuento es que lo marcó un muchacho al que Maradona, el del ego desbordado, el que aún está convencido de que Dios es porteño, había confundido con un recogebolas. Müller, que lleva cuatro goles anotados, le anotó el primero, apenas a tres minutos de haber comenzado el primer tiempo. Fácil, con velocidad, sorpresa y habilidad.
 
Messi qué podía hacer, si no estaba jugando para un equipo sino con una montonera de egos inflados por el propio técnico. Por eso se perdió del partido, pese a que Alemania le prestó el balón a la ruidosa argentina por un largo trecho, apuesta peligrosa porque de todas formas en cualquier momento podía aparecer la chispa, pero la pólvora estaba mojada.
 
Alemania, dueña y señora del partido, cuando quiso, retomó las acciones y como un reloj, con todas sus piezas en orden, fabricó los tres goles restantes, que hubieran podido ser más, porque por delante no había sino argentinos sorprendidos de que unos muchachos, a quienes miraron siempre por encima del hombro, fueran capaces de irrespetarlos.
 
A partir del minuto 68 se comenzó a escribir el epitafio de Argentina. El “recogebolas”, desde el piso, sirve a Podolski que en una fulminante invasión al área se la centra a Klose para que el segundo gol anuncie el desastre. Siete minutos más tarde, el estupendo Schweinsteiger, cerebro de la máquina de Löw, pasa por toda la zaga gaucha y se la entrega a Friedrich para que sume un gol más. El cuarto, producto de un contragolpe le sirve a Klose para acercarse a la mítica cuenta de Ronaldo.
 
Lástima por Argentina, protagonista del fútbol, perdida en la soberbia de quienes olvidaron que la historia no la escriben los iluminados sino los pueblos. Costosa enseñanza.
 
– – –
 
Encuentro de cuartos de final del Mundial de Sudáfrica disputado en el estadio Green Point de Ciudad del Cabo ante 64.100 espectadores.
 
Argentina
 
Sergio Romero; Nicolás Ottamendi (Javier Pastore, m.70), Nicolás Burdisso, Martín Demichelis, Gabriel Heinze; Maxi Rodríguez, Javier Mascherano, Ángel di María (Sergio Agüero, m.75); Lionel Messi; Carlos Tévez y Gonzalo Higuain.
 
Alemania
 
Manuel Neuer; Philipp Lahm, Per Mertesacker, Arne Friedrich, Jerome Boateng (Jansen m.72); Sami Khedira (Kroos m.77), Bastian Schweinsteiger; Thomas Müller (Trochowski, m.84), Mesut Özil, Lukas Podolski; Miroslav Klose
 
Goles: Müller (m.3); Klose (m.68); Friedich (m.74); Klose (m.89)
 
Árbitro: Ravshan Irmatov (UZB), amonestó a los argentinos Mascherano y Otamendi y al germano Müller.

Uruguay apagó a las “Estrellas negras”

Estancias > Primera plana
Por: Marsares

3 dAmerica/Bogota Julio dAmerica/Bogota 2010 12:33 COT

 

En este mundial de Sudáfrica donde las decepciones han primado sobre las emociones, este partido entre Uruguay y Ghana va a ser recordado. No por el encuentro en sí, que mostró a dos equipos esforzándose por ganar, sino por el último instante, donde un goleador se transforma en portero y salva momentáneamente a su equipo de la eliminación y otro goleador marra el penalti que hubiera podido escribir una página gloriosa para un continente.

Increíble. Está a punto de culminar el segundo tiempo de la prórroga, últimos segundos del minuto 120, un tiro libre de costado en contra de Uruguay, el balón llega al área y nadie se apropia de él, entrevero, angustia de todos, incluido Muslera que lo busca entre piernas y brazos, de repente la pelota aparece con sello de gol pero Luis Suárez, en la raya, la revienta hacia el centro, donde encuentra a Dominic Adiyiah que de un cabezazo la devuelve a la portería con un Muslera vencido y de nuevo Luis Suárez se atraviesa y la tapa con la mano, como arquero emergente.

Desconcierto total en Uruguay, alegría desbordante en Ghana. No sólo tarjeta roja para el goleador de la celeste, sino penalti a favor del superviviente africano. La tribuna enloquece porque dentro de unos segundos uno de los suyos estará entre los cuatro mejores del mundo. Las vuvuzelas anuncian el carnaval, Asomoah Gyan, especialista en penaltis, el ariete que tiene a las estrellas negras en esta cúspide, tiene en su botín escrita la historia… pero estrella el balón contra el travesaño.

Antes de que el esférico regrese al campo el árbitro da el pitazo final del partido y comienza la lotería de tiros desde el punto penalti que favorece a Uruguay, no sólo por la suerte y los nervios propios de los cobradores, sino porque Muslera con Tabarez estudiaron juiciosos los videos de Ghana y se aprendieron de memoria su estilo de cobrar. Esto hay que resaltarlo, como el último disparo, el del “Loco” Abreu, no sólo porque con él escribió el epitafio de Ghana, sino porque regresa a Uruguay a ser protagonista de los mundiales.

Atrás quedan los 120 minutos donde se jugó en varios tiempos. Un comienzo arrollador de la Celeste, como todos los sudamericanos queremos que lo haga con los Países Bajos, reivindicando el buen fútbol contra la guerra de los taches. Entró con autoridad, portando una camiseta que en Sudamérica se respeta porque la portan guerreros con blasones antiguos, pero que ahora deben ganarse los propios, para volver a ser grandes y esta es la tarea que la celeste hoy está realizando.

Ghana, desconcertada, no pudo menos que agazaparse en el campo, mientras pasaba el relámpago que anunciaba la tormenta uruguaya, encabezada por Suárez, motor de estos primeros minutos que lo intentó sin eficacia. Pero los nubarrones desaparecieron y Ghana tomó el control, colándose al campo austral por las bandas, como en otros partidos, pero igual sin contundencia. Uruguay, acorralado por la exuberancia física de los africanos, sacó el libreto del aguante en espera de mejores oportunidades, perdiendo en el entretanto a Lugano por lesión.

El reaparecido Sulley Muntari, el enfant terrible de los black stars, triple campeón con el Inter, lanzó un poderoso disparo con la zurda que Muslera, tapado por Gyan, no alcanzó a observar. Gyan mueve su cabeza y por ahí, por ese resquicio entra el gol de Ghana, desatando la alegría colectiva. Ghana, con el segundo mundial a cuestas, tenía el tiquete para la semifinal. Pero con Uruguay nunca se sabe y pese a que el juego por momentos se tornaba espeso por las faltas reiteradas de parte y parte, sacó del sombrero un gol de Forlán para empatar el partido, con un cobro de pelota quieta.

El partido en los siguientes minutos debió haber sido de Uruguay, pero Luis Suárez, como Podolski contra Serbia, falla en todos los estilos, remates a quemarropa, cabezazos, festival del desperdicio, aunque uno de los culpables fue Kingson, que supo resguardar su arco. Después se volteó la torta y de nuevo Ghana se fue con todo a buscar la victoria, en oleadas que apenas podían contener los uruguayos, hasta ese instante mágico, novelesco, que elevó a los cielos a Uruguay y mandó al fondo del pozo a la desesperada Ghana.

Uruguay está entre los cuatro mejores del mundo. Mucho tiempo esperando este momento y con una oportunidad de oro de disputar la final, porque Holanda quedará sembrada en el camino. ¿Se puede? Claro que se puede y aquí le robo las palabras a Mario Benedetti,
 
“En las fronteras
del futuro
hay un control
estricto
 
sólo son admitidos
los sobrevivientes” 
 
como esta selección, la única sobreviviente de Sudamérica, que ha llegado a punta de corazón, de creer en sí misma y con la suerte del campeón. Eso marca la diferencia.

Marío Benedetti, “el hacedor de utopías y conspirador de sueños” como lo recordamos en estas páginas el día de su muerte, es el referente de Uruguay, es el referente de nuestra región para seguir avanzando. Sobre sus hombros la Celeste carga la responsabilidad de representar a Latinoamérica entera, una sola voz, una sola selección que debe hacer realidad las palabras del maestro: “Mira al pasado, y crea la historia; mira al futuro, y crea las utopías”. Es el momento.

– – –

Encuentro de los octavos de final disputado en el Estadio Soccer City de Johannesburgo, ante  84.017  espectadores.

Uruguay
 
Fernando Muslera; Maxi Pereira, Diego Lugano (cap) (Andrés Scotti 38), Mauricio Victorino, Jorge Ciro Fucile; Álvaro Fernández (Nicolás Lodeiro 46), Egidio Arévalo Ríos, Diego Pérez, Edinson Cavani (Sebastián Abreu 76); Diego Forlán, Luis Suárez. DT: Oscar Washington Tabarez.
 
Ghana
 
Richard Kingson; John Paintsil, John Mensah (cap), Isaac Vorsah, Hans Sarpei; Anthony Annan; Samuel Inkoom (Stephen Appiah 74), Kwadwo Asamoah, Kevin; Prince Boateng, Sulley Muntari (Dominic Adiyiah 88); Asamoah Gyan. DT: Milovan Rajevac.
 
ÁrbitroOlegário Benquerença (POR) Amonestó a: Uruguay: Fucile (20), Arévalo Ríos (48), Diego Pérez (59); Ghana: Paintsil (54), Sarpei (77), John Mensah (93)  Expulsiones: Uruguay: Suárez (120+1) 

Goles: Uruguay: Forlán (55) Ghana: Muntari (45+2)
 
Tiros desde el punto penalti: Uruguay: Forlán, Victorino, Scotti, Abreu; Ghana: Gyan, Appiah. Fallaron: Mensah y Adiyiah 

Se fundió la Canarinha de Dunga

Estancias > Primera plana
Por: Marsares

2 dAmerica/Bogota Julio dAmerica/Bogota 2010 23:08 COT

Se repitió la película. El Brasil de las estrellas fulgurantes se fue al piso como en 2006. Hay dos chivos expiatorios. Uno, el obvio, Dunga, a quien los éxitos habían salvado del patíbulo. El otro, Melo, que desde su ingreso a la canarinha fue crucificado, muerto y sepultado por la afición, pero resucitado por la terquedad de Dunga. Dos exiliados que contarán sólo cuando se recuerde como afrenta esta eliminación.

De todas formas, se esté o no de acuerdo con el estilo Dunga, que hizo de Brasil una Esparta de soldados disciplinados y austeros, reemplazando a la Atenas librepensadora, de genios impredecibles, jugadas de fantasía y alegría sin fin, hay una cosa cierta. Este Brasil, tan lejano de su esencia como la Alemania de Löw  lo es de la suya, es un gran equipo, quizás el mejor de este mundial.
 
Sin embargo, está fuera. Si Alemania, Argentina, España, cualquiera de los sudamericanos lo hubiera derrotado, la desazón sería menor. Porque son equipos generosos con el fútbol, que tratan de enriquecerlo abriendo nuevas fronteras, mezclando lo sabido con el riesgo, apostándole a la técnica, pero sin abandonar lo que ha hecho del fútbol el mejor de los deportes, la sorpresa, la creatividad, la improvisación con tinte de locura, donde un segundo significa la alegría de toda una vida.
 
La derrota es amarga y se recuerda el fatal segundo tiempo para crucificar a jugadores que cualquier selección desearía tener consigo. ¿Y qué del primer tiempo? ¿Cuando las ideas de Dunga en complicidad con el talento de sus jugadores, daban frutos jugosos y saludables? ¿Eso no vale? Incluso, el tan criticado Melo fue el artífice de un gol lacerante, una pincelada de pensamiento rápido, oportunidad aprovechada, sorpresa y definición eficaz por Robinho. De la misma especie que el primer gol de Alemania a Inglaterra con el saque de Neuer y la definición de Klose.
 
En esos 45 minutos brilló el espectáculo brasileño de obreros que igual atacaban que defendían como el propio Kaká, por poner un ejemplo, conformando con zagueros y volantes el muro de contención cuando perdían el balón. Infortunadamente, este equipo no tuvo la fortaleza mental de un campeón y por eso perdió. Cayó en la trampa de los matones de barrio y les respondió de igual manera. Eso querían los holandeses, ese era su único argumento, provocar, sacar de quicio, desordenar el ánimo, para destruir lo que eran incapaces de hacer con el balón.
 
Cada falta, y fueron muchas, de todos los estilos, sabores y colores, interrumpía el juego, creaba el cortocircuito que anulaba el avance, la sorpresa, la inventiva. Kaká, Robinho, Maicon… los brasileños vivían en el piso. ¿Eso es jugar al fútbol? Sí, aunque no nos guste. Otro tipo de fútbol, tacaño, simplón, lejano de la maravillosa Holanda de Cruyft, Van Basten y Gullit. Pero a la de nuevo cuño le basta para suplir sus carencias. Juego de zapa, pero eficaz, porque también consigue resultados. Para la muestra un Brasil.
 
La máquina de Dunga funcionó, pero el autogol de Melo le metió un palo en la rueda. Increíble como se descompuso. Holanda que había hecho poco por el partido, que no había tenido oportunidad cierta de anotar, empata por un error ajeno y le saca el mejor provecho, multiplicando el estilo de taches contra espinillas. Y Brasil, como si se tratara de un equipo de la Sub 17 que apenas están curtiéndose, con los nervios desaforados se desploma refundiendo sus argumentos del primer tiempo entre la tosquedad del adversario.
 
Devolviendo patada con patada se desconcentraron hasta el punto de dejarse anotar un gol impensable para una zaga curtida y disciplinada. Descuidan al más bajo de los holandeses y le permiten, solitario, que cabecee dentro del área. Absurdo, pero más lo fue el festival de agresiones, mini rings que se repartieron por el campo, con Van Pierse Vs Robinho en el primer asalto, respondiéndole con el ojo por ojo bíblico a la naranja troglodita, hasta la falta estúpida de Melo que provocó su expulsión.
 
¿Habrá terminado la era que inició Parreira en el 94, intentando domesticar el genio ancestral volviéndolo pragmático en busca de resultados? Es posible que el péndulo regrese en busca de retomar la herencia de los años dorados que vieron el nacimiento de fulgurantes estrellas. Es lo que quiere la afición, ávida del jogo bonito, es lo que quieren los dirigentes para que los estadios se llenen y las arcas se multipliquen, pero un retorno al juego del pasado es un anacronismo.
 
Quizás hay que atemperar el experimento de Dunga, mezclando talento con la planificación estratégica de los partidos donde cada hombre funcione con claridad dentro del engranaje, como hoy lo hace Alemania, crisol de culturas que muestran un equipo interesante en trance de formación. No se necesitan los cuarteles de Dunga, pero tampoco la pocilga en la que convirtieron a Brasil las juergas de hace cuatro años, de Ronaldinho y compañía.
 
Cuando se va el gato, los ratones hacen fiesta. Sin la auriverde queda con pronóstico reservado el nombre del nuevo campeón del Mundial de Sudáfrica 2010.
 
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Partido de los cuartos de final disputado en el estadio Nelson Mandela, de Puerto Elizabeth, ante 46.732 espectadores.
 
Holanda
 
Maarten Stekelenburg; Gregory Van der Wiel, John Heitinga, Andre Ooijer, Giovanni Van Bronckhorst; Mark Van Bommel, Nigel De Jong; Wesley Sneijder, Dirk Kuyt, Arjen Robben; y Robin Van Persie (m.85, Jan Huntelaar). Seleccionador: Bert Van Marwijk.
 
Brasil
 
Julio César; Maicon, Lúcio, Juan, Michel Bastos (m.62, Gilberto); Gilberto Silva, Felipe Melo, Daniel Alves; Kaká; Robinho y Luis Fabiano (m.77: Nilmar). Seleccionador: Dunga.
 
Goles: 0-1, m.10: Robinho. 1-1, m.55: Felipe Melo en propia meta. 1-2, m.68: Sneijder.
 
Árbitro: el japonés Yuichi Nishimura expulsó a Felipe Melo (m.xx) por falta sobre Robben. Y amonestó a Heitinga, Michel Bastos, Van der Wiel, De Jong y Oojier.

Portugal tuvo su florero de Llorente

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Por: Marsares

1 dAmerica/Bogota Julio dAmerica/Bogota 2010 23:49 COT

Como en los albores de la independencia colombiana cuando el florero de Llorente desató la revolución, igual pasó con España; otro Llorente, que no estaba en las cuentas de nadie, entró en reemplazo del “Niño” Torres a un partido soso, para ponerle la adrenalina que despertara a Villa, Iniesta, Xavi y compañía, en mora de revalidar -con las consiguientes dudas- la aspiración española de alzarse con el título de esta Copa Mundo.

Con tantas frustraciones de verdad se creía que éste iba a ser un superclásico entre la campeona de la Eurocopa que llegó como máxima favorita y el tercer mejor equipo del mundo, según la FIFA. Pero como si estuviéramos viendo “Plan 9 del espacio exterior” de Ed Wood, la peor película de todos los tiempos, la primera parte de este encuentro fue un monumento al tedio, al desgano, a la desidia, a la incapacidad, como si estuvieran en un partido de beneficencia pro burka en los estadios.
 
Después de los tres primeros minutos en que Torres y Villa quisieron sorprender a Eduardo, los 22 jugadores se dedicaron a pasear en safari por la gramilla sudafricana, mirando la bola en su estado natural, en espera de que alguien se apiadara de ella y la mandara a descansar. Pero como si nada. Ella de aquí para allá, y los jugadores de allá para acá.
 
Cristiano Ronaldo miró hacia arriba en espera de que la Virgen de Fátima le contara el cuarto secreto, cómo jugar bien al fútbol y mandar al carajo a Casillas y toda su corte. Pero hubo mutis en el foro, mejor dicho, en el cielo. A decir verdad, tan aburrido estaba el cuento que, muy seguramente se fueron a ver los cuartos de final de Wimbledon, que estaba a punto de dar la más grande sorpresa de los últimos tiempos, la eliminación de Roger Federer.
 
Pero volvamos al partido que para fortuna del planeta fútbol, dejó atrás el primer tiempo y dio comienzo al segundo. ¿Será que le metemos pólvora como en carnavales a ver si se pellizcan? Joder, que el mismo cuento de la bella durmiente en espera del príncipe azul, cansa. Se anuncia cambio en España y la tribuna se prepara para aplaudir a Cesc, pero no, Del Bosque estrena a Llorente. Los técnicos de las graderías protestan. Ahora sí nos lleva la que nos trae.
 
Trece minutos del segundo tiempo y como Condorito, ¡plop! explota la modorra. Ramos centra y Llorente engarza. Sí, la tira para otro lado, pero vamos, al menos sabe para qué son los guayos. A los demás les da como vergüenza, y se prende el bombillo. Llorente sigue en su cuento, como cualquier novato, rompiéndose el alma, y le funciona. Mientras entretiene a los dos centrales, Iniesta le hace un pase al borde del área a Xavi, que de taquito se lo pone a Villa, se interpone Eduardo, la pelota queda bailando y el que es caballero insiste. Villa la mete.
 
Un largo suspiro de alivio se escucha por toda la península. El cuarto gol de Villa en este campeonato es un boleto a los octavos, tan esquivos hasta este momento y ahora es cuestión de administrar el partido, poner el balón en cuarentena y esperar por un espacio libre para el remate de la corrida. Pero Portugal salió de remos débiles, bajo de casta, ligero, pusilánime, y no embiste. Pitos en la tribuna.
 
Ramos, Iniesta, Villa, con el capote tratan de rematar lo que ya está muerto, pero Eduardo los priva del entierro. El partido languidece de a poquitos, mientras Cristiano Ronaldo, desesperado, intenta hacer algo, pero nadie lo acompaña, así que solo, dispara a ver si la suerte lo acompaña. Las vuvuzelas callan para que se escuche fuerte el abucheo. Desprecian al ídolo y el ídolo los desprecia a ellos. Divorcio a la vista. Termina el partido y Portugal se va de esta Copa Mundo apenas con la gloria de haber goleado a uno de los equipos más débiles del mundo.
 
España sale aplaudida, abrazan a Llorente y de paso a Del Bosque, que leyó el partido y logró colocar la carta que hacía falta para completar la veintiuna. Viejo zorro. Hoy le funcionaron las cosas, ¿pero en el próximo? Siguen las dudas con España.
 
– – –
Encuentro de octavos de final del Mundial de Sudáfrica 2010, disputado en el Green Point Stadium de Ciudad del Cabo, ante 62.955 espectadores.
 
España
 
Iker Casillas; Sergio Ramos, Puyol, Piqué, Capdevila; Busquets, Xabi Alonso (Marchena, m.93+), Xavi, Iniesta, Villa (Pedro, m.88); y Fernando Torres (Llorente, m.58).
 
Portugal
 
Eduardo; Ricardo Costa, Carvalho, Bruno Alves, Fabio Coentrao; Pepe (Pedro Mendes, m.72), Tiago, Raúl Meireles; Simao (Liedson, m.72), Cristiano Ronaldo y Hugo Almeida (Danny, m.58).
 
Goles: Villa (m.63)
 
Árbitro: Héctor Baldassi (ARG). Expulsó a Ricardo Costa en el minuto 89 por un codazo a Capdevila. Amonestó a Xabi Alonso (74) por España, y a Tiago (80) por Portugal.

Riquelme o Maradona, ¿cual se irá a empelotar?

Estancias > Primera plana
Por: Marsares

1 dAmerica/Bogota Julio dAmerica/Bogota 2010 19:37 COT

Sí, así como lo leen. Los amantes del fútbol están ante un dilema mayúsculo, Riquelme ha prometido desnudarse si su selección pasa a semifinales. Igual juramento ha hecho Maradona, aunque la exigencia es mayor, salir campeones. Riquelme lo hará frente a un hotel y Maradona al pie del obelisco de Buenos Aires.

Lo curioso del asunto es que el anuncio de la desnudez de Riquelme no le cae mal a Maradona. Por el contrario, según le ha dicho a la prensa, los alemanes están nerviosos con la posible desnudez de Riquelme, lo que favorece los intereses de Argentina, y aquí, en estas instancias, todo se vale.
 
Guerra de nervios, bueno en este caso de cueros, ha resucitado las estrategias non sanctas que en otros certámenes se han presentado, y como siempre Blatter ha dicho que lo permite mientras no se muestre en las pantallas de los estadios, influyendo en las decisiones de los árbitros. Löw lo aprobó. “Zancadillas sudamericanas”, le escucharon murmurar.
 
De todas formas, la complacencia de Maradona con el desnudo de Riquelme se volvió noticia bomba, pero el Diego no confirma si existe un acercamiento. Simplemente sonríe socarronamente cuando se le pregunta por Riquelme. ¿Pero está de acuerdo?, le pregunta un periodista. "Boludo, ¿y como querés que no esté de acuerdo? Mirale la pinta".
 
Y vistas bien las cosas, mejor dicho, sus cosas, realmente Riquelme merecía estar en la selección, pero a falta de… no tener las condiciones requeridas, se convirtió en hincha y todos los medios registran su entrega y la alegría que desborda cada que su selección avanza un paso más en este mundial.
 
Como el desnudo de Riquelme depende de un resultado y no del campeonato, parece más factible que se haga realidad, así que todos andan encomendándose al cielo para que la victoria de la selección de Riquelme los premie con semejante espectáculo, mostrando que por el fútbol se llora, se ríe, se pelea y también se empelota.
 
Lo curioso del cuento es que los hinchas de los equipos que participan en el mundial, por abrumadora mayoría, sin distingo de bandera, himno o camiseta, quieren que Riquelme cumpla su promesa. Apenas unos holandeses, dos de Ghana y uno de Uruguay que votó por Mujica, se oponen, lo mismo que la novia de Cristiano Ronaldo.
 
En un portal de Internet hicieron el mismo ejercicio y qué creen, hasta los que se imaginan que el soccer es una nueva consola de video, por mayoría abrumadora votaron por el desnudo de Riquelme. Porque Maradona empelota, dándole vueltas al obelisco, por Dios, menos mal que el mundial es cada cuatro años, protestó un hincha de Riquelme. Sinvergüenza, dijo una señora. Pobrecitas las niñas.
 
Nada que hacer. Maradona perdió este encuentro con Riquelme. Y después dicen que el fútbol no da revanchas, a falta de la justicia divina, que por estos días anda embolatada. Alístense pues, Riquelme se va a desnudar y todos los hombres de este planeta gritaremos de júbilo cuando empiece el strip tease, ahí frente al hotel Guaraní, en la Plaza de la democracia, un lugar emblemático de Asunción, porque Larissa, la bellísima Larissa Riquelme, musa de la albirroja y llamada "La novia del mundial", estará cumpliendo su promesa.
 
(Ahora no es que que Paraguay nos salga con un chorro de babas el sábado y devuelva a Larissa para la casa, vestida y alborotada)
 
Actualización julio 6 de 2010: Larissa cambió de camiseta y como perdió Paraguay ahora va por España, y si España pierde, suponemos que le apostará al que pierda en la final, para estar segura. Pero que se empelota, se empelota. 

Brasil, camino a la final, acabó con Chile

Estancias > Primera plana
Por: Marsares

1 dAmerica/Bogota Julio dAmerica/Bogota 2010 10:38 COT

¡Que vaina con Chile! Puede decirse lo de siempre, que el deporte es así, que unos pierden y otros ganan, que esta vez le tocó a Chile, que después la amargura será para Brasil, que acuérdense del maracanazo, que el gigante tampoco la ha tenido fácil, lugares comunes, montañas de conmiseración que nada valen, porque Chile, el Chile de Bielsa, no se merece eso.

Empezando porque es un fútbol honesto, dirán por ahí que ingenuo, que muestra lo que tiene, pero así es Bielsa, así son los chilenos, incapaces de agazaparse en su patio en espera de que les den el golpe de gracia, como los araucanos, que se le plantaron al español hasta el último hombre, siempre frenteros, a veces suicidas, ¿pero cómo convencerlos de que con Brasil es a otro precio?
 
Y menos el Brasil de Dunga que está en otro planeta, casi que diríamos cibernético. Un ser mortífero como Alien, que lo que no sabe se lo inventa, todo lo copa, todo lo domina. Nada de florituras, aunque a veces desparramen por ahí algunas para delicia de todos, humanos al fin y al cabo, pero luego regresan al orden, la espera, el examen frío de la oportunidad que apenas vista, mueve todo el andamiaje, con una adición, los que lo practican desbordan talento.
 
También tienen a su favor la diversidad. No dependen de una sola manera de ganar. Cuando el adversario le copa el terreno para minarle la creatividad, Brasil busca alternativas como el balón aéreo. Así llegó el primero, de un tiro de esquina cobrado por Maicon. Lo marcó Juan -“el Mudo” como lo llaman sus compañeros- fantasma solitario que con un cabezazo preciso, abrió la Caja de Pandora.
 
Aquí viene el segundo problema de Chile. No hizo la pausa para recomponer las líneas y se lanzó al ataque como siempre, sin medir las consecuencias, descuidando la banda izquierda. La máquina brasileña no perdona. Robinho ve el territorio sin dueño y se lanza fulminante, Kaká lo acompaña por el medio, Robinho hace el centro, Kaká habilita a Luis Fabiano y sin ningún movimiento extra, preciso, sin mácula, el disparo fulmina a Bravo. Apenas tres minutos después del primero.
 
Chile había atacado durante 34 minutos, como un vendaval, buscando el primer gol que desequilibrara el partido, confiado en que la labor de filigrana de Bielsa, era suficiente, y lo intentó una y otra vez, pero Brasil, en apenas tres minutos, aprovechó dos descuidos para cambiar la historia del partido. Nadie marca a Juan, y llega el primero. Isla y Jara se descuidan por la izquierda, y por ahí se convierte el segundo. Parpadeos, pero Brasil, no los perdona. Mucha falta hicieron Gary Medel y Waldo Ponce, pero esto es llorar sobre la leche derramada.
 
Bielsa mueve sus fichas y entra a Valdivia, el “mago” como lo apodaron en Palmeiras, con talento para hacer pase-goles y al experimentado Rodrigo Tello en busca de salidas por la izquierda, mejorando el ataque con mayor profundidad, pero vuelta a lo mismo, a un “bis” inmenso. La “nada”, como en la “Historia sin fin”, se comió sus buenas intenciones, mientras Brasil, buscaba rematar el partido, con la frialdad del cirujano que con un escalpelo busca el mejor sitio para terminar con eficacia su tarea.
 
Ramires, una de las nuevas gacelas de Dunga, no sólo hábil con el manejo del balón sino ágil y rápido en su desplazamiento, cumple lo que se espera de él. Se descuelga con la velocidad que lo hizo Özil en el cuarto gol contra Inglaterra, sólo que Ramires lo hace por el centro, como una exhalación corre 35 metros para entregársela a Robinho que en un segundo la acomoda, y fusila a Claudio Bravo. Catorce minutos del segundo tiempo y se ve a Chile tan indefenso que incluso Brasil baja las revoluciones y comienza a pensar en el siguiente partido.
 
Pudieron ser más, porque Chile siguió en lo suyo, atacando con la porfía del que no quiere irse así, por la puerta de atrás, un equipo sincero con el fútbol, que merece el aplauso, con Suazo y Valdivia dejando la piel regada en el campo, como todos los demás. La frustración no es solo de ellos. En la región también se sintió, porque lo vivimos en la eliminatoria, sufrimos en carne propia sus ataques y admiramos sus virtudes; por eso su merecido segundo lugar. Esta vez no fue Chile, pero a todos nos dolió la goleada, por el fútbol, por el respeto que le tienen, y por su entrega.
 
Un abrazo para Chile y un quitarse el sombrero ante un Brasil que sigue cabalgando hacia el título. Buena Copa América, como alguien lo dijo, la que estamos jugando en Sudáfrica.
 
– – –
 
Partido por los octavos de final jugado en el estadio Ellis Park, de Johannesburgo, ante 54.049 espectadores.
 
Brasil
 
Julio César; Maicon, Lúcio, Juan, Michel Bastos; Gilberto Silva, Ramires, Daniel Alves; Kaká (m.81, Kleberson); Robinho y Luis Fabiano (m.76, Nilmar).
 
Chile
 
Claudio Bravo; Mauricio Isla (m.62, Rodrigo Millar), Pablo Contreras (m.46, Rodrigo Tello), Gonzalo Jara, Ismael Fuentes; Arturo Vidal, Carlos Carmona, Jean Beausejour; Alexis Sánchez, Humberto Suazo y Mark González (m.46: Jorge Valdivia).
 
Goles: 1-0, m.35: Juan. 2-0, m.38: Luis Fabiano. 3-0, m.59: Robinho.
 
Árbitro: Howard Webb, de Inglaterra. Amonestó a Kaká, Vidal, Fuentes, Ramires y Millar.

Paraguay entre los ocho mejores del mundo

Estancias > Primera plana
Por: Marsares

30 dAmerica/Bogota Junio dAmerica/Bogota 2010 0:03 COT

En una esquina céntrica de Bogotá, la 21 con séptima, sorprendió el partido a muchos transeúntes. Dos pantallas de TV dieron pretexto para una aglomeración que creció con los minutos lo mismo que la ansiedad, a ratos la impaciencia, incluso el malgenio, como si fuera una calle de Asunción.

Dientes apretados con los avances nipones, exclamaciones de frustración cuando los guaraníes fallaban y el grito con sabor a estadio que hizo parar los carros a chismosear cuando Komano erró el cuarto tiro, terminó con un festival de sonrisas y abrazos celebrando la clasificación de Paraguay.
 
Lo entretenido del partido estuvo en esa esquina. Adentro, en el café donde reposaban las pantallas, dos meseras servían indiferentes ante el alboroto masculino y el dueño miraba inquieto las mesas no tan ocupadas como hubiera deseado. La acción estaba en la acera, unos doscientos clientes, pero del partido.
 
Mientras por grandes pausas el fútbol se perdía en equivocaciones, carreras japonesas de relevos, pelotazos a las estrellas, mucha voluntad pero pocos resultados, los técnicos callejeros daban su versión de lo que estaban viendo y reemplazaban al Tata Martino en sus análisis de la cancha.
 
A Roque hay que sacarlo, como qué sacarlo, espere que prenda la chispa y verá, cuál chispa, ese ya está fundido, y Haedo cuándo lo van a meter, ese si arregla a los japoneses, a esos no los arregla nadie, como que no, si pudieron con los eslovacos, con esos postes cualquiera, en cambio éstos, estos qué, pues no ve cómo corren, igualito a Montoya en la Náscar, vueltas y vueltas, y nada. Risa general.
 
Muchos técnicos entre mensajeros, estudiantes, jubilados, oficinistas, desocupados, vendedores ambulantes… divirtiéndose, que en este partido significa rechinar de dientes, chistes sobre Endo, ganas de ponerle zancadilla a Tulio, y elogiar a Ortigoza que le ponía ganas al asunto, aunque la efectividad andaba perdida entre las buenas intenciones y las malas definiciones.
 
 
En eso se fue el primer tiempo marcado con el Uhhhhhhh, cuando Lucas Barrios, se deshace de cuatro ojos rasgados y solo, con todo el arco a lo ancho como bocado apetitoso con tereré incluido, termina indigestándose. Se comió el gol y de un solo bocado. No hay derecho.
 
En el descanso, la esquina se desocupó a medias, pero los desertores regresaron. Uno propuso hacer la ola, pero los demás dijeron que tampoco, que eso no daba ni para un charco, cómo así, no jodan, qué creen, que esos chinos son fáciles, cuáles chinos no ve que son japoneses, y qué, son igualitos, y vean cómo corren, mejor, más rápido se cansan y verá como los paraguayos los arreglan, arreglarlos? a los que van a arreglar es a otros, le apuesto a Japón, ¿Japón?, oigan a éste…
 
La algarabía se salió de madre cuando Claudio Morel decidió servirle en bandeja de plata el gol a Riveros, y claro, el arquero japonés -¿no dizque allá sólo jugaban béisbol?- dañando el caminado. Martino, congestionado, metió a Haedo para atormentar por las bandas y de encime, a Barreto, a ver si le arreglaba el desorden del medio campo.
 
Pero ni eso. Todo siguió lo mismo. Los de este lado tratando de llegar pero con mañita y los del otro lado, colándose como conejos en campo ajeno, dicho en mejores palabras, a estas alturas del partido "los hombres se han dividido en sombras y en airadas estrellas". Roa Bastos, ni más ni menos, acompañándonos en estos trajines.
 
¿Cómo va el partido? Al recién llegado le dan tres versiones distintas y un solo dato verdadero. Cero pollito, con alargue de 30 minutos incluido. Y eso que Haedo hizo de las suyas, pero el aguafiestas de Kawashima cerró la portería. Igual por los lados de Justo Villar con Okazaki, huérfano de todo mal y peligro.
 
Al término del alargue la acera se llenó hasta el frente, con el sufrimiento al que estamos acostumbrados con la selección nuestra. Pero al contrario del estadio, el silencio se apoderó de la calle. La lotería de los cobros desde el punto penalti comenzaba. Sólo el dueño del negocio rompió el pacto de los labios apretados y parado enfrente de las pantallas dijo, con aire de suficiencia, “Esto se lo ganan los japoneses”.
 
Barreto lo contradijo ahí mismo,convirtiendo el primero de los cinco goles de Paraguay aunque Endo dejó el cuento en tablas. 1 – 1 y en la acera sufriendo. Barrios Y Hasebe, en las mismas. Cobros precisos y la cuenta en 2-2. Riveros pasó al tablero y marcó el tercero guaraní. 3-2 y Diosito, que falle el japonés.
 
Como que escucharon allá arriba porque ahí fue Troya, mejor dicho, ahí fue Komano, que mandó la pelota a las nubes. 3-2 pero esto no se ha terminado. Haedo y Honda cumplieron. 4 -3 y todo el mundo pendiente de Óscar Cardozo. ¡Lo metió, lo metió, lo metió!, gritó el locutor y le hizo la segunda la tribuna callejera.
 
Una calle colombiana, como en muchos lados, festejó porque Paraguay tiene sabor a lo nuestro y no todos los días se está entre los ocho mejores. La burbuja del tiempo explotó y todo volvió a la normalidad, cada quien a cumplir con sus obligaciones con una diferencia, caras sonrientes porque otro más de la tierra y de lejos, el más esforzado, se había metido en la pelea. Cuatro sudamericanos de ocho finalistas. Waka waka, esto es América.
 
– – – 
 
Encuentro correspondiente a los octavos de final del Mundial de Sudáfrica 2010 disputado en el estadio Loftus Versfeld de Pretoria ante 36.742 espectadores.
 
Paraguay
 
Justo Villar; Bonet, Paulo Da Silva, Antolín Alcaraz, Claudio Morel; Néstor Ortigoza (Edgar Barreto, m.75), Enrique Vera, Cristian Riveros; Roque Santa Cruz (Cardozo, m.96), Edgar Benítez (Haedo Valdez, m.60) y Lucas Barrios.
 
Japón
 
Kawashima, Komano, Nakazawa, Marcus Tulio Tanaka, Nagamoto, Abe (Kengo Nakamura, m.82), Endo, Matsui (Okazaki, m.66), Hasebe, Okubo (Tamada, m.105) y Honda.
    
Tiros desde el punto penalti
: Edgar Barreto: gol (1-0); Endo: gol (1-1); Lucas Barrios: gol (2-1); Hasebe: gol (2-2); Cristián Riveros: gol (3-2); Komano: falla (3-2); Haedo Valdez: gol (4-2); Honda: gol (4-3); Cardozo: gol (5-3)
    
Árbitro: Frank De Bleeckere (BEL). Mostró tarjeta amarilla a Matsui (m.57), a Nagamoto (m.72), a Honda (m.90+) y a Endo (m.113)

Alemania despedazó a Inglaterra

Estancias > Primera plana
Por: Marsares

27 dAmerica/Bogota Junio dAmerica/Bogota 2010 23:56 COT

En el fútbol, como cualquier religión que se respete, la historia es fundamental. Cada que dos viejos adversarios se enfrentan, los recuerdos de sus alegrías y miserias vienen a cuento. No importa cuanto tiempo haya pasado, ellos lo llevan escrito en los genes, recuerdan cada instante, y saben que el fútbol es generoso en desquites.

Esta vez el recuerdo de alemanes e ingleses los lleva al Vaticano del fútbol, al mítico Wembley, y a un pecado que se cometió sin pudor en frente de todos en el Mundial de 1966. Un gol que no existió elevó a los altares a Inglaterra como dueña y señora de la Copa Jules Rimet por cuatro años, a expensas de Alemania. Hace 44 años y como en el bolero de Manzanero, parece que fue ayer.
 
Los hijos pagan los pecados de sus padres y hoy le tocó a los de Capello ver ante sus ojos que la justicia divina existe o por lo menos la miopía terrenal. Aquella vez el balón no profanó el arco pero igual el grito de gol llenó el estadio y se consumó el robo.
 
Hoy, en cambio, el balón pegó en el travesaño, entró en diagonal por lo menos un metro, pegó en el piso y orondo volvió a salir. El árbitro fue el único que no lo vio. Un gol inglés legítimo, al que se le negó la pila bautismal, permitió que Alemania siguiera en ventaja.
 
Si el partido hubiera terminado así, 2-1, el video lo habrían guardado los ingleses en una cápsula del tiempo destinado a las generaciones venideras para que vengaran la afrenta. Por fortuna, Alemania, a la que Inglaterra no le gana en mundiales desde ese 1966, no sólo ganó sino que goleó.
 
¿Este gol habría cambiado la historia del partido? Pensemos que sí para que la diversión no termine después de ver un partido estupendo, que tuvo de todo, buen fútbol, jugadas que reivindican el buen trato del balón, pifias, corrección, alegría, velocidad, sorpresa, y entrega de los dos equipos, uno mejor que el otro, pero ambos, como lo han hecho muchas veces, sacando lo mejor de sí.
 
Goles fantásticos, como el primero, minimalista, a un solo pase, una rasgadura vertical en el campo, saque larguísimo de Neuer que recoge Klose a unos cuantos metros de la portería inglesa y batallando hombro a hombro con Upson, cayendo, en el último esfuerzo, con el arquero encima, logra introducir el balón en la red.
 
Velocidad pura la de Özil, por la izquierda, corriendo como una exhalación todo el campo, dejando atrás a Barry y centrando a Müller para que anote el cuarto gol, o los dos anteriores, fabricados con pases precisos, rápidos, sorpresivos, para dar con la puntada final. Podolski y el propio Müller, esta vez no fallaron.
 
Pero igual la remontada de Inglaterra que no bajó los brazos cuando tenía dos goles en contra y con juego aéreo, el propio Upson se reivindicó, anotando un hermoso gol de cabeza, levantándose entre los alemanes, y el segundo, materia de la polémica. Unos pocos minutos en los que Alemania, por única vez en el partido se le vio desconcertada.
 
Alemania ya no es la de antes, se ha dicho. Ahora es más letal. No depende de la velocidad, la corpulencia de sus delanteros y sus cañonazos que derriban murallas. Hoy su repertorio se ha enriquecido y lo mostró con suficiencia en este partido. La nueva camada, mezcla de muchas sangres le han aportado el toque exquisito de la variedad de recursos.
 
Hoy Alemania desequilibra con su técnica. Juega en espacios cortos, triangula, gambetea, esconde la pelota, juega al gato y al ratón, hace pases pero no son inoficiosos, conforman un avance, una penetración, un despeje de peligro, una jugada elaborada, la fabricación del andamiaje para la puntada final.
 
Candidata al título, sin duda, con un fútbol práctico pero variado, con técnica, sorpresa y por supuesto, sin olvidar la fortaleza física, como la exhibida por Klose en el primer gol. Alemania, a estas alturas, encabeza las apuestas y no es de extrañar que llegue a disputar la final con Brasil, si consigue superar primero a Argentina el dos de julio y se deshaga de España o Portugal en la siguiente fecha.
 
Tiene con qué y por lo visto hasta ahora, sus posibles rivales no tienen sus fortalezas.
 
– – –
 
Partido de octavos de final disputado en el estadio Free State de Bloemfontain. 40.911 espectadores.
 
Alemania
 
Manuel Neuer; Philipp Lahm, Arne Friedrich, Per Mertescker, Jerome Boateng; Sami Khedira, Bastian Schweinsteiger, Thomas Müller (Piotr Trochowski, m.72); Mesut Ozil (Stefan Kiessling, m.83; Lukas Podolski, Miroslav Klose (Mario Gómez, m.72).
 
Inglaterra
 
David James; Glenn Johnson, Matt Upson, John Terry, Ashley Cole; James Milner (Joe Cole, m.63), Steven Gerrard, Frank Lampard, Gareth Barry; Wayne Rooney y Jermain Defoe (Emile Heskey, m.72).
 
Goles: Klose (m.20); Podolski (m.32); Upson (m.37); Müller (m.67); Müller (m.70).
 
Árbitro: Jorge Larrionda (Uruguay). Tarjetas amarillas a Friedrich, por Alemania, y a Johnson por Inglaterra.

Ghana se la hizo de nuevo a Estados Unidos

Estancias > Primera plana
Por: Marsares

27 dAmerica/Bogota Junio dAmerica/Bogota 2010 19:28 COT

A la selección de fútbol de Ghana le dicen “The Black Stars” como grupo de rock setentero, nombre curioso pues implica que sólo puede brillar en un cielo blanco. ¿Será por eso que se la tienen montada a los gringos? Con los demás sufren a destajo, pero a éstos se los gozan. Un delicatessen.

Ghana, de todas maneras es un cuento en el campo de juego. A diferencia de los europeos que en este mundial miden los metros que deben transitar, los ghaneses se corren todo el campo, no importa si llevan el balón o no, simplemente corren. Tal vez creen que entre más lo hagan, en una de esas, cuando el balón los alcance, puede que lo metan.
 
Los gringos de Donovan también corren, lo llevan en los genes, quizás por eso se inventaron el béisbol donde las carreras dan victorias. Lo malo es que en el fútbol no necesariamente es así, o por lo menos en el de ahora, en el que basta colocar la pelota en el lugar correcto para que otro la empuje, claro, si lo dejan.
 
Pero Ghana sorprendió yéndose arriba en el marcador, apenas a los 7 minutos de juego. No sólo por el gol en sí que marcó Prince Boateng, después de un carrerón desde medio campo, eludiendo a su marcador y convirtiendo a Tim Howard en un espectador de primera fila, que solo la vio pasar.
 
Lo que festejaron los ghaneses con una mini rumba a un lado de la raya, fue que además esta anotación había sido de verdad, mejor dicho, como deben ser las anotaciones, corriendo, eludiendo, sudándola y no de penalti. Toda una hazaña.
 
Desde noviembre de 2009 en que empataron con penaltis ante Malí 2 -2 en las eliminatorias para el Mundial de Sudáfrica, la sequía había sido mayúscula, hasta el punto que los nuevos goles conseguidos sólo los marcaron en Sudáfrica (contra Australia y Serbia) y también desde los nueve pasos.
 
Pero bueno, esta es una anécdota, como la del autor que fue el mismo que sacó a Ballack del mundial después de entrenar en su tobillo a punta de taches, el mismo que tiene un hermano en la selección alemana (Jerome), y también el mismo que renunció a su nacionalidad alemana (por su madre) y se fue a Ghana a estrenar país, el de su padre. Un culebrón.
 
De ahí en adelante los estadounidenses se fueron con todo al ataque. Claro que no pasaron del medio campo y por mucho rato, como se está volviendo costumbre en esta cita sudafricana, bailaron tango con los adversarios. De aquí para allá, de allá para acá, en parejas, frente con frente, pecho con pecho, pelota con pelota. ¿Y la tribuna? Feliz con las vuvuzelas.
 
Como en toda fiesta, a veces se volaban los invitados. En el minuto 35 Robbe Finley fue a visitar a Kigston, el portero ghanés, y dos minutos después lo hizo Kwadwo Asamoah, con Howard. Con susto y todo los arqueros agradecieron este momento de diversión, un condimento para la sopa desabrida del primer tiempo.
 
En el segundo tiempo los estadounidenses salieron como en la Indy Car, a correr sin parar. Dos minutos apenas y Feilhaber casi empata, pero los casis no valen y Kigston pudo respirar tranquilo. Donovan siguió corriendo, y sus compañeros igual, tratando de colarse por entre el bosque de piernas, pisando el área, vencer o caer, y efectivamente cayó Clint Dempsey empujado por Jonathan Mensah. Penalti y el de siempre, Donovan, convirtió.
 
Complicada la cosa, sobre todo para los africanos que vieron a los de Donovan decididos a vengar la afrenta de 2006 y si hemos de ser justos, tanto esfuerzo debió recibir su premio, pero ya se sabe cómo es el fútbol, ingrato como pocos, y todos los intentos, incluyendo los de Jozy Altidore, terminaron en nada.
 
Masajes, calambres y el susto de treinta minutos de prórroga. El que no hace los goles los ve hacer, dice un axioma del fútbol y aquí se cumplió. Tres minutos apenas y Asamoah Gyan se metió entre los centrales de Estados Unidos (a lo Klose), un zurdazo y Howard vio en un instante, cuando el balón le pasó por entre las manos, lo que pasaría al día siguiente. Un aeropuerto, muchas maletas y compra de souvenirs antes de tomar el avión. La magia del fútbol.
 
A las Estrellas negras las espera Uruguay. Si la lógica se impone, el dos de julio se irán felices a casa. Le cumplieron a África. Claro que nunca se sabe.
 
– – –
 
Segundo partido de octavos de final, disputado en el estadio Royal Bafokeng de Rustenburgo ante unos 30.000 espectadores.
 
Estados Unidos
 
Tim Howard; Jonathan Bornstein, Carlos Bocanegra, Jay DeMerit, Steve Cherundolo; Clint Dempsey, Michael Bradley, Ricardo Clark (Maurice Edu, m.31), Landon Donovan; Jozy Altidore (Herculez Gomez, m.91), Robbie Findley (Benny Feilhaber, m.46).

Ghana

 
Richard Kingson; John Pantsil, Jonathan Mensah, John Mensah, Hans Sarpei (Lee Addy, m.73); Anthony Annan, Samuel Inkoom (Sulley Muntari, m.113), Kevin-Prince Boateng (Stephen Appiah, m.78), Andre Ayew; Kwadwo Asamoah, Asamoah Gyan.

Goles: Prince Boateng (m.5) Donovan, de penalti (m.62). Gyan dentro de los 30 minutos de prórroga (m.3).

Árbitro: Viktor Kassai (Hungría). Tarjetas amarillas a Clark, Cherundolo y Bocanegra, por Estados Unidos, y a Jonathan y Ayew, por Ghana.

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