equinoXio
 

Colombia - Cargada el 06.09.2017 23:55:08 COT 


Columnas

Las voces de equinoXio

Descuadrando caja

Columnas > Con los taches arriba Por: Rafa XIII

11 dAmerica/Bogota Junio dAmerica/Bogota 2012 18:12 COT

José Pékerman

La columna estaba escrita a la mitad y se iba a llamar “Cuadrando caja”, con base en el buen resultado obtenido por la selección Colombia en su partido como visitante ante Perú, por la quinta fecha de las eliminatorias al Mundial Brasil 2014.

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Señor Falcao

Columnas > Con los taches arriba Por: Rafa XIII

13 dAmerica/Bogota Mayo dAmerica/Bogota 2012 10:36 COT

Falcao sostiene la copa de la Liga Europa 2011-2012 en Bucarest

Me lloverán rayos y centellas, además de un sinnúmero de palabras de grueso calibre que seguramente ofenderán de manera grave la memoria de mi madre y mis abuelas por la confesión que haré a renglón seguido, pues en estos momentos de efervescencia, calor y euforia victoriosa parecerán salidas de tono y totalmente inapropiadas. Pero asumo el riesgo, no si antes pedirles que lean la columna hasta el último renglón.

Hoy debo confesarles que, con todo y sus espectaculares triunfos, a Radamel Falcao García aún le falta algo para entrar completamente en mis afectos. La pregunta obvia es ¿qué le falta, si es un triunfador? Vengo de una generación que ya empezó el cuarto piso de la vida. Que vio dos décadas completas de gran fútbol en Colombia, con figuras de postín, que convirtieron a los equipos de nuestro país en permanentes protagonistas y en varias ocasiones ganadores de los torneos internacionales de clubes. También vi a por lo menos cuatro camadas de estrellas colombianas que brillaron acá, en equipos de otros países y continentes, y que además se lucieron con la selección nacional, yendo a tres mundiales y ganando una Copa América. Por citar algunos, Willington Ortiz, Arnoldo Iguarán, Carlos Valderrama, Adolfo Valencia, Albeiro Usuriaga, Oscar Córdoba, Miguel Calero, Farid Mondragón, Mario Yepes, Iván Valenciano, Faustino Asprilla e Iván Ramiro Córdoba, fueron campeones en el rentado colombiano, los transfirieron a clubes extranjeros, triunfaron y cada vez que los convocaban a la selección rendían como auténticos profesionales.

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¿Qué es una novela gráfica?

Columnas > Cómic en serio Por: Doctor Comic

9 dAmerica/Bogota Mayo dAmerica/Bogota 2012 23:42 COT

Antes que nada, aclaro que hoy no hay enlace del programa simplemente porque en estas semanas se están repitiendo los programas ya emitidos hasta que se graben nuevos. Las repeticiones constan del mismo discurso con distintas fotos (¡pa' que vean lo creativo que soy!)

Ahora sí, queridos lectores de absurdos como el que se escribe aquí, hacía tiempo que había dejado de lado el asunto del cómic como tal y para purgar ese pecado hoy quiero hablar un poco acerca de lo que se conoce como Novela gráfica y que para el grueso de la comunidad humana es indistinguible de los cómics mensuales… es más, para un porcentaje aún más grueso todo lo que lleve un matacho es catalogado como cómic, pero bueno.

La novela gráfica, a diferencia del cómic “normal”, es decir, el que circula religiosamente cada mes (en países desarrollados, acá no circulan nunca), está construida de tal manera que narre una historia de modo cerrado en una cantidad de páginas que superan ostensiblemente a las habituales 32.

Novelas gráficas las hay por montones, muchas independientes, otras utilizando a personajes conocidos del cómic, y las hay que están basadas en obras literarias… pero todas ellas pensadas para alcanzar una meta en común: la trascendencia del género del cómic de la simple entretención convencional para llevarlo a niveles en los que el lector se vea obligado a aguzar sus sentidos reflexivos.

En ese orden de ideas, muchas de estas novelas gráficas han adquirido un reconocimiento grande a nivel internacional, por citar algunos autores de grandes hits de este género están Alan Moore, Neil Gaiman, Frank Miller, entre muchos otros.

Todo esto para confesar al lector que mi sueño es lograr sentarme alguna vez y crear mi propia novela gráfica, algo novedoso o al menos bien reencauchado, y por ello apelo al juicio del lector desprevenido de este espacio para presentar este proyecto de novela gráfica colombiana. La siguiente es la portada y luego una descripción del guión:

TIMO
“The Frankenstein comeback”

Timo

La historia se desarrollaría en un país paupérrimo y lleno de ladrones al que se le puede dar el nombre de… Culombia, por ejemplo. En este triste país armado con babas el desarrollo tecnológico avanza casi a la brava y la cultura es algo perdido. Este hipotético villorrio estaría gobernado por una caterva de ladrones y burócratas que harían palidecer a los del “Proceso” de Kafka.

En este país imaginado reinaría una laya de advenedizos que han venido heredando el título de gobernantes desde sus antecesores en siglos pasados y en el presente en el que se desarrollaría este relato TOTALMENTE FICTICIO. Dicha republiquita de cartón estaría dirigida por una máquina burocrática perfecta, un mostrenco aterrador fruto de un atentado a la naturaleza que buscaba el equilibrio entre lo mejor del hombre y lo mejor de la máquina… logrando el resultado opuesto en ambos casos.

Tal ente de sonrisa perenne miraría caer a su país en medio de los desastres naturales más aterradores sin siquiera hacer una mueca. Estaría presto a derrochar lo poco que le sacan al contribuyente para hacer fiestas, convenciones, paseos por el mundo, nombramientos de ministros y asesores de lo que sea y así hasta dejar famélicas las tristes arcas estatales.

Obviamente la imagen pública del adefesio estaría en detrimento constante, solo con verlo en foto ya mueve al horror general. Pero el engendro insistiría en tratar de levantar imagen a punta de dádivas ridículas y de lanzar cantidades de datos progresistas totalmente falsos.

En este cuadro de despilfarro, abandono de cargo y negación de problemas, el espantajo decide hacer el mayor chiste de todos: anunciar sus ansias de reelección…

Y bueno, ahí va lo que tengo maduro de la idea para esta novela gráfica colombiana, que bien puede ser la última… ¿algún lector tiene aportes que permitan verle un final tan siquiera positivista a esta historia aterradora que ya va para su segundo año?

Glorias del cine nacional (4ta. parte)

Columnas > Cómic en serio Por: Doctor Comic

2 dAmerica/Bogota Mayo dAmerica/Bogota 2012 20:34 COT

Gracias a los comentarios de algunos fieles lectores surgió la idea de hacer una especie de añadido a manera de colofón en esta revisión al tristemente célebre cine colombiano. De entrada habrá que decir que este sea quizás el único capítulo de la dramática historia en el que se toquen puntos esperanzadores… pero no olviden que dije QUIZÁS, que eso quede claro.

¡Pero antes, un capítulo más de la locura televisiva del suscrito!:

Y ahora sí, entremos en materia con esta pequeña adición a la que he dado en llamar:

Neorrealismo italiano (a la colombiana)

Como sabrán aquellos fanáticos del buen cine, existió hace muchos años un estilo de hacer cine desprendido del mercado y que debía su estética y capacidad actoral al cotidiano, al ambiente real. Nacido en Italia con la película Ladrón de bicicletas, el neorrealismo italiano trajo algo de empuje al creador promedio que no contaba ni con la astucia ni los recursos para sacar adelante sus ideas.

De esta escuela vimos gestarse en nuestro país desde finales de los ochenta a un verdadero baluarte en cuanto a independencia y recursividad fílmica. Me refiero a Víctor Gaviria, artista por demás que logró la casi imposible tarea de convertir en verdadero talento actoral al joven común de las barriadas. Es notable el legado de Gaviria al cine (mejor lo recalco, VÍCTOR GAVIRIA, no vaya y se aparezca la sabandija de Simón Gaviria a querer robarse también dichos créditos).

El estilo y la estética de Víctor Gaviria han sido muy constantes, al margen de la ¿industria? y fiel a una forma de ver la realidad nacional. Desde Rodrigo D, no futuro hasta La vendedora de rosas y Sumas y restas, Gaviria (Víctor) siempre nos ha dado la dosis de cachetada de realidad, misma que los medios se empeñan inútilmente en maquillar a cualquier precio.

Es inevitable para mi denunciar que su estilo ha tenido viles copias que, como he dicho están disfrazadas y adornadas para desvirtuar la cruda realidad, basuras tales como Es mejor ser rico que pobre o Como el gato y el ratón, propuestas inmundas, plays y bizcas que tratan de socavar la mente del espectador y mostrarnos mundos imposibles, ridículos, insensatos y positivistas.

Gaviria (insisto, VÍCTOR) apela al recurso real, descarnado, verídico y que trasciende el drama del celuloide para traerlo al mundo real. De ahí que el grueso de sus castings en estos años estén 'chupando gladiolo' o cana desde hace rato. Ahí está la honestidad de esta vaina que es Colombia, de este desastre de país, de esta ruina burocrática que el gobierno y toda la farándula y la mediática fanfarrona se empecinan en querer tapar.

Un adagio popular y populachero reza: “eso es como querer perfumar un bollo”. Nada más cierto respecto al cine producido por los canales privados, un perfumadero de verdaderos torrentes de caca, una continuidad de mostrar a la gente del común en situaciones absurdas, traídas de los cabellos, con moralejas vacuas y reflexiones de gente play que en su vida ha logrado acercarse a la realidad del noventa por ciento de la población colombiana.

En resumen, Víctor Gaviria no es un perfumista: él recoge el cieno y nos lo muestra tal cual es y el espectador debe quitarse las gafas que le encajaron los medios para disfrutarlo como lo haría un bacteriólogo ante una muestra fresca (bueno, si es que dichos profesionales de lo inmundo llegan a disfrutar de eso, no me consta la verdad)

En la actualidad se empiezan a sentir continuistas de esta escuela de Gaviria (Víctor), con propuestas reales, crudas y cercanas como la reciente La sociedad del semáforo, pequeños pero esperanzadores pulsos que quizás no maten al paciente en crisis que teníamos en el capítulo anterior… tal vez y solo tal vez a punta de estos breves pero constantes brincos de talento podamos mantener al cine colombiano en un coma profundo… vivo eso sí, pero aún en coma.

Mauricio y Soler

Columnas > Con los taches arriba Por: Rafa XIII

23 dAmerica/Bogota Abril dAmerica/Bogota 2012 4:45 COT

Impresionante. Es la única palabra que se acerca de alguna manera a describir lo que fue el casi fatal accidente que sufrió el ciclista colombiano Mauricio Soler, en junio del año pasado, durante la sexta etapa de la Vuelta a Suiza. Este insuceso no solamente le costó la posibilidad de seguir peleando por el liderato y el retiro de la competencia, sino que por poco le cuesta la vida. La llanta delantera de su bicicleta estalló, Soler salió despedido del aparato y terminó incrustado en una atracción mecánica de un parque aledaño a la carretera.

Habían pasado apenas cuatro años desde cuando aquel desconocido gregario del equipo Barloworld saltó a la fama al ser el ganador de una de las etapas reinas del Tour de Francia 2007 y a la postre se convirtió en campeón de la montaña de dicha edición. En ese entonces, las páginas de equinoXio se llenaron, primero de garrotazos por conformarse con ganar una fracción y no querer ir por el primer lugar de la clasificación general, y luego de elogios, por haber recuperado para el país la mítica camiseta blanca con pepas rojas que hacía rato no pertenecía a un pedalista nacido en nuestras tierras.

El triunfo en la Vuelta a Burgos pareció confirmar el despegue definitivo de una figura descollante del ciclismo colombiano, que reverdecería los laureles de otras épocas, en las cuales las etapas de las competencias en el Viejo Mundo paralizaban el país con las transmisiones en directo por radio y televisión. Pero no fue así. A pesar de haber quedado segundo en la Vuelta a Castilla y León de 2008, vinieron las derrotas, porque tuvo que retirarse del Tour de Francia y el Giro de Italia, debido a sendas caídas.

Patricia Flórez y Juan Mauricio Soler

En 2010, cuando se preparaba para las competencias europeas, fue atropellado por un carro. Pero como no hay mal que por bien no venga, durante esta convalecencia conoció a una fisioterapeuta, que se convirtió luego en su esposa.

Y fue precisamente ella, Patricia Flórez, el personaje clave en la milagrosa recuperación del pedalista. Luego de la terrible caída, Soler fue sometido a un coma inducido para sobrellevar las graves lesiones que le ocasionaron los golpes (tuvo triple fractura en el cráneo, se rompió siete costillas, el peroné, tobillo, clavícula y omoplato izquierdos, y un riñón quedó prácticamente aplastado). Superada esa fase crítica, tuvo que ser operado en varias ocasiones, y siempre contó el ciclista con el soporte profesional y anímico de su mujer. Evolucionó positivamente. De la cama pasó a la silla de ruedas. De ésta, a las muletas, y luego empezó a aprender nuevamente a caminar. Fue preciso reconstruir parte de su rostro, y su ojo izquierdo estuvo en manos de notables cirujanos oftalmológicos. Para cuando pudo regresar a Colombia, todavía era evidente su dificultad para hablar y mantener el equilibrio.

Mauricio Soler y Aquiles

La ciencia y el amor familiar habían logrado salvar al hombre. A Mauricio, el hijo, esposo y padre. Pero a esas alturas, el ciclista, Soler, era ya cosa del pasado. Sin embargo, fueron los propios médicos quienes lo animaron a que se subiera de nuevo a una bicicleta. En febrero de este año, ocho meses después del accidente, llegó el día trascendental. Mauricio Soler, el hombre y el ciclista, volvieron a ser uno solo, encima del sillín de un caballito de acero. Por supuesto que no se trataba de una bicicleta de carreras, ni iba a tomar parte en ninguna competencia oficial. No. Salió a pasear por los alrededores de su finca en Ramiriquí, Boyacá, en compañía de Aquiles, un perro labrador negro que es su más fiel escolta, y lo ha hecho un par de veces más. Mauricio volvió a sonreír, y ha seguido una estricta disciplina con respecto a la fisioterapia, combinada con sesiones de natación y gimnasio. Hace poco viajó de nuevo a España a emprender una etapa más avanzada de su tratamiento.

Muy seguramente, nunca volveremos a ver a Soler tomando la largada en una Vuelta, Giro o Tour, o alzando los brazos al llegar a la meta, pero, con todo y lo breve que fue su trayectoria como pedalista, Mauricio Soler ya ganó la carrera más importante de todas.

Glorias del cine nacional (3ra. parte)

Columnas > Cómic en serio Por: Doctor Comic

18 dAmerica/Bogota Abril dAmerica/Bogota 2012 20:08 COT

Querido lector (y codiciada lectora): si has llegado hasta aquí atravesando el camino tortuoso, cruel e inhumano del cine nacional, te invito al último capítulo de este macabro análisis del cine chibcha para ver si en algún momento podemos verle un final tan siquiera esperanzador a la continuidad cinematográfica en este país santista y filipichín…

Pero antes, quiero invitarlos a sobrellevar este trago amargo por demás, con un capítulo más de la quijotada televisiva que pese a todo sigue emitiéndose:

Bueno, ahora sí, entremos en materia con este cine nuestro… la que viene a continuación es la década más fresca en la memoria de los lectores. De entrada debo decir que muchas 'pelis' se me quedarán por fuera del análisis pero es que han sido muchas… claro que eso no los aliente de a mucho, pues como decían sabiamente Les Luthiers: “La cantidad no va en desmedro de la calidad, todo lo contrario… va en desmedro”.

Cine nacional siglo XXI

Cuando busco un símil o imagen mental que me permita resumir la tendencia del cine colombiano en estos últimos doce años, la mejor que se me ocurre es la del electrocardiograma de un tipo con taquicardia.

Este cine ha sido tremendamente fluctuante, aunque presenta características constantes. Por ejemplo, tenemos una línea media que indicaría la muerte del paciente, que simboliza los periodos de tiempo en los cuales no se hace nada, no se ven estrenos y todo el mundo comienza a preguntarse si el cine se acabó en este país. Por otra parte, se encuentra una constante de pulsación por debajo de esa línea, es decir, todo aquel cine puerco y cochambroso que siempre amenaza con matar al paciente. Esos puntos mortales y continuos se pueden resumir fácilmente sin tener que hacer una fatigosa lista de (¿películas?) bodrios inmundos perpetrados, cometidos o supurados por los siguientes personajillos infectos:

  • Simón Brand
  • Dago García
  • Ricardo Coral
  • Harold Trompetero
  • Ernesto McCausland
  • Rodrigo Triana

Creo que se me escapa alguno, pero los arriba mentados (¡y muy mentados!) poseen lo que se llama ROSCA, esa herramienta práctica y funcional que en este país sirve para transfigurar al más lagarto, mediocre o lamebotas en un éxito instantáneo ante los obtusos medios de comunicación.

Cuando el desprevenido lector vea que una película X está dirigida por criaturas de esta laya, bien puede irse preparando para disfrutar de malsana mediocridad durante hora y media y aceptar con el dolor del alma que esa platica de la boleta se perdió.

Hay que decir que a esta caterva de asesinos del arte se suman otros que ni con rosca salen a relucir, ya sea por la vagancia inherente o el simple hecho de que en sus cabezotas no reposa más que una idea y que luego de ser plasmada se agotan más rápido que una pila doble AA; por citar uno: Alessandro Basile (nótese lo siseante del nombre, como una serpiente o lagarto)

Lo más triste del caso es que el grueso del cine producido en este país está representado y acaparado por estos nefandos nombres, es decir, que la taquicardia del paciente está intensificada y la muerte es una amenaza constante.

Por otro lado, se encuentran aquellas películas que en el colmo del menester han sido llamadas “cine independiente”, ¡como si aquí hubiera industria de esa vaina! Acá todo lo que vale la pena lo marcan de inmediato como cine independiente por el simple hecho de estar al margen de la rosca. Este cine se compone de óperas primas hechas con calidad y trabajo pero con las uñas… con las uñas sucias del mugre porque tocó filmar sin permiso en la calle y correr con la cámara cuando la policía los coge sin permiso, muy al estilo de Ed Wood.

Y pese a ello, se hacen vainas que levantan el ritmo cardiaco y se constituyen en esperanza de buen cine. Películas como El Rey, que salieron a base de endeudamientos extremos del director pero que se llevan por delante unos tres kilos de películas de cualquier Dago o Trompetero.

A veces se tropieza, vale aclarar, se experimenta con géneros como el terror o lo fantástico y se generan regulares propuestas como Al final del espectro o Yo soy otro, pero ya es de reconocer el riesgo en ver más allá de los tradicionalismos asfixiantes de la “película típicamente colombiana” estilo Karma o Soñar no cuesta nada.

De esta década destaco verdaderos bastiones con visión como Ciro Guerra, quien con el apoyo de NADIE (RCN apoyó su última película cuando ya era un éxito, ¿así qué gracia?) ha logrado acercarse a la meta del buen cine con solo dos películas: La sombra del caminante y Los viajes del viento… aunque como este país no carece de lapas, era inevitable que se le peguen otros a copiarle el estilo con propuestas casi calcadas en cuanto a forma como esa mamera de El vuelco del cangrejo o la supuesta y rimbombantemente aclamada Chocó, que ya nos cuadraron como “joya del cine nacional”. No es que no sea buena, puede que lo sea (lo digo porque no la he visto ni me interesa hacerlo, la verdad), pero cuando me quieren montar una vaina a la fuerza comienzo a sospechar de la verdadera calidad y originalidad de lo expuesto… algo así como la lacrimosa Los colores de la montaña, a la que solo le falta una niñita cantando “abuelito, dime tú…” (con Juanes incluido, que no falte ese patán, que no falte la dosis de rosca)

Otro intento reciente y muy interesante fue El páramo, película que va en una línea que deberíamos explorar con más fuerza, y otras que ni se mencionan por carecer de rosca pero que bien podrían ser reconocidas con mérito como Dr Alemán, cine colombiano bueno que pasa al anonimato por el simple pecado de no contar con el favor de los canales nacionales o con algún figurín de turno como protagonista.

Para concluir, diré que hay una mafia más temible que la de las drogas o las armas: es la mafia mediática que controla el cine nacional y mientras exista esta escabrosa ROSCA no creo que las cosas mejoren para el paciente, tan solo queda cruzarse de brazos y esperar…

"Piiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii"

—¡Doctor, perdimos al paciente!

—¿Hora del deceso?

—Mmm… mediados del siglo XXI.

—Bueno, enfermera, debo salir y dar la triste noticia a los colombianos, embólselo y envíelo a la morgue para la necropsia.

—Enseguida, Doctor… pero ¿qué ponemos en 'causas de la muerte'?

—Mmm… fallecido por mediocridad crónica y metástasis de rosca en todo el cuerpo.

Lea la primera parte: Glorias del cine nacional; segunda parte: Glorias del cine nacional (2da. parte)

Glorias del cine nacional (2da. parte)

Columnas > Cómic en serio Por: Doctor Comic

11 dAmerica/Bogota Abril dAmerica/Bogota 2012 20:36 COT

Antes de continuar el viaje dantesco por el celuloide criollo, es menester hacer la cuña respectiva a un capítulo más de la teleserie Cómic en serio, que ante el estupor general ya logra su tercer episodio al aire y, ante la resignación del que escribe, insiste en llamarse “Cómic en serie”… ¡Ah, qué carajo! ¡Lo importante es que lo sigan dando!

Ya fortalecido el ego agrandado de su servidor, bienvenidos queridos (¿o masoquistas?) lectores a una nueva entrega de esta brutal y descarnada disección que me he propuesto hacer acerca del cine colombiano. No es algo muy profundo, no pretendo tampoco decir que nada bueno se haga en estas tierras, pero lo bueno o ha durado poco o es desconocido para el grueso de la patria.

Quizás si escribiera esto desde Berlín o desde Madrid podría decir “¡en Colombia si que se hace buen cine!”, y eso se debe a que el verdadero cine de calidad en este mugre pueblo debe recorrer a pata descalza todo un tour mundial, ser premiado con honores en un sin fin de festivales para luego venir acá con todo ese recorrido y medallería incluida para ser ¡POR FIN! tenido en cuenta… durante algo más de un mes. Luego la farandulilla siniestra se vuelca en venias ante las nuevas babosadas de los seudodirectores lagartos habituales.

Pero este capítulo quizás sea el más esperanzador de esta historia, la siguiente etapa del cine colombiano fue tal vez la única que haya dejado ver el talento narrativo chibcha… claro que como todo lo que pasa en este país, fue una etapa fugaz que se deterioró y fagocitó a sí misma.

LOS AÑOS NOVENTA (o los años CASI maravillosos)

La década de los noventa fue algo así como un despertar para la cinematografía colombiana. ¿Tendría algo que ver el hecho de que FOCINE se acabara? No lo sé y tampoco es que me importe mucho, la verdad es que comenzaron a ver la luz directores y filmes que marcaron una etapa sólida en cuanto a la calidad del cine.

En primer lugar tuvimos nuestra primera intentona de nominación al Oscar por película extranjera con la tímida pero destacable Confesión a Laura. Lástima que en la eliminatoria se nos antepuso esa excelente Fresa y chocolate, pero ya era algo competir con pesos pesados como los cubanos.

Luego el cine nacional encontró un referente en dos nombres que dejaron huella con pie de elefante: Sergio Cabrera y Felipe Aljure.

El primero ya venía moviendo la cosa a finales de los ochenta con Técnicas de duelo y luego dejó en la impronta la memorable Estrategia del caracol (por otro lado, la estrategia de “Caracol” fue haberle dado excelente publicidad a esta película).

Los colombianos volvíamos entonces a las salas de cine para ver esta película absurdamente bien hecha y se sentía algo de ese henchido orgullo patrio (que yo siempre asocio con obstrucción de gases) empujando en el pecho. Por fin había algo decente que ver, esto era lo que llevábamos años esperando, algo que nos sacara del atolladero y pudiéramos mostrar con arrogancia ante el mundo.

Al poco tiempo (y luego de un tour mundial patidescalzo) nos llegó de Felipe Aljure La gente de la Universal. Como cosa rara fuimos el último país en verla y a regañadientes la mafia farandulera local no tuvo más remedio que abrirle la puerta grande.

Después de esto, Cabrera decidió relanzar sus Técnicas de duelo y la convirtió en Águilas no cazan moscas, película que, si bien no superó a la anterior, demostraba que la cosa tendía a mantenerse… luego el mismo Cabrera mostró un proyecto arriesgado que acá la crítica obtusa nunca supo apreciar: Ilona llega con la lluvia.

No solo la crítica bizca no supo apreciar esta evolución estética: el grueso del público tampoco dio pie con bola y ese fue el principio del fin de lo que pudo ser una nueva manera de hacer cine en nuestro país. Cabrera cedió entonces ante el diablillo de encontrar como “gustarle más al público” y ahí fue Troya: el atribulado director se devolvió unos quinientos años en estilo y estética para cerrar esta década con la abominable (pero gustadora, ¡qué raro!) sandez de Golpe de estadio, película pendeja y pachuca por donde se la mire.

Por otra parte, el nuevo ídolo Felipe Aljure se perdió casi diez años mientras concretaba su nueva película, todos sus fans (entre los que me incluía) esperaban esa nueva maravilla después de haber tenido la genial propuesta de La gente de la Universal ante los ojos, un estilo de hacer cine irreverente y alocado, era la línea a seguir, lo próximo de Aljure mínimo se pelearía un Oscar.

La expectación dio paso a la inquietud, luego a la desesperación y por último al escepticismo… pero comenzando el nuevo milenio Aljure anunció por fin su película con toda suerte de bombos y platillos. Todos estábamos ansiosos, era como si hubieran criogenizado al director y por fin lo resucitaran con su obra que TENÍA que ser por obvias razones muy superior a la anterior, gracias a que contaba con billete y apoyo.

Colombia saludó el nuevo milenio con la película cumbre nacional El Colombian dream…y estoy siendo sarcástico por si acaso el lector no lo ha notado. Saludamos el ingreso al nuevo siglo con la MIERDA más espantosa (y perdonen lo de “espantosa”) que persona alguna haya tenido la desgracia de sentarse a ver durante dos horas con unas ansias acumuladas de casi diez años. No quiero entrar en detalles de lo horrenda que resultó para mí la experiencia: desde ese día me dije a mí mismo que en la vida volvía a pagar cine caro para una película colombiana (pero lo haría años después, obviamente, uno no deja de ser masoquista).

Para terminar de ajustar las tornas, la seudofarándula criolla comenzó a ver con buenos ojos a un par de diabólicos y mefistofélicos directorcillos que se convertirían en la llaga segregadora de pus más temible del nuevo milenio: Ricardo Coral y Dago García. Y si esto no fuera poco, emergieron con poder inusitado los dos canales más faranduleros y mediocres en la historia del entretenimiento: Caracol y RCN, listos y prestos a soltarle billete a cuanto lagarto y mentecato directorcillo se les atravesase.

Este cuadro abominable es el marco para la siguiente y última entrega de esta disección al cine nacional.

Lea la primera parte: Glorias del cine nacional; tercera parte: Glorias del cine nacional (3ra. parte)

Glorias del cine nacional

Columnas > Cómic en serio Por: Doctor Comic

4 dAmerica/Bogota Abril dAmerica/Bogota 2012 23:28 COT

Antes de comenzar este pequeño tour por la filmografía cruel y nefanda de este (más) cruel y nefando país, quiero dejar el enlace del segundo capítulo de esta demencia televisiva llamada “Cómic en serio” (que se resiste a aparecer como “en serie”), pero bueno, eso también ratifica el por qué este país es lo que es:

Ahora sí, entrando en materia tenía pendiente hace años la revisión al cine nacional, que ha dejado en nosotros esa mácula de atraso y mediocridad de la que dudo mucho logremos salir algún día. Claro que no todo es malo, pero lo que es bueno se cuenta con los dedos de la mano y eso es lo grave. Lo bueno ha resultado ser hecho con las uñas y sin apoyo de ninguna empresa, y para remate eso poco que sale de buen cine nacional es mirado con desprecio por quienes manejan la batuta de la farándula nacional.

Por todo eso haré esta revisión como una especie de protesta abierta ante la ceguera y mentecatería de quienes podrían apoyar el buen cine pero prefieren seguir inflando el ego de directores mamarrachos y farsantes (un saludo a Simón Brand, Dago García y al futuro germen Mateo Stivel, les deseo con todo cariño que los engulla un marrano).

Primera parte: cine nacional (años sesenta, setenta y ochenta)

Esta primera revisión es facilísima, tan solo se debe decir que toda película de esta época que llevara adelante el nombre de FOCINE (Compañía de Fomento Cinematográfico), o “producida por Francisco Norden”, o “dirigida por Jairo Pinilla” o “dirigida por Camila Loboguerrero” era ya un bodrio certificado.

Esa franja de nada menos que treinta años no dejará nada, repito, NADA que rescatar: producciones cutres, de sonido terrible, de ridículas y catastróficas actuaciones, plagadas de perversa composición y guiones absurdos, que viene a ubicarnos como almas gemelas de nuestros amigos mexicanos, quienes (exceptuando la filmografía de Cantinflas) llevaron un proceso idénticamente puerco… la diferencia es que ellos llegaron a los noventa y comenzaron a salir del atolladero… nosotros nos asomamos a tomar bocanadas de aire y volvemos a hundirnos.

Si pudiera establecer un parangón entre el cine patrocinado por esa cueva burocrática llamada FOCINE, lo encontraría en cierta productora gringa llamada TROMA, especializada en lo que se conoce como la “serie B”; es decir, películas de muy bajo presupuesto, con actores improvisados e historias traídas de los cabellos…

Leyendo esto me doy cuenta de que incluso en la actualidad estas características se sienten terriblemente cercanas a la definición de nuestro cine.

En fin, FOCINE marcó con un hierro candente la nalga del cine nacional y lo convirtió en ganado vacuno listico para el matadero. No hay tan siquiera una película que uno pueda rescatar como medianamente profunda o bien construida… a pesar de ello, si usted, caro lector, se asoma a la literatura acerca del cine nacional se encontrará con que estos huesos infames han pasado a convertirse por arte de magia en “joyas del cine nacional”, un intento continuado para meternos el cuento de que estos atentados visuales eran profundos y reflexivos.

Cada vez que me asomo a estos libros de “expertos cinéfilos colombianos” me asaltan feroces accesos de risa y termino pegado a ellos como si estuvieran escritos por Alfredo Iriarte, Klim, Daniel Samper Pizano o Fernando Vallejo; es decir, escritos de la más profunda mamagallística. No creo que alguien pueda sostener que películas tales como A la salida nos vemos, Carne de tu carne, Visa USA, Esposos en vacaciones o El taxista millonario sean joyas cinematográficas sin esbozar al menos una leve sonrisa cínica.

En resumen, las bases de nuestra cinematografía están construidas a punta de madera podrida, agorgojada y de baja calidad. Entonces ¿qué puede esperarse de lo que se edifique sobre esta birria de cimientos? Eso lo iremos viendo en las próximas entregas de esta disección radical que me he propuesto hacer, a sabiendas de los gritos destemplados de más de un defensor a ultranza de causas perdidas (que sobran demasiado y, por ende, nunca faltan).

Lea la segunda parte y la tercera parte.

Desde el infierno

Columnas > Con los taches arriba Por: Rafa XIII

29 dAmerica/Bogota Marzo dAmerica/Bogota 2012 21:52 COT

En una de las últimas columnas del año pasado, reseñaba la terrible y muy real posibilidad de que el América no solamente tuviera que jugar el repechaje de promoción ante el subcampeón de la B, sino que además pudiera perder la categoría. Días después, cuando se cumplieron ambos temores, odié como pocas veces haber tenido la razón.

[sigue…]

Doctor Pantalla

Columnas > Cómic en serio Por: Doctor Comic

28 dAmerica/Bogota Marzo dAmerica/Bogota 2012 21:52 COT

Hace muchos años, cuando Sábados Felices era un verdadero programa de aguda comedia y no el mantequerio de humor barato en el que se ha convertido actualmente, existía un personaje interpretado por el gran cómico Enrique Colavizza. Se trataba de un político promesero que respondía al nombre del Dr Pantalla… Pues bien, me he apropiado de modo rapaz de este nombre para aprovechar también de modo rapaz este espacio y promocionar algo que obedece única y exclusivamente al natural impulso humano de insuflar mi ego.

Resulta que a comienzos de este año encontré eco en la propuesta de crear una sección breve para hablar de cómics en un programa de TV emitido por un canal de la ciudad de Palmira (evado furtivamente el nombre del canal y del programa por cuestión de cuñas).

En fin, el hecho es que el pasado miércoles se hizo la emisión del primer micro-programa que lleva el nombre de esta misma sección “Cómic en serio”, que como cosa rara está mal titulado en el intro (pero eso era de esperarse en Colombia).

Hasta ahora están grabadas y listas cinco notas que se irán emitiendo todos los miércoles como sección del susodicho programa de TV. La magia del Internet ha permitido que pueda verse en streaming, pero como en este país la conexión es incierta, mi contacto y desarrollador de la propuesta ha logrado montar la sección en YouTube para que pueda verse las veces que se quiera.

Aquí está la primera nota de Cómic en serio que ve la luz en la pantalla chica. Espero que la disfruten y prometo en lo sucesivo ir colgando los enlaces a medida que se emitan las notas:

Saludes a todos los fieles lectores (y lectoras, obvio), ojalá no se desinflen con esa cara y esa voz mía, pero culpen a la naturaleza que tan cruelmente se ensañó con mi apariencia… afortunadamente el desagradable “trollcito guten tag” no volvió por estos lares, pero si anda por ahí solo puedo decirle:

¡A ver cuando sales en televisión! ¡Chúpate esa, Higgins!

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