Pancarta a favor de la reelección de Uribe, durante la marcha contra las FARC el 4 de febrero de 2008 (Foto: Julián Ortega Martínez / equinoXio)
El referendo reeleccionista, sin duda. Desde el comienzo del año, como un fantasma en trance de reencarnación, recorrió el territorio colombiano, imponiendo su presencia. A su paso, las multitudes lo aplaudían, porque gracias a él, el presidente Uribe, el único capaz de salvar a Colombia del demonio terrorista, podía seguir en el poder.
Todo el país giró en torno a él. Amigos y enemigos, en un café, en el hogar, en el trabajo, en un almuerzo, en las noches sabatinas, en dondequiera que existiera una reunión de más de uno, el referendo ocupaba un generoso espacio en las discusiones. Él y sólo él era la salvación de la democracia o su perdición.