Aunque la participación actual de la mujer en las altas esferas de las instituciones colombianas es un hecho cotidiano, debido al aumento de la actividad femenina en todas las áreas de la vida política nacional, e incluso, obligatorio, en virtud a una ley que establece que haya paridad de género en la cantidad de personas en ejercicio de los cargos públicos que son por nombramiento, este es apenas el resultado lógico y merecido de un largo proceso que se inició en el nacimiento mismo de la república, y que ha tenido tres etapas bien diferenciadas.