La Copa América 2011, es la número 43 y se realizó en Argentina con la presencia de las diez federaciones afiliadas y dos invitadas, la de México y la de Costa Rica.

Un país exultante, los cánticos de la tribuna y un grupo unido por el fútbol y el compañerismo, celebran un título, el quince, que los coloca como el equipo más laureado de la Copa América. Hoy, América se viste de azul. Uruguay reina en la región.

Con autoridad, buen fútbol y deseos de regresar al protagonismo que tuviera décadas atrás, Perú goleó a la esforzada Venezuela que, pese al resultado, mostró que para el futuro habrá que tenerla en cuenta como un adversario de cuidado.

En un partido sin mayores emociones, salvo las creadas por Venezuela, los guaraníes ganaron la lotería de los penaltis y eliminaron a la revelación de esta Copa América.

Dos rivales en una semifinal inesperada. Tal para cual, guardadas las proporciones. Uruguay, que no se para en miramientos a la hora de marcar y con una dupla ofensiva que alumbró en el mundial de Sudáfrica; Perú, que tampoco quiere ser un pintado en la pared, también ajusta sus taches para aguantar lo que se le venga encima y dar la sorpresa con Vargas y Guerrero.

Como en la canción de Diego Torres, Venezuela no sólo le pintó a Chile la cara color vinotinto sino que osa “tentar el futuro con el corazón”. Los australes, que en esta Copa mostraron cualidades para ganarla, fueron sometidos por un inesperado equipo que desde hace cinco años quiere escribir su propia historia.

Después de la guerra, todos somos generales. Sin embargo, es necesario hacer un balance de la participación colombiana en la Copa América Argentina 2011, de su eliminación, y también de la caída de los grandes del fútbol suramericano. Y hay que decirlo: en el fútbol sudamericano los colombianos seguimos siendo los primeros en la mesa de los pobres, pero los últimos en la mesa de los ricos.

Brasil, como el Tom de los comics, se cansó de perseguir a los paraguayos. Recorrió el campo, tiró desde todos los ángulos, cabeceó, pateó, putió, se arrastró, empujó, hizo todo lo que humana y gatunamente se puede, pero el balón no se metió.

El duelo se vivió y Messi lo sufrió como pocos. Mientras atrás trataban de reponerse del gol tempranero de Pérez que ponía a Uruguay en las semifinales, la pulga hacía su propio partido.

Dos errores, un penalti errado y la falta de definición echaron al traste el buen trabajo que estaba realizando Colombia en la Copa América, alo que se agrega que Perú supo leer el libreto del rival, aplicar el antídoto y mandarlos a casa.