Entre las office ladies, el complejo de Lolita, las “mujeres de solaz” y las “máquinas de procrear”
Especial Día Internacional de la Mujer 2007Por Julián Ortega Martínez
jueves 8 de marzo de 2007 0:01 COT
En el último siglo y medio, Japón pasó de ser una nación insular aislada del mundo y con un régimen feudal a ser el segundo país más rico de la tierra, completamente integrado con el resto del planeta y líder en tecnología. Sin embargo, hay asuntos en los cuales esa nación tiene todavía un camino bastante largo por recorrer.
Si bien antes de la derrota japonesa en la Segunda Guerra Mundial la mujer era considerada inferior a los hombres (el código civil de 1898 no les permitía ser cabeza de hogar, ni tener bienes, amén de tener dificultades para divorciarse y no tener prelación en la custodia de los niños), en el siglo XII disfrutaban de algunos de esos “privilegios”. Algunas mujeres podían ser artistas o escritoras, como Murasaki Shikibu, autora del legendario Genji monogatari. Incluso hubo ocho emperatrices. Las cosas cambiaron, al menos formalmente, con la ocupación estadounidense (1946-1952), que les concedió igualdad, derecho a votar y les regresó los “privilegios” antes mencionados. No obstante, en la práctica las cosas no han cambiado tanto como debieran.
El papel de la mujer

Tapete a la entrada del acceso a los vagones "sólo para mujeres". En 2005 Tokio siguió el ejemplo de Nagoya y Ciudad de México, ante las quejas por la "sobadera" y la "tocadera" por parte de los caballeros en las horas pico en los trenes (Foto: damien m in japan/Flickr, licencia CC-BY)
Susan J. Pharr, investigadora de Harvard, afirmaba que a comienzos de los años 90 había tres clases o visiones del papel de la mujer en la sociedad nipona. Las neotradicionalistas, por un lado, representadas en las llamadas office ladies, que son mujeres que salen a trabajar a fin de ganar algo de independencia, conseguir dinero para ahorrar y darse gusto y de paso ir buscando marido, a quien le servirán y apoyarán en la difícil vida laboral en una empresa a la que le dedica la vida entera. Si estudian, elegirán carreras técnicas más cortas, para no “ser más estudiadas” que sus respectivos esposos. A pesar de los cambios en la educación y en otros aspectos gracias a la occidentalización del país, este grupo conserva algunas de las tradiciones patriarcales japonesas. En el otro extremo, se hallan las igualitarias radicales, un grupo muy pequeño asociado con el feminismo, que también es muy reducido, que desafía los convencionalismos y las limitaciones impuestas a las mujeres, así como la separación de los sexos en asuntos como la forma de hablar o las actividades que realizan. En el “centro” se hallan lo que Pharr llama las “nuevas mujeres”, las que trabajan y además tienen una familia por la que velan y cuidan, si bien es común que retrasen lo más posible la hora de casarse, porque de hacerlo y en caso de tener hijos, les tocará renunciar a sus empleos. Muchas de ellas se desempeñan en profesiones de creación reciente, generalmente relacionadas con los adelantos tecnológicos (Susan J. Pharr y Jeannie P. C. Lo, “A Woman’s Place”, en Japan Encyclopedia, Tokio: Kōdansha, 1993).
Las cosas siguen más o menos así, si bien cada día más office ladies se vuelven “nuevas mujeres”. El debate sobre la baja en la tasa de la natalidad, que de seguir la tendencia actual, hará que la población del país caiga de los actuales 126 millones a 90 millones en 2055, ha demostrado por un lado la ceguera de los políticos locales (como el ministro de salud Hakuo Yanagisawa, que las llamó “máquinas de procrear” y quien dijo que las personas “saludables” debían tener por lo menos dos hijos, prácticamente acabando su no tan discreta carrera política) y por el otro la necesidad de impulsar políticas que estimulen a las mujeres a “sentar cabeza” y formar una familia, con seguridad laboral y de salud (por no hablar de la inmigración, un tema igual de difícil). Merecidamente, Yanagisawa ha sido el blanco de toda clase de críticas (hasta sacaron camisetas que tienen como lema su desafortunada frase) y el hecho de que el primer ministro Shinzō Abe se empeñe en mantenerlo en su puesto (junto con otras cosas que mencionaremos más adelante) le puede salir caro a este último.

Japonesas con celular, durante el Mundial de Fútbol de 2006 (Foto: Mark Walter/Flickr, licencia CC-BY-SA)
Sin embargo, las mujeres que se atreven a ser “modernas” suelen enfrentar la difícil presión social, ejercida tanto por los hombres, por obvias razones, como por otras mujeres, que con gestos y actitudes poco amables tratan de mantener el sistema patriarcal. A pesar de los códigos y decretos que supuestamente les garantizan igualdad, ellas siguen ganando menos que los hombres, trabajan y además deben ocuparse de la casa, pocas ocupan cargos de alta responsabilidad y menos de la décima parte del parlamento –y un porcentaje ligeramente superior en las asambleas locales— está conformado por mujeres. Los políticos suelen ejercer discriminación contra sus colegas, incluso dentro del partido, como Mariko Hitsui, que abandonó su colectividad siendo diputada de Tokio, por el maltrato de sus colegas. Muy pocas se atreven a hacer empresa, aún teniendo suficiente capital, pues ello es “mal visto” por algunos conservadores. La fuerza laboral femenina crece con lentitud pasmosa.
Por otro lado, bien notorias son las llamadas “subculturas urbanas”, que se reflejan especialmente en la forma de vestir, buscando llamar la atención en medio de la típica búsqueda de la propia identidad que suelen tener los adolescentes. Asimismo, y como hemos señalado antes, muchas de las veinteañeras optan por no casarse, buscar su propia independencia y ser exitosas en su trabajo, dándose gusto en todo, gastando a más no poder en ropa y accesorios de marca. Muchas de ellas, así como de las más rancias office ladies, siguen los dictados de varias revistas, en las que se da cátedra de lo último para la mujer de hoy: ropa de marca, uñas pintadas, tacones altos y bolsos de diseñador. ¿Una muestra más del monoculturalismo nipón?
Las lolitas y las “mujeres de solaz”
Como en muchos países del mundo, la mujer es considerada objeto sexual. En Japón ello suele empezar incluso años antes que en el resto. Ejemplo de ello son las famosas gravure idols, modelos que posan en bikini, algunas desde los 12 años, y cuyas fotos aparecen en revistas para adolescentes y adultos jóvenes. Desde luego, también sacan DVD, catálogos de fotos, calendarios y demás productos relacionados, amén de aparecer en los programas nocturnos de variedades. A medida que se acercan a la edad de 25 años, si no quieren ver terminada su carrera, algunas optan por volverse actrices, cantantes o presentadoras. El tema del “complejo de Lolita” tiene su historia, pero digamos que en Japón es más “aceptado”. Niñas de primaria posando en bikini, impulsadas a veces por sus padres dada la rentabilidad de “este trabajo”, puede sonar perturbador acá, pero allá es normal. Los fans del manga y el anime saben bien que, a fin de aprovechar un vacío legal en el Código Penal, que prohíbe la representación o la fotografía de genitales en personas adultas, surgió el género lolicon, en el que se muestran niñas (o mujeres con aspecto bastante infantilizado) en poses sugestivas o sosteniendo relaciones sexuales con hombres. Este tema ha recobrado actualidad dado el combate contra la pornografía infantil, especialmente en internet. Al no tratarse de niños “reales”, algunos arguyen que técnicamente no vendría a ser pornografía infantil. En 1999, Japón la criminalizó, bastante tarde respecto de otras naciones industrializadas.

Una joven china a punto de ser interrogada sobre los "batallones de solaz" en Rangún, en agosto de 1945 (Gobierno del Reino Unido, dominio público)
En medio de la controversia por las “máquinas de procrear”, el primer ministro ha radicalizado paulatinamente su posición acerca de las “mujeres de solaz” o “damas de confort”, aquellas mujeres forzadas a prostituirse al servicio del ejército imperial durante la Segunda Guerra Mundial, tema que a pesar de estar bien documentado Abe insiste en negar, de paso tirando por la borda las disculpas formales de su carismático antecesor, el mismo que infructuosamente intentó impulsar una reforma para que las mujeres pudieran acceder al trono. Hasta la Cámara de Representantes gringa, merced al cabildeo que hacen los coreano-americanos, debate el asunto de la esclavitud sexual durante la guerra. Claro que en Japón ser prostituta de clase alta es una oportunidad “legítima” cuando lo demás no da resultado, y el acoso sexual es algo tan corriente… Recordemos que Abe fue acusado de censurar un juicio dramatizado organizado por un grupo feminista y producido por la NHK, cadena que fue sancionada recientemente en relación con estos hechos. Su abuelo fue criminal de guerra, pero por alguna razón no fue procesado y llegó a ser primer ministro. Algunos analistas califican con justa razón de “abiertamente violenta” la negativa de Abe a reconocer que miles de mujeres fueron forzadas a servir de carne sexual a los soldados de su país, algo que le puede pesar en las elecciones locales y de la cámara alta de este año, en vista de su falta de popularidad y su mala gestión.
En conclusión, Japón podrá haber avanzado muchísimo en otros aspectos, pero tiene una cuenta pendiente con las mujeres. El machismo rampante, la indiferencia de los poderosos (casi todos hombres) ante sus problemas, la culpa que los derechistas ponen en ellas por el descenso en la población, las constantes presiones para encajar en una sociedad patriarcal y la negación de un crimen de lesa humanidad por parte del primer ministro deja entrever un panorama difícil, a pesar de algunos tímidos avances. ¿Renunciar al conformismo y a la presión de una familia política, quedarse soltera con mucho dinero y ser finalmente “feliz”? Exitosas o no, tradicionales o no, parecieran, como resume una excelente historieta de Mimei Sakamoto para Time, no tener mucha opción ante la discriminación. ¿O sí?
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jueves 8 de marzo de 2007, 07:35 COT
[…] describen o dibujan una curva de participación en forma de M debido a que muchas mujeres dejan de trabajar cuando se casan o tienen hijos, en Noruega la curva en forma de trapecio de las mujeres […]
jueves 8 de marzo de 2007, 10:15 COT
El caleidoscopio de “tipos de mujer” de presentas me parece una buena táctica para contarnos sobre el atraso y la deuda que una sociedad tan rica y modernizada tiene con las mujeres.
Imagino que las nuevas generaciones en la medida que empiecen a influir políticamente pueden hacer la diferencia
jueves 8 de marzo de 2007, 11:52 COT
[…] here […]
jueves 8 de marzo de 2007, 20:31 COT
[…] to extremist “feminism” and even two articles on women’s situation in Norway and Japan. For example, pequeña padawan says: Leaving the obsession on others’ standards and finding […]
sbado 10 de marzo de 2007, 21:18 COT
A pesar de ser Japòn una potencia mundial y todo el avance que lo rodea, considero que si la mujer de allà está en esas condiciones, que diremos de una latina en Japòn. Serìa el ùltimo pais que quisiera visitar.
Un abracito para tì y excelente entrada con plena información y enlaces.
domingo 11 de marzo de 2007, 15:15 COT
Una sociedad compleja, atada a una cultura ancestral que apenas comienza a despertar, Criosamente, veo más rápidos los cambios en sociedades como la nuestra, cuya reciente presencia ha impedido que las reglas milenarias de las sociedades antiguas, tengan cabida. Una excelente mirada a un paìs fascinante, pero poco entendible para el mundo occidental.
lunes 12 de marzo de 2007, 12:50 COT
¡Revalador y contundente!
martes 1 de mayo de 2007, 16:30 COT
[…] Yanagisawa, el mismo que causó controversia hace unos meses cuando dijo que las mujeres eran "máquinas de procrear", se mostró escéptico respecto de las consecuencias del buzón para […]
sbado 12 de mayo de 2007, 02:02 COT
[…] las atrocidades cometidas por el entonces Imperio Japonés: la masacre de Nankín, las "mujeres de solaz", la unidad 731 (peor que los campos de concentración nazis y comparable a los […]
martes 12 de junio de 2007, 00:08 COT
[…] escándalos, relacionados con las pensiones, la violencia mafiosa en alza y el problema de la baja natalidad, temas más sensibles para el japonés común y corriente, que no ve los […]
domingo 30 de mayo de 2010, 16:49 COT
el complejo de lolita: es cuando el hombre maduro se enamora de niñas de escasa edad. ATT: YO…………………..
viernes 11 de febrero de 2011, 16:20 COT
DÍGANLO
El gobierno japonés secuestró entre 50 000 y 200 000 jovencitas de países vecinos y las forzó a esclavizarse sexualmente durante la Segunda Guerra Mundial. Hoy, esas ‘mujeres de la vida fácil’ sobrevivientes tienen de 70 a 90 años de edad. Conforme van muriendo lentamente, su mayor deseo es el de una disculpa oficial del Gobierno Japonés para que reconozca lo que se les hizo. Otros países han hecho un llamado a Japón para que ofrezca públicamente una disculpa, lo cual aún no ocurre. A continuación, la palabra de estas mujeres.
Nuestras historias sólo existen en nuestros recuerdos.
Dentro de nuestros cuerpos rasgados.
Dentro del tiempo y espacio de una guerra.
Dentro del vacío.
Sin evidencias.
Sin nada oficial.
Sólo la conciencia.
Sólo esto.
Lo que nos prometieron:
Que salvaría a mi padre, si iba con ellos
Que encontraría un trabajo
Que serviría a mi país
Que moriría si me negaba a ir
Que estaría mejor allá.
Lo que encontramos:
Nada de montañas
Nada de árboles
Nada de agua
Arena
Desierto
Lágrimas en una bodega
Cientos de niñas preocupadas
Mi trenza cortada a la fuerza
Nada de tiempo para pataletas.
Lo que nos forzaron a hacer:
Cambiar nuestros nombres
Usar vestidos de una pieza con un solo botón
50 soldados japoneses por día
A veces todo un barco lleno
Extrañas cosas de bárbaros
Hacerlo otra vez cuando aún sangrábamos
Hacerlo tan jóvenes que aún no sangrábamos
Había demasiados
Algunos no se quitaban la ropa
Sólo sacaban su pene
Tantos hombres que no podía caminar
No podía estirar mis piernas
No podía agacharme
No podía.
Lo que nos hicieron una y otra vez:
Nos gritaron
Nos golpearon
Nos rasgaron
Nos esterilizaron
Nos drogaron
Nos violaron
Nos humillaron
Lo que vimos:
Una niña bebiendo químicos en el baño
Una niña muerta por una bomba
Una niña golpeada con un rifle una y otra vez
Una niña corriendo contra la pared
Una niña desnutrida tirada al río, ahogada, desnutrida.
Lo que no podíamos hacer:
Lavarnos
Movernos
Ir al doctor
Usar condón
Huir
Conservar a mi bebé
Pedirle que se detuviera.
Lo que obtuvimos:
Malaria
Sífilis
Gonorrea
Tuberculosis
Dolor
Crisis nerviosas
Hipocondría
Lo que nos nutría:
Arroz
Caldo
Nabos
Arroz
Caldo
Nabos
Arroz Arroz Arroz
En lo que nos convertimos:
Arruinadas
Herramientas
Infértiles
Hoyos
Cosas
Sangrientas
Carne
Exiladas
Silenciadas
Solas
Lo que nos dejaron:
Un padre en shock que nunca se recuperó y murió
Nada de salarios
Cicatrices
Odio a los hombres
Nada de niños
Nada de hogar
Un espacio donde una vez hubo un útero
Alcoholes
Cigarros
Culpa
Vergüenza.
Lo que nos llamaron:
Ianfu (mujeres de la vida fácil)
Shugyofu (mujeres de ocupación indecente)
Lo que sentimos:
Mi pecho aún se estremece
Lo que nos quitaron:
La primavera
Mi vida
Lo que somos:
74 años
79 años
84 años
93 años
Ciegas
Lentas
Listas
Afuera de la Embajada Japonesa cada miércoles
Sin miedo ya.
Lo que queremos:
Ahora
Pronto
Antes de que no estemos
Y nuestras historias dejen este mundo
O dejen nuestras mentes
Gobierno Japonés
Díganlo
“Lo sentimos, Mujeres de la vida fácil”
Díganmelo a mí
“Lo sentimos”, díganmelo a mí
A mí
A mí
Díganlo
Digan “Perdón”
Digan “Lo sentimos”
Díganme
Díganlo
“Perdón”.