[Especial 2009] Cultura: Sobreaguando con dignidad
Artículo destacado > Especial 2009Por Carlos Uribe de los Ríos
martes 29 de diciembre de 2009 18:43 COT
La cultura en Colombia, en un año adverso como el 2009, fue la cenicienta. Sin más. Una especie de sobreviviente del que constan esfuerzos sobrehumanos en su hoja clínica.
Como habría de esperarse, fue el Ministerio de Cultura la institución encargada de marcar el paso en medio de una crisis general que el Gobierno desconoce. Pero logró sobreaguar con dignidad. Aunque es indispensable recordar que si no alcanzó mayores metas fue porque de antemano estaba condenado al racionamiento en la torta pecuniaria llamada presupuesto nacional.
Se dice con orgullo que en el 2009 tuvo el Ministerio de Cultura su más grande presupuesto de su breve historia. Pues claro. Porque en cada vigencia alguna gota adicional le llega por el tubo intravenoso al que lo mantiene atado una Administración que dedica la mayoría de sus recursos a la guerra.
Y además, debemos tener presente que Mincultura lleva la carga incómoda de Coldeportes, instituto huérfano que se traga más de la mitad del celebrado presupuesto total de 140 mil millones. Lo que queda es para sostenimiento y para respaldar proyectos siempre pobres, con gran tesón y paciencia.
Creo que todos estamos de acuerdo en que el logro sobresaliente de la ministra Paula Marcela Moreno, en el 09, fue la ley de bibliotecas, que consolida en el país el sistema y garantiza su crecimiento. Y de alguna manera, el anuncio reciente sobre la creación de orquestas sinfónicas en todas las ciudades, alrededor de las cuales girará buena parte de los programas relacionados con la formación de los jóvenes en este campo.
Todo lo demás, en un difícil año de recesión universal, es una especie de sumatoria de logros institucionales e individuales la que nos dio algún aliento.
Surgen de entre las cenizas el eco tremendo de la exposición de Andy Warhol en el Banco de la República, en Bogotá, sin duda la más sonada del año, y la que mojó más prensa. Y el Salón Nacional, un evento enorme, espectacular y polémico, sobre todo entre curadores y la academia. Pero desde el punto de vista de lo que permanecerá, fue la inauguración de la nueva sede del Museo de Arte Moderno de Medellín, el hecho más significativo. Los viejos y remozados Talleres Robledo, en la antigua zona industrial de la ciudad, permiten al MAMM disponer de 2 mil 600 metros cuadrados para exposición, el mejor espacio en el país.
La polémica más radical estuvo centrada en el performance de la artista cubana Tania Bruguera, en una sala de la Universidad Nacional en Bogotá, durante el que ofreció cocaína a los asistentes para hacer evidente la penetración social de la droga y la presencia compleja de este tipo de sustancias en la vida contemporánea. Y se le fueron encima todos los demonios.
El cine colombiano continúa su despegue ya al parecer sin frenos. Es decir, cada año se anuncian y se proyectan nuevas películas de directores colombianos, con regular respuesta de los públicos, desafortunadamente. Es preciso mencionar el impacto de La pasión de Gabriel, de Luis Alberto Restrepo; La sangre y la lluvia, de Jorge Navas, quizás la más exitosa de todas; El vuelco del cangrejo, de Óscar Ruiz; y El cuarto, de Gustavo Torres, que anda de festivales y corre con suerte.
En libros estuvimos bien, aunque el número de títulos nuevos en Colombia cada vez se restringe más, y no precisamente por carencia de originales de interés sino por la actitud conservadora de los editores, pues la mayoría andan golpeados por la crisis. Resulta indispensable traer a cuento dos publicaciones de primera línea sobre nosotros: Una vida, del académico inglés Gerald Martin, la biografía más minuciosa y precisa sobre Gabriel García Márquez, que en nuestro medio apenas se vendió pero que en lengua inglesa ha sido un éxito. Y el texto de la investigadora Ana Carrigan El Palacio de Justicia – una tragedia colombiana, un libro que desde ya se ha convertido en versión obligada de quienes deseen entender esa locura de todos los involucrados en una tragedia que marcó la historia colombiana del siglo XX.
Resulta justo y necesario mencionar siquiera la más reciente novela de Mario Mendoza Buda blues, y Guerreros y campesinos, el libro de un respetado académico de La Nacional, Alejandro Reyes Posada.
Y si en la música comercial es obligado mencionar a Juanes, el hombre del año para muchos por su aclamado concierto a favor de la paz en La Habana, Cuba, y decir que Loba, el trabajo de Shakira, no respondió al dineral publicitario que puso en juego Sony, también hay que consignar que en los territorios de la música popular Colombia no ha entrado en crisis. Basta pensar en nombres como Parlantes, Chocquibtown, Puerto Candelaria e incluso Aterciopelados, entre una lista nutrida y promisoria.
Pero para ver en detalle los resultados alentadores, es condición sine qua non escarbar entre los desperdicios de la guerra y la mirada chata de los gobernantes.
mircoles 30 de diciembre de 2009, 00:48 COT
¿Como se puede hablar de cultura en un país donde un narco-paramilitar es el presidente? ¡Por favor!