El retorno de Uribe
Artículo destacado Por: Marsares8 de Julio de 2012
El retorno de Uribe
Uribe está de regreso. De la soledad del Twitter el expresidente pasó a los exclusivos clubes donde reina el estrato 6. El primero de ellos fue El Nogal, donde consiguió reunir a una buena porción de la oligarquía bogotana que tanto critica. Pero esta rancia estirpe que sabe que tuvo en Uribe el mejor cuidandero de sus fortunas, lo añora. De ahí que el mayor salón del club quedó pequeño. No sólo los 600 asientos se ocuparon sino que a lado y lado unos 200 uribistas se apretujaron, al punto que cuando entró Fernando Londoño, la calle de honor parecía la llegada de una vuelta ciclística a la meta. La estrechez dio oportunidad a los abrazos, los apretujones de manos y sobre todo la ovación acompañada de un coro caluroso: "Londoño presidente", que el aludido recibió con su sonrisa característica de hombre duro pero afable.
Pero lo mejor estaba por llegar. La entrada de Alvaro Uribe fue apoteósica. Como si estuviera en un consejo comunitario, todos querían tomarse la foto, convirtiendo los pocos metros donde lo esperaba Londoño en un desfile de estrella de cine, algo así como la alfombra roja de los Óscares. El ceño adusto de estos dos años, donde pasó de la amargura del desengañado a la ira del traicionado, desapareció por completo. El rey estaba en su reino y sus cortesanos lo hubieran llevado en hombros hasta el sitio donde lo esperaba Londoño de haber habido un poco de espacio.
Una rápida mirada al auditorio encontró a los uribistas pura sangre, a quienes tuvieron las mieles del poder y hoy ni siquiera los dejan parquear en las aceras de los ministerios. Marta Lucía Ramírez y María Consuelo Araùjo pujaban por aparecer en la foto junto con Oscar Iván Zuluaga que suena como el más firme candidato del uribismo a la presidencia. A su lado estaba Juan Carlos Vélez que presentará el 20 de julio el proyecto para convocar una Constituyente, junto con Carlos Alberto Zuluaga y José Darío Salazar. No podía faltar el presidente de Fedegán José Felix Lafaurie, como tampoco el hoy representante de la derecha extrema, Plinio Mendoza, junto a Alfredo Rangel, intérprete oficial de la realidad nacional según Uribe, y claro Luis Guillermo Giraldo, el mismo que le quiso poner conejo al país con el referendo, cuyas trampas midieron hasta donde querían llegar los promotores para asegurarle un tercer período a Uribe.
Apretujado pero lo suficientemente cerca estaba el ex fiscal Luis Camilo Osorio cuya gestión fue cuestionada y que ahora aparece en el diario de Chupeta como uno de los que estaban en su nómina. También uno de los paraguas jurídicos del exprimer mandatario, el abogado Jaime Granados y como no, varios militares retirados, aquellos que en correos electrónicos quieren un golpe de Estado para regresar a Uribe al poder y que hoy lo aplaudían a rabiar. Para destacar entre ellos, al general (r) Harold Bedoya. También matronas como Olga Duque de Ospina, la infaltable Elvira Cuervo de Jaramillo, y el dueño de Aviatur, Jean-Claude Bessudo, grupo nutrido donde estaba la crema y nata de la élite bogotana. Se notó la ausencia de Francisco Santos, de vacaciones, y de Juan Lozano, el equilibrista, que defiende a Uribe, pero no quiere pelear con Santos. Justificó su ausencia también por encontrarse fuera del país.
El discurso recordó al Uribe de siempre. Sabía que a aquellos bolsillos privilegiados los tiene preocupados la seguridad de sus fortunas, o como se dice en el lenguaje de Uribe, la "confianza inversionista" y les habló de la inseguridad y de los peligros futuros, algo así como la confirmación de que sin él pasó lo que tenía que pasar, la hecatombre. Claro también habló de cómo comenzaba a flaquear la inversión, rechazó la amistad con los dictadores, pintó a Colombia como el paraíso de las drogas de llegarse a la despenalización que quiere el gobierno y en momentos en que el Congreso está en el ojo del huracán, lanzó la misma tesis que lo llevó al poder en 2002, congreso unicameral y, por supuesto, la revancha que tiene que cobrarse con quienes impidieron su reelección por tercera vez, una reforma a fondo de la justicia a través de una Constituyente.
El cómo concretar este nuevo rumbo lo sacó en su momento del sombrero oficializando el lanzamiento de un nuevo partido, el suyo, al que llamó Puro Centro Democrático, disfrazado de lo que llamó una "coalición de convergencia" que impulse candidatos a las corporaciones públicas y a "un gran candidato" a la presidencia de la república. Los aplausos interrumpieron en muchas ocasiones este discurso leído, bien hecho, podríamos decir que impecable en la forma, quizás para evitar que una improvisación le pudiera jugar una mala pasada ya que la vehemencia del expresidente no es buena consejera. Este cierre no pudo ser mejor. Los huérfanos del poder por fin vieron, o creyeron ver, una luz al final del túnel y el alboroto se salió de madre. La Patria volvía por los cauces uribistas.
La "carnita" del discurso
Como lo hizo con éxito durante los ocho años, su discurso se apoyó en verdades que luego, a medida que avanzaba en su lectura iba mutando en verdades a medias para terminar en mentiras. La sustancia, por supuesto, fue la seguridad. Aunque durante los dos últimos años de su mandato se deterioró gravemente sobre todo en Cauca y Nariño, Uribe sabe que Colombia es un país de amnesia permanente y sólo vive en el hoy. Y sólo basta un repaso a los titulares de prensa para sembrar la percepción de que el país va peor, pese a los éxitos militares de Santos, pero no es tan buen comunicador como Uribe y éste lo aprovecha. Y como su caballo de batalla es que el actual gobierno desmoraliza al ejército quitándole el fuero militar, su discurso se aferró a esta tesis. Lo que no dijo es que el debilitamiento del fuero militar se dio en su gobierno, mediante un acuerdso entre la fiscalía y el Ministerio de Defensa.
Al pretendido deterioro del orden público le cae como anillo al dedo el marco jurídico para la paz y éste fue bien aprovechado por Uribe para resucitar el fantasma del Caguán al señalar que se quiere dialogar con la guerrilla entregándoles el Estado. Nada más lejano de la realidad pues el Gobierno no ha bajado la guardia y si a balances se refiere también tiene que mostrar en la lucha contra la guerrilla, incluyendo la baja de dos de sus principales líderes y la orden que ha dado Santos de intensificar en todo el territorio la ofensiva contra los grupos armados. Uribe tiene qué mostrar, igual Santos, pero todo se vale cuando se trata de política, y como ya se sabe, la verdad es sólo mostrar la parte que le conviene al que la está invocando.
Pero si en economía no marca diferencia con Santos porque hoy a Colombia le va razonablemente bien y en relaciones Internacionales la razón está de parte del presidente al impulsar el buen trato con los vecinos que ha conseguido bajar la tensión y ayudar a que se reactive la economía, sobre todo la fronteriza, en cuando a la Constituyente el desacierto es mayúsculo. En sus mismas filas, Juan Lozano y Roy Barreras la desautorizaron públicamente, y en la opinión pública se le asocia con la intención de retornar al poder. No es tiempo de estas aventuras populistas y sólo muestra el desespero por conseguir una vía para ajustarle cuentas al gobierno y pasar por encima del Congreso al que no pudo manejar cuando lo necesitó.
¿Qué futuro le espera al PCD?
Lo primero a mirar es quién se queda con quién. Es seguro que la mayoria del partido de la U se va a quedar del lado del gobierno por una sencilla razón, es el que tiene el poder real y con él la burocracia y los recursos para las regiones, que son los pilares de los triunfos en las elecciones parlamentarias. Así las cosas, los uribistas pura sangre deberán marcharse y de ahí su propuesta en la próxima legislatura de que se autorice de nuevo el "voltearepismo" para poder abandonar sus partidos sin perder la curul. ¿Y los conservadores? Retirarse de la coalición de gobierno para meterse en una aventura presidencial con un candidato que no sea Uribe, es un suicidio político. Igual lanzar un candidato propio. Tal vez uno que otro se vaya, pero el partido se quedará con Santos. Les da mejores dividendos.
Le queda al expresidente la carta de la opiniòn pública y como de aquí en adelante va a generar noticias a gran escala, dejando los trinos apenas para el diario vivir, el recorrido que haga por el país va a generar mucho entusiasmo sobre todo entre gremios como los bananeros, los ganaderos y los palmicultores, así como en sectores rurales que viven en carne propia la inseguridad. Pero de ahí no pasará.
Respecto a quien podría ser el candidato que José Obdulio Gavriia señala que debe ser de plena confianza y que debe entender que quien marcará las políticas a seguir será Uribe, no se ve muy claro. Si Arias estuviera libre sería el perfecto aspirante, pero fuera del ruedo, lo mismo que Fernando Londoño por los líos de Invercolsa, queda Oscar Iván Zuluaga, pues Juan Lozano o Marta Lucía Ramírez son uribistas, pero también santistas y no pasarán de los aplausos al uno y al otro. Queda pues, el exministro de hacienda, inteligente y preparado, pero desconocido y sin carisma, que deberá enfrentar no solo a un presidente en ejercicio, sino a políticos avezados como Antonio Navarro por "Progresistas" y Robledo por el Polo, que son los más probables candidatos de sus agrupaciones.
Cuesta arriba le queda al candidato uribista aspirar a una victoria, pero servirá para aglutinar a la extrema derecha en un proyecto político de largo plazo que en 2018 puede mejorar sus apuestas, frente a un nuevo candidato no tan fuerte como Santos, que previsiblemente sería Germán Vargas Lleras y unos partidos de centro y de izquierda, tan débiles que sólo servirán para animar el debate. De todas formas, el regreso de Uribe a la actividad política en forma promete calentar el país.