Como en las películas, el ejército colombiano escribe con frecuncia guiones espectaculares que van desde el más puro estilo Rambo hasta el sofisticado que pareciera escrito por Graham Greene, con éxitos de taquilla indiscutibles.

Rescate exitoso mata escándalo de corrupción. Así como a Belisario lo salvó la naturaleza (la tragedia de Armero sepultó la toma del Palacio de Justicia), a Uribe esta vez lo salvó la “Operación Jaque”.

La probabilidad de que esto hubiera sucedido no puede descartarse de plano. En el pasado se ha hecho en muchos lugares, incluida la propia Colombia. Recuérdese la toma de la Embajada de la República Dominicana en Bogotá. Dos millones de dólares pagó el gobierno de Turbay Ayala al M-19 para conseguir liberar a los embajadores secuestrados.

Como ella misma lo reconoce, Íngrid Betancourt llegó cambiada de su cautiverio. De la líder del Partido Verde Oxígeno, la verdad no queda mucho. Explicable. Años de cautiverio en condiciones degradantes, cambian a cualquiera. La mujer aguerrida, irreverente, a veces irresponsable, pero siempre ruidosa y frentera, de ideas controvertibles pero claras, quedó en el pasado.

“Perfecta”. El apelativo de Íngrid Betancourt a la operación militar que la rescató junto a otros 14 secuestrados de las manos de las FARC, no podía ser más exacta. Sí, perfecta. Tanto que ya comenzó a dudarse de ella. Como dicen por ahí, “todo lo del pobre es robado”, y ya se habla de que la organizaron los gringos, que se trata de una conspiración de Uribe para salvarse de la yidispolítica, que se contó con la complicidad de las propias FARC, en fin…

Pero no. No lo creo. Variadas razones apoyan las afirmaciones de los altos mandos militares sobre el made in Colombia de la Operación Jaque.