Nos ganan de asco
Columnas > Paso sin destinoPor Lukas Jaramillo Escobar
mircoles 15 de julio de 2009 19:54 COT
Todavía hay gobernadores que restringen la entrada a una piscina olímpica, con cálculo político, para impedir la buena publicidad de un Alcalde; hay aún alcaldes que prefieren que la seguridad se deteriore en un barrio, antes que prestar su territorio a un Ministro y concejales que le arman debate a una empresa pública porque está interfiriendo con sus negocios.
De un lado una ralea sin escrúpulos; de otro, unos avergonzados con lo ajeno y en el medio un montón de gente que resultan útiles sólo para los primeros: televidentes, miserables, “flanes”, áulicos de una desgracia que no entienden como compartida. Entre el derecho a “que no me jodan”, se va olvidando el deber de fregar (importunar) y vamos llegando a nuevas campañas electorales con “pobres del mundo a cuestas” y demócratas del capricho del desinterés que hacen de nuestro pedacito de país, primitivamente posmoderno, caldo de cultivo para que un estafador y déspota nade en aguas que aparentan ser de democracia.
La fila de adoradores del sagrado corazón, de los más exquisitos negocios centroamericanos y uribistas por ausencia de creatividad, de ver más delante de sus cañones, es larga y la encabeza Santos y la termina con pomposo “nadadito de perro”, Árias. Éstos, sin duda, coincidirían en un diccionario de eufemismos como Estatuto de Seguridad, Restricción Horaria y Ejecución Extrajudicial con las que no nos dejarían morir nunca, ni correr ningún riesgo.
La frase de Michael Ignatieff, “(…) El asco es un pobre sustito para la conciencia”, es una gran verdad que como todas, necesita de mentiras a medias que la hagan vivible. Es cierto que el asco no basta, pero sí es indispensable, por lo menos, para tener escrúpulos. Si se les pudiera inocular a unos un poco de asco, otros se lo permitieran y otros tantos, fueran más allá, ampliando el nosotros de una forma humanitaria, nuestras búsquedas serían más interesantes, por dentro y por fuera, de a uno y de a puñados.
Propongo acá una interpretación de la historia donde nos han venido ganando y hasta gobernando, de puro asco. Hay gente que sabe cosas, otra con atributos, existe la inteligencia, el coraje y las artes seductoras, pero hay otra para la que el case es no tener escrúpulos. Mafiosos, congresistas y millonarios, los imagino llegando alguna vez a una reunión y confesaron que a diferencia del resto no traían nada que perder sobre la mesa, pero si un gran aporte, venían desprovistos de cualquier pudor. Su ética amputada, para débiles que no se resisten a perder con algo de dignidad, es muy funcional para transitar por atajos que el corazón promedio no contempla.
Basta con una mirada por el panorama de desmovilizados y por el congreso, ambos unidos en la cárcel por dos procesos en doble vía (parapolítica y Paz y Reconciliación), para darse cuenta de que el “mal”, mirado desde sus agentes, es risible y lamentable. Los falsos tronos de la corrupción y las relativas cúspides el crimen se conquistan con corazón perezoso (poco amable), sin hígado (para no tener nauseas) y con habilidades apenas promedio, que se destacan en un juego que no juegan los hábiles, ni siquiera los aliviados.
Seguramente la muerte y su simulación (con la falta de todo sentido) no debe contener la más mínima náusea. Hay que mantenerse con todos los riesgos sobre la piel de estar vivo y ser menos espectadores y capitalizar el asco como con un brinco, llegando a jugárselo todo, participando de la vida con todas las reglas que nadie pone, con toda la valentía, para, escasamente, alcanzar la única altura que no se puede alcanzar sin escrúpulos, sin relativos, pero también la más efímera, la del alma con piel y la del amor sin reparo.
jaramillo.lukas@gmail.com
mircoles 15 de julio de 2009, 20:55 COT
Información Bitacoras.com…
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viernes 17 de julio de 2009, 17:00 COT
Me gusta este artículo. Asco es lo único que produce Colombia y es en lo único en lo que podría ser competitiva y sostenible. Me gusta lo que escribe este tipo. Marsares debería pagarle unas clases privadas a ver si aprende.