¡Lo juro…! ¡fue el santo, no el milagro!
Columnas > EconomíaPor Julián Rosero Navarrete
mircoles 30 de enero de 2008 9:36 COT
Retomando la clásica contienda entre quienes abogan por la economía de mercado y todos aquellos quienes prefieren una economía de planificación central, es necesario traer a colación muchos de los postulados con los cuales defender la intervención directa de la economía a la luz de la experiencia socialista en Venezuela.
El día de ayer, medios como El Tiempo y Portafolio publicaron en sus portadas la catástrofe por la que pasa la economía venezolana. Pues bien, efectivamente, el problema de escasez y desabastecimiento se debe a un manejo irresponsable y, sobre todo, a la terquedad de un personaje de quien empezaron a flotar los indicios de su ocaso político. La lógica por la que Hugo Chávez encaminó su economía es bastante sensata siempre y cuando se tenga en cuenta que el planteamiento de la misma debe ser cauteloso, profundamente analizado y consecuente. Como toda la política pública, las consecuencias de la misma tienen efectos positivos de largo y corto plazo por un lado, y efectos negativos de largo y corto plazo por otro; como una patineta, se debe guiar la política pública para obtener los mejores resultados posibles mitigando las tediosas consecuencias.
Pues bien, los keynesianos tenían razón que una economía se podía dinamizar a través de la estimulación de la demanda efectiva. Es decir, que a través de una intervención directa, los equilibrios en el mediano plazo puedan desplazarse aumentando el número de consumidores de tal forma, que devenga esto en jalonamiento de la producción. La forma de intervenir en este caso, es fijando los precios de los bienes para que el mayor número de personas pueda acceder a ellos.
Para ilustrar lo anterior, es necesario mirar las gráficas anteriores en donde se ha elaborado, a partir de un modelo simple de competencia perfecta (escenario 1) e imperfecta (escenario 2), el estado del arte con intervención directa en la economía para estimular la demanda efectiva.
En primer lugar, en el escenario 1, se retrata un sector de un bien cuyo precio esté apenas cubriendo el costo medio de producción, el cual puede ser el mercado de bienes básicos para el consumo como bienes agrícolas y demás. Así, en el momento en que se fija un precio desde el gobierno central, con el fin de pasar del punto “A” al punto “B” (en donde hay más cantidades transadas), se experimenta una pérdida en el corto plazo del sector, lo cual es un poderoso incentivo para que muchas firmas salgan del mercado. Por lo tanto, la política correcta para estimular la demanda efectiva en este tipo de sectores es que desde el gobierno se cubra dicha pérdida con dineros provenientes del erario. Esto se denomina subsidio a la oferta.
De otra parte, en el escenario 2, se está hablando de un sector que logra extraer un excedente en los consumidores, sea en forma de riqueza o de capacidad de pago, y a dicho excedente se le conoce como markup. En este caso, la política a realizar es fijar un precio que no elimine el markup y pues, como es más costoso para las firmas de este tipo de sectores retirarse, entonces, así ellos “pataleen”, terminarán por aceptar dicha política cuyo trasfondo es el bien común. Ejemplo de firma de este sector puede ser la banca comercial o un monopolio natural como algunas firmas proveedoras de servicios públicos domiciliarios.
Sin embargo, para que este tipo de política opere, se debe estar alerta con toda la dinámica de cada uno de los sectores en los escenarios ilustrados. No es posible fijar el precio y, a la vez, no controlar el precio de los insumos, ya que en el largo plazo, un fuerte incremento en éstos puede volver insostenible la política de intervención. Quizá esto no lo tuvo en cuenta Chávez cuando se encaminó a estimular la demanda efectiva. Puso grandes restricciones a las importaciones de algunos insumos, produciendo un incremento en el precio real de los bienes finales, volviendo insostenible su política de subsidios. A la vez, confundió los escenarios planteados y se puso a eliminar markup en donde no había, logrando una contracción en algunos sectores como aquellos encargados de la producción de bienes básicos para el consumo.
Así pues, con las políticas mal hechas, logró desestimular la dinámica empresarial, desincentivando a las empresas y logrando que muchas salieran del mercado para evitar las pérdidas. Pues bien, la consecuencia de esto es la reducción del número de empresas en Venezuela, que pasó de 12.000 a menos de 6.000. Esta contracción de la oferta llevó a la escasez y junto a eso, a las presiones inflacionarias que ahora sufre Venezuela.
Algo de lo que tampoco se percató a tiempo fue la fuga de los bienes subsidiados y regulados al mercado colombiano. Si un bien, por decir algo, la leche, tiene un precio en Venezuela de 800 pesos colombianos, y en Colombia tiene un precio de 1.500, lo lógico es advertir eso para evitar que inescrupulosos agoten la leche en Venezuela para venderla en Colombia y quedarse con el margen. Chávez se dio cuenta de eso hasta hoy, cuando a medio país le tocó tomar “chocolisto con agua” y no hace tres años cuando implementó el control de precios.
En fin, la falta de visión económica también llevó a la catástrofe económica. Un país como Venezuela tenía todas las características de sufrir una Enfermedad Holandesa, por lo que desde la planificación central de la economía se debió invertir fuertemente a muchos sectores. Sin embargo, el brillo de los “petrodólares” le cegó los ojos al Comandante, haciéndole olvidar que éstos, aunque sirvan para comprar mucho, en realidad no se comen.
La inundación total de “petrodólares” generó el incentivo adverso de volver a este país un importador neto de bienes; en 2000, Venezuela importaba cerca de US$17.000 millones, hoy esta cifra se aproxima a los US$40.000 millones, desplazando cualquier posibilidad de “autoabastecimiento”. Por último, tras estar toda Venezuela tomando “chocolisto con agua”, el Comandante se encaminó a truncar el comercio con Colombia, la primera fuente de abastecimiento de ese país. Cerca del 40% de los bienes que importa son de consumo básico y primera necesidad.
El tal, es por eso que una economía de planificación central o socialista, no puede ser guiada por alguien con sed de autoridad perpetua. Esto lleva a que se generen incentivos perversos con consecuencias nefastas para la economía… y lo peor de todo, que todo esto quede en bandeja de plata para agrandar los argumentos de los ortodoxos quienes abogan por lo que ellos consideran “las exitosas economías de mercado”. En este caso, el problema no fue de las políticas, sino del personaje quien las encaminó. Ojalá un país con economía de planificación central en América Latina (ya que en Europa, a los escandinavos les funciona divinamente) logre demostrarle al mundo ortodoxo los beneficios y lo positivo por fuera de las “exitosas” economías de mercado.
mircoles 30 de enero de 2008, 13:13 COT
Julian David.
No dudando de tu excelente presentación en esta columna, me temo que pasaste por alto, o quizás se te olvido algo muy importante, y es que Venezuela, tiene hoy por hoy, un crecimiento PIB del 11% y en México con toda y esa sana macroeconomia, solo llegas al 3%.
Como la ves?
Muy raro no?
Bueno espero que no te equivoques, en satanizar la economia de Venezuela, porque creo que hay sorpresa para rato, Venezuela ya no es un país sujeto a las recetas del FMI y tiene hoy una nueva moneda, cuenta con la producción de más de un millón de barriles de crudo y gas, además inica su desarrollo en muchos rubros, incluidos hoy unbanco regional para apoyar a las económias de paises en desarrollo, entonces con todos estos elementos puedo decir que dudo mucho que Venezuela tenga una catastrofe económico.
jueves 31 de enero de 2008, 12:47 COT
Javier,
Considero que no satanizo la economía de Venezuela, pues políticamente soy de izquierda y simpatizo mucho con la planificación central de la economía. Sin embargo, me pareció prudente señalar el error que Chávez está cometiendo frente al abastecimiento de bienes de consumo básico y de primera necesidad.
Puede tener millones y millones de dólares, y pueden experimentarse en Venezuela incrementos impresionantes, “celestiales”, en la producción de crudo y gas, pero desafortunadamente ese tipo de bienes no se comen. Se necesita de una industria fuerte en la producción de bienes de consumo básico y primera necesidad, de lo contrario, tanto petrodolar no sirve para nada.
Chávez trató de aplicar una medida muy sensata desde mi punto de vista, pero definitivamente, la aplicó mal. Lo mismo pasa en Colombia con la Banca de las Oportunidades … a mi criterio, Álvaro Uribe es un papanatas de tiempo completo, pero dicha política fue lo que mejor se le ha acurrido. No obstante, al igual que Chávez con sus políticas, también la aplicó mal … ahora todos los microempresarios andan hiper endeudados y la Banca Comercial con los bolsillos llenos de billete.
Ahí lo grabe no es la política como tal, sino cómo la aplican y cómo buscan los resultados de la misma. Chávez se embriagó de poder y se considera magnánimo e inmarcesible, lo que definitivamente dificulta la viabilidad y la efectivad de la política. Esa era mi crítica … como buen socialista, no puedo quedarme en que “todo lo socialista” es bien, sin realizar el respectivo análisis y además, aceptar que el asunto no salió bien.
Saludos!
martes 12 de febrero de 2008, 23:05 COT
Hola Julian, dio gracias al cielo de que una vez me tope con la escuela austriaca de economia y en especial con el libro economia en una leccion (hazlitt).
No se si lo hallas leido alguna vez, pero sin ser yo economista he entendido como funciona el mercado y en si el capitalismo de libre mercado.
En tu escenario 1, planteas que la politica correcta es hacer un subsidio a la oferta por parte del estado. Pero ¿que ese dinero que tiene el estado no fue robado via impuestos de los ciudadanos?, siendo asi, entonces tales ciudadanos que son principalmente los consumidores se les esta obligando a pagar un precio por encima al que deberia ser.
viernes 22 de agosto de 2008, 11:58 COT
Muy interesante esta discusión sobre el efecto de los incentivos políticos (patronaje, clientelismo) en la distorsión de los buenos objetivos de una economía planificada.
Interesante pensar en cómo las fronteras terrestres (vs. marinas, al ser posible el contrabando) afectan la planeación económica en Cuba vs. Venezuela.
Sólo anoto que donde dice “Ejemplo de firma de este sector puede ser la banca comercial o un monopolio natural como algunas firmas proveedoras de servicios públicos domiciliarios”, no es evidente, para el ingenuo como yo, cómo es que la banca comercial no se aproxima a la competencia perfecta (¿cuántos bancos o prestamistas hay?); segundo, el cuadro 2 sirve para describir cualquier monopolio, no sólo el natural.