Al Bolillo, de corazón

Hernán Darío: hiciste muy bien en renunciar a tu cargo de entrenador de la selección, y mejor aún en reconocer tu falta y pedir perdón. Si fueras un ciudadano japonés, quizás te habrías suicidado por haber “perdido la faz”, es decir la honra. Y, si de pronto fueras de un país nórdico en que un desadaptado asesina a 10 o más estudiantes y enseguida se suicida, ahí hubiera terminado todo. Pero eres un ser humano, un colombiano, un antioqueño con dignidad, a pesar de tu desafuero y, sin duda, de muchos otros errores.

El momento de tu falta no podía ser peor, como director técnico de la selección nacional de futbol que encarna, más que el prestigio, la pasión de millones y millones de personas. Y, para colmo, cuando en Colombia se celebra el Mundial de Fútbol sub 20, y tu eres el veedor que tienes que asistir a los estadios atestados de fanáticos. Y, más, cuando los twitter trinan desaforados y sin pensar. Alguien comentaba, con razón, que en un cargo de tanta representatividad, se requiere una persona ejemplar, que pueda ser el modelo de los niños y jóvenes que van creciendo, porque el fútbol, para ellos, es como el epítome de toda la vida.

Con todo, como lo dices tú, profundamente adolorido, se han cebado en ti y te han tratado como si fueras el peor criminal. ¿Tienen razón? Creo que no. No lo digo por el simple hecho de que “humanum est errare”, todos los humanos nos equivocamos, o de que cualquiera de nosotros puede tener un mal momento. Lo digo porque veo un desequilibrio inmenso en la conciencia de una gran mayoría (hasta de supuestas altas personalidades), que tienen una laxitud inmensa con faltas mucho más graves y claman por los castigos más terribles. ¡Cuántas veces oímos pedir la pena de muerte, como si asesinar aun al peor criminal no fuera un crimen! ¡O exigir la cadena perpetua o torturas inhumanas, más como venganza que como reparación de la falta! Aquí, prácticamente toda la sociedad, en especial la más alta, cohonestó el paramilitarismo, lo financió y lo aplaudió, como si no fuera el grupo más criminal en toda la historia de la república. Y alabamos y ensalzamos y colmamos de honores y responsabilidades a multitud de corruptos que han desangrado al país y nos duele que los juzguen y condenen.

Si en algo se diferencia el cristianismo, sobre todo en la vertiente católica, de las demás religiones es en promulgar que aun el peor criminal se puede arrepentir y puede ser perdonado. Ese fue el gran escándalo de Jesús: perdonar a la samaritana y a la adúltera, comer con los publicanos y pecadores, clamar desde la cruz: “perdónalos, Padre, porque no saben lo que hacen”.

Hernán Darío: vas a pasar por un desierto terrible. Eres valiente, eres muy capaz. El tiempo se encarga de borrar tantas cosas, y mucho más ahora. Todas tus capacidades, todo el acervo de tus éxitos y tus servicios ahí está para impulsarte a nuevos desempeños. El perdón que pediste nos se te puede negar, y tu demostrarás que lo mereces y lo correspondes con creces.

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