En equinoXio se elaboró alguna vez un artículo en donde se expuso una breve evaluación de los retornos de la Seguridad Democrática. En ese momento, al redactar el artículo, quizá a guisa de error o como un chascarrillo adrede, se hablaba de los “7 años de la Política de Defensa y Seguridad Democrática” cuando el Presidente tan sólo llevaba a cargo del gobierno nacional 5 años y medio. Uno de los foristas detectó el error y expuso tal desacierto; no obstante, la respuesta que se le dio en ese momento es que, sin importar cuánto tiempo lleve Álvaro Uribe en el poder, los retornos de la afamada política de defensa serán los mismos: muertos por aquí, desmovilizados por allá, capturados por acá y las FARC… ¡en pie de lucha!
En febrero de 2008, cuando se escribió el artículo no se habían presenciado importantes victorias militares de la fuerza pública como la muerte de Raúl Reyes, la captura de Martín Sombra, el deceso de Iván Ríos, y por qué no decirlo, la inmortal e impecable Operación Jaque. No obstante, es importante tener el atrevimiento de exponer el carácter mediático de estas victorias que, eventualmente, podrían limitar de manera temporal el avance del grupo guerrillero. Sin embargo, la agrupación como ejército organizado, pese a los fuertes golpes militares y políticos, se encuentra incólume.
El Secretariado, con sus 7 miembros y 2 suplentes, sigue operando en cabeza de un líder militar y político que no ha hecho más que propinar desde las sombras golpes políticos a la actual administración –por si nadie ha percatado el “tierrero” que se ha armado con la decisión unilateral de liberar rehenes, en donde, el único que está quedando mal es el Presidente–. Las columnas, los frentes y las cuadrillas, pese a que muchas se han diezmado, siguen azotando con sus tácticas terroristas a lo largo y ancho de la nación. La percepción internacional sobre el conflicto colombiano es la misma, tanto, que el actual director del Departamento Nacional de Planeación, en el exterior, lo hacen percatarse del problema de seguridad que tiene Colombia, evidenciándose esto en el miedo que aún conservan los inversionistas internacionales. Las FARC siguen en operación, con casi la mitad de hombres que tenían en 2002, saboteando y ejerciendo presión, así diarios como El Tiempo o informativos como Noticias RCN, quién sabe si por táctica o por pereza periodística, no enuncien las ‘pilatunas’ de la mencionada organización terrorista que aún desestabilizan el orden público en muchas zonas del país.
Ahora, con la derrota militar de los Tigres Tamiles en Sri Lanka, muchos ilustrados críticos de los derechos humanos han vociferado que la imposibilidad de derrotar por la vía militar a una guerrilla es un mito. Es más, señalan que el actual gobierno debe tomar el ejemplo ceilandés para acabar con las FARC. Es obvio que si se impulsa una fuerte presión militar y se lleva por delante miles o hasta millones de civiles, probablemente acaben con gran parte de la cúpula de la organización pero, ¿acabará con la guerrilla de manera estructural? ¿generará otros focos de violencia política el hecho que las armas del Estado, por acabar con 9 “gatos”, aplaste de manera desconsiderada varios miles de “cristianos”?
Las experiencias de Sri Lanka, Perú y Colombia son similares: para acabar con una guerrilla, el ejército regular debe utilizar tácticas irregulares para aniquilar un ejército irregular que, por su forma indiscriminada de segar vidas humanas, mantendrán perenne los focos de odio y resentimiento volviendo indestructible el incentivo a generar nuevas agrupaciones armadas ilegales. Se dijo que el gobierno de Fujimori acabó con el Sendero Luminoso con todos los costos humanos y fiscales que eso implicó pero… ¡oh, sorpresa!, esta guerrilla volvió a resurgir. En Sri Lanka se aplastó a los Tigres Tamiles pero, ¿toda la barbarie cometida por el ejército ceilandés no depositó las semillas para una nueva insurrección por parte del pueblo Tamil, la cual generará un nuevo conflicto en un futuro cercano?
Después de casi 7 años de la fuerte ofensiva militar en Colombia con toda la corrupción que eso implicó para sostener el gobierno, todo el costo fiscal y los recursos que se debieron emplear, todos los muertos inocentes que aparecen día a día para mostrar “positivos”, aún se necesita de medios de comunicación parcializados y asesores presidenciales con impacto propagandístico para engañar a la población con que “las FARC están derrotadas”. Ahora bien, con la disminución de ayudas por parte de los británicos y el mismo Plan Colombia, el susto de muchos escépticos de la Seguridad Democrática es que los billones de pesos invertidos los últimos 7 años sólo hayan servido para engrosar el patrimonio de las empresas que le vendieron las armas a Colombia, mas no para acabar con el conflicto. Con la ausencia de ayudas y con el actual líder de la agrupación, es probable que las FARC se revitalicen consignando en su eslogan: “Lo que no nos mató, nos hizo más fuertes ¡desde Marquetalia hasta la victoria!”