25 dAmerica/Bogota Julio dAmerica/Bogota 2012 1:01 COT
Antes de comenzar esta crónica quiero expresar mis más profundas condolencias a las familias de las doce víctimas durante el estreno de Batman: The dark knight rises, en Denver, EUA. Este hecho es triste y enojoso pues nos muestra hasta dónde puede llegar la locura de ciertas personas que no logran distinguir los límites entre lo real y la ficción.
Ojalá este haya sido un caso aislado y no les dé acá a los fronterizos locales por copiarlo, pues si algo caracteriza a estas nuevas generaciones es la estupidez y la falta de originalidad para todo.
Pero bueno, continuemos reseñando la vida genial de ese cómico latino tan inmenso que fue Mario Moreno Reyes Cantinflas:
18 dAmerica/Bogota Julio dAmerica/Bogota 2012 0:01 COT
Bueno, y luego de un receso breve, heme aquí para retomar un asunto tan vasto como lo es la filmografía de Cantinflas. Antes que nada, hay que señalar un hecho sin precedentes en la historia del cine: Cantinflas haya sido quizás el único cómico que lograra amasar un número tan grande de filmes en los cuales siempre tuviera el rol protagónico. Por ello no voy a meterme en la camisa de once varas de reseñar cada película, simplemente las mencionaré y añadiré para deleite del lector algún apunte clásico en algunas de ellas.
Pensé la primera caracteriología como lúdica, pues esta etapa de Cantinflas fue la más desfachatada, además de la más prolífica. También podría llamársela su etapa en “blanco y negro”. A continuación hay que tomar aire antes de escribir esta chorrera de éxitos:
Ahí está el detalle
A volar, joven
El gendarme desconocido
El bombero atómico
Un día con el diablo
Soy un prófugo
El mago
El supersabio
El señor fotógrafo
Abajo el telón
Gran hotel
El siete machos
Ni sangre ni arena
Romeo y Julieta
Los tres mosqueteros
El circo
Un quijote sin mancha
Caballero a la medida
El portero
Entrega inmediata
Y bueno, sumándoles a estas las tres primeras que hizo con José Medel, pues la cosa pasa de las veinte películas desde 1943 hasta 1954, es decir… ¡una película cada 5 meses!. Claro que lo más seguro es que se me escape alguna pues he tratado de hacer este ejercicio de memoria sin recurrir al listado oficial (¿por qué?…arrebatos del Doc).
En este ciclo, Mario Moreno se aventura en varias lides que aún en la actualidad les quedan grandes a muchos actores: por ejemplo, en Ni sangre ni arena y El siete machos hace dos papeles a la vez, que son opuestos totalmente, cosa que deja ver su tremenda capacidad actoral. Por otra parte tres de sus películas son parodias excelentemente tratadas de tres clásicos literarios: Ni sangre ni arena, basada en Sangre y arena de Hemingway; Romeo y Julieta, de Shakespeare; y Los tres mosqueteros, de Dumas. Y para terminar de ajustar resulta que fue el pionero en el cuento de las segundas partes, pues El bombero atómico es la continuación de El gendarme desconocido.
Otro detalle chato son los actores que lo acompañaron durante casi toda su carrera, un combo bien grande del cual cabe destacar al español Ángel Garasa y al mexicano Miguel Manzano. Y ni que decir del director de casi toda su filmografía, el incansable Miguel M. Delgado.
Para terminar, algunos diálogos sueltos:
El gendarme desconocido
—Con la novedad, jefe, que estando yo en mi crucero dos individuos estaban discutiendo con palabras mal sonante que hasta retachaban al oído y yo me acerqué de modo decente, que hasta a mi me extrañó y les pregunté ¿qué traen? Entonces el más grandote me dice ¡usté no se meta! Entonces me quedé viendo el relajo, cuando el grandote saca un tubo y va a pegarle al pequeñito… y yo atento para informar… el pequeñito se le quita pero ¡zas! le alcanzó en la torre y lo dejó tendido en la banqueta y luego… eso es lo que da coraje jefe, el grandote se echa a correr.
—Y usted también corrió, ¿no es cierto?
—Claro, jefe… si por nada me alcanza.
El bombero atómico
—¡Licenciado, se robaron a mi hijita! Y ella que es tan inocente, si hasta me contaba cuentos… ese del pato Pascual que llega con los tres cochinitos y entonces el pato Pascual… se encuentra con Ricitos de Oro y… bueno, quedamos en la parte que el lobo se iba a comer a Blanca Nieves.
A volar, joven
—No, si volar en ese avión es retefácil, pero usted ve que el 75% de los accidentes ocurren al aterrizar, así que volemos lo que podamos y tratemos de aterrizar lo menos posible.
Abajo el telón
—Y viera que estuve en la habitación de la bella Lulú, y qué rico olía todo.
—¿Olía a sándalo?
—Pues sí había un olorcito como a sandalia, pero muy tenue, casi ni se notaba.
Caballero a la medida
—¿Y no me va a reconocer lo de los botones? Vea que son de concha.
—¿De concha de nácar?
—No, de Concha, la del seis, que me recoge los botones que se encuentra en la basura.
El circo
—Pero este boleto es para niño, no lo puedo dejar entrar.
—¿Cómo que no? Si mi mamá me lo compró y me dijo 've, mi hijito, y me cuentas qué tal estuvo el payaso'. Además uno dice 'este está crecidito pero inoceeeente el individuo'.
—No señor, así no entra.
—¿Pero qué este relajo? Si ya me rompió el boleto, entonces o me repone el dinero o llamo un gendarme, pongo pleito y hasta embargo el circo.
Columnas, Cómic en serio|Comentarios desactivados en Homenaje a Mario Moreno Reyes, Cantinflas (segunda parte)
4 dAmerica/Bogota Julio dAmerica/Bogota 2012 9:35 COT
Antes que nada aclaro: pese a que este espacio está (supuestamente) dedicado a hablar de cómics, llegué a la conclusión de que me era muchísimo más grato traer a colación una remembranza de uno de los mejores cómicos en habla hispana de la historia que hablar del estreno de Amazing Spiderman, por ejemplo… película que desde ahora confieso: NUNCA veré… bodrio inmundo e inútil ese.
Es por eso que para quitarme el mal sabor de boca prefiero mirar hacia el lado de la comedia que es uno de mis géneros fílmicos favoritos y agarrarme de este monstruo fascinante que sacó la cara por toda una generación de cómicos vinagres mexicanos.
Como no pretendo profundizar demasiado en la biografía apasionante de este cómico sin par, que ha sido objeto de estudio por parte de gente mucho más empapada del tema que yo, solamente haré un esbozo de lo que he leído acerca de su vida aquí y allá, datos sueltos que quizás le aclaren al lector neófito (o neofito, como diría Cantinflas) las características tan particulares de este gran personaje.
Empecemos con su extraño apodo: “Cantinflas” resulta ser el acoplamiento de un comentario bien ganado por sus continuas bebetas… una vez un amigo le gritó “en la cantina te inflas”… desde allí el juego, trastoque y manipulación del lenguaje serían una constante que definiría al inmortal Mario Moreno.
Cantinflas fue siempre una persona muy humilde, por su condición social, su formación a traspiés y la vida del “rebusque”. Para Mario Moreno las cosas fueron luchadas a brazo partido en una sociedad desigual donde las posibilidades de no sucumbir en las garras del delito son mínimas; sin embargo, existen ejemplos de tenacidad y convicción moral a toda prueba y eso siempre se encargó de remacharlo en sus films.
Cantinflas hizo de todo antes de convertirse en el baluarte del cine mexicano que logró ser: fue zapatero, repartidor de periódicos, albañil, portero, payaso, torero y un aterrador etcétera de profesiones que asumía con tesón y que siempre caricaturizó con maestría en todas sus películas; pero entre todas, hubo una en especial que solo tocó una vez y con sumo cuidado y admiración: la de cartero, como fue su padre, en Entrega inmediata.
Cuando el cine mexicano alcanzaba un notorio repunte y se consolidaba como industria, amén de las charradas típicas surgió cierto personaje al que siempre amenazaban con caérsele los calzones, hablaba enredado y siempre demostraba la más sonora incompetencia laboral: nacía Cantinflas.
Otro dato curioso es que Mario Moreno no empezó solo en ese difícil arte de hacer reír: sus primeras películas las hizo en llave con el cómico José Medel, que aunque no lo crean, también era bueno (porque no nos llamemos a engaños, los cómicos mexicanos notables son bien pocos).
Junto a José Medel, Cantinflas filmó:
Así es mi tierra (su primera película, rarísima de conseguir por cierto)
Águila o sol (que en otros países se tituló Cara o cruz)
El signo de la muerte (que es de suspenso aunque no lo crean tampoco)
Luego de este primer paso de consolidación del personaje, Mario Moreno se lanzaría solo al ruedo con Ahí está el detalle, dirigida por Juan Bustillo Oro, quizás la película con la que definió las características fundamentales de su creación. Cantinflas era Cantinflas dentro y fuera de la trama, casi se podría decir que la identidad de Mario Moreno quedaba diluida y asimilada por este personaje de carisma tan poderoso.
A partir de aquí se puede decir que Cantinflas vivió varias facetas fílmicas que me he atrevido a catalogar de la siguiente manera:
Cantinflas lúdico
Cantinflas social
Cantinflas perfecto
Cantinflas internacional
Cantinflas en retirada
¿Qué carajos quieren decir estas categorías? Bueno, el lector asiduo de este mugroso espacio tendrá las respuestas en las siguientes entregas porque ahora me voy a ver una película que me he querido repetir hace años… ¿De quién? Pues de Cantinflas, chato.
13 dAmerica/Bogota Junio dAmerica/Bogota 2012 0:02 COT
Buen día, lectores de insólitos escritores como el suscrito, debo decirles que estoy exhausto… pero no de escribir aquí, sino físicamente, pues en las dos semanas anteriores me vi abocado a la ardua y pesada tarea de trastearme.
Trabajo pesado como pocos este del trasteo, pero que deja sin embargo el espacio para redescubrir y encontrar cosas que uno daba por perdidas. En mi caso particular di con unos textos que nunca había trascrito antes y que databan de mis años universitarios.
Siendo aberraciones literarias fruto del tedio de muchas clases magistrales, no me había sentido con el ánimo de transcribir y mucho menos publicar en ninguna parte. Pese a ello, viéndolos ahora con el velo de la nostalgia me siento animado a dejarlos aquí para deleite (o pereza) de los lectores:
9 dAmerica/Bogota Mayo dAmerica/Bogota 2012 23:42 COT
Antes que nada, aclaro que hoy no hay enlace del programa simplemente porque en estas semanas se están repitiendo los programas ya emitidos hasta que se graben nuevos. Las repeticiones constan del mismo discurso con distintas fotos (¡pa' que vean lo creativo que soy!)
Ahora sí, queridos lectores de absurdos como el que se escribe aquí, hacía tiempo que había dejado de lado el asunto del cómic como tal y para purgar ese pecado hoy quiero hablar un poco acerca de lo que se conoce como Novela gráfica y que para el grueso de la comunidad humana es indistinguible de los cómics mensuales… es más, para un porcentaje aún más grueso todo lo que lleve un matacho es catalogado como cómic, pero bueno.
La novela gráfica, a diferencia del cómic “normal”, es decir, el que circula religiosamente cada mes (en países desarrollados, acá no circulan nunca), está construida de tal manera que narre una historia de modo cerrado en una cantidad de páginas que superan ostensiblemente a las habituales 32.
Novelas gráficas las hay por montones, muchas independientes, otras utilizando a personajes conocidos del cómic, y las hay que están basadas en obras literarias… pero todas ellas pensadas para alcanzar una meta en común: la trascendencia del género del cómic de la simple entretención convencional para llevarlo a niveles en los que el lector se vea obligado a aguzar sus sentidos reflexivos.
En ese orden de ideas, muchas de estas novelas gráficas han adquirido un reconocimiento grande a nivel internacional, por citar algunos autores de grandes hits de este género están Alan Moore, Neil Gaiman, Frank Miller, entre muchos otros.
Todo esto para confesar al lector que mi sueño es lograr sentarme alguna vez y crear mi propia novela gráfica, algo novedoso o al menos bien reencauchado, y por ello apelo al juicio del lector desprevenido de este espacio para presentar este proyecto de novela gráfica colombiana. La siguiente es la portada y luego una descripción del guión:
TIMO
“The Frankenstein comeback”
La historia se desarrollaría en un país paupérrimo y lleno de ladrones al que se le puede dar el nombre de… Culombia, por ejemplo. En este triste país armado con babas el desarrollo tecnológico avanza casi a la brava y la cultura es algo perdido. Este hipotético villorrio estaría gobernado por una caterva de ladrones y burócratas que harían palidecer a los del “Proceso” de Kafka.
En este país imaginado reinaría una laya de advenedizos que han venido heredando el título de gobernantes desde sus antecesores en siglos pasados y en el presente en el que se desarrollaría este relato TOTALMENTE FICTICIO. Dicha republiquita de cartón estaría dirigida por una máquina burocrática perfecta, un mostrenco aterrador fruto de un atentado a la naturaleza que buscaba el equilibrio entre lo mejor del hombre y lo mejor de la máquina… logrando el resultado opuesto en ambos casos.
Tal ente de sonrisa perenne miraría caer a su país en medio de los desastres naturales más aterradores sin siquiera hacer una mueca. Estaría presto a derrochar lo poco que le sacan al contribuyente para hacer fiestas, convenciones, paseos por el mundo, nombramientos de ministros y asesores de lo que sea y así hasta dejar famélicas las tristes arcas estatales.
Obviamente la imagen pública del adefesio estaría en detrimento constante, solo con verlo en foto ya mueve al horror general. Pero el engendro insistiría en tratar de levantar imagen a punta de dádivas ridículas y de lanzar cantidades de datos progresistas totalmente falsos.
En este cuadro de despilfarro, abandono de cargo y negación de problemas, el espantajo decide hacer el mayor chiste de todos: anunciar sus ansias de reelección…
Y bueno, ahí va lo que tengo maduro de la idea para esta novela gráfica colombiana, que bien puede ser la última… ¿algún lector tiene aportes que permitan verle un final tan siquiera positivista a esta historia aterradora que ya va para su segundo año?
2 dAmerica/Bogota Mayo dAmerica/Bogota 2012 20:34 COT
Gracias a los comentarios de algunos fieles lectores surgió la idea de hacer una especie de añadido a manera de colofón en esta revisión al tristemente célebre cine colombiano. De entrada habrá que decir que este sea quizás el único capítulo de la dramática historia en el que se toquen puntos esperanzadores… pero no olviden que dije QUIZÁS, que eso quede claro.
¡Pero antes, un capítulo más de la locura televisiva del suscrito!:
Y ahora sí, entremos en materia con esta pequeña adición a la que he dado en llamar:
Neorrealismo italiano (a la colombiana)
Como sabrán aquellos fanáticos del buen cine, existió hace muchos años un estilo de hacer cine desprendido del mercado y que debía su estética y capacidad actoral al cotidiano, al ambiente real. Nacido en Italia con la película Ladrón de bicicletas, el neorrealismo italiano trajo algo de empuje al creador promedio que no contaba ni con la astucia ni los recursos para sacar adelante sus ideas.
De esta escuela vimos gestarse en nuestro país desde finales de los ochenta a un verdadero baluarte en cuanto a independencia y recursividad fílmica. Me refiero a Víctor Gaviria, artista por demás que logró la casi imposible tarea de convertir en verdadero talento actoral al joven común de las barriadas. Es notable el legado de Gaviria al cine (mejor lo recalco, VÍCTOR GAVIRIA, no vaya y se aparezca la sabandija de Simón Gaviria a querer robarse también dichos créditos).
El estilo y la estética de Víctor Gaviria han sido muy constantes, al margen de la ¿industria? y fiel a una forma de ver la realidad nacional. Desde Rodrigo D, no futuro hasta La vendedora de rosas y Sumas y restas, Gaviria (Víctor) siempre nos ha dado la dosis de cachetada de realidad, misma que los medios se empeñan inútilmente en maquillar a cualquier precio.
Es inevitable para mi denunciar que su estilo ha tenido viles copias que, como he dicho están disfrazadas y adornadas para desvirtuar la cruda realidad, basuras tales como Es mejor ser rico que pobre o Como el gato y el ratón, propuestas inmundas, plays y bizcas que tratan de socavar la mente del espectador y mostrarnos mundos imposibles, ridículos, insensatos y positivistas.
Gaviria (insisto, VÍCTOR) apela al recurso real, descarnado, verídico y que trasciende el drama del celuloide para traerlo al mundo real. De ahí que el grueso de sus castings en estos años estén 'chupando gladiolo' o cana desde hace rato. Ahí está la honestidad de esta vaina que es Colombia, de este desastre de país, de esta ruina burocrática que el gobierno y toda la farándula y la mediática fanfarrona se empecinan en querer tapar.
Un adagio popular y populachero reza: “eso es como querer perfumar un bollo”. Nada más cierto respecto al cine producido por los canales privados, un perfumadero de verdaderos torrentes de caca, una continuidad de mostrar a la gente del común en situaciones absurdas, traídas de los cabellos, con moralejas vacuas y reflexiones de gente play que en su vida ha logrado acercarse a la realidad del noventa por ciento de la población colombiana.
En resumen, Víctor Gaviria no es un perfumista: él recoge el cieno y nos lo muestra tal cual es y el espectador debe quitarse las gafas que le encajaron los medios para disfrutarlo como lo haría un bacteriólogo ante una muestra fresca (bueno, si es que dichos profesionales de lo inmundo llegan a disfrutar de eso, no me consta la verdad)
En la actualidad se empiezan a sentir continuistas de esta escuela de Gaviria (Víctor), con propuestas reales, crudas y cercanas como la reciente La sociedad del semáforo, pequeños pero esperanzadores pulsos que quizás no maten al paciente en crisis que teníamos en el capítulo anterior… tal vez y solo tal vez a punta de estos breves pero constantes brincos de talento podamos mantener al cine colombiano en un coma profundo… vivo eso sí, pero aún en coma.
18 dAmerica/Bogota Abril dAmerica/Bogota 2012 20:08 COT
Querido lector (y codiciada lectora): si has llegado hasta aquí atravesando el camino tortuoso, cruel e inhumano del cine nacional, te invito al último capítulo de este macabro análisis del cine chibcha para ver si en algún momento podemos verle un final tan siquiera esperanzador a la continuidad cinematográfica en este país santista y filipichín…
Pero antes, quiero invitarlos a sobrellevar este trago amargo por demás, con un capítulo más de la quijotada televisiva que pese a todo sigue emitiéndose:
Bueno, ahora sí, entremos en materia con este cine nuestro… la que viene a continuación es la década más fresca en la memoria de los lectores. De entrada debo decir que muchas 'pelis' se me quedarán por fuera del análisis pero es que han sido muchas… claro que eso no los aliente de a mucho, pues como decían sabiamente Les Luthiers: “La cantidad no va en desmedro de la calidad, todo lo contrario… va en desmedro”.
Cine nacional siglo XXI
Cuando busco un símil o imagen mental que me permita resumir la tendencia del cine colombiano en estos últimos doce años, la mejor que se me ocurre es la del electrocardiograma de un tipo con taquicardia.
Este cine ha sido tremendamente fluctuante, aunque presenta características constantes. Por ejemplo, tenemos una línea media que indicaría la muerte del paciente, que simboliza los periodos de tiempo en los cuales no se hace nada, no se ven estrenos y todo el mundo comienza a preguntarse si el cine se acabó en este país. Por otra parte, se encuentra una constante de pulsación por debajo de esa línea, es decir, todo aquel cine puerco y cochambroso que siempre amenaza con matar al paciente. Esos puntos mortales y continuos se pueden resumir fácilmente sin tener que hacer una fatigosa lista de (¿películas?) bodrios inmundos perpetrados, cometidos o supurados por los siguientes personajillos infectos:
Simón Brand
Dago García
Ricardo Coral
Harold Trompetero
Ernesto McCausland
Rodrigo Triana
Creo que se me escapa alguno, pero los arriba mentados (¡y muy mentados!) poseen lo que se llama ROSCA, esa herramienta práctica y funcional que en este país sirve para transfigurar al más lagarto, mediocre o lamebotas en un éxito instantáneo ante los obtusos medios de comunicación.
Cuando el desprevenido lector vea que una película X está dirigida por criaturas de esta laya, bien puede irse preparando para disfrutar de malsana mediocridad durante hora y media y aceptar con el dolor del alma que esa platica de la boleta se perdió.
Hay que decir que a esta caterva de asesinos del arte se suman otros que ni con rosca salen a relucir, ya sea por la vagancia inherente o el simple hecho de que en sus cabezotas no reposa más que una idea y que luego de ser plasmada se agotan más rápido que una pila doble AA; por citar uno: Alessandro Basile (nótese lo siseante del nombre, como una serpiente o lagarto)
Lo más triste del caso es que el grueso del cine producido en este país está representado y acaparado por estos nefandos nombres, es decir, que la taquicardia del paciente está intensificada y la muerte es una amenaza constante.
Por otro lado, se encuentran aquellas películas que en el colmo del menester han sido llamadas “cine independiente”, ¡como si aquí hubiera industria de esa vaina! Acá todo lo que vale la pena lo marcan de inmediato como cine independiente por el simple hecho de estar al margen de la rosca. Este cine se compone de óperas primas hechas con calidad y trabajo pero con las uñas… con las uñas sucias del mugre porque tocó filmar sin permiso en la calle y correr con la cámara cuando la policía los coge sin permiso, muy al estilo de Ed Wood.
Y pese a ello, se hacen vainas que levantan el ritmo cardiaco y se constituyen en esperanza de buen cine. Películas como El Rey, que salieron a base de endeudamientos extremos del director pero que se llevan por delante unos tres kilos de películas de cualquier Dago o Trompetero.
A veces se tropieza, vale aclarar, se experimenta con géneros como el terror o lo fantástico y se generan regulares propuestas como Al final del espectro o Yo soy otro, pero ya es de reconocer el riesgo en ver más allá de los tradicionalismos asfixiantes de la “película típicamente colombiana” estilo Karma o Soñar no cuesta nada.
De esta década destaco verdaderos bastiones con visión como Ciro Guerra, quien con el apoyo de NADIE (RCN apoyó su última película cuando ya era un éxito, ¿así qué gracia?) ha logrado acercarse a la meta del buen cine con solo dos películas: La sombra del caminante y Los viajes del viento… aunque como este país no carece de lapas, era inevitable que se le peguen otros a copiarle el estilo con propuestas casi calcadas en cuanto a forma como esa mamera de El vuelco del cangrejo o la supuesta y rimbombantemente aclamada Chocó, que ya nos cuadraron como “joya del cine nacional”. No es que no sea buena, puede que lo sea (lo digo porque no la he visto ni me interesa hacerlo, la verdad), pero cuando me quieren montar una vaina a la fuerza comienzo a sospechar de la verdadera calidad y originalidad de lo expuesto… algo así como la lacrimosa Los colores de la montaña, a la que solo le falta una niñita cantando “abuelito, dime tú…” (con Juanes incluido, que no falte ese patán, que no falte la dosis de rosca)
Otro intento reciente y muy interesante fue El páramo, película que va en una línea que deberíamos explorar con más fuerza, y otras que ni se mencionan por carecer de rosca pero que bien podrían ser reconocidas con mérito como Dr Alemán, cine colombiano bueno que pasa al anonimato por el simple pecado de no contar con el favor de los canales nacionales o con algún figurín de turno como protagonista.
Para concluir, diré que hay una mafia más temible que la de las drogas o las armas: es la mafia mediática que controla el cine nacional y mientras exista esta escabrosa ROSCA no creo que las cosas mejoren para el paciente, tan solo queda cruzarse de brazos y esperar…
11 dAmerica/Bogota Abril dAmerica/Bogota 2012 20:36 COT
Antes de continuar el viaje dantesco por el celuloide criollo, es menester hacer la cuña respectiva a un capítulo más de la teleserie Cómic en serio, que ante el estupor general ya logra su tercer episodio al aire y, ante la resignación del que escribe, insiste en llamarse “Cómic en serie”… ¡Ah, qué carajo! ¡Lo importante es que lo sigan dando!
Ya fortalecido el ego agrandado de su servidor, bienvenidos queridos (¿o masoquistas?) lectores a una nueva entrega de esta brutal y descarnada disección que me he propuesto hacer acerca del cine colombiano. No es algo muy profundo, no pretendo tampoco decir que nada bueno se haga en estas tierras, pero lo bueno o ha durado poco o es desconocido para el grueso de la patria.
Quizás si escribiera esto desde Berlín o desde Madrid podría decir “¡en Colombia si que se hace buen cine!”, y eso se debe a que el verdadero cine de calidad en este mugre pueblo debe recorrer a pata descalza todo un tour mundial, ser premiado con honores en un sin fin de festivales para luego venir acá con todo ese recorrido y medallería incluida para ser ¡POR FIN! tenido en cuenta… durante algo más de un mes. Luego la farandulilla siniestra se vuelca en venias ante las nuevas babosadas de los seudodirectores lagartos habituales.
Pero este capítulo quizás sea el más esperanzador de esta historia, la siguiente etapa del cine colombiano fue tal vez la única que haya dejado ver el talento narrativo chibcha… claro que como todo lo que pasa en este país, fue una etapa fugaz que se deterioró y fagocitó a sí misma.
LOS AÑOS NOVENTA (o los años CASI maravillosos)
La década de los noventa fue algo así como un despertar para la cinematografía colombiana. ¿Tendría algo que ver el hecho de que FOCINE se acabara? No lo sé y tampoco es que me importe mucho, la verdad es que comenzaron a ver la luz directores y filmes que marcaron una etapa sólida en cuanto a la calidad del cine.
En primer lugar tuvimos nuestra primera intentona de nominación al Oscar por película extranjera con la tímida pero destacable Confesión a Laura. Lástima que en la eliminatoria se nos antepuso esa excelente Fresa y chocolate, pero ya era algo competir con pesos pesados como los cubanos.
Luego el cine nacional encontró un referente en dos nombres que dejaron huella con pie de elefante: Sergio Cabrera y Felipe Aljure.
El primero ya venía moviendo la cosa a finales de los ochenta con Técnicas de duelo y luego dejó en la impronta la memorable Estrategia del caracol (por otro lado, la estrategia de “Caracol” fue haberle dado excelente publicidad a esta película).
Los colombianos volvíamos entonces a las salas de cine para ver esta película absurdamente bien hecha y se sentía algo de ese henchido orgullo patrio (que yo siempre asocio con obstrucción de gases) empujando en el pecho. Por fin había algo decente que ver, esto era lo que llevábamos años esperando, algo que nos sacara del atolladero y pudiéramos mostrar con arrogancia ante el mundo.
Al poco tiempo (y luego de un tour mundial patidescalzo) nos llegó de Felipe Aljure La gente de la Universal. Como cosa rara fuimos el último país en verla y a regañadientes la mafia farandulera local no tuvo más remedio que abrirle la puerta grande.
Después de esto, Cabrera decidió relanzar sus Técnicas de duelo y la convirtió en Águilas no cazan moscas, película que, si bien no superó a la anterior, demostraba que la cosa tendía a mantenerse… luego el mismo Cabrera mostró un proyecto arriesgado que acá la crítica obtusa nunca supo apreciar: Ilona llega con la lluvia.
No solo la crítica bizca no supo apreciar esta evolución estética: el grueso del público tampoco dio pie con bola y ese fue el principio del fin de lo que pudo ser una nueva manera de hacer cine en nuestro país. Cabrera cedió entonces ante el diablillo de encontrar como “gustarle más al público” y ahí fue Troya: el atribulado director se devolvió unos quinientos años en estilo y estética para cerrar esta década con la abominable (pero gustadora, ¡qué raro!) sandez de Golpe de estadio, película pendeja y pachuca por donde se la mire.
Por otra parte, el nuevo ídolo Felipe Aljure se perdió casi diez años mientras concretaba su nueva película, todos sus fans (entre los que me incluía) esperaban esa nueva maravilla después de haber tenido la genial propuesta de La gente de la Universal ante los ojos, un estilo de hacer cine irreverente y alocado, era la línea a seguir, lo próximo de Aljure mínimo se pelearía un Oscar.
La expectación dio paso a la inquietud, luego a la desesperación y por último al escepticismo… pero comenzando el nuevo milenio Aljure anunció por fin su película con toda suerte de bombos y platillos. Todos estábamos ansiosos, era como si hubieran criogenizado al director y por fin lo resucitaran con su obra que TENÍA que ser por obvias razones muy superior a la anterior, gracias a que contaba con billete y apoyo.
Colombia saludó el nuevo milenio con la película cumbre nacional El Colombian dream…y estoy siendo sarcástico por si acaso el lector no lo ha notado. Saludamos el ingreso al nuevo siglo con la MIERDA más espantosa (y perdonen lo de “espantosa”) que persona alguna haya tenido la desgracia de sentarse a ver durante dos horas con unas ansias acumuladas de casi diez años. No quiero entrar en detalles de lo horrenda que resultó para mí la experiencia: desde ese día me dije a mí mismo que en la vida volvía a pagar cine caro para una película colombiana (pero lo haría años después, obviamente, uno no deja de ser masoquista).
Para terminar de ajustar las tornas, la seudofarándula criolla comenzó a ver con buenos ojos a un par de diabólicos y mefistofélicos directorcillos que se convertirían en la llaga segregadora de pus más temible del nuevo milenio: Ricardo Coral y Dago García. Y si esto no fuera poco, emergieron con poder inusitado los dos canales más faranduleros y mediocres en la historia del entretenimiento: Caracol y RCN, listos y prestos a soltarle billete a cuanto lagarto y mentecato directorcillo se les atravesase.
Este cuadro abominable es el marco para la siguiente y última entrega de esta disección al cine nacional.
4 dAmerica/Bogota Abril dAmerica/Bogota 2012 23:28 COT
Antes de comenzar este pequeño tour por la filmografía cruel y nefanda de este (más) cruel y nefando país, quiero dejar el enlace del segundo capítulo de esta demencia televisiva llamada “Cómic en serio” (que se resiste a aparecer como “en serie”), pero bueno, eso también ratifica el por qué este país es lo que es:
Ahora sí, entrando en materia tenía pendiente hace años la revisión al cine nacional, que ha dejado en nosotros esa mácula de atraso y mediocridad de la que dudo mucho logremos salir algún día. Claro que no todo es malo, pero lo que es bueno se cuenta con los dedos de la mano y eso es lo grave. Lo bueno ha resultado ser hecho con las uñas y sin apoyo de ninguna empresa, y para remate eso poco que sale de buen cine nacional es mirado con desprecio por quienes manejan la batuta de la farándula nacional.
Por todo eso haré esta revisión como una especie de protesta abierta ante la ceguera y mentecatería de quienes podrían apoyar el buen cine pero prefieren seguir inflando el ego de directores mamarrachos y farsantes (un saludo a Simón Brand, Dago García y al futuro germen Mateo Stivel, les deseo con todo cariño que los engulla un marrano).
Primera parte: cine nacional (años sesenta, setenta y ochenta)
Esta primera revisión es facilísima, tan solo se debe decir que toda película de esta época que llevara adelante el nombre de FOCINE (Compañía de Fomento Cinematográfico), o “producida por Francisco Norden”, o “dirigida por Jairo Pinilla” o “dirigida por Camila Loboguerrero” era ya un bodrio certificado.
Esa franja de nada menos que treinta años no dejará nada, repito, NADA que rescatar: producciones cutres, de sonido terrible, de ridículas y catastróficas actuaciones, plagadas de perversa composición y guiones absurdos, que viene a ubicarnos como almas gemelas de nuestros amigos mexicanos, quienes (exceptuando la filmografía de Cantinflas) llevaron un proceso idénticamente puerco… la diferencia es que ellos llegaron a los noventa y comenzaron a salir del atolladero… nosotros nos asomamos a tomar bocanadas de aire y volvemos a hundirnos.
Si pudiera establecer un parangón entre el cine patrocinado por esa cueva burocrática llamada FOCINE, lo encontraría en cierta productora gringa llamada TROMA, especializada en lo que se conoce como la “serie B”; es decir, películas de muy bajo presupuesto, con actores improvisados e historias traídas de los cabellos…
Leyendo esto me doy cuenta de que incluso en la actualidad estas características se sienten terriblemente cercanas a la definición de nuestro cine.
En fin, FOCINE marcó con un hierro candente la nalga del cine nacional y lo convirtió en ganado vacuno listico para el matadero. No hay tan siquiera una película que uno pueda rescatar como medianamente profunda o bien construida… a pesar de ello, si usted, caro lector, se asoma a la literatura acerca del cine nacional se encontrará con que estos huesos infames han pasado a convertirse por arte de magia en “joyas del cine nacional”, un intento continuado para meternos el cuento de que estos atentados visuales eran profundos y reflexivos.
Cada vez que me asomo a estos libros de “expertos cinéfilos colombianos” me asaltan feroces accesos de risa y termino pegado a ellos como si estuvieran escritos por Alfredo Iriarte, Klim, Daniel Samper Pizano o Fernando Vallejo; es decir, escritos de la más profunda mamagallística. No creo que alguien pueda sostener que películas tales como A la salida nos vemos, Carne de tu carne, Visa USA, Esposos en vacaciones o El taxista millonario sean joyas cinematográficas sin esbozar al menos una leve sonrisa cínica.
En resumen, las bases de nuestra cinematografía están construidas a punta de madera podrida, agorgojada y de baja calidad. Entonces ¿qué puede esperarse de lo que se edifique sobre esta birria de cimientos? Eso lo iremos viendo en las próximas entregas de esta disección radical que me he propuesto hacer, a sabiendas de los gritos destemplados de más de un defensor a ultranza de causas perdidas (que sobran demasiado y, por ende, nunca faltan).
28 dAmerica/Bogota Marzo dAmerica/Bogota 2012 21:52 COT
Hace muchos años, cuando Sábados Felices era un verdadero programa de aguda comedia y no el mantequerio de humor barato en el que se ha convertido actualmente, existía un personaje interpretado por el gran cómico Enrique Colavizza. Se trataba de un político promesero que respondía al nombre del Dr Pantalla… Pues bien, me he apropiado de modo rapaz de este nombre para aprovechar también de modo rapaz este espacio y promocionar algo que obedece única y exclusivamente al natural impulso humano de insuflar mi ego.
Resulta que a comienzos de este año encontré eco en la propuesta de crear una sección breve para hablar de cómics en un programa de TV emitido por un canal de la ciudad de Palmira (evado furtivamente el nombre del canal y del programa por cuestión de cuñas).
En fin, el hecho es que el pasado miércoles se hizo la emisión del primer micro-programa que lleva el nombre de esta misma sección “Cómic en serio”, que como cosa rara está mal titulado en el intro (pero eso era de esperarse en Colombia).
Hasta ahora están grabadas y listas cinco notas que se irán emitiendo todos los miércoles como sección del susodicho programa de TV. La magia del Internet ha permitido que pueda verse en streaming, pero como en este país la conexión es incierta, mi contacto y desarrollador de la propuesta ha logrado montar la sección en YouTube para que pueda verse las veces que se quiera.
Aquí está la primera nota de Cómic en serio que ve la luz en la pantalla chica. Espero que la disfruten y prometo en lo sucesivo ir colgando los enlaces a medida que se emitan las notas:
Saludes a todos los fieles lectores (y lectoras, obvio), ojalá no se desinflen con esa cara y esa voz mía, pero culpen a la naturaleza que tan cruelmente se ensañó con mi apariencia… afortunadamente el desagradable “trollcito guten tag” no volvió por estos lares, pero si anda por ahí solo puedo decirle:
¡A ver cuando sales en televisión! ¡Chúpate esa, Higgins!