Un terremoto que nos cambió pero que no nos derrumbó
Jueves 30 de Septiembre de 2010 20:17 COTPor Luis Alejandro Bello Langer*
Ya han pasado siete meses desde que, en la madrugada del 27 de febrero de 2010, a las 03:34 (hora local), la Tierra liberó energía acumulada por 150 años y sacudió de una manera inesperada el centro-sur de Chile, zona que concentra dos terceras partes de la población de este país. Un largo camino se ha recorrido desde ese entonces; una ruta de dolor, de desespero, de incredulidad y de instintos básicos… pero que ha dado paso a la esperanza, a la fortaleza y a la aparición de muchos actores sociales que han contribuido, con más o menos ahínco dentro de sus posibilidades, a que Chile y su gente traten de incorporarse de forma vigorosa.
Entre terremotos ocasionales y desastres permanentes
Domingo 7 de Marzo de 2010 7:05 COTCurioso mundo este. Con diferencia de pocas semanas, el más pobre y el más adelantado de nuestra región se enfrentaron al desastre. Dentro de unos años, una pujante Concepción habrá restañado las heridas y Chile continuará creciendo en todos los aspectos. Haití, en cambio, seguirá a medio hacer, con tropas extranjeras cuidando las calles, ayuda humanitaria a cuentagotas y un gobierno corrupto robando.
El fin del mundo en 3 minutos exactos
Viernes 5 de Marzo de 2010 10:41 COTArriba: Veintidós residentes miran un edificio derrumbado en Concepción, tras el terremoto del pasado 27 de febrero (Foto: Rodrigo Linfati, licencia Creative Commons BY-SA) / Abajo: Una familia damnificada en Santiago. Su casa de dos pisos ahora es de uno y varias estrellas en el techo (Foto: Osmar Valdebenito, licencia Creative Commons BY-SA)
Hay pocas cosas en esta vida que lo empequeñezcan más a uno que la furia de la madre naturaleza. Impotentes y en la orfandad más absoluta; fuimos sacudidos y zarandeados inmisericordemente durante 180 segundos. En 180 segundos la madre tierra nos recordó lo efímeras que suelen ser nuestras pretensiones, nuestra vanidad y nuestras aspiraciones. Y cuando todos pensábamos que ya había pasado lo peor, un mar embravecido arrasó con lo poco que la tierra nos había dejado. No nos quedó nada.