Pidiendo justicia para los conejillos de indias nucleares
Estancias > Hibakusha ProjectPor Mainichi Shimbun
martes 26 de febrero de 2008 3:31 COT
(Publicado originalmente el 29 de enero de 2008 en japonés y el 5 de febrero de 2008 en inglés)
Seikō Komatsu (Hideyuki Kakinuma / © Mainichi Shimbun)
A finales del año pasado su salud, de repente, se deterioró. No puede bajar la comida y constantemente lo asedian las náuseas. El 15 de enero fue hospitalizado en Hiroshima. Para Seikō Komatsu, de 71 años, la rutina diaria no cambia. Alimentación intravenosa por la mañana. Pastillas para dormir por la noche. Sin ellas, le es imposible conciliar el sueño.
La revisión de los criterios que definen la elegibilidad para el reconocimiento oficial como víctima de la bomba atómica ha entrado en su fase final. Es probable que Komatsu clasifique dentro del nuevo criterio, más flexible. Él se encontraba a 2,5 km del epicentro de la explosión de la bomba que destruyó Hiroshima; las nuevas reglas, se espera, extienden la elegibilidad a aquellos que se hayan encontrado 3,5 km a la redonda. "Se siente como si les hubiéramos regateado", dice Komatsu con una risa amarga mientras se queda mirando el techo del cuarto del hospital.
"La están dilatando", afirma, refiriéndose a la revisión. Su enojo y su impaciencia son evidentes. "Ya es hora de que terminen con eso". Con el ceño fruncido, se masajea los bien delgados brazos. Si el gobierno fuera serio, siente él, si de verdad hubieran aprendido lecciones del bombardeo, ellos comprenderían que deben seguir adelante para finalmente llegar a una conclusión.
El pasado 14 de diciembre, luego de un largo silencio, Komatsu tuvo la oportunidad de expresar sus puntos de vista. Fue durante una reunión llevada a cabo tras una audiencia de apelación concerniente a la definición del estatus oficial de hibakusha.
Primero que todo, dijo Komatsu, es apenas justo que el gobierno se disculpe con los hibakusha. ¿De quién es la culpa de que los hibakusha se convirtieran en conejillos de indias?, preguntó. ¿De quién es la culpa de que sus vidas se arruinaran?
Contenidos durante tanto tiempo, vertió sus pensamientos poco a poco como el agua que de repente sale al abrirse una represa. "El gobierno debería regresar al punto de partida", dijo. La emoción fue demasiado para él y colapsó instantes después.
Al lado de la cama hay una botella de medicamento contra la náusea. La mira con disgusto. "Los hibakusha pedimos algo mayor, algo más serio [que una compensación monetaria]", insiste, refiriéndose a una disculpa oficial. Suspira profundamente, casi como un gruñido, y me pregunto: ¿cuántos igualmente angustiosos suspiros han dado todos los hibakusha desde aquellos dos fatídicos días?
Komatsu estaba en casa cuando bombardearon Hiroshima. Después estuvo expuesto a la lluvia negra contaminada con la radiación que cayó sobre la ciudad. Acabaría trabajando para el ayuntamiento y ayudaría a editar la antología de cinco volúmenes titulada Hiroshima gembaku sensaishi ("Crónicas del desastre atómico de Hiroshima"). Desde 1973 da conferencias sobre su experiencia como hibakusha.
Por Hideyuki Kakinuma, Mainichi Shimbun. Traducido del inglés, con apoyo en la versión en japonés, por Julián Ortega Martínez
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