“¿Metimos la pata?”
Estancias > Primera planaPor Marsares
sbado 19 de septiembre de 2009 20:33 COT
Esta es la pregunta que muchos de los que votaron por Samuel Moreno Rojas para la alcaldía de Bogotá se están haciendo por estos días.
Cada día trae su afán, y para la administración de Samuel sí que cuadra esta sentencia popular. No amanece sin que el funcionario de turno involucrado convoque con premura una rueda de prensa para explicar el escándalo cotidiano. El actual corre por cuenta de las tarifas por minutos a los parqueaderos públicos.
El camino al infierno está poblado de buenas intenciones, y la Secretaría de Movilidad puede dar fe de ello. Con los mejores propósitos, no cabe duda, se decidió que sólo se pagara lo real, lo que efectivamente duró el carro en el parqueadero, sin aproximaciones odiosas a cuartos de hora como ahora, o en el pasado, cuando el dogma era “hora o fracción”. Minutos, tan sólo minutos, y pare de contar.
Aparte de la polémica que debió soportar, incluyendo la desobediencia civil de los comerciantes del parqueo, impuso el cobro por minutos, olvidando un detalle en la norma, el cobro del IVA. Su ingenuidad, inexperiencia o simple ineptitud le jugaron una mala pasada. Como es un impuesto nacional, se entiende que se le agrega a la tarifa, pero la norma no aclaró nada (“incluye el IVA”, por ejemplo), lo que aprovecharon con regocijo los dueños de los parqueaderos, mejor asesorados que el Secretario, pues gracias al “olvido”, la tarifa de $1.300 por cuarto de hora subió a $1.500, al agregársele el cobro del respectivo impuesto.
Descubierto el entuerto la administración no tiene otro remedio que reconocer la improvisación y tratar de reparar el error, rebajando las tarifas a su valor inicial, pero queda en el ambiente lo que al parecer se ha convertido en norma: la improvisación, de la mano del populismo, que busca por medio de estas medidas apresuradas, subir la popularidad de un alcalde que quiere pasar a la historia por el Metro, obra faraónica que apenas transportará al 3% de la población bogotana.
Creciente la ineptitud del Secretario de Movilidad, al que le pusieron conejo los transportadores de la carrera séptima con el retiro de los buses viejos, los mismos que también lo han hecho con la chatarrización, los que pretenden quedarse con el manejo de las nuevas troncales de Transmilenio, los que llenan de taxis las calles pese a que su número se limitó hace mucho, los que no pagan partes y exigen amnistías y arrodillan a nuestro simpático alcalde, formado para ser el centro de atención en cocteles y corrales femeninos, donde el aplauso es generoso y los problemas tienen que ver con el menú o el bótox.
Mientras, la administración naufraga entre la corrupción que busca jugosas ganancias en el Centro Internacional y los rellenos sanitarios, propaga cifras infladas sobre construcción de vivienda, programa construcción de colegios en terrenos que no son aptos, gana indulgencias con avemarías de Lucho Garzón al arrogarse logros en educación y salud, permite la invasión del espacio público, reparte burocracia para mantener contento al Concejo, deja gratis el almuerzo de los comedores comunitarios porque se roban la plata, y baja la guardia contra la inseguridad. La sensación es que al frente tenemos un alcalde light, simpático y buena gente, cuyo liderazgo busca “pescando en el balde de mamá Leonor”.
¿Habrá manera de sacar la pata?