Marcada de nacimiento por la bomba at贸mica
Estancias > Hibakusha ProjectPor Mainichi Shimbun
s恪bado 30 de diciembre de 2006 0:01 COT
(Publicado originalmente el 29 de octubre de 2006)
Y艒ko Nakano (Takashi Kamiiriki / © Mainichi Shimbun)
En el instante en que nació, había un claro entre las nubes y el sol brillaba a través de él. Por eso sus padres le pusieron Y艒ko, niña del sol. Eso es lo que Y艒ko Nakano, de 60 años, oyó por primera vez hace cuatro años de su padre de 91.
Nakano, oriunda de Nagasaki y que ahora vive en Fukutsu, prefectura de Fukuoka, es lo que podría llamarse una hibakusha “pre-nata”: su madre llevaba cuatro meses de embarazo de ella cuando cayó la bomba atómica.
Cuando era niña asistió a la Escuela Primaria Shiroyama, muy cerca al epicentro de la explosión. La mitad de los niños era hibakusha, la mitad no. Por ello la escuela era del interés de la Comisión para las Víctimas de la Bomba Atómica de Estados Unidos (U.S. Atomic Bomb Casualty Commission o ABCC por sus siglas en inglés), que realizó pruebas en los niños allí.
Los padres de Nakano prefirieron no hablar personalmente de lo que les había hecho a ellos la bomba. “Ellos han visto algunas cosas terribles”, dice, “y supongo que les pareció mejor mantener sus recuerdos bajo llave”.
Su madre murió hace seis años. “A este paso nunca oiré nada acerca de ello”, pensó. Decidió presionar a su padre para obtener detalles.
A ella le pareció extrañamente molesto ser una hibakusha y sin embargo no tener conocimiento personal de lo que ocurrió. No les ha ocultado nada a sus tres hijos. Les ha dicho cómo ella sirvió de material para la investigación de la ABCC, cómo su madre, temiendo consecuencias de la radiación, le instó a no casarse, etcétera. “Ustedes”, Nakano les dijo a sus hijos, “son hibakusha de segunda generación”.
Bien por ella, pienso para mí. Esa es una buena manera de transmitir la historia a la próxima generación.
En medio de las preocupaciones porque Corea del Norte realice un segundo ensayo nuclear, un ministro del gabinete japonés y unos cuantos políticos han sugerido que Japón también debe discutir la posesión de arsenal nuclear. Para Nakano, esto es lo más desalentador.
“El papel de Japón”, dice, “ha sido instar al resto del mundo a tener el valor de no poseer armas nucleares. Ahora estamos en peligro de impulsar un círculo vicioso”.
Después de la guerra, el padre de Nakano desarrolló granos en todo el cuerpo. Su vida pendía de un hilo. Su madre recorría las granjas para recolectar hojas de caqui, luego de oír que eran buenas para los síntomas que surgían por el bombardeo.
“Les debo a los padres que me dieron la vida el mirar al futuro con optimismo”, dice Nakano. “Para mí perder la esperanza sería el colmo de una conducta poco filial”.
El 9 de agosto, ella asistió al servicio religioso anual por la paz en su vieja escuela primaria en Nagasaki. Después, marchitándose en el calor del mediodía, pasó por donde estaba su padre.
“Tal vez era tiempo de que te graduaras del bombardeo nuclear”, le sugirió su padre con una sonrisa.
Nakano sacudió la cabeza. “No. Mientras tenga la fuerza seguiré asistiendo a esos servicios”.
Por Kenji Shimizu, Mainichi Shimbun. Traducido del inglés por Julián Ortega Martínez
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martes 22 de mayo de 2007, 00:02 COT
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domingo 30 de septiembre de 2007, 21:28 COT
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