Justicia acorralada
Estancias > Primera planaPor Marsares
martes 2 de septiembre de 2008 17:12 COT
La renuncia del fiscal Ramiro Marín, quien adelantaba la investigación contra el ex senador Mario Uribe, primo del Presidente de la República, por sus presuntos nexos con paramilitares, suscitan una gran preocupación pues un examen detenido muestra a una justicia acorralada.
Pero la complejidad del tema no se resuelve con la simpleza de un complot de los afectados contra la justicia. Ella misma, los medios de comunicación y, por supuesto, la acción de los poderosos, confluyen para llegar a situaciones como éstas.
Pantalleros
Los administradores de justicia hablan a través de sus providencias, es decir, su protagonismo es jurídico. Lo que en ellas queda escrito es su única voz y se convierte en una decisión que todo el mundo está obligado a acatar.
Pero de un tiempo para acá, entre ruedas de prensa, comunicados y entrevistas, fiscales y jueces se han convertido en estrellas de los medios, mutando el protagonismo jurídico en político. Fatales consecuencias.
Entre micrófonos y cámaras, estos servidores judiciales subordinan la justicia a explicaciones mediáticas, creando confusiones, favoreciendo un diálogo malsano por fuera de los estrados judiciales que no pocas veces provocan reyertas que le restan credibilidad a su papel.
Idiotas útiles
La inmediatez de las noticias y las múltiples maneras de difundirlas convierten a los periodistas, en no pocas ocasiones, en instrumentos útiles del poder para conseguir resultados que magnifiquen su popularidad, demeriten a sus adversarios y salvaguarden sus intereses.
Métodos de colocar el periodismo como idiota útil hay varios, siendo uno de ellos, por lo sutil y manejable, la filtración de hechos secretos que puedan cambiar el curso de los acontecimientos.
Hechos significativos para la investigación que se comenta fueron revelados por los medios de comunicación un día antes de que les fueran presentados a los testigos para su confrontación. La “filtración” hizo posible que el país conociera lo que sólo el fiscal y los testigos debían confrontar.
Extrañamente a las 8 de la mañana del día siguiente los testigos citados no se presentaron a la Fiscalía y tan sólo a las 5 de la tarde lo hicieron. Todo esto deja un sabor amargo y muestra a las claras la perversidad de este método.
De informadores a jueces
Pero también hay otros métodos cuestionables ejercidos por los mismos periodistas con las mejores intenciones. Un ejemplo involucra a Daniel Coronell, respetable periodista independiente, crítico constante del gobierno.
El fiscal Marín coincidió en un sitio público con Coronell quien, al saber de quien se trataba, se le acercó y en un encuentro breve le advirtió que estaba pendiente de él. Un presión indebida, sin duda, para un administrador de justicia de quien se debe presumir su buena fe.
Con los medios convertidos en protagonistas, el juez o fiscal se ve en una encrucijada. Será lapidado cualquiera sea su decisión, por un periodismo que ha tomado partido, olvidando su obligación de informar y no de juzgar.
Los manipuladores
Faltaba la estocada para ponerle fin a una carrera brillante. Al revocarse la providencia del fiscal Marín por el Vicefiscal en segunda instancia, se dio como razón ante los medios que los argumentos para privar a Uribe de su libertad eran débiles.
Estas afirmaciones dieron pie para interpretaciones como la intencionalidad de Marín de ponerle bases endebles a su decisión con el fin de que, pasado el escándalo y en la tranquilidad de la segunda instancia, fuera revocada sin problemas.
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En otras palabras, o Marín quiso forzar las pruebas para conseguir la detención de Uribe, como lo afirma la defensa, lo que permite predicar su parcialidad, o la debilitó a sabiendas para facilitar la libertad posterior (prevaricato).
El precipicio
Acorralado, ¿le quedaba a Marín un camino distinto que renunciar? Este caso se convierte en el típico ejemplo del estado actual de nuestra justicia. Acorralada por ella misma, por los medios de comunicación y por los poderosos, a la justicia no le queda más remedio que el destierro, la muerte o la subordinación.
Dice Machado que se hace camino al andar, pero en el caso de la justicia no se cumple esta verdad tan obvia. Otros lo hacen por ella. Y al transitarlo corre el riesgo de caerse en el precipicio. ¿Qué tan cerca estamos?
martes 2 de septiembre de 2008, 23:45 COT
¿Qué más se puede esperar en un país de chimpancés gobernado por gorilas?
-¿Una elevada cultura?
-¿Una elevada institucionalidad y civilismo?
-¿Una elevada conciencia social?
Colombia es el país de los simios. Un laboratorio de micos donde los gringos hacen sus experimentos.
-¿No quieren banana?