Entre terremotos ocasionales y desastres permanentes
Estancias > Primera planaPor Marsares
domingo 7 de marzo de 2010 7:05 COT
Según la presidenta Michelle Bachelet, el terremoto que asoló Chile causó tanta destrucción que se van a necesitar varios años para reconstruir el país a un costo de 30.000 millones de dólares. Con los saqueos, la desesperación consiguiente y las carencias propias del desastre, también se encuentra la voluntad del pueblo chileno que con desconcierto, comienza a levantarse de las ruinas. La maquinaria ya comenzó a remover los escombros y dentro de poco comenzará la reconstrucción con la disciplina y el civismo que se le admira en nuestra región.
Distinto panorama el de Haití, convertido desde hace mucho en un país de mendigos por culpa de gobernantes inescrupulosos que hicieron del saqueo su modo de vida, condenando a sus habitantes a la ignorancia, la pobreza y la falta de oportunidades. Viviendo de la caridad pública, los haitianos seguirán extendiendo la mano para recibir migajas, única manera que conocen de existir.
Curioso mundo este. Con diferencia de pocas semanas, el más pobre y el más adelantado de nuestra región se enfrentaron al desastre. Dentro de unos años, una pujante Concepción habrá restañado las heridas, la red vial habrá sido reconstruida y Chile continuará creciendo en todos los aspectos. Haití, en cambio, seguirá a medio hacer, con tropas extranjeras cuidando las calles, ayuda humanitaria a cuentagotas y un gobierno corrupto robando a destajo, mientras las remesas de los haitianos que viven en el exterior alivian en algo las carencias cotidianas.
Pero los unos, los chilenos, no son ricos porque sí, ni los otros son pobres porque no. Décadas de esfuerzo, trabajo, dedicación, los separan. Los chilenos se acostumbraron a crear riqueza, aún en medio de feroces dictaduras, de desigualdades sociales inmensas, comprendieron que sólo trabajando, cerrando la brecha de la inequidad, apostándoles a la educación, a la salud, al trabajo, a la iniciativa privada pero sin descuidar la conciencia social, se puede construir un país de oportunidades. Los haitianos fueron convertidos en menesterosos por su clase gobernante, que todo se lo robó, empezando por la familia Duvalier y luego sus herederos que hoy, en medio de las ruinas, muestran al mundo sus mansiones intactas a tan solo pocas cuadras de la destrucción.
La corrupción todo lo corroe, incluso a los países más ricos como sucede con Venezuela y Argentina, o a los menos pobres como Colombia, en manos de otra clase de corruptos que como vemos hoy en calles y plazas, con desenfado exhiben sus inmensas fortunas para hacerse elegir en estas próximas elecciones parlamentarias, sabedores de que esta inversión descomunal en compra de votos y conciencias se les devolverá multiplicada en los próximos cuatro años de saqueo del erario público.
Como vamos estamos más cerca de Haití que de Chile. El 14 de marzo de nuevo lo sacaremos a relucir cuando los corruptos de siempre se elijan a pesar de las buenas intenciones de los honestos, que se quedarán en la casa o acudirán a depositar votos que nadie contará. Como Chile y Haití también tenemos nuestro propio terremoto. La hecatombe que prometió Uribe y que cada cuatro años regresa, como Tsunami avisado, a arrasar con lo poco que logramos salvar del saqueo.
Chile y Haití, estamos con ustedes de corazón… pero ¿quién está con nosotros en nuestra tragedia cotidiana?
jueves 11 de marzo de 2010, 08:57 COT
Chile y Haití después del terremoto quedaron en el mismo estado que Colombia después de la hecatombe Uribe vpm.