El ocaso de los dioses
Estancias > Primera planaPor Marsares
martes 15 de septiembre de 2009 1:15 COT
Un interesante momento histórico vive América Latina con las recientes alianzas militares. Más allá de las controversias políticas que se suscitan entre vecinos y las consecuencias económicas consiguientes, se muestra una región que se abre al mundo en detrimento de la hegemonía tradicional de Estados Unidos.
A la par con la apertura de las bases militares colombianas a las fuerzas armadas estadounidenses, urgidas de un sitio estratégico en la región después del cierre de la base de Manta (Ecuador), se producen dos hechos significativos que marcan nuevos rumbos a las relaciones de esta porción del hemisferio.
El primero es la consolidación de la alianza militar entre Venezuela y Rusia. La compra de armamento, que ya alcanza los cuatro mil millones de dólares, y el acercamiento a Irán que incluye banco binacional y transferencia de tecnología, alejan a Venezuela de Estados Unidos, aunque sin llegar al rompimiento. El petróleo, por ahora, impide el divorcio.
El segundo es la jugada maestra de Lula al formalizar una estrecha relación militar con Francia que incluye no sólo adquisición de aparatos bélicos, sino apoyo mutuo en tecnología y establecimiento de fábricas militares francesas en territorio brasileño.
Aunque aún es pronto para hablar de carrera armamentista, lo cierto es que la intrusión de estos centros de poder en el que hasta hace poco era considerado el patio trasero de Estados Unidos, sin hablar de China y sus cuantiosas inversiones en el Cono Sur, acentúa la decadencia del imperio estadounidense, que desde la derrota en Indochina comenzó a mostrar las primeras fisuras.
Paradójicamente, la disolución de la URSS y la entronización como única superpotencia no sólo llevaron al cenit a Estados Unidos sino que, a partir de allí, sin enemigos a la vista, dejó de ser el campeón del mundo libre, al que se le había dado una chequera en blanco para preservar la democracia occidental.
Como en los versos memorables de T. S. Elliot, “Resuelto el problema, el dios queda olvidado” (The problem one solved, the Brown god is almost forgotten), el imperio levantado por la potencia más grande que ha conocido el mundo cada día se estrecha más porque dejò de ser necesario, y como le sucedió a Roma con Alarico, el ataque del 11-S mostró, además, que sus fronteras no son inexpugnables.
El mundo es ancho y ajeno y Obama comienza a comprobarlo. En el Medio Oriente cuenta con el solitario Israel, mientras Rusia rehace su influencia en Asia, Europa y América Latina, y China, con su crecimiento vertiginoso, en diez años ocupará el sitio de Estados Unidos como primera economía mundial, al tiempo que Brasil y la India le siguen los pasos como potencias emergentes regionales.
Lejano quedó el Plan Marshall y hoy la Unión Europea, con las cuentas saldadas, dejó de ser el aliado incondicional de Estados Unidos. Japón se mueve hacia el centro del espectro político con su economía maltrecha y en el caos africano todos meten la mano como antaño. Incluso la débil Centroamérica ya siente pasos de animal grande. China logró penetrar Costa Rica y hacia el futuro se prevé que la utilizará como cabeza de playa para quitarle el último bastión a Taiwán y de paso reducir la influencia de Estados Unidos, hoy menguada por la Nicaragua chavista.
El peor enemigo de Estados Unidos es él mismo. La guerra de Iraq, llevada a cabo para acceder a sus ricos yacimientos de petróleo y poner en cintura a Irán, se ha vuelto en su contra, reeditando la derrota vietnamita. Las mentiras, la violación del orden jurídico internacional y la desestabilización de la región muestran su ineptitud como policía del mundo.
Pero no sólo se le pierde respeto. Tampoco se confía en su otrora pujante economía. La explosión de la burbuja inmobiliaria muestra hasta qué punto el comercio internacional necesita de nuevos referentes no sólo para salir de la crisis sino para blindarse hacia el futuro. El patrón-dólar tiene sus días contados y tanto el euro como el oro se asoman como posibles alternativas.
La era de las superpotencias vive sus últimos años con el ocaso de Estados Unidos. El futuro les pertenece a los bloques regionales, a cuya cabeza se colocarán las potencias emergentes junto con las tradicionales, más Estados Unidos y Rusia resignados a una porción de su poder de antaño. Un nuevo reparto del mundo se verá en las próximas décadas, no necesariamente mejor, pero sí diferente al que conocemos.
Para entonces, Uribe, Chávez y Lula serán referencias históricas: el colombiano, como el último estadounidense en tierras sudamericanas; el venezolano, como el postrer fósil marxista; y Lula como el estadista que dio inicio a la dinastía brasileña que gobernará UNASUR.
El rey ha muerto, que viva el rey.
martes 15 de septiembre de 2009, 08:41 COT
Excelente articulo, totalmente deacuerdo
martes 15 de septiembre de 2009, 16:05 COT
Mi admiración y un saludo Mansares desde los restos de un imperio donde decían que nunca se ponía el sol. Al final si que se puso y sabemos como paso. Lo que nadie sabe es ese dios de la economía o el dinero como se quiera llamar, con que nos sorprenderá en el futuro.
martes 15 de septiembre de 2009, 19:27 COT
Información Bitacoras.com…
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martes 15 de septiembre de 2009, 19:41 COT
Un panorama nada alentatador el que le espera a este ritmo a las generaciones futuras de colombianos y que además suscita el “líder” colombiano con las decisiones amañadas al estilo dictatorial.
Me lleva en la historia a recordar un paradigma político que contenía expresiones en la tiranía, el despotismo, el bonapartismo, el totalitarismo y la dictadura que, conllevan al decrecimiento entre las relaciones de los diversos estados.
Hoy se acaba de terminar la reunón de Unasur entre ministros de los países integrantes con un total fracaso. Eso dice mucho de lo que está ocurriendo y de los malos manejos que se han venido dando.
Concluyo diciéndote querido Marsares que, es has sabido darle un análisis general a este artículo.
Un abrazo!
mircoles 16 de septiembre de 2009, 10:52 COT
Creo que de forma muy sintetizada abres el ángulo del espectro para ver el juego de fuerzas que se está barajando en la región y en el globo, para repartir de nuevo. Esto parece inevitable, los engranajes se oxidan, los estados líderes se ralentizan y los que siguen o llegan a la fila por el poder arrecian sus embates y a golpes toman posesión de la cabeza. Así lo demuestra el ocaso de las otrora potencias occidentales que explotaron en pedazos: Egipto, Grecia, Roma…, y que hoy en asuntos de poder forman parte del “resto de la gente…”.
Los árboles no nos dejan ver el bosque, y a mí, que no soy experta en política internacional, como le ocurre a la mayoría de la gente, a veces se me dificulta separar el grano de la paja; darle las justas proporciones a la visión macro en contraposición al conflicto cortoplacista y al espectáculo mediático que mira con ojo miope la pugna en la región. Chávez, Uribe, Correa, Evo…. Una provinciana discusión entre vecinos, que desgasta las economías y que puede llegar a tener consecuencias absurdas.
Entretanto, Lula viste con comodidad el traje del poder y sabe llevarlo. Se puede dar el lujo de mirar con ojos de padre que induce al orden a toda la prole del vecindario.
China, un gigante que ruge mientras que se despereza… Los visionarios se anticipan en forma de mandarín. No es gratuito que el mandarín esté siendo incluido dentro de los idiomas que ganan importancia en los programas de enseñanza para adquirir una segunda lengua. ¿Mandarín? Pues, sí.
Sin embargo, y cerrando el ángulo de visión, a mí no me digan que Chávez, o su asesor de comunicaciones, no se ha quemado las pestañas estudiando con juicio a Goebbels. Son once principios, y al leerlos se puede chulear uno a uno, como cuando uno llena las páginas de un álbum de “laminitas” o de “monas”, y va diciendo: “…la tiene, la tiene, la tiene…”.
Ojalá que con Chávez todo quede en amagos de bravucón y que Uribe pase a la galería de los expresidentes.
¿Cuál irá a ser el resultado de todo esto? El tiempo lo dirá.
viernes 18 de septiembre de 2009, 19:24 COT
solidfoxdx:
Le agradezco su comentario
Carlos Martínez:
De acuerdo. Habrá nuevos protagonistas, nuevas desigualdades y, claro, nuevos problemas. Una sociedad menos inequitativa es el reto. El tiempo y los recursos se agotan y nuevas reglas de juego deberán estar a la altura de la supervivencia. Un futuro distante, pero oscuro y neurálgico.
Lully:
A pesar de todo, y sobre todo de los que ahora fungen como sus protagonistas, UNASUR es el futuro. Unica manera de enfrentar los retos del mañana, como sucede en otras partes del mundo. Pero derrotar la desconfianza tomará su tiempo. Esperemos que no sea demasiado.
Markota:
Infortunadamente queda mucho por hacer en Sudamérica, pero lo importante es que ya se están dando los primeros pasos, que como cualquier nacimiento, son torpes y caóticos. El nuevo orden no está a la vuelta de la esquina. Antes habrá que decantar las sociedades y formar los líderes que se salgan de la parroquia y piensen que la única manera de sobrevivir en un mundo que se anuncia multipolar, es uniendo esfuerzos. Bloques gigantes en Asia Europa y Norteamérica se formarán. Para América Latina y África queda el reto de armar los suyos para obtener algún espacio en las nuevas relaciones de poder. Cuando termine la era de los caudillos y empiece la de los estadistas, se abrirán las oportunidades. Espero que consigamos madurar a tiempo para conseguirlo.