Efectos personales
cine > Cineclub > EstanciasPor Marsares
martes 10 de noviembre de 2009 9:24 COT
Los seres humanos estamos condenados a olvidar. Por eso nuestra vida se reduce a conservar todo lo que nos demuestra que existimos. Un juguete, una canción, los rastros de una mirada, el sabor de una piel, esquinas de ciudad, cachivaches, cataclismos, colores, miedos, todos ellos convertidos en despojos de nuestra historia, que vamos acumulando en pilas desordenadas, de cuando en vez visitadas para remendar el presente, en busca de las explicaciones que nos aclaren las razones del por qué somos lo que somos. Pero a veces esta colcha de retazos nos impide pernoctar en el presente, convirtiéndolo en un rehén del pasado. De esto se trata Efectos personales (ver trailer).
Una muchacha que le apuesta a vivir al día en un frenesí incontrolable es asesinada en confusas circunstancias, dejando a Walter (Ashton Kutcher), su hermano gemelo, el fardo de los interrogantes y el complejo de culpa de no haber estado allí para salvarla. En otra historia, un alcohólico es muerto a la salida de un bar. Su esposa Linda (Michele Pfeiffer), que desde su infancia sólo ha conocido el abandono, espera que la justicia castigue al culpable mientras trata de acercarse a su hijo adolescente, que no tiene trazas de superar la ausencia de su padre. Los sospechosos de ambos crímenes comparecen en los estrados judiciales y sus víctimas se reúnen en un grupo de ayuda para exorcisar sus fantasmas.
Personal effects (2009)
- Dirección: David Hollander
- Protagonistas: Ashton Kutcher y Michelle Pfeiffer
- Guión: David Hollander
- Producción: Christian Arnold-Beutel, David Hollander, Gil Netter y Kirk Shaw
- Compañías: Cinefilm / Insight Film Studios / P.E. Productions / TADORA Filmproduktions
- Género: Drama
- Países: Alemania / Estados Unidos
- Duración: 102 min
- Idioma: Inglés
Las vidas de Walter y Linda quedan en el limbo. El uno estaba a punto de convertir en realidad el sueño de su vida —pertenecer al equipo de lucha de EUA—, pero la muerte de su hermana se le atraviesa y regresa a la ciudad donde nació en busca de respuestas. Linda, cuyo matrimonio fue un desastre, ahora trabaja organizando bodas.
Sutilmente, en el grupo de ayuda, en los corredores de las salas de audiencia, en la acera donde Walter trabaja en una labor humillante, estos sobrevivientes se acercan, se convierten en cómplices, comparten sus culpas y vislumbran que quizás más allá del pasado existen oportunidades de construir otras historias, sin sentirse culpables de dejar atrás sus recuerdos.
Pero deshacerse de estos efectos personales no es tarea fácil. Hay que transitar por caminos de soledad, venganza, autoflagelación y rechazo, pero también de terquedad. Walter no es capaz de ver que hay una nueva vida ante sus ojos y sólo quiere retomar lo que dejó atrás.
Una historia de dolor, de desprendimiento, pero también de amor y esperanza, reflejada en primeros planos que nos acercan con timidez a los sentimientos encontrados de sus protagonistas. Deja un hálito de frustración su final. Es obvia la concesión a los espectadores. Al fin y al cabo el cine es entretenimiento y no hay por qué mandar a casa al público fiel con un sabor amargo en la garganta. Sufrimiento en su justa medida, con un The end que es la marca patentada de la fábrica de sueños.