De un Río místico convertido en oasis
Elecciones 2010 > Estancias > PolíticaPor Marsares
domingo 6 de junio de 2010 13:25 COT
Foto de Alan Vernon – Licencia CC
Se acaba la primera semana después de que la maquinaria rompeolas del uribismo santista dejara en veremos al Partido Verde y la situación no parece cambiar. La victoria tiene muchos amigos, la derrota pocos, por decir, ninguno. Esta ley de la vida, en política si que es contundente.
Cuando se presagiaba en primera vuelta un cabeza a cabeza entre la vieja y la nueva política, los marrulleros de provincia y uno que otro peso pesado electorero, comenzaron a mirar hacia Antanas Mockus, ofreciendo sus votos para “bien de la patria”.
Hoy, cuando Juan Manuel Santos contabiliza una victoria arrasadora, la fila de la clientela ocupa cuadras para ofrecerle su respaldo incondicional, o casi condicional al nuevo jefe de la patria. No importa cómo, pero lo único es salir en la foto.
El gobierno de Unidad nacional propuesto por Santos que no es otra cosa que un Frente Nacional estilo Uribe, les sirve de pretexto a todos los políticos de viejo cuño, pero sobre todo a los antiuribistas vergonzantes, para justificar las adhesiones en masa.
Dejar atrás la polarización del país argumenta sin rubor Simón Gaviria para explicar su adhesión a Santos, al igual que los demás caciques liberales que ya lo habían hecho por debajo de la mesa, en las urnas. Es que 12 años sin burocracia, es demasiado.
Mientras los conservadores le entregan a Santos las hilachas de su partido y los de Cambio Radical se arriman con permiso de Germán Vargas Lleras que ya muestra talante presidencial, por los lados del Partido Verde la soledad es evidente y el desconcierto, total.
Después del infortunado discurso de Mockus el domingo de elecciones, en el que posó de pastor místico dispuesto a cruzar el desierto, en vez de trazar el nuevo rumbo con energía y decisión, no se ha hecho nada por convencer a los esquivos votantes abstencionistas.
Como si vivieran en otro mundo, en otra historia, en otro país, los tres tenores (la convalecencia alejó a Fajardo) desafinan sin cesar. Continúan insistiendo en el discurso moralista que los convirtió en espectáculo mediático hace varias semanas y rechazan alianzas porque no comparten todo su ideario, dejando un tufillo a grupo fundamentalista que parece pregonar un único evangelio.
Pero no solo no sólo cierran las puertas a sectores, partidos y grupos que podrían haberlos acompañado por simpatizar con sus tesis, sino que se dan por bien servidos invitando a una abstracta masa abstencionista con la consigna no menos abstracta de "Alianza ciudadana". Michelle Bachelet, de visita en nuestro país, tiene mucho que enseñarles.
No entienden que ese encanto por su moral sin tacha, que los catapultó como una real alternativa de poder, ya pasó. Al profesor Mockus y a sus compañeros se les sigue admirando pero ya la sorpresa, como toda sorpresa, se acabó rápido como debe ser. Al igual que en los noviazgos, la primera impresión deslumbra, pero no enamora. Se necesita pasar a los hechos para que surja el amor.
Los colombianos quieren escuchar de Mockus soluciones concretas a sus problemas, empezando por el desempleo, el mayor de América Latina (12.2%), y la aterradora informalidad laboral (58%) y empresarial (41.1%) que amenaza estallar el conflicto social en cualquier momento con consecuencias impredecibles.
La bomba pensional que se devora el presupuesto público y a su lado los millones de colombianos que no cotizan, huérfanos de la seguridad social, cuyos cuidados en la vejez deberá asumirlos el Estado a un costo preocupante, es un problema al que hay que buscarle prontas soluciones.
Un partido Verde que no habla de desarrollo sostenible. En estos momentos Uribe se vanagloria de haber triplicado las exportaciones, pero se guarda de decir que fue gracias a los minerales (petróleo, carbón y níquel) que producen poco empleo y de paso degradan la naturaleza, nuestra mayor riqueza a futuro. Ingeominas por ejemplo, ha otorgado permisos para la explotación de minería a cielo abierto en el 47 por ciento de los páramos que pone en peligro ecosistemas fundamentales para regular el agua.
Durante el gobierno de Alvaro Uribe descendimos del cuarto lugar al 24 en la lista de países que tienen mayor cantidad de agua dulce por habitante. El 53 por ciento de los habitantes de zonas rurales no tienen acueducto y el 82.2 por ciento carecen de alcantarillado y 21 millones de colombianos tienen algún grado de dificultad en el suministro. El partido Verde está en mora de pronunciarse sobre esta agobiante realidad.
Mockus no se refiere al cambio de este modelo de desarrollo, como lo hicieron otros candidatos, convirtiéndonos en una despensa del mundo, potencia agrícola que aproveche el suelo fértil y el agua que aún nos sobra, deteniendo el absurdo monocultivo que propician los biocombustibles, con sus secuelas de desplazamiento forzado y lavado de dinero.
Y si vamos a la corrupción, mutis en el foro por el lado de Mockus sobre la eliminación de las Contralorías departamentales, el control previo a las contrataciones en vez del nefasto control posterior, nuevas reglas de juego con las regalías que frene el despilfarro de los recursos públicos, redefinición del gasto público y de la inversión extranjera, en fin…
Y así muchos temas que el Partido Verde no pone sobre el tapete, no discute, no controvierte, como las cooperativas de trabajo asociado que mutaron en empleadoras que les arrebatan a los trabajadores sus conquistas sociales, la infraestructura vial, la modernización de nuestros puertos, la recuperación de las arterias fluviales, el modelo regional en vez del departamental, nuestro futuro como potencia exportadora de energía.
No basta con decir que los recursos son sagrados, que la vida es sagrada, principios esenciales, pero que deben llevarse a la práctica con una profunda reforma a la justicia que evite la absurda congestión de procesos, modelo de impunidad que parece no tener fin, y un revolcón educativo que prepare profesionales y técnicos acordes con el nuevo modelo económico. Ciencia y tecnología, sí, ¿pero cómo?
Soluciones concretas a problemas concretos que detengan el hueco fiscal más allá de enunciar una reforma tributaria, salidas audaces que fortalezcan la microempresa la mayor empleadora, que reduzca la impunidad, que nos eleve la competitividad, que termine con la política de subsidios que alimentan la informalidad, en suma, un país que corrija el rumbo.
Mockus nos despertó, nos mostró que si es posible pensar en un nuevo país, que son muchos los inconformes y que sólo esperan que alguien interprete sus esperanzas aplazadas por generaciones, entre la corrupción, la violencia y la inequidad, para darle su apoyo y trabajar al unísono en busca de un mejor porvenir.
Infortunadamente, el profesor Mockus es un líder de la moral y la transparencia, pero no tiene talla de estadista aunque si el talento de conformar excelentes equipos. Es nuestra conciencia, pero necesitamos dar el siguiente paso, convocar líderes que conviertan en realidad sus anhelos. Antanas Mockus es el sextante de esta época convulsionada y oscura y por esto recordaremos esta campaña presidencial de 2010 que nos volvió a sembrar la esperanza.
Fue un río místico que sacó lo mejor de nosotros, pero al final de cuentas quedó reducido a un refrescante oasis en medio del desierto. Depende de nosotros abrirle el camino al río caudaloso, a consolidar esa ola que nos puso a soñar por semanas y que multiplique los girasoles desterrando la hiedra y la maleza.
El 20 de junio sembremos millones de semillas en las urnas electorales.
lunes 7 de junio de 2010, 17:50 COT
No hay quien detenga el ASCENSO de LUCIFER