Cuando los británicos despierten…
Economía > EstanciasPor Carlos Uribe de los Ríos
sbado 31 de enero de 2009 16:06 COT
Una calle de Londres (Foto: Carlos Uribe de los Ríos)
Los británicos padecen ya, como sin reconocerlo, la dura crisis económica que ronda a ricos, emergentes y pobres, como se denomina hoy a los países según su desarrollo, de acuerdo con los patrones capitalistas.
La gente aquí permanece sorprendida y callada aún, excepción de algunos grupos de presión que no logran alterar todavía la paciencia a veces preocupante de los ciudadanos del Reino Unido. Será duro cuando despierten. Mejor, cuando acepten su recesión, la misma o peor, y se den cuenta de que sus bolsillos y sus cuentas bancarias ya no tienen el mismo valor de antes ni les alcanza para el pago de sus hipotecas, de sus créditos y para sus permanentes gastos con frecuencia innecesarios, uno de los valores más claros y perversos del consumismo. Será duro porque aquí la tradición en el reclamo de las reivindicaciones ha sido con frecuencia dramática y a veces violenta.
Las viviendas están perdiendo valor desde hace más de un año: 15 por ciento menos. En mi cuadra vecina, en Stockwell, los avisos de venta y alquiler han crecido como enormes flores de cartones coloridos que hablan de las afugias de muchísimas familias. Por todas partes se anuncian pérdidas de puestos de trabajo, revisiones en las metas de la producción, cierre de tiendas de todo tipo e, incluso, quiebra estruendosa de cadenas enteras de almacenes, como la de Woolworths que tenía más de 800 en el país, y reducciones importantes en otros negocios, como Starbucks y M&S. Sin hablar de los autos, de los muebles y artefactos de casa, de la disminución en las compras de todo orden ni de la semi parálisis del turismo local e internacional, en Europa.
Por todo eso, y porque el valor de la libra esterlina ha disminuido hasta quedar, en la práctica, a la par con el euro, los entendidos creen que el Reino Unido no tendrá más remedio que recapacitar su resistencia a formar parte real y efectiva de la Unión Europea. A ver si ahora sí, aunque los políticos ni lo mencionan aún, muertos del miedo de perder las elecciones del año que viene.
Esta nación, la que se sentía más rica en la Región, la de economía más fuerte y la que miraba de soslayo una economía como la alemana, mucho más afincada en la producción industrial que en la especulación financiera, se sentía intocable. Máxime si al tiempo contaba con que Estados Unidos le brindaría la mano en cualquier coyuntura de urgencia. Pero los que se quebraron fueron los bancos de segundo piso, los especuladores, los que sofisticaron los negocios de papeles bancarios para obstaculizar la fiscalización de las autoridades –que se durmieron complacientes– y para hacer casi imposible el seguimiento de las operaciones entre los inversionistas legos en la materia. Todo por la plata.
Las ambiciones se desbocaron en los mercados de capitales. Y se vinieron al suelo en medio de un enorme terremoto de egos que cayeron como vidrio templado. Por eso cuando el Reino Unido quiso solicitar apoyos en EUA, ya las bolsas y los grandes bancos de esa nación estaban en la hoguera. Y ni siquiera las medidas audaces del primer ministro Brown resultaron efectivas. Los dineros de las ayudas estatales desaparecieron como tragados por una enorme aspiradora insaciable.
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Resultado, el poderío económico del Reino Unido quedó enterrado. La libra perdió su fuerza y prestigio como bastión de la economía europea, y se sucedieron entonces nuevos anuncios de recortes, los pedidos urgentes de más auxilios y más presupuestos para atender a las familias sin casa y a los desempleados.
Todavía, a pesar de las noticias diarias en los medios, de los lamentos y de las denuncias sobre los banqueros responsables que apenas comienzan a ser llamados a las cortes para rendir explicaciones por lo menos, del incremento en la delincuencia común que las autoridades atribuyen a la crisis, los británicos parecen resistirse a aceptar la debacle. Todo indica que no tendrán alternativa, pues han dejado de ser los financistas y más finos jugadores con el dinero de medio mundo, los especuladores más poderosos en Europa. El reinado del libre mercado del capital, sin restricciones, auspiciado tan generosamente por la señora Thatcher y por Ronald Reagan, se ha hecho el harakiri por exceso de confianza y abuso.
sbado 31 de enero de 2009, 17:12 COT
Concluyente tú en tu último párrafo. “se ha hecho el harakiri por exceso de confianza y abuso”. En definitiva, no hay capital que resista el derroche. La economía actual del mundo se debate en vaivenes, otrora insospechables pero de revaluación y reflexión. Alarmante situación.
Besitos emergentes!!
domingo 1 de febrero de 2009, 12:30 COT
Es cierto que la semana pasada, después de darle largas por mucho tiempo, Alasdair Darling declaró oficialmente la recesión. Pero, en primer lugar, la crisis no tomó desprevenido a casi nadie; ya se habían oído voces de alarma incluso antes de el desplome de los especuladores gringos a principios del año pasado. Y en segundo lugar, el Reino Unido tiene que caeer muuuucho más bajo antes de aceptar perder su autonomía monetaria.
Sobre lo primero: si, es cierto que para el inglés del común, un mamífero tímido, conservador y mainstream por convicción, el alcance de la crisis sí pued haber sido una sorpresa, pero puedo documentar que hace casi dos años año se sentía venir una catástrofe. Recordemos que la mecha que prendió el polvorín actual fue esa maña britáinica de hipotecar hasta el rancho”el perro.
Sobre lo segundo, recordemos que la Libra Esterlina ha jugado un papel único en la regulación monetaria mundial, debido a la preeminencia de la banca inglesa, que fue hegemónica hasta los años ochentas (sólo la familia de los Rothschild ya da cuenta de eso, sin contar por ejemplo al Lloyd”s como banco o compañía de seguros)
Es difícil para los políticos británicos y para sus votantes deshacerse de la sensación de ser no sólo autónomos sino incluso de decidir por otros en materia monetaria.
lunes 2 de febrero de 2009, 20:51 COT
Reino Unido correrá la misma suerte de Islandia.
La deuda que resulta de la quiebra de su economía será 10 veces más grande que el total de los activos de ese país. En otras palabras necesitarán 100 años para pagarla. Quizá un FMI que muy probablemente será controlado por China les preste dinero para que su economía pueda funcionar.
mircoles 4 de febrero de 2009, 01:21 COT
Hola, y que flojos que se han vuelto los pohmies estos. Las nevadas en España son mas fuertes y el país no se paraliza. Los hooligans se han transformado en unos auténticos pajeros.
mircoles 4 de febrero de 2009, 09:59 COT
jajaja si, hola, qué flojera. Por eso es que hasta los mediterráneos les están quitando el trabajo.