Celebración
cine > Cineclub > EstanciasPor Marsares
martes 8 de septiembre de 2009 20:18 COT
Dirigida por Thomas Vinterberg, esta es la primera película de Dogma 95 y quizás la mejor película del movimiento. Galardonada en Cannes (1998) en la categoría Premio del jurado, es una crítica a la sociedad danesa, a la hipocresía de sus élites, al mundo perfecto que se proyecta al exterior, mientras en su interior subyacen vicios, temores, frustraciones, abusos, discriminación, que todos quieren ocultar bajo el disfraz de la opulencia.
La cinta (título original Festen) transcurre en un bellísimo hotel campestre donde la familia de Helge Klingenfeldt (Henning Moritzen) se reúne para celebrar sus sesenta años. En dicho lugar transcurrió la infancia de sus hijos y es allí donde Christian, el hijo mayor, cuya hermana gemela se suicidó poco antes, sacará a relucir secretos celosamente guardados que conmoverán la unidad familiar.
La cámara, sin la comodidad del trípode, adquiere la postura de un reportero y se adentra, con su andar sinuoso, por entre los vericuetos de cuartos y almas para esculcar los sentimientos de los hijos de Helge y el derrumbe de una dinastía a la par con el ídolo que la hizo posible.
Con la rigurosidad de los principios de Dogma 95, el gran comedor funge como salón de audiencias donde el fiscal, acusado, testigos y público como jurado, llevan a cabo el juicio que debe vencer la incredulidad de los asistentes, o quizás el miedo a la verdad, quienes en patéticos momentos fingen que todo sigue igual y pretenden continuar la fiesta entre los vapores del alcohol y los acordes de un piano que remeda una paz inexistente.
El granulado de las escenas nocturnas, con iluminación de bombillas corrientes, le aporta una atmósfera de tensión apropiada que causa la natural angustia ante el desarrollo de los acontecimientos. La oscuridad, la soledad del bosque circundante, la inmensa fachada del hotel y una silueta arrastrándose en medio de una golpiza, marcan al filo de la noche el fin de una era.